La cita electoral adelantada de marzo próximo no solamente ha amplificado el tono de las hostilidades entre los principales contendientes en la misma. Dentro de casa, cada fuerza política tiene en las próximas horas el reto de confeccionar unas candidaturas con la disyuntiva entre la continuidad y la renovación. La primera se justificaría en que, pasados escasos nueve meses, no parece lógico poner patas arriba las listas por las que apostaron hace menos de un año para ganar. La segunda, por el reconocimiento de que con esos mimbres salieron estos cestos, desfavorables para los que hasta el pasado año eran los dos grupos mayoritarios en el Principado, y que cambiar de caras es una buena receta para recuperarse.
Los primeros en despejar las dudas serán los socialistas, que hoy, con la presencia de su flamente secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, harán oficial la relación de componentes en la nueva cita con las urnas. Salvo sorpresas de última hora, el candidato asturiano ha apostado por la renovación y sus acompañantes en esta ocasión serán mayoritariamente nuevos. No nos engañemos, nuevos en lo que respecta a los nombres, pero nada que ver con las 'aventuras' con desconocidos al estilo del partido de Cascos. El PSOE, como todo el mundo reconoce, tiene banquillo; no en vano lleva gobernando en el Principado y en algunos de los más importantes ayuntamientos de la región buena parte del periodo posterior a la transición democrática. Y va a utilizar ese banquillo.
De momento, es obvio que un Javier Fernández reforzado y apuntalado por Rubalcaba ha exigido a los suyos manos libres para capitanear de forma personal y absoluta el remozado rostro de sus candidatos. Y también es evidente que así se lo han aceptado con todas las consecuencias. Tampoco era éste el momento de dar muestras de debilidad interna. Fruto de este mandato plenipotenciario, el líder de la FSA se ha embarcado en una tarea que algunos pensamos que hace tiempo que quería acometer: una vez que en sus filas prácticamente se ha dejado de hablar de familias, creyó llegado el momento de 'liquidar' a quienes hace doce años eran sus rivales dentro de casa y que se consolidaron bajo la etiqueta del "arecismo".
Si las quinielas no fallan -y no van a fallar- Fernández se va a quitar de encima y de un plumazo a los secretarios generales de Gijón y de Avilés, José Manuel Sariego y Álvaro Álvarez, y a algunas de las hasta este mes diputadas que compartieron con Areces una 'corriente de opinión' interna y de colaboración en sus gobiernos, como María José Ramos, Ana Rosa Migoya o Mercedes Álvarez.
Respecto a los primeros, la 'purga' se justifica con la salida -también- de las listas de los otros tres secratrios generales de agrupación que en mayo del año pasado figuraron en las mismas. Dejar fuera a los número uno locales se compagina con la entrada de unos cuantos alcaldes, que lideran otros aspectos de la actividad política del partido, la institucional.
En lo que se refiere a las segundas, los argumentos parecen ser bien diferentes de la argumentación oficial de la necesidad de cambiar. La cruda realidad, que nunca será confesada, es que, aparte de arrumbar de una vez por todas el 'arecismo', se pone fuera de circulación a personas del Ejecutivo del ex presidente del Principado, un Ejecutivo salpicado por la sombra de las sospechas del 'caso Renedo, o 'caso Marea', o 'caso Riopedre', pues son muchos los nombres aplicables a la presunta trama de corrupción de la anterior administración autonómica.
Puede que nuestra particular 'mierda' no tenga la relevancia de los 'Gurtel' o 'Palma Arena', pero acostumbro a recordar a quienes me comentan el tema que no se puede olvidar en ningún momento que la Justicia, aparte de su fama de ciega, lo que es con toda seguridad es lenta. Y si todavía esta semana han aparecido nuevos nombres de funcionarios imputados por el juez Sorando, nadie debería sorprenderse si, llegado el momento, la implicación legal acaba por alcanzar a otros altos cargos, incluso al más alto nivel, el de los consejeros. Y que si tal fuera, y éstos fueran más de uno, la 'marea' podría salpicar al mismísmo Areces como responsable último de aquel equipo.
Si repasamos buena parte de los nombres apartados llegaremos a la conclusión de que Javier Fernández ha apostado por quitarlos de enmedio como claúsula de salvaguardia para su hipotético Gobierno socialista tras el 25 de marzo. Al igual que Rajoy sorprendió a todo el mundo dejando fuera de su Ejecutivo a un presuntamente 'contaminado' Esteban González Pons, así el dirigente socialista asturiano parece actuar en sus dominios.
Sea como fuere, el caso es que Javier ha sacado del almacén la segadora y ha empezado a despejar el cesped para su futuro inmediato. Claro que, como un compañero suyo me comentaba hace pocas horas, ha solicitado manos libres para quitar y poner y se le han concedido, pero con esos poderes plenipotenciarios que ha asumido será el beneficiario de un posible triunfo, pero también el responsable casi único de cualquier derrota. Que ya sería la segunda -no hay que olvidarse- en su casillero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario