miércoles, 3 de marzo de 2010

No jugar con las cosas de comer

Desde que el Gobierno de Zapatero puso en marcha la comisión de la que debería salir un acuerdo global entre todas las fuerzas políticas y sociales para buscar una salida a una crisis económica cuya fecha de caducidad se prolonga periódicamente hasta llegar a parecerles a algunos de carácter indefinido, desde ese mismo instante, los diferentes actores de este decisivo escenario histórico han ido aportando sus puntos de vista, sus propuestas con las que colaborar a ese 'libro mágico' que recogería las fórmulas para abandonar el túnel y ver una luz que todos desearíamos.
Parece lógico que en este proceso cada uno de los protagonistas plantee ideas, propuestas, soluciones que, en un principio, por lógica deberían discrepar en puntos muy concretos de la política económica (vease el caso de la fiscalidad, que distancia permanentemente a PSOE y PP). Sin embargo, si nos atenemos a algunas de las últimas manifestaciones de los responsables, podría haber alguna razón para el optimismo y pensar que el acercamiento, aunque lento, se está produciendo y, aunque quizá excesivamente optimista, podría llegar a un punto de encuenro más o menos global. Es más de lo que la mayoría hubiera esperado cuando se inició el proceso.
Esta empresa, que ya debió de abordarse hace mucho tiempo -se perdió demasiado en remarcar los desencuentros y en posturas inflexibles- es un objetivo irrenunciable y así lo manifestaron en voz alta personas tan dispares como el Rey o dirigentes de ERC, hasta el extremo de que los sectores residuales del 'guerrismo' se atrevieron a plantear una 'gobierno de salvación nacional' de socialistas y populares. Parecía el mundo al revés. Lo que era obvio para personas y estamentos, sectores y entidades, ciudadanos en general no entraba en las agendas de los grandes partidos, sobre todo, hasta hace muy poco. Finalmente, sin demasiado entusiasmo, el presidente del Gobierno planteó la plataforma de salvación con los resultados ya reseñados, modestos pero esperanzadores.
Llegados a este punto, lo que debería eliminarse de la agenda de trabajo serían las ocurrencias, los globos sonda, las apuestas inviables. De esta tendencia nos ha dado excesivas muestras el Gobierno: la elevación de la edad de jubilación a los 67 años, el aumento del número de años para el cálculo de las pensiones, la congelación del sueldo de los funcionarios,... Propuestas que, si en términos estrictamente económicos podrían estar en los manuales de los gurús del sector, el Ejecutivo sabía que se iba a encontar al plantearlas con un muro insalvable, so pena de imponerlas por la fuerza con las consecuencias que todos nos podemos imaginar. Al final, todas esas 'soluciones' tenían una matización, cuando no una corrección posterior, que aumentaban la desconfianza general de los verdaderos sufridores diarios de la crisis. Matizaciones, correcciones, que en ciertos casos han marcado diferencias entre los propios miembros del Ejecutivo.
Lo peor es que este tipo de actuaciones corre el riesgo de crear escuela y ahora ha sido la CEOE, a través de uno de sus dirigentes, la que ha planteado la creación de una nueva figura de contrato específico para jóvenes que no puede recibir otro calificativo que el de 'basura', un contrato sin indemnización por despido ni prestación por desenpleo. Esta bomba de relojería ha sido inmediatamente desactivada por el máximo responsable de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán al asegurar que en modo alguno la organización que preside defiende este tipo de fórmulas laborales y que era sólo "un ejemplo".
Gobierno, oposición, patronal y sindicatos tienen una responsabilidad -cada uno la suya- frente a la crisis y deben poner todos sus esfuerzos en cumplirla. Lo que no incluye sembrar de chinas el camino con planteamientos que arriman el ascua a su respectiva sardina. Hasta ahora, como tales, ninguno de ellos está sufriendo los efectos de esa crisis y, por ello, no deberían especular con las herramientas que puedan contribuir a avanzar en el trayecto hacia una recuperación, y mucho menos con los sectores más castigados por la tremenda depresión económica que atravesamos, como es el caso citado de los jóvenes. Cuando el paro crece cada mes los buscadores de primer empleo son uno de los sectores que más altos dígitos aportan a las preocupantes cifras. Plantear que en tanto a la brutal recesión le buscamos un arreglo los más débiles se apañen con lo que sea, aunque sean migajas, ya se está convirtiendo en un lugar común. Y si no que se lo pregunten a los chavales que intentan sin éxito colocarse y, cuando les aparece algo, es de tales características que parece más una broma pesada, cuando no un insulto.
Vamos a ser serios y buscar soluciones reales y dignas, acordes con los más mínimos derechos humanos. Ya sabemos que los objetivos no son fáciles, pero, a fin de cuentas, ese es su trabajo y por ello cobran. Entre tanto, ¡con las cosas de comer no se juega!

1 comentario:

  1. Hace tres meses, nuestro periodista en la reserva publicó en su blog otro de sus interesantes post sobre la "economía de guerra" que tienen que afrontar muchas personas en nuestro país. En su "Economía insostenible" nos relataba la anécdota -ya demasiado habitual- de una clienta ante la Caja del Banco dudando si sacar 81 ó 82 €. En este nuevo post, don Marcelino nos devuelve de nuevo a la realidad cotidiana, a menudo tan alejada de lo que vemos en los telediarios o lo que nos cuentan desde los atriles, y veo que el olfato periodístico no le falla: el titular de primera de El Comercio de hoy (10.000 solicitudes para 400 plazas de barrenderos y jardineros) es revelador de la necesidad de extremar la sensibilidad ante las auténticas carencias sociales.

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