Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Este popular dicho es de obligada aplicación en los tiempos que corren a la llamada clase política. Muchos de sus dirigentes se llenan la boca esgrimiendo principios y comportamientos irrenunciables cuando los de enfrente se sitúan bajo sospecha de un presunto delito, y los niveles de exigencia suben hasta límites de intransigencia. Hacer una relación de ejemplos sería tarea prolija, y siempre incompleta, al tratarse de una práctica que tanto ejerce desde la extrema derecha acogida bajo las alas de gaviota del Partido Popular como la izquierda radical que cohabita marginada en el seno de IU.
En esta coalición ha habido recientemente planteamientos contundentes a la hora de exigir actuaciones contra los presuntos implicados en los casos de corrupción que afectan al PP; incluso, de su dedo acusador no se ha librado siquiera su actual socio de gobierno en el Principado, a propósito de algunos de los imputados en el denominado 'caso Renedo'. De su verbo autoritario a la hora de solicitar 'ejecuciones' dan buena muestra las páginas de los periódicos de estos últimos meses.
Ahora es uno de los suyos, Ángel González, quien está imputado por la fiscalía por un presunto delito de prevaricación en los tiempos en que fue viceconsejero del área de Bienestar Social en uno de los gobiernos del socialista Vicente Álvarez Areces. Y lo que antes eran lanzas para otros se convierten en cañas cuando se trata de mirar hacia adentro.
Es verdad que Izquierda Unida ha llevado a debate interno en sus órganos de dirección el conflicto, incluida la posibilidad de apartar a su actual portavoz parlamentario del cargo a la espera de la decisión judicial. Es un avance si se compara con la opacidad con la que abordan sus trapos sucios los grandes partidos. Sin embargo, todos sabemos que esos 'directorios' de cualquier fuerza política que se escoja responden a equipos de personas más o menos instaladas y que, como en un férreo mecano, están fuertemente engarzados en una comunidad de intereses. En el caso que nos ocupa no hay que olvidar que el actual coordinador general de IU en Asturias, Manuel González Orviz, defensor incondicional de González desde el primer minuto, fue director general de Vivienda en el mismo Ejecutivo en la etapa en que el actual portavoz de la coalición en la Junta General cometió presuntamente prevaricación. Como tampoco hay que olvidar que el mismo coordinador lo es gracias al inestimable apoyo del susodicho portavoz que decantó los votos de sus seguidores en el úlimo congreso autonómico en detrimento de la tercera candidatura, la que encabezaba Noemí Martín.
O sea que, formalmente, nadie duda de que Izquierda Unida ha actuado cabalmente con su reunión de ayer, lo mismo que el factor numérico indica que su órgano de dirección ha respaldado mayoritariamente (23 votos a favor, 12 abstenciones y 4 en contra) a Ángel González. Pese a ello, queda la sensación de que el espíritu de unos principios programáticos esgrimidos con vehemencia en los últimos tiempos ha quedado algo tocado. Ya se ha repetido hasta la saciedad que la vara de medir tiene que ser igual para todos. Y romper este axioma cuando te ves negativamente afectado puede ser especialmente perjudicial para una fuerza política que, de las últimas elecciones para acá, no hace sino crecen en apoyo ciudadano, y lo hace sobremanera por la impresentable actitud de quienes todavía son mayoritarios a la hora de tratar su basura interna.
Es triste, pero usted solo nombra a IU,le falta la basura, NUNCA ADMITIDA, del pp o de CIU o los continuos deslices del twitero Toni Canto de UPYD.
ResponderEliminarSu articulo es bueno pero le falta salpicar a todos aquellos que salen hasta hoy mismo en todos los periodicos.
Sea un poquitin mas largo, suelte la lengua y empuerquese con ellos. Venga le animo a ello, por basura que no quede.