El sorprendente anuncio de Francisco Álvarez-Cascos de que no optará a repetir en la Presidencia de Foro Asturias Ciudadanos y, por consiguiente, no volverá a ser candidato a la Presidencia del Principado ha pillado con el pie cambiado a buena parte de los asturianos, incluidos la mayoría de los militantes de su propio partido. Aunque pendientes de un congreso, los medios de comunicación habían obviado tal cita y dado entre los seguros para los comicios autonómicos de mayo al veterano político asturiano.
Dejando de lado el argumentario dado por Cascos en su reunión de ayer con los fieles del consejo de dirección, su decisión no deja de ser el reconocimiento de un fracaso. Un fracaso que se empezó a gestar cuando se vio empujado a convocar elecciones anticipadas va casi para tres años. Poner como objetivo la batalla contra el emergente Podemos o recurrir como referencia a Susana Díaz se me antoja un recurso dialéctico alejado de la cruda realidad.
El ex presidente del Principado nunca se ha sentido cómodo en su escaño de 'co-jefe' de la oposición y su presencia en la vida política asturiana se ha ido desinflando progresivamente como un globo averiado. Fuimos muchos los que estábamos convencidos de que el ex ministro dio el paso de abandonar el Partido Popular y crear un partido a su imagen y semejanza con el convencimiento de que sólo la responsabilidad de gobierno le volvería a atar con lazos marineros a su territorio. Y ganó unos comicios -los ganó porque pudo formar gobierno-. Pero, buen conocedor de la política asturiana, debería haber tenido en cuenta las miserias que arrastran los protagionista de la misma en el Principado. No las tuvo. Y por eso perdió cuando apostó por plebiscitarse de nuevo con el voto de sus paisanos.
De ahí en adelante, por mucho que Cascos trate de sacar pecho, su formación se ha ido diluyendo en el día a día de una Junta General del Principado que languidece y se ha convertido en algo más aburrido que una comedia romántica norteamericana actual.
Crónica de un fracaso. Personal y colectivo. De una deriva que ha acabado por caricaturizarse en algunos de sus comportamientos.
Ahora, todo parece indicar que Foro va a iniciar una nueva etapa sin su fundador y líder único. Habrá primarias y, probablemente, al frente se sitúe uno de los componentes de la guardia personal del actual presidente. Cristina Coto, Enrique Álvarez Sostres, ... Da igual. Foro concurrirá a los comicios montado sobre la ola de su presencia anterior y, como en tantos otros proyectos personales de los que da fe la historia de la política asturiana, logrará un grupo parlamentario menor y abordará los que posiblemente sean sus últimos cuatro años de presencia parlamentaria. Otra cosa bien diferente probablemente sea el buque insignia del partido, Gijón, auténtico nicho de poder que aspira a conservar amparándose en la persona de Carmen Moriyón, auténtico valor emergente en la formación tras sus primeros titubeos después de acceder a la Alcaldía de la ciudad, y en una gestión que, por mucho que se afanen todos sus adversarios locales, ha calado bastante en la ciudadanía. Además, cuenta FAC con el páramo en que ha convertido Mercedes Fernández la organización gijonesa del Partido Popular.
En fin, Cascos ha decidido retirarse y, de paso, hacerle el harakiri a la formación que surgió en su cabeza y que creó bajo sus propias siglas y a su imagen y semejanza. Pasar página tiene sus riesgos. Salvo que, emulando viejos caudillismos tan del gusto del protagonista, en su interior subyazca el deseo de una reacción unitaria de sus compañeros que le 'obliguen' a reconsiderar su postura y dar marcha atrás en su retirada.
Yo opino que sí que tuvo en cuenta las miserias de la política asturiana a las que aludes, por otra parte tan evidentes hasta para el ciudadano común. Su fracaso estriba, quizás, en sobrevalorar sus posibilidades para romper el rancio y clientelar 'statu quo' de esa forma de ejercer (y parasitar) la política. La confirmación de todo ello, más o menos esperada, invadió con estruendo el escenario político cuando la pinza bipartidista, con la muleta de IU, reclamó para sí el papel estelar, configurando lo que se vino en llamar el 'tripartito' anti-FAC.
ResponderEliminarPerdimos entonces los asturianos la oportunidad de probar otra forma de hacer política, no sabemos si mejor o peor. El bipartidismo rancio nos hurtó esa posibilidad (una más).
Pero ahora soplan de nuevo aires de cambio y renovación. Y parece que, por mucho que se enroque el viejo y repudiado bipartidismo, sus posibilidades de defensa se verán mermadas en consistencia y efectivos. Que así sea.