lunes, 1 de junio de 2015

De la suma simple a ecuaciones diferenciales

Transcurrida una semana desde la celebración de las elecciones municipales y autonómicas muchos han sido los planteamientos que se han visto alterados desde aquella tumultuosa noche del 24 de mayo pasado. De las que en las antiguas escuelas llamábamos "las cuatro reglas" hemos pasado a las matemáticas superiores a la hora de calibrar las posibles vías para el logro de unos pactos capaces de hacer gobernables las nuevas instituciones. En las últimas horas de aquel domingo y las primeras del lunes siguiente apenas si pasábamos de las sumas y restas que hipotéticamente configuraban los bloques de derecha y de izquierda. Pero el discurrir de las horas ha dejado en evidencia el carácter simplista de aquellos análisis al poner sobre el tablero las verdaderas aspiraciones y estrategias de algunos de los protagonistas en este nuevo mapa político.

La faceta más evidente de este panorama real es la confirmación de que la formación política que ha consechado los mejores resultados -aunque quizá no los que esparaban sus dirigentes- rechaza el papel de comparsa en el arco de la izquierda y exige que se le otorgue el papel protagonista en muchos de los guiones que se están escribiendo de cara el próximo día 13 (en los ayuntamientos) y algunos días después (en las autonomías).

Tómese como ejemplo del Principado de Asturias, donde los socialistas, el partido más votado y con mayor número de diputados regionales, empezó a hacer sus cálculos recurriendo a la adición a los suyos de los parlamentarios de Podemos e Izquierda Unida para reclamar el Gobierno de la comunidad. Siguiendo la costumbre de legislaturas anteriores, Javier Fernández y los suyos plantearon este escenario como una parte de un acuerdo global donde incluía los principales municipios de la región. Pronto se dio cuenta que los métodos habituales no eran de aplicación en este momento. Como ya ocurriera en Andalucía, el partido de Pablo Iglesias no parece buscar un reparto de sillones y aquí, como allí, ha establecido unas 'líneas rojas' a partir de las cuales no entra al trapo. Se pasó, de esta manera, a lo que el presidente del Principado en funciones ha calificado como los peligros del "ansia" por pactar, rebajando la euforia de sus correligionarios, en muchos casos solamente orientados hacia el arrumbamiento del Partido Popular del control de las instituciones. Quizá no sea ajeno a este reciclaje el susodicho cambio por el que hemos pasado de las sumas y restas de hace siete días a las ecuaciones diferenciales de hoy.

Analicemos algunos datos de esta compleja operación. Partamos, de inicio, con la intención manifestada por el candidato de Podemos a la Presidencia de Principado, Emilio León, de someterse a la investidura. ¿Cuál sería la posición de Izquierda Unida? ¿Optar por el mal conocido de tantos años - el PSOE- o sumarse a quienes parecen ser sus más próximos ideológicamente hablando y con los que muchos han hablado y hablan de convergencia electoral en unas listas comunes? De darse esta segunda posibilidad, las dos fuerzas de la izquierda parlamentaria asturiana sumarían catorce sufragios, los mismos que el PSOE en solitario. Pero es que si la aspirante del PP, Mercedes Fernández también se presenta -como ha asegurado- y alcanza el apoyo de los tres diputados de Ciudadanos -a Foro, a priori, lo mantengo de 'outsider', como casi siempre- a los 11 de su partido el resultado daría idénticos guarismo a los de los otros dos 'bloques'. ¿Descabellado? No tanto, aunque en esto de la política resulta dícil establecer garantías.

Quedaría, claro está, la opción por la que la Federación Socialista Asturiana 'mataría', la de lograr el apoyo - aunque sea el pasivo de la abstención- de Podemos. Pero resulta que el partido de Iglesias, de Errejón o de Monedero -porque anda por ahí, no nos engañemos- ha madurado a la fuerza y retoca sus estrategias día a día para adaptarse a los tortuosos caminos institucionales.

El partido emergente de la calle tiene un grave dilema a la hora de avalar gobiernos del PSOE, toda vez que su origen está en la lucha contra esa denominada 'casta' que, al menos hasta hace unos días, abarcaba tanto al PP como a los socialistas de Pedro Sánchez, con el que -Pablo Iglesias dixit- "ya se puede hablar". La realidad es que, dada su estructura organizativa vertical, no se sabe muy bien como podrían responder las bases, los círculos, si sus dirigentes mantienen a uno de los partidos que alumbraron su aparición. Probablemente mal, por mucha rabia que le tengan a la derecha y al PP. No es pues de extrañar que su líder indiscutible siga valorando una decisión que puede ser muy relevante para esa gran cita en la que tiene puestos todos sus objetivos, la de las elecciones legislativas del otoño próximo.

1 comentario:

  1. En efecto: no es descabellado pensar en un triple empate a 14 (PSOE en solitario, Podemos más IU, PP más Ciudadanos o PP más Foro). Si no se resuelve el empate en segunda votación, habría que repetirlas hasta un plazo máximo de dos meses en los que, de mantenerse la situación, habría que disolver la constitución del parlamento y convocar nuevas elecciones. Desconozco si los grupos parlamentarios serían capaces de forzar esa situación (que también se puede dar en Andalucía).

    Mi apuesta es que Javier Fernández resultará investido por mayoría simple.

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