Los socialistas asturianos han puesto el grito en el cielo porque Mercedes Fernández, actual síndica del órgano fiscalizador del Principado de Asturias, ha estampado su firma en un escrito avalado por un buen número de ex parlamentarios asturianos del Partido Popular y dirigido a Mariano Rajoy en solicitud de que Francisco Álvarez-Cascos sea el candidato de este partido a las Presidencia del Principado en las autonómicas del año próximo.
Formalmente, los argumentos del portavoz parlamentario socialista, Fernando Lastra, tienen su fundamento, toda vez que los integrantes de los órganos auxiliares creados en la comunidad en los últimos años no pueden tener militancia política y si la tenían, como es el caso de una buena parte de ellos, han tenido que dejar el carné del partido a la puerta a la hora de acceder al cargo.
Pero esta exigencia normativa tiene que ser más formal que otra cosa, porque uno no puede evitar pensar de una forma determinada o defender unas ideas o un programa, aunque deje de lado cualquier atisbo de proselitismo. Vamos que si el corazón de 'Cherines' sigue siendo del PP no creo que los de Bernardo Fernández, Juan Luis Rodríguez-Vigil o María Antonia Fernández Felgueroso hayan encerrado en un armario bajo siete llaves su credo socialista. Si los grandes partidos quieren evitar determinado tipo de situaciones harían bien en no convertir ese tipo de órganismos y fundaciones en un refugio para quienes fueron en otro tiempo sus representantes institucionales y ahora están 'apartados' por una u otra razón.
Pero vayamos al caso concreto que nos ocupa: el apoyo de Mercedes Fernández a la plataforma a favor de la vuelta de Cascos. Para los socialistas es intolerable y rompe con todas las exigencias de su actual responsabilidad. Lo curioso es que esta reacción se produzca unas horas después de una polémica nacional sobre el uso que el presidente Zapatero hizo de su avión oficial para desplazarse durante la última campaña electoral de para asistir a actos de su partido. Ante los ataques del PP, el portavoz parlamentario socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, tras esgrimir razones de seguridad consustanciales a la condición de presidente de su líder político, ya más coloquialmente puso sobre el tapete la imposibilidad de partir en dos a esa persona, en un remedo del mito de Jeckyll y Hyde. Vamos, que Zapatero no puede quitarse la púrpura de presidente durante unas horas para ser el candidato socialista, y a la inversa. La persona es una y en ocasiones ocurren estas cosas.
Otro caso es el del señor Zarrías, número dos de su ministerio, que se quitó la piel de secretario de Estado y lo dejó en el despacho para asistir a una manifestación de apoyo al juez Garzón. Luego, regresó a su puesto y volvió a enfundarse el traje de alto cargo.
En fin, que por mucho que algunos se empeñen, el exquisito cumplimiento de ese tipo de 'incompatibilidades' resulta extremadamente difícil, cuando no imposible. Son sólo dos ejemplos, pero podrían citarse muchos más.
El señor Lastra, uno de los políticos asturianos con mejor pico y perteneciente a esa extraña raza de 'perros peligrosos' (lo digo por lo de los rottweiler y otras imágenes similares tan utilizadas en otros tiempos) -como Guerra, como Cascos,...- que todos los partidos precisan para fajarse en el cuerpo a cuerpo y hacerlo con recursos, ha caído en este caso -me parece- en un exceso de celo a la hora de arremeter con 'Cherines'. Claro que a nadie puede sorprender en estos momentos en los que el hipotético retorno de Cascos tiene seriamente preocupados a los socialistas. De lo que sí estoy seguro es de que si la síndica hubiera colocado su rúbrica en un escrito de apoyo a Ovidio Sánchez, por ejemplo, o a algún otro 'ex-compañero' de partido de menor peso, seguro que el portavoz socialista no hubiera gastado ni uno sólo de sus preciosos minutos en salir al paso. El problema es la proliferación de iniciativas que se van sucediendo en favor del regreso del ex vicepresidente de Aznar.
Por otra parte, y a título de comentario complementario, 'Cherines' -como argumentaba antes con otros casos- no puede evitar haber sido diputada del PP por Asturias y escandalizarse simplemente porque haya firmado la carta a Rajoy que también suscriben un buen número de ex parlamentarios populares no parece ir más allá de un escándalo farisaico.
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