Si hace un par de meses a alguien se le hubiera ocurrido plantear que la reanudación de los derbys futbolísticos entre los dos principales clubes de la región podrían estar próxima se le hubiera calificado de orate o provocado la carcajada general. No he estado en las últimas veinticuatro horas muy atento a los diarios e informativos radiofónicos o televisivos y es posible que lo que voy a comentar ya esté incluso abordado con profusión. Sobado o no, el caso es que se me ocurre que con la marcha de sportinguistas y carbayones en las últimas jornadas puede no resultar absolutamente descabellada la hipótesis de que el enfrentamiento regional pudiera producirse ya la temporada que viene. El caso es que el club rojiblanco ha pasado en poco tiempo de tener la permanencia casi asegurada a jugar peligrosamente con la posibilidad del descenso; mientras, los azules han hecho sus deberes y, aunque el Alcorcón -sí, ese que echó de la Copa del rey al Real Madrid- es mucho Alcorcón, el Oviedo se ha asegurado jugar la fase de clasificación para el ascenso a Segunda División.
Quede claro que se trata de poner sobre el tapete una posibilidad -la del deby anticipado- que todavía se antoja difícil. Primero, porque el Sporting produce malas sensaciones, pero sólo necesitaría un golpe de efecto en uno de los dos próximos partidos para cambiar las cañas por lanzas y su colchón, aunque mucho más pequeño que antes sigue existiendo. Por otra parte, el Oviedo tendrá que enfrentarse a un conjunto de la Liga Adelante que, aunque haya hecho una mala temporada, no va a dar ninguna facilidad a los carbayones para dejarles el puesto en la categoría y, a priori, se le supone -sólo eso, se le supone- una superioridad.
Supongo que esta elucubración no gustará nada a los seguidores rojiblancos y no sólo por el hecho de que tal posibilidad implicaría abandonar la categoría de oro -sin h, por supuesto, querido y exigente seguidor que no perdona que uno de mis dedos haya trastabillado en el teclado-, sino porque, al margen de tanta declaración formal, tanto una como otra aficiones prefieren ver al rival cuanto más alejado por abajo mejor. Por las mismas razones podría agradar a los ovetenses.
Vaya por delante, por si acaso queda alguna duda, que el que suscribe está en esa tesitura y quisiera ver al Sporting un año más en Primera y no iba a coger un disgusto si el equipo de la capital tropieza en la fase de ascenso y se queda un año más en Segunda B, a poder ser jugando con los filiales rojiblancos.
Sentimientos aparte, me he limitado a poner el letra una hipótesis que, aunque difícil, tiene en estos momentos unas posibilidades de producirse que hace unas cuantas semanas hubiera resultado descabellado siquiera imaginarla.
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