Mientras el flamante triunfador de las elecciones de hace un par de semanas hace honor a su fama de 'gallego prudente', en los diferentes corrillos políticos, en los medios informativos y en cualquier clase de foro ciudadano que se precie se acumulan las quinielas con los nombres de presuntos aspirantes -unos con más papeletas que otros- a una cartera ministerial en el Gobierno que se constiturá en la segunda quincena de este mismo mes.
Al que suscribe le preocupa sobremanera que, al margen de su carácter especulativo, en todos esos rumores no aparezca ni por asomo un solo nombre asturiano. El PP de esta comunidad sacó pecho tras conocer los resultados del 20-N porque, a pesar de haber perdido un diputado, superaba ampliamente a Foro Asturias -cada cual toma la referencia que más le conviene- y en número de votos se situaba ligeramente por encima del Partido Socialista. Sin embargo, entre celebraciones y champán no hemos escuchado ni una sola vez la cita a uno de esos 'triunfadores' para sentarse a la vera del presidente Rajoy.
Es posible que los populares hagan suyo ahora aquel latiguillo de sus compañeros socialistas de que no es preciso contar con un ministro asturiano para que un Gobierno mire por Asturias. Craso error que, consignas partidistas aparte, la historia se ha encargado de poner en evidencia, unas veces para bien -con alguien de esta región en el Gabinete- y otras para mal -como con los infaustos Ejecutivos de Zapatero-. Además, los populares asturianos han hecho suya la reivindicación de esa plaza en el Consejo de Ministros durante estos últimos años como una necesidad para que el Principado vuelva a estar en el mapa de España. Claro que es posible que, conscientes de su debilidad y escaso peso específico en la calle de Génova, prefieran mirar para otro lado y se muestren dispuestos a renunciar a reivindicar algo que es más que probable que no estén en condiciones de alcanzar.
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