A lo largo de la todavía joven historia de la autonomía asturiana -supongo que como en la de otras comunidades- han desfilado por delante de nuestras narices toda clase de políticos, buenos unos; menos buenos, otros, y rematadamente malos, una amplia mayoría. Para quienes hemos seguido ese apasionante, al principio, y tedioso, después, periodo resulta inevitable recordar un día sí y otro también las trayectorias, los comportamientos, los carácteres y también las anécdotas que unos y otros han protagonizado. Con todo ese material habría más que suficiente para un copioso y suculento documento.
Al margen de los ya superveteranos que todavía se mantienen en las primeras líneas de la actividad pública, existe una segunda generación que ha dado paso, probablemente, a un nuevo capítulo claramente diferenciado de los anteriores. No voy a distraerme ahora en detallar las coincidencias y las variables, más propias de otra clase de escrito.
Entre los últimos, un personaje realmente interesante de la política asturiana es el actual portavoz municipal del Partido Socialista en el Ayuntamiento de Gijón. Tras un discreto paso por el Consistorio local, aquel joven político en ciernes optó por la vertiente universitaria, donde desplegó una ascendente carrera que le llevó a ser vicerector en el equipo de Juan Vázquez.
Todavía en ese cargo, su nombre empezó a sonar con insistencia como la apuesta socialista para dar el relevo a una veterana Paz Fernández Felgueroso que lo había solicitado con reiteración. Al final, la alcaldesa continuó cuatro años más y la joven promesa se incrustó en su equipo con un discreto número once en la lista electoral. Esa plaza de 'camuflaje' no fue obstáculo para que se ocupara de la 'cartera' de Hacienda y, poco a poco, ascendiera a puestos de relevancia, como cuando sustituyó a Felgueroso en su puesto de 'número dos' en la Caja de Ahorros deAsturias.
Mediado el mandato ya todo el mundo sabía que Martínez Argüelles, superado el periodo de 'aprendizaje', era el cartel casi seguro de su partido para 2011. Como así fue.
Sin embargo, como todo el mundo recuerda, a los socialistas gijoneses no les salieron las cuentas y, aun siendo los más votados en mayo, no lograron mantener la Alcaldía que ocupaban desde las primeras elecciones democráticas. Fue un duro palo para el partido, pero muy especialmente para su candidato. No es fácil transitar con el dudoso bagaje de acabar con más de treinta años de mandato municipal, y Santiago lo acusó. Tras la elección de Carmen Moriyón como regidora, el alcalde sin bastón de mando se movía como un boxeador sonado por los duros golpes de la derrota. Hasta el extremo de que, después de varias semanas de desconcierto, solicitó el reingreso en su plaza universitaria.
Quienes le conocen bien pueden contar que el Doctor Santiago se encargaba, tanto en conversaciones serias como en las de 'chigre', de recordar su condición de tal y de la falta de necesidad que, para llevar una vida holgada, tenía de la política. Por eso sorprende especialmente que esta misma semana haya dado un golpe de timón y anunciado que deja su plaza universitaria para dedicarse 'full time' a la 'res pública'. En este punto, los vaivenes del portavoz municipal del PSOE han creado un cierto desconcierto, fruto de la existencia de algunas lagunas que explicarán los cambios constantes en su reciente trayectoria.
Hay quien ha querido vislumbrar en el último giro de Argüelles hasta la fecha un escenario próximo en el que la situación de un Foro Asturias minoritario pudiera dar opción a la vuelta de la tortilla. No obstante, no parece que, al contrario que en el Principado, el partido de Cascos se encuentre en Gijón en una situación especialmente delicada más allá del número de concejales. Con alguna palabra más alta que otra, los ediles del Partido Popular, contrariamente a lo que la inmensa mayoría podría haber pensado hace seis meses, se han convertido en un relativamente sólido apoyo a la alcaldesa y su equipo de gobierno, uno apoyo que parece a punto de cerrarse con un acuerdo presupuestario que, no hay que olvidarlo, es el arma casi única y principal para hacer cualquier tipo de políticas.
Otros, a mi juicio más atinados, piensan que tras los comicios del 20-N los socialistas han tomado por fin consciencia de que el partido ha tocado fondo y, a partir de aquí, sólo queda empezar a sacar la cabeza para abordar la remontada con calma. Y para ello su actual portavoz parece la persona más adecuada en estos momentos.
No hay que olvidar, finalmente, que Martínez Argüelles no ha ocultado nunca su pasión por la política, aunque con la boca granda alardease con frecuencia de su sólida implantación universitaria.
En esta conjunción de variables está en estos momentos la trayectoria reciente de este todavía joven político que, si en más de una ocasión ha apostado verbalmente por ser el Doctor Santiago, en estos momentos ha preferido tomar de nuevo la prodigiosa pócima para volver a ser Mister Santiago o, menos literariamente, Santi, como le gusta que le llamen cariñosamente sus compañeros.
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