El anuncio de la concesión de las medallas con las que cada año el Principado rinde homenaje a asturianos ilustres tiene en esta edición unas connotaciones muy especiales. No parece que se deba a la casualidad que entre los galardonados aparezca el primer primer presidente preautonómico asturiano, Rafael Fernández, no hace muchos meses fallecido, junto con el que fuera el primer líder de los socialistas en esta comunidad en aquella etapa, Jesús Sanjurjo; el presidente y líder regional de la Unión de Centro Democrático, Emilio García-Pumarino, el histórico comunista Gerardo Iglesias y uno de los primeros dirigentes de la antigua Alianza Popular, Juan Luis de la Vallina Velarde, todos ellos apartados por distintos motivos de la vida pública hace bastante tiempo.
Si nos remontamos a aquellas primeras instituciones preautonómicas y autonómicas, socialistas, centrista, comunistas y populares formaban el arco político que contaba con representación en las mismas. Con la distinción a los mencionados es justo afirmar que la medallas del principado tienen este año un carácter casi monográfico. Aunque haya algunos otros reconocimientos, el grueso de la designación parece un claro homenaje a aquellos primeros compases de la política regional asturianos y a quienes la protagonizaron.
Con la elección de los mencionados ex-políticos se podría decir que Cascos ajusta cuentas -en sentido positivo- con el pasado que marca sus inicios en la 'cosa pública', actividad en la que llegó luego a alcanzar las más altas responsabilidades. Aun a riesgo de ser tachado de malintencionado, se podía afirmar que las medallas de oro y plata del Principado de este año están pensadas -es verdad- para destacar al grupo de personas que asumieron algunos de los papeles más relevantes de la transición en Asturias y, por ende, que el actual mandatario autonómico se rinde tributo a sí mismo, aunque él no recibirá la distinción el próximo mes de setiembre.
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