Mientras el PP asturiano mantiene, muy a pesar de una gran mayoría, dirigentes incluidos, el asunto de la candidatura autonómica de Francisco Álvarez-Cascos para el año próximo en una especie de "paro clínico" que exaspera a más de uno (no hace falta volver a repetir el pulso que actualmente mantienen el propio ex vicepresidente y la dirección nacional del partido, con Rajoy al frente, para ver quién tiene que dar el paso definitivo), entretanto -digo- los socialistas asturianos perseveran en su habitual estilo 'de libro' de no dar ni una sola pista sobre quién será su cartel electoral para esos comicios. Aquí, los plazos funcionan férreamentey, aunque en conversaciones privadas sus dirigentes mantienen que es el nombre de Javier Fernández por el que Ferraz ha mostrado sus simpatías -y ya sabemos lo que esto significa en un partido de los grandes-, los acontecimientos aconsejan mantener la prudencia y esperar, toda vez que no se considera baladí quién van a tener enfrente.
Digo que la apuesta socialista, inicialmente, esta hecha y que el secretario general de la Federación Socialista Asturiana es la carta con la que actualmente juegan sus compañeros. Sin embargo, no son uno ni dos de los que bien le conocen los que manifiestan en privado que con "Javier nunca se sabe".
En esta tesitura, y a la espera de que los calendarios oficiales resuelvan las dudas, quizá sería bueno analizar la trayectoria política reciente del presumible candidato y rememorar algunas pinceladas que podrían servir para que cada cuál haga su análisis particular libremente. Por ejemplo, remontémonos a hace algo menos de cuatro años. Entonces no parecían existir dudas sobre la apuesta segura por una nueva oportunidad para Vicente Álvarez Areces, sobre todo sabiendo a ciencia cierta que frente a él iba a tener a la misma persona a la que ya había derrotado en dos ocasiones anteriores, Ovidio Sánchez. Lo que posiblemente algunos no tengan tan presente en la memoria a estas alturas es que la gran polémica de entonces en las filas del socialismo asturiano se centraba en si Javier Fernández entraba en la lista autonómica -hasta ese momento su labor se reservaba a la órganica del partido- y si abandonaba la política institucional el más veterano de sus representantes hasta entonces, el líder del SOMA, José Ángel Fernández Villa. Recuerdo que estas dos incógnitas hicieron correr mucha tinta y un cruce de quinielas en la que había quien apostaba a favor y en contra de ambas posibilidades. Finalmente, Fernández se incorporó a la lista electoral y lo hizo como número dos, lo que dio lugar a multitud de especulaciones sobre el hecho de que el paso dado por el secretario general de la FSA tenía como objetivo preparar el relevo de Areces, incluso en algunos casos apuntando a que ese cambio se produciría antes de acabar la presente legislatura. Sería conveniente recordar también que la aceptación del líder de los socialistas asturianos no se produjo normalmente, sino con un clarísimo "empujón" de la dirección nacional del partido -"apremiar" fue la palabra que entonces se utilizó-, conocedora de las dudas que el personaje suele plantearse a la hora de asumir nuevas responsabilidades (de suyo, gente muy relevante de Ferraz hubiera deseado que el paso fuera más intenso y ocupase ya en esa ocasión la cabecera de cartel) y que, de dejarlo solamente en sus manos, quizá se hubiera quedado en Santa Teresa mucho más satisfecho.
El paso de Javier Fernández a la política institucional no solamente no sirvió para su promoción como futuro candidato -uno de los objetivos de aquella medida-, sino que puede decirse que ha pasado prácticamente desapercibida. Se podrá decir que su trayecto silencioso por la Junta General es una inteligente maniobra para no quitar protagonismo al presidente del Ejecutivo, de su mismo partido. Sin embargo, otros pensamos que el secretario general nunca se ha sentido parlamentario y que en estos tres años largos no ha hecho nada por enfocar su supuesta futura opción a optar a la Presidencia regional.
Me he permitido recordar estos detalles porque es más que posible que Fernández sea el candidato para 2011 de la dirección nacional, pero, una vez más, él se lo esté pensando y en esta ocasión precise algo más que un "empujón".
Al margen de los condicionantes derivados de su propio carácter, habría que analizar el entorno en el que, aquí, en Asturias, se desarrollaría su carrera hacia el cartel electoral del año próximo. Se ha hablado mucho de los problemas que Cascos tenía -y en algunos casos todavía tiene- dentro de su propio partido para ser el aspirante del PP a la Presidencia del Principado, pero a las dificultades internas no es ajeno tampoco el líder socialista.
Tres son los problemas que yo veo -al margen de las dudas personales- para que Fernández dé el salto cualitativo y afronte una responsabilidad que siempre ha tratado de evitar. Por un lado, está la necesidad de conocer a su rival. Si, efectivamente, fuera Cascos, las posibilidades de alcanzar el Gobierno, con o sin Izquierda Unida, no estarían tan claras y el veterano socialista no está para perder unos comicios cuando se presenta por vez primera y ser jefe de la oposición después de haber sobrepasado los sesenta.
En segundo lugar, habría que tener en cuenta -ya lo he repetido en varias ocasiones- que Areces no parece dispuesto a tirar la toalla a la primera y renunciar a la posibilidad de un cuarto mandato y, aunque siempre sería sin que corriera la sangre, ni mínimamente, está dispuesto a aprovechar todas las incertidumbres que acompañan a su compañero y "en ello está trabajando"; su estrategia podría decirse que es preparar el terreno para estar en la "pole" y bien pertrechado cuando llegue el momento.
El tercero de los elementos a tener en cuenta tiene que ver con lo que antes comentaba que ocurrió hace algo más de tres años: la exclusión de Fernández Villa de la última lista, una salida que se vendió como "pactada", pero que sus seguidores se encargaron de aclarar que habría sido "impuesta". Lo cierto es que el veterano líder sindical es un hombre de trayectoria rectilínea y, aunque el tiempo se haya encargado de mermar sus fuerzas físicas y políticas (la reducción de su poder sindical por los sucesivos recortes en la minería y de su poder político por la pérdida númerica de efectivos en sus feudos de las cuencas), todavía sigue marcando pautas y manteniendo un peso específico interno cualitativo superior a ese control cuantitativo al que me refería. Todavía en la última edición del homenaje anual en Mieres a Manuel Llaneza lanzó un avieso aviso para navegantes, por si alguno pensaba que su apoyo a Fernández era incondicional y decisivo. Dicho de otra manera, que Villa no suele olvidar y tanto a nivel de partido como en el citado plano institucional tiene en el bolsillo trasero guardada una factura que puede pasarle a Fernández en cualquier momento.
Así las cosas, mientras en la mayoría de las autonomías -calendarios y 'hojas de ruta' oficiales aparte- PP y PSOE tienen sus carteles electorales prácticamente decididos, en el Principado vamos a mantener la incertidumbre unas semanas o unos meses más. En esto también somos diferentes.
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