No creo que a nadie le haya cogido por sorpresa el resultado de la primera de las reuniones que el candidato socialista a la Presidencia del Principado inició hoy mismo para buscar apoyos a su investidura. Y tampoco es extraño que el primer interlocutor elegido haya sido Izquierda Unida.
La historia de la autonomía asturiana tiene una larga tradición de gobiernos del PSOE que, en numerosas ocasiones, han tenido que apoyarse en la coalición de izquierdas. Es, por así decirlo, la 'novia perfecta' para los intereses del partido más votado en las últimas elecciones territoriales. Tierna, sumisa, siempre a disposición de los deseos de su 'macho', que la magrea siempre que le viene en gana y la aparta cuando sacia sus deseos.
Por eso resulta normal que en el primer encuentro los socialistas hayan vuelto a reclamar los 'servicios' de partenaire de Llamazares y los suyos y estos se hayan mostrado ya maduros para el 'romance' a la primera de cambio. Ahora, Javier Fernández seguirá explorando otras opciones, aunque reforzado por saberse poseedor de una carta ganadora, y sin los agobios que le entraron cuando la pasada semana se vio sorprendido por el apoyo de Foro a su oponente popular, Mercedes Fernández.
En su habitual estilo, como ya hiciera hace tres años, el presidente en funciones ha calificado de "razonables" las propuestas planteadas en cuatro grandes bloques por Izquierda Unida y, sin esperar a otros posibles socios, después de hacer los números, se ha apresurado a decirle a Llamazares y Orviz que quiere un acuerdo "lo antes posible" (no vaya a ser que se arrepientan).
Por su parte a los de la coalición de izquierdas les ha faltado tiempo para asegurar que, si bien no renuncian a un pacto a tres -con Podemos- que garantice un ejecutivo con "una base parlamentaria amplia", les vale lo que hay y no van "a subordinar su posición a la de otros agentes de la izquierda", en manifiesta alusión a Emilio León y sus nueve votos en la Junta General. Eso sí, por si acaso alguien se lo afea, han agrrado la pancarta del "no pasarán" para asegurar que todos sus esfuerzos son para evitar un gobierno de la derecha.
Quizá ante tantas "facilidades" lo que deberían hacer los de IU es apelar a esa nueva y extendida moda del reférendum para todos y someter, al menos a sus votantes, su dócil apoyo al candidato socialista. Tímidamente lo han balbuceado, pero no me creo que vayan a hacerlo. Igual si la pregunta es la adecuada resulta que sus militantes y simpatizantes les recuerdan que su voto fue para ellos y no interpuesto para volver a apuntalar a un grupo que solamente les reclama cuando les necesitan. Al menos yo ya he escuchado a alguno de ellos que, para servir de muleta a Javier Fernández, podrían haberle dado su sufragio directamente al socialista, sin intermediarios.
Y no quiero terminar sin aludir a otro de los aspectos relevantes y hasta la fecha apenas insinuado. Si IU decide dar sus votos al candidato socialista, ¿lo será solamente para la investidura?, ¿para un pacto de legislatura? o, lo que algunos imaginamos, ¿para entrar en un gobierno compartido? Los de la coalición ya han degustado en varias ocasiones el calor del asiento y el coche oficial y me consta que les gusta, demagogias aparte.
Cosa bien distinta es cómo reaccionarán los socialistas. El presidente en funciones no es Tini Areces. Ni se le parece. Es un 'outsider' que prefiere gestionar en solitario y recurrir a los apoyos puntuales cuando los precisa, como así lo ha dejado entrever desde la misma noche electoral.
Sea como sea, lo evidente es que Izquierda Unida está madurita para el enlace, algo que muchos ya nos imaginábamos antes incluso de que se iniciaran las negociaciones. Seguro que con Podemos las cosas no funcionan de la misma manera. O eso creo.
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