Muchos creían que el 'susto' del Ayuntamiento de Oviedo nos había curado de espantos. Pues no. La nueva aritmética derivada de los comicios del 24 de mayo pasado ha introducido en la ecuación institucional suficientes incógnitas como para hacernos dificultosa la resolución de cada nuevo problema.
En el ámbito autonómico, la realidad ya dejó claro desde los primeros compases de la nueva legislatura que los recursos utilizados hasta la fecha se mostraban insuficientes. Y lo dejó claro con esa presencia de tres candidatos a la Presidencia del Principado que, en un primer acto, pusieron en evidencia la capacidad de acuerdos medianamente consistentes entre los nuevos intérpretes de la realidad asturiana. Ahí sí se cumplieron los pronósticos después de que cada uno de ellos anunciara sus intenciones. Pero llegó ayer el segundo acto y en su discurrir ya hubo alguno de esos protagonistas que se animaron a romper el guión. El partido de Francisco Álvarez-Cascos, más concretamente, fue el primero en renunciar a un libreto que parecía escrito a la medida de un ufano Javier Fernández (tanto que, en un alarde de lo que nunca debería hacerse en periodismo, algunos medios informativos se permitieron titular antes de tiempo dando por hecha la investidura del candidato socialista).
Y no es que las indicaciones del líder forista a su pupila Cristina Coto debieran constituir una gran sorpresa. De suyo, la portavoz de esta fuerza política era la única que no había dado por cerrada la intención de su voto.
Pese a ello, el partido más votado no solamente daba el resultado de la sesión de ayer por cerrado sino que se había permitido poner fecha a la toma de posesión de su aspirante.
La bofetada quedó reflejada en el rostro de los dirigentes de la Federación Socialista Asturiana. Incluso, alguno se permitió denostar la posición de Foro. Pero sólo hasta que se dieron cuenta de que la unión de la izquierda a la que ellos vienen apelando desde hace semanas sin demasiado éxito no pueden negársele de igual manera a la derecha.
Algo, en cualquier caso, debieron barruntar los socialistas asturianos cuando, pocas horas antes, remitieron a Izquierda Unida y Podemos una oferta de pacto que no había figurado sobre la mesa en momento alguno de previas negociaciones. Una medida a la desesperada que, como resaltaron los de Pablo Iglesias en Asturias, debería haberse plasmado mucho antes y no ante el temor de una unión de la derecha y un hipotético desalojo del poder.
El caso es que, eliminada la opción de Emilio León, los dos 'finalistas' han llegado al término de la segunda etapa empatados, y ello ha truncado la expectativas de Javier Fernández de renovar lo más rápidamente posible la Presidencia autonómica. Se abre ahora un nuevo escenario en el que básicamente podría resaltarse lo siguiente:
-A Foro no le simpatizan ni el PP ni Mercedes Fernández pero, siguiendo sus señas de identidad, allá donde se pueda revolver algo estarán presentes.
-Con Ciudadanos haciendo desde el principio el dontancredo, la posibilidad de deshacer el empate obliga a los otros dos grupos de la izquierda -o a uno de ellos- a 'mojarse' y apoyar al candidato socialista.
-Buenas palabras aparte, no veo a Podemos bajándose de la burra en la que se ha montado desde el día de las elecciones por mucho riesgo de tener que acudir de nuevo a las urnas en un par de meses.
-Como PP-Foro suman 14 votos, a los 14 del candidato socialista sólo le quedan para sumar los cinco de Izquierda Unida, volviendo la coalición a su inveterada condición de muleta del partido mayoritario en Asturias.
-Supongo que el muy veterano Gaspar Llamazares encontrará en los argumentos de la responsabilidad suficiente sustento para aportar sus cinco diputados a Javier Fernández no sin dejar clara la condición de préstamo de tal actitud y sin más compromisos posteriores que permitir al susodicho renovar su presidencia.
Al final, seguramente el actual presidente en funciones repetirá en el palacio de Suárez de la Riva, pero no cabe duda de que va a tener que currárselo más de lo que ha hecho hasta el momento y, desde luego, mucho más de lo que se imaginaba la noche de aquel ya lejano 24 de mayo.
Don Gaspar no ha querido mancharse las manos en esa votación, dando el resultado esperado por cantado. Pero, como saltó la sorpresa, ahora no lo quedará más remedio que pringarse para evitar el "empate infinito". Demasiado tacticismo (¿o a eso se le llama veteranía?). Deberá cuidar sus pasos, si no quiere precipitar la desintegración de IU.
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