viernes, 17 de julio de 2015

Las normas de la casa de la sidra

A estas alturas de la película parece innecesario recordar que las cosas aquí, en Asturias, acostumbran a ser diferentes a las del resto del país. En estos momentos esa aseveración resulta obvia cuando repasamos la situación política que está viviendo la comunidad autónoma. Y no vale argumentar con la polarización de fuerzas políticas que se ha impuesto, con los votos de los electores, en la Junta General del Principado. Otras comunidades cuantan con seis y hasta más grupos parlamentarios y en todas ellas se han alcanzado acuerdos que les permiten tener un presidente autonómico y un gobierno propio.

No me cansaré de repetir que el conflicto institucional asturiano tiene más que ver con los modos y costumbres de actuación de los partidos "tradicionales" en contraste con la "heterodoxia" de algunas fuerzas emergentes, en este caso Podemos. Por mucha saliba que unos y otros gasten, la realidad es que ni los primeros quieren apearse de la burra de demasiados años de acomodo ni los segundos (aquí, porque en otros territorios se han mostrado más flexibles) parecen dispuesto a integrarse en el "sistema" edificado durante años por la "casta" y la "castilla".

La seguridad que desde el primer día han demostrado Javier Fernández y su partido de que la investidura estaba "chupada", pese a contar con unos míseros catorce diputados, se mostró quebradiza en la primera sesión en la que la Cámara autonómica abordó la elección del primer mandatario de la comunidad. Los votos de Foro, sumados a los del Partido Popular, la abstención de Izquierda Unida y el apoyo de los nueve representantes de Podemos a su propio candidato, arrojaron un empate entre los aspirantes de los dos partidos con mayor representación que aplazó la decisión a una nueva sesión parlamentaria.

De entonces acá, el Partido Socialista ha cerrado prácticamente un pacto con la coalición de Gaspar Llamazares, ratificada hoy mismo por los órganos de dirección del primero y que, con toda seguridad, será refrendada pasado mañana por las bases de IU.

El presidente en funciones, obtenidos esos cinco sufragios, se apresuró a acelerar el proceso una vez más, desentendiéndose de la posible suma de los del partido de Pablo Iglesias, porque sus peticiones eran muy "extensas" y alegando falta de tiempo para negociarlas. Sigue el señor Fernández empeñado en regirse por las normas que han presidido la vida política del Principado de Asturias durante demasiados años. Y como hiciera antes del fallido plenario que le iba a dar la Presidencia con el único apoyo de los votos de su grupo, vuelve a hablar de la convocatoria de una nueva sesión para la semana que viene, invocando esos diecinuevo diputados (con IU) como "mi tesoro", en un remedo de Gollum, el repelente personaje de "El señor de los anillos".

Pero, cuando el mandatario en funciones creía ver su sueño convertido en realidad, aparece de nuevo "el fantasma de la coleta" para apuntar un hipotético cambalache en el que los emergentes "podrían prestar" cinco de sus votos a Mercedes Fernández para provocar un nuevo empate que dejaría todo de nuevo en el aire y contribuiría a agregar canas y arrugas al líder socialista, amén de retrotraer cualquier negociación al punto de partida.

Personalmente, no me creo que Emilio León y sus diputados tengan realmente la intención de abordar tal operación, aunque institucionalmente nadie podría ponerle tacha. Más bien pienso que se trata de un nuevo aviso para aquellos que confían en que sigue siendo válido todo lo que lo ha sido hasta ahora. Probablemente se trate de un órdago para recordar a los socialistas que ya no pueden marcar en solitario los tiempos de Asturias y que gobernar una autonomía es algo más que sumar los apoyos mínimos para conservar el poder ejecutivo.

De lo que no cabe duda es de que el grupo mayoritario habrá tomado buena nota de la "advertencia" y tendrá que poner todo su empeño en evitar un nuevo susto, al menos mientras esos "alienígenas" que son Ciudadanos en Asturias perseveren en su postura aislacionista. La ladina amenaza de Podemos le recordará al menos que las normas que hasta ahora daban el poder han cambiado y las nuevas, pues para eso estamos en Asturias, son "las de la casa de la sidra", o sea peculiares e imprevisibles.

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