"Desilusión", "desencanto" y "desconcierto" son los tres términos elegidos por la dirección del PP de Gijón para mostrar su rechazo a la composición de la lista por la circunscripción central con la que su partido concurrirá a las elecciones del próximo 25 de marzo. Los populares gijoneses no se consideran representados en esa candidatura a pesar de que en la misma figuran varios militantes asociados a esta villa, aunque obviamente no de la cuerda de Pilar Fernández Pardo.
Aunque razones no les faltan para expresar su desacuerdo, la pregunta que cabe hacerse es si el equipo de la todavía líder local, y ella misma, tenían alguna duda de que no podían aspirar nada más que a su exclusión de cualquier tipo de consultas y al más absoluto destierro de la lista. La experiencia del 20-N debería haber servido al equipo de 'Pilipé' para comprender que la dirección regional de su partido, con el apoyo de la nacional, considera a la dirigente gijonesa "amortizada" y fuera de toda opción de participar en el círculo en el que se toman las decisiones de importancia.
Por otra parte, si la dirección local tenía todavía alguna duda y aspiraba a que de la 'revolución Cherines' podían sacar tajada, lo único que indicaría tal esperanza es que se trata de un grupo de ingenuos. Fernández Pardo, aparte de otras batallas intensas, fue la inspiradora e impulsora directa de aquella campaña interna tendente a implicar políticamente a Mercedes Fernández en los trágicos sucesos del 11-M, dada su condición entonces de delegada del Gobierno en Asturias. Y estas son argumentos lo suficientemente graves como para que la desde ya todopoderosa dirigente asturiana lo haya olvidado. Sin contar con la 'limpia' que el equipo dirigente gijonés hizo -ironías del destino- de los entonces 'casquistas', entre los que 'Cherines' se contaba.
Apelar como argumento de su disgusto a que son los populares de la villa los que han dado ejemplo a sus compañeros asturianos de diálogo y consenso, lo que sintetizan en el llamado 'Espíritu de Gijón', no deja de ser otra salida infantil que puede resultar asumible para los ciudadanos de esta villa, pero nunca para los engranajes internos de una fuerza política, atentos siempre antes a los intereses de la organización que a cualquier otro de alcance general en la sociedad. No sé si Fernández Pardo es consciente de que es precisamente ese 'espíritu de Gijón' el elemento que le dio la puntilla dentro de su partido, toda vez que las consignas el año pasado eran precisamente las contrarias.
En fin, que la líder local del PP debería hacerse a la idea de que en su partido cuenta ya para más bien poco y que parece llegado el momento de atrincherarse en su feudo gijonés, especialmente en la tarea institucional que le compete en el Ayuntamiento de Gijón. Mal que le pese, en Génova y en Oviedo le han colocado el estigma de los 'apestados' y no es descartable que en unos meses, cuando llegue la hora de celebrar el congreso local, la candidatura alternativa para terminar con su presidencia esté servida desde la capital. Lo que no van a poder quitarle -eso sí- es su escaño y quizá tampoco su grupo en el Consistorio y ahí está su particular 'espíritu de Gijón', especialmente si se tiene en cuenta que la bisoñez -sí, todavía, y bastante- de los concejales de Foro le concede una capacidad de decisión superior a la que sus votos representan.
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