jueves, 6 de agosto de 2009

Las multiples vidas de Morales

Juan Morales apareció hace unos años en la primera línea de la política asturiana y se convirtió en poco tiempo en uno de esas personas que parecían claramente llamadas a protagonizarla con una papel estelar. El erial en el que la marcha de Cascos dejó al Partido Popular en esta región hacían prever que nadie podría disputarle a medio plazo un liderazgo para el que Ovidio Sánchez se presentaba desde entonces bastante desgastado.
Sin embargo, sus condiciones de buen orador y mejor parlamentario, unidas a la confianza del citado Sánchez, del que llegó a ser su mano derecha, tenían unos plazos para manifestarse en clave de primer dirigente. Con muy buen criterio, decidió en su día que había llegado la hora y expresó su deseo de optar a la Presidencia regional, una voluntad que chocó con la endogamia partidista, colectivos en los que las cosas van despacio y no acostumbran a acelerar los plazos. Se planteó entonces algo tan lógico como la existencia de dos opciones para llevar las riendas del partido y, por ende, la inevitable lucha subterránea en la que el 'aparato' siempre lleva las de ganar.
Fue entonces cuando empezó a traslucirse la verdadera imagen política de Morales. El convencimiento de que no podía ganar a Ovidio Sánchez le llevó, a última hora, a dejar plantados a sus muchos seguidores -más que tres años después- y "venderse por un plato de lentejas" tan poco sabroso como un cargo en la lista oficial que, por buscar un símil cualquiera, sería como pintarle lo galones sobre el uniforme a un oficial. Así podría considerarse la adjuntía a las dos vicepresidencias del partido. Fue en este momento cuando el prometedor parlamentario se 'autoinmoló'.
A partir de ahí vinieron los años de silencio, de aislamiento en el grupo parlamentario del PP en la Junta General, su autoexclusión diaria, hasta llegar a la siguiente convocatoria de elecciones autonómicas en la que, como no podía ser de otra manera, quedó fuera.
Al margen de alguna declaración aislada, la figura de Morales reaparece en el partido cuando, con la convocatoria del último congreso regional y la manifiesta intención de Ovidio Sánchez de seguir llevando el bastón de mando, un grupo de militantes de segundo nivel, decepcionados por la pérdida de la ex diputada Alicia Castro como alternativa, recurrieron al político apartado para contar con una opción mínima de dar la batalla a Sánchez. Al contrario que unos años antes, Morales era ya sólo la única posibilidad de contar con un rostro para combatir al incombustible presidente regional. Y él jugó a dejarse querer, sobre todo porque sus impulsores jugaban a contar con el apoyo de Gabino de Lorenzo, unas veces, y de Pilar Fernández Pardo, otras, con sus respectivos pesos específicos en las dos organizaciones municipales más fuertes del partido. El primero se desmarcó más o menos pronto, pero la líder popular de Gijón jugó hasta el último minuto con su fuerza, más en beneficio de su propia opción, que de la de Morales, aunque a éste no acabara de desengañarle del todo. Así, éste acabó por presentarse más por la presión de sus seguidores que por convencimiento propio. fernández Pardo se bajó del carro en los últimos metros y el resultado, ya conocido, fue de una dignísima derrota, con un 38% de los votos en el congreso.
Este resultado podría haberse producido tres años antes y el pasado año transformarse en una posible victoria. Claro que para entonces amplios sectores de los descontentos con la gestión de Sánchez y su grupo de adláteres ya no se fiaban de Morales.
Hasta aquí la historia oficial hasta llegar ahora, un año después, al abandono de Juan Morales de la militancia. Hace meses que, extraoficialmente, el otrora portavoz parlamentario jugaba varias bazas, las mismas que ahora aparecen sobre el tapete: la incorporación a UPyD, al parecer fallida, o aglutinar a una unión de partidos de ámbito local o territorial para conformar una fuerza regionalista. Siempre, claro está, con la condición de ser cabeza visible y líder de cualquiera de esas opciones.
Lo que no está en las crónicas recientes es un hecho que pudo cambiar la historia política de Morales y del PP regional: la decisión de Gabino de Lorenzo, "la mano que mece la cuna" en definitiva, de apostar por el propio Morales como candidato de futuro a la Presidencia del Principado, alternativa facilitada por la confirmación de Ovidio Sánchez de que no se volvería a presentar para el cargo tras tres derrotas consecutivas. De Lorenzo llegó a presentar la recuperación de Morales como una forma de integración del partido tras la división del congreso regional. Y lo hizo ante la dirección nacional en la calle de Génova. Pero esas cosas no resultan fáciles de ocultar y el "compacto" equipo de Sánchez, con los Goñi, Aréstegui, etcétera, a la cabeza, se apercibió de que si la cosa iba adelante podrían pintar bastos para sus ambiciones. Por eso, aprovechando las atribuciones del citado Goñi como secretario general, se montó la 'caza de brujas' en las organizaciones locales que habían sido proclives a Morales en el congreso o, simplemente, no habían apoyado con claridad a Sánchez. Morales no podía quedarse callado y la "integración" se fue al traste, abriendo la puerta a la salida que ahora se hace efectiva.
Morales quiere seguir siendo político, pero con mando en plaza. Quizá desde una alternativa nueva y si no le entran las prisas de antaño pueda llegar a ser un político influyente en el Principado. Si no alcanzar la Presidencia de la comunidad, sólo al alcance por mucho tiempo de los dos grandes, sí a través de la consabida bisagra. Izquierda Unida puede enseñarle mucho de eso. Hasta Xuan Xosé Sánchez Vicente, del Partíu Asturianista, o el mismísimo Antón Saavedra, el último tránsfuga de autonomía, tienen experiencia de como con uno o dos votos se pueden reconducir las políticas regionales.

1 comentario:

  1. El capitán Amieira, siempre certero en sus reflexiones. A Morales le pasa como a muchos almirantes que navegan sin tener carné...

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