Allá en las postrimerías del pasado año, Mariano Rajoy y Francisco Álvarez-Cascos emprendieron una partida que, como todo el mundo sabe, acabó en ruptura. La razón principal fue el envite que el asturiano hizo al gallego, un órdago a la grande que tenía como objetivo "barrer" literalmente a la dirección regional del partido en Asturias a cambio de contar con el mejor cartel electoral para las autonómicas de mayo en el Principado. Como era de esperar, el líder nacional no aceptó las condiciones y llegó la quiebra entre dos viejos compañeros en los gobiernos de José María Aznar.
Pero, lo que tiene el paso del tiempo, la cita adelantada con las urnas para las legislativas ha propiciado que, poco a poco, aunque con mano firme, el presidente nacional de los populares haya iniciado la que parece ser la concreción de aquellas exigencias de Cascos y, como no podía ser de otra manera, la 'Operación escoba' ha comenzado a través de las listas del 20-N.
La primera medida fue colocar a Mercedes Fernández, en otro tiempo incondicional del actual presidente del Principado y enemiga de sus enemigos, por mucho que las circunstancias puedan disfrazarlo. Tras esa designación, ya con bastón de mando en plaza, 'Cherines' se encargó de situar en las candidaturas para el Congreso y para el Senado a dos ex concejalas de Gijón en su etapa municipalista, Ángeles Fernández Ahuja y Laura Sampedro, en la primera gran batalla para dejar totalmente aislados a sus adversarios internos en Gijón, Pilar Fernández Pardo y su equipo. Parecía que la 'renovación' -de personas, que no generacional- iba a quedar por el momento ahí, aunque todo el mundo da por hecho que la fulgurante reaparición de Mercedes Fernández augura un próximo relevo en la dirección del PP asturiano.
Sin embargo, el comité electoral nacional ha sido el instrumento en la meditada estrategia de Rajoy para el Principado y, por sorpresa, ha decidido, con la autoridad que le dan los estatutos del partido, situar en la candidatura para el Senado a otro viejo amigo de Cascos y veterano en mil lides de los populares, Isidro Fernández Rozada, en detrimento de Ramón Artime. Por mucho que se trate de enmascarar como una medida habitual dentro del partido, la dirección asturiana ha vuelto a quedarse 'con el culo al aire'.
Se había hablado de que Fernández Rozada podría ser el próximo delegado del Gobierno, tras el periodo de interinidad en el cargo del socialista Francisco González Zapico, y a ello se atribuía su silencio tras verse excluido de la listas para las Cortes Españolas. Sin embargo, todo parece indicar que, sin entrar en las perspectivas de futuro, al veterano político de las cuencas le habían dado pasaporte sus propios compañeros de casa. Rajoy se ha encargado de devolver las cosas a su sitio y, de paso, ha lanzado lo que parece ser una aviso para navegantes a la actual dirección de su partido en Asturias. Se ha abierto la veda y, tras las elecciones, será cuestión de tiempo el que los sueños del Cascos todavía militante del PP se hagan realidad, aunque, eso sí, sin mancharse las manos. Pilar Fernández Campo ya ha aceptado su defenestración y si yo fuera Ovidio Sánchez o Gabino de Lorenzo empezaría a poner mis barbas a remojar. Y que no se descuiden los Aréstegui, Goñi o Espinosa, porque podrían ir en el 'pack'. En definitiva, como bautizó su inspirador, un auténtico 'barrido de la casa'.
Mientras tanto, la elección de Mercedes Fernández e Isidro Fernández Rozada (a algún lector de esta tribuna le sonarán estos nombres citados hace ya muchas semanas) para 'prestigiar' las listas del PP en Asturias aventura la que, a medio plazo, podría ser otra profecía cumplida, la progresiva aproximación entre el partido Popular y Foro Asturias (la UPN del Principado) para, en un futuro más o menos lejano, llegar a la colaboración y, ¿quién sabe?, hasta una hipotetica fusión en una única organización política. Eso sí, como algunos la han definido, esta operación tendría el carécter de un "aterrizaje suave", o sea, pausada y sin estridencias.
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