Vaya por delante que no apruebo los términos en los que el entrenador del Sporting, Manuel Preciado, se ha dirigido en la rueda de prensa de hoy a su 'colega' del Real Madrid, José Mourinho. No los apruebo, aunque los comparto al cien por cien, pero yo no soy representante cualificado de una entidad, aunque sea deportiva.
El técnico cántabro no se caracteriza precisamente por la polémica y la arenga guerrera nada más que en aquello que se refiere a 'empujar' a su equipo para que lo dé todo en el campo esté enfrente quien esté. Para quienes sigan la marcha habitual de las competiciones oficiales sabrán que Preciado es siempre el primero no ya en dar la mano, sino en ofrecer un efusivo abrazo al entrenador rival, o que muchas veces sale al campo a saludar a los jugadores del equipo contrario. Lo de hoy es posiblemente un calentón con tintes de excepcionalidad, al que le han sobrado adjetivos, pero hay ocasiones en que los niveles de comprensión hacia estas explosiones deben ser más amplios que aquellos con los que han recibido sus palabras buena parte de los representantes de la mal llamada prensa nacional, muy especialmente la deportiva.
"Preciado borroka", previsiones de que el domingo le van a llover botellas a Casillas en El Molinón o que Cristiano Ronaldo va a parar las bengalas con el pecho, por poner algún ejemplo. Cosas como estas calientan tanto o más el partido y eleven su nivel de riesgo mucho más que hablar de la "caldera" en la que se puede convertir el estadio gijonés esta próxima jornada liguera.
Y si la prensa madrileña (del Madrid) actúa de esta manera, ¿qué decir del origen de toda esta polémica que ha focalizado el día en lo deportivo? En el principio era Mourinho, quien desde su segunda llegada a la Liga española (por si a alguno se le olvida que fue un 'segundón' de relleno hace algunos años en el Barça) ha logrado atraer sobre sí toda la atención de los colegas periodistas. El portugués es polémico, es mediático, y además, suele ser un "faltón". A base de pequeñas pinceladas ha ido salpicando sus manifestaciones públicas desde que llegó a la 'Casa Blanca' de permanentes chinitas, cuando no alguna pedrada, fundamentalmente hacia el eterno rival de los que ahora le pagan, el club catalán. En lo que al Sporting se refiere, si ya en los primeros compases de la temporada osó acusarle de regalar el partido a los barcelonistas en el Camp Nou por alinear a unos cuantos futbolistas no habituales en el equipo, anoche volvió a la carga y un asunto que casi estaba olvidado sirvió para hacer saltar al entrenador de su próximo rival. ¿Otra provocación en el más puro estilo del portugués? Probablemente. Si algunos pensamos así hay que convenir que quien calienta el partido -que él vera, por cierto, desde un privilegiado palco por haber mandado hace unas pocas horas al colegiado de turno literalmente "a la mierda"- no es otro que Mourinho.
Si el técnico sportinguista decidió poner a determinados jugadores de su plantilla sobre el césped del Camp Nou fue obviamente por una estrategia muy específica, lo que vulgarmente llamaríamos reservar al material 'de primera' para su verdadera liga, que empezaba siete días después. Esto, para Mourinho, es regalarle el partido al Barça, equipo al que, por cierto, poco tiempo después tildó de jugar siempre con once frente a diez del contrario (evidente mala leche y provocación calculada). En cambio cuando su equipo saca a los que podríamos llamar reservas, si es que en un club tan millonario se puede denominar así a algún miembro de su plantilla, la palabra cambia y se trata de "rotaciones" para dar minutos a los poco habituales. Nada de extrañar esta manipulación de la terminología en un entorno en el que aparece como cabeza visible asiduamente Jorge Valdano, quien cuando colgó las botas y se hizo técnico tuvo el impagable mérito de introducir la filosofía en el fútbol. Valdano creo escuela -Floro, Lillo,...- y lo que antes era un vocabulario elemental y al alcance de todos empezó a 'intelectualizarse' hasta llegar a nuestros días con frases y vocablos que se repiten en todos los comentaristas aunque muchos de ellos no los entiendan con excesiva precisión, aunque, eso sí, saben que están colocados en su lugar exacto -el libro de Jorge 'dixit'-.
Dicen sus defensores que ya sabemos cómo es el técnico del Real, que su carácter es bien conocido y que la polémica le ha perseguido allá por donde ha pasado porque su temperamento es uno determinado y no lo puede cambiar. Capone tenía también su personalidad y delinquía con absoluta normalidad, lo que no impidió que acabara con sus huesos en la cárcel, y a uno en más de una ocasión le apeteció de forma apremiante mandar a tomar por el culo al jefe en el trabajo, aunque no por ello lo hizo. Seguro que Lotina, Garrido, Portugal o Emery, por citar solamente algunos nombres, tienen también carácter y en muchas ocasiones les apetece mostrarlo, aunque normalmente se lo guardan para sí. Mourinho no, porque para eso viene cargado de títulos y tiene el ceño fruncido de los pistoleros más estereotipados del "western" clásico.
Las palabras de Preciado, como era de esperar, no han caído en saco roto y al equipo técnico y directivo del señor Florentino le ha faltado tiempo para pedir "respeto" al entrenador gijonés. Yo creo que, aunque Preciado no haya estado afortunado en las expresiones públicas (pensar puede pensar lo que quiera, y sus razones tiene), los dirigentes de la 'Casa Blanca' deberían de empezar por pedir idéntica actitud a su propio empleado, líder en las palabras y los gestos inapropiados durante su larga y exitosa carrera.
Seguro que si el domingo se produce algún incidente relevante en El Molinón todos los tiros van a ir sobre el cántabro, para el que se pedirán sanciones, y condenas a muerte si es preciso, pero nunca para quien tira la piedra o enciende la mecha. ¿Alguien tiene dudas de quién será el malo de la película pase lo que pase?
No hay comentarios:
Publicar un comentario