A nadie puede sorprender a estas alturas que se ponga en evidencia con una declaración de un personaje público el escaso peso político que en los últimos años Asturias tiene en Madrid. Esta coletilla la venimos oyendo desde tiempos inmemoriales, en muchas ocasiones justificado o apoyado en valores numéricos que se utilizan para restar importancia cuantitativa a un pequeño territorio de algo más de un millón de habitantes. Sin embargo, la constatación de un hecho, la falta de influencia en todo lo que tiene que ver con la política que se hace desde Madrid, no significa lo mismo según la persona que lo exponga o el momento en el que lo haga.
Hace un par de días el encargado de recordar tan triste lastre fue el secretario general de la UGT asturiana, y lo hizo casualmente pocas horas después de un importante cónclave de los socialistas asturianos que contó con el respaldo de la presencia física del nuevo ministro de Trabajo. Sean intencionadas o no, el caso es que las palabras de Justo Rodríguez Braga -vuelvo a recordar que repetidas hasta la saciedad- llegan en un momento muy especial, precisamente cuando los socialistas asturianos han cerrado el proceso de relevo para retirar a Álvarez Areces e intentar seguir gobernando en el Principado ahora bajo la batuta de Javier Fernández.
La advertencia del líder ugetista, miembro mientras no se demuestre lo contrario de la en tiempos pasados llamada "gran familia socialista", han causado malestar en el seno de las filas de la FSA, precisamente porque suenan a advertencia. No es la primera vez que los sindicatos -UGT incluida- han reclamado a los mandatarios autonómicos un mayor ímpetu y más contundencia en la defensa de los intereses de la región, especialmente en momentos en los que -como recordaba hace unos días- el reparto de las inversiones se ha convertido en moneda de cambio para lograr los votos necesarios para una mayoría estable en el Parlamento de la región.
Preocupa -digo- entre los dirigentes de la ovetense calle de Santa Teresa que Rodríguez Braga constate un hecho evidente -como ha molestado, y mucho, a nivel nacional, la larga e interesante entrevista que el diario 'El País' publicaba el pasado domingo con Felipe González-. Sin embargo, no parece haber causado ningún estrago especial -al menos de boca para fuera- que un día después de tan silenciada aunque evidente polémica el ministro de Fomento, que se ha ganado a pulso el rol de ser uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis cada vez que visita esta tierra -aunque sea para que le revisen la vista- haya lanzado el enésimo anuncio de retraso en algunas de las principales infraestructuras del transporte en Asturias. Ahora serán para 2013 tanto la variante de Pajares como algunos importantes tramos pendientes de la autovía del Cantábrico. ¿Dónde quedaron aquelas solemnes declaraciones de hace tan solo unos meses de que ésta última figuraba dentro del selecto grupo de 'alta prioridad' para el Gobierno de la nación?
Se ha publicitado en los últimos años que a los dirigentes nacionales del PP no les importa especialmente Asturias, y han dado en más de una ocasión motivos suficientes para ratificarlo. Pero esa misma categoría se les puede aplicar a los máximos responsables socialistas, con el agravante de que ellos gobiernan la nación y, por tanto, tienen en sus manos la capacidad de decidir las políticas y las inversiones en todos los territorios del Estado. O muy bien ven el panorama en esta región para las autonómicas del año que viene, apoyados en el permanente y encarnizado desangramiento interno de sus rivales del PP, o es que tampoco ellos dan un duro por el terruño.
Desde luego, flaco favor le están haciendo sus compañeros de Madrid al flamante nuevo candidato de la FSA, empeñado como está en labrarse una imagen y trasladar la sensación global de que aquí se ha acabado una etapa para dar paso a otra nueva y de signo diferente. Con renovados retrasos en las inversiones relevantes; con el plan del carbón paralizado en la Audiencia, fruto de la complacencia de los políticos 'de la izquierda' con la gran patronal, en este caso con las eléctricas, con preocupantes previsiones de ingresos a la baja,..., con un panorama, en fin, bastante desolador, el bagaje que le dejan a Fernández no es buen pertrecho para enfrentarse a las urnas. Claro que siempre les quedará cargar contra el PP y sus líos internos y a ello se está aplicando especialmente el candidato socialista hasta el extremo de convertirlo casi en objetivo único. Ante la ausencia de activos propios, agarrémonos como tabla de salvación a los pasivos ajenos, parece ser la máxima de la tecnologizada nueva campaña del líder de la FSA. ¡Con compañeros como estos...!, se dirá para sí.
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