Además de los múltiples efectos negativos de la crisis económica, ésta tiene también su parte positiva y es que, de alguna manera, ayuda a poner a cada cual en su sitio. Si los sindicatos ya han tenido que salir de sus confortables estancias a la sombra de las paternales y generosas instituciones y responder con la amenaza de una huelga general al mandato de quienes representan, en particular, y de la calle, en general, ahora les ha llegado la hora a las fuerzas políticas.
Izquierda Unida, en Asturias, ha puesto sobre la mesa sus condiciones para llegar a aceptar el 'tijeretazo' de Areces, traslación fiel y prácticamente obligada de las medidas de Zapatero en el ámbito estatal. Incluso, ha forzado al discreto Javier Fernández y al presidente del Principado a mantener una reunión con el líder de la coalición, Jesús Iglesias, de la que, como era de esperar, no ha salido nada en claro; más bien al contrario.
La consecuencia inmediata de esta situación es, inevitablemente, la puesta en cuestión del pacto de gobierno entre ambas fuerzas de la izquierda. IU viene amagando desde hace días con los riesgos que unos tijeretazos como los que pretende el presidente Areces y su partido pueden tener para el mantenimiento del acuerdo que facilita la gobernabilidad de la comunidad. Pero ahora ha llegado la hora de la verdad y el mandatario regional ha dejado claro que él no va a ser menos que su 'jefe de filas' Zapatero y que si IU le tumba en la Junta el proyecto de austeridad recurrirá al 'decretazo' y que éste, para más inri, será más perjudicial para los funcionarios porque los recortes serán lineales y, en suma, van a ser malos para todos, cuando podrían serlo menos para algunos. Éste es el argumento presidencial.
Areces y la FSA han sido esta vez muy claros y eso nadie se lo puede negar, al margen de que se esté de acuerdo con su proyecto político. Ahora la pelota queda en el alero de Izquierda Unida, que tiene que estudiar con detenimiento cómo responder a ese órdago a la grande. La historia nos dice que la coalición, desde que ha tocado poder, tiende a amenazar sin dar. Los cargos políticos, los presupuestos, la influencia que dan dos consejerías son un caramelo difícil de rechazar y estar en la 'poltrona' durante dos legislaturas, aunque se pueda sustentar razonablemente sobre la base de la responsabilidad política y la posibilidad de 'hacer cosas', ponen muy cuesta arriba no ya ser orgulloso, sino demostrarlo siendo coherente con lo que se predica a diario desde las páginas de los periódicos.
En Asturias , con IU, ocurre desde hace años que sus discrepancias periódicas con sus socios de gobierno se plasman en amenazas, unas veladas y otras no tanto, de abandonar el Ejecutivo, aunque la experiencia ha llevado al convencimiento popular que su estrategia es la de "que viene el lobo", aunque el 'bicho' no aparezca nunca. ¡Cómo será que hasta sus compañeros socialistas se han permitido la chulería de decir ayer que no creen que les obliguen a echarles del Gobierno! "Echarles de Gobierno". Claro que los responsables de la coalición les han facilitado todas las cartas para tal tipo de declaraciones, ya que Iglesias manifestó anteriormente que, si no están dispuestos a aceptar las condiciones de la coalición, "que nos echen del Gobierno". Vamos, otro de esos duelos a ver "quién la tiene más grande" (la voluntad de mantener sus principios más allá que el otro, no se vayan a pensar otras cosas más procaces).
No lo tiene fácil la coalición de izquierda. La experiencia dice que el funambulismo político les facilitará en un más o menos corto plazo de días una salida en la que no mantengan los cargos y la dignidad de ser fieles a sus planteamientos. Pero, en caso de duda, deberían de tener muy claro que es la segunda la que tiene que primar en caso de llegar a la imposibilidad de compatibilizarlas. IU ha ido bajando en representación institucional en Asturias y las encuestas les dan todavía peores resultados -tres, frente a los cuatro diputados actuales-, en buena medida porque su presencia en el Ejecutivo como 'bastón' de los socialistas ha llegado a transmitir -muchas veces injustamente, es cierto- a la sociedad que es solamente el cargo y los sueldos los que les mantienen en el poder institucional. La actual situación de conflicto no la origina la presa de Caleao o la incineradora de Cogersa, ni siquiera la oficialidad del bable, sino la situación de miles de asturianos agobiados por la recesión y que ven como el futuro inmediato, lejos de ser más halagüeño, se presenta mucho más sombrío, en España y en Asturias, hasta el extremo de que algunos ya hablan de que lo peor de la crisis está empezando ahora.
Se puede seguir amagando con el ¡que viene el lobo!, pero esta actitud cada vez cuela menos. O estamos en que hay que tomar medidas traumáticas, que son necesarias, aunque dolorosas, y seguimos por ese camino que no nos gusta, o hacemos que el lobo salga de su madriguera, por muy arriesgadas que sean sus consecuencias.
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