viernes, 19 de julio de 2013

Mejor callado

La comisión parlamentaria especial de la Junta General del Principado encargada de 'investigar' el llamado 'Caso Renedo', o 'Caso Marea', o 'Caso Riopedre', o como se quiera llamar, finalizó hoy la elaboración del dictamen que elevará al Pleno de la Cámara y que éste abordará en una sesión que previsiblemente se celebre la semana próxima. Y lo hizo con un resultado que, del desarrollo de sus numerosas y largas reuniones, era de prever: la exigencia de responsabilidades políticas al que fuera mandatario de la comunidad autónoma en los tiempos en que se produjeron las presuntas actividades delictivas de sus equipos. De nada le valió a su partido intentar por todos los medios evitar esta 'reprobación' de su actual senador, algo que, opiniones aparte, a nadie puede haberle sorprendido.

Conocida esta decisión, ha sido el propio Vicente Álvarez Areces quien ha salido al paso con unas acusaciones impropias de quien ha tenido la máxima responsabilidad autonómica durante doce años. Lo ha hecho descalificando a la propia comisión, a la que acusa de llegar a conclusiones "predeterminadas" mediante la fórmula de la "manipulación política", y al cargar contra todos los partidos que han apoyado esa exigencia de responsabilidades, consciente o inconscientemente, no salva a su propio partido -el único que se ha opuesto al dictamen- al mencionar que sus conclusiones son "un simple trueque de votos y de conveniencias donde meten a unos y sacan a otros". No parecen nada elegantes estas manifestaciones, aunque tampoco cabía esperar que Areces iba a aceptar cargar con una parte del mochuelo, aunque fuera mínima.

Como tantas otras veces, el ex presidente socialista hubiera estado mucho mejor callado, aunque nunca lo haga. A fin de cuentas, las famosas responsabilidades políticas que la comisión le atribuye no pasan de ser un mínimo formulismo, una 'reprobación' que, si no tiene efecto alguno cuando los políticos están en activo, mucho menos ahora que ya ha dejado la primera línea para instalarse en ese 'cementerio para elefantes' que es el Senado. Las críticas de la oposición no son, en definitiva, más que "voces en castañeu", como diría un viejo compañero ya fallecido, que, una vez superado el debate de la semana que viene, probablemente caerá en el olvido, cumplida la misión de contentar a Unión, Progreso y Democracia en sus condiciones para apoyar hace algo más de un año la investidura del también socialista Javier Fernández.

'Tini' Areces no ha podido evitar en su larga carrera política ser siempre el ombligo del universo, aunque éste sea tan nimio como una pequeña autonomía de un millón de habitantes. Ser protagonista incuestionable se convirtió en una seña de identidad de sus diferentes mandatos. Por eso la designación para ocupar un escaño en el Senado nunca le sentó nada bien, algo que no se molestó demasiado en disimular. En esta oscura etapa se ha esforzado por mantenerse de actualidad a base de una copiosa producción de artículos de opinión, la aparición en la primera mesa presidencial que no le negara un asiento y cosas por el estilo. Eso sí, siempre ha mirado para otro lado y silbado cuando sobre el tapete estaba la presunta corrupción practicada por algunos de sus más directos colaboradores. Ahora 'le han tocado el alma' y ha sentido la necesidad de saltar y poner en entredicho una práctica aplicada con naturalidad durante su gestión, la búsqueda de responsabilidades políticas, que no judiciales. Lo dicho, mejor estaba callado.

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