No por habitual deja de causar sorpresa tropezarnos cada mañana, a la hora de leer el periódico, con un recorte en nuestros ingresos o un aumento en nuestros gastos. Desde que los sucesivos gobiernos de la nación de los últimos años han decidido usar la tijera como instrumento habitual para gestionar la economía, afrontar la apertura de las páginas del diario se parece bastante a la indecisión de esos protagonistas de los relatos de terror que tienen que traspasar la chirriante puerta de la casa de los horrores.
El anuncio de hoy correspondiente a la dieta de sobresaltos a la que nos vemos sometidos un día sí y otro también tiene como protagonista a la empresa concesionaria de la explotación de la autovía de peaje que conecta Asturias con la Meseta. Y sus responsables no se andan con paños calientes para subir con nocturnidad y alevosía -hoy mismo- casi un euro a la tarifa hasta ahora vigente. Nada menos que 12,20 euros cuesta desde ahora mismo cruzar el Huerna. Si a ello le unimos que es previsible que Aucalsa no actúe en solitario y los responsables del túnel del Guadarrama hagan lo propio, ¿a cuánto se pone en estos momentos para los bolsillos de los asturianos viajar en automóvil a Madrid. ¡Ah! Y tampoco podemos dejar de lado que el día primero de este mismo año esa misma empresa ya había aplicado un aumento de los costes para el usuario.
Los argumentos utilizados por la concesionaria asturleonesa son, como ocurre siempre, de carácter general e impreciso: el decreto de ajustes del Gobierno Rajoy, lo que en la realidad se traduce en que hay que aprovechar que la ventanilla está abierta para hacer caja. Podría decirse que esta sorpresiva subida de tarifas se considera un 'daño colateral' de la política estatal, aunque Aucalsa sea una empresa privada.
¡Qué lejos quedan ahora aquellas ilusionantes palabras de un todavía joven José Luis Rodríguez Zapatero que, desde el 'púlpito' de Rodiezmo, se comprometía en firme a suprimir el peaje a cambio del voto de asturianos y leoneses! Después, la realidad fue bien diferente, y los tímidos esfuerzos por lograr alguna rebaja en las tarifas aplicada a unos exiguos 'usuarios habituales' o algunos transportistas no sirvieron para que durante ocho años agentes sociales, colectivos empresariales y ciudadanos en general dejaran de exigir aquel compromiso socialista a modo de estribillo reiterativo cada vez que la ocasión lo facilitase.
El entonces presidente del Gobierno y los suyos recurrieron repetidamente a sus antecesores y, más concretamente, al que había sido ministro de Fomento, el señor Álvarez-Cascos, don Francisco, como responsables de la imposibilidad de cumplir lo prometido. Fue otro estribillo recurrente. Y entre uno y otro el paso por la caseta de La Magdalena obligaba a 'soltar la mosca' sin rechistar.
El señor Rodríguez Zapatero, don José Luis, se fue, y detrás llegó el señor Rajoy, don Mariano, ahora factotum -no sé si voluntario o involuntario- ya no de una inimaginable supresión de peajes, sino, por el contrario, de una importante subida. ¿Con qué argumentos la señora Fernández, doña Mercedes, y el resto de la dirección del Partido Popular en Asturias van a defender ahora la medida? ¿Acaso piensan que a sus paisanos se les va a olvidar que mientras los socialistas gobernaron en Madrid la reivindicación del cumplimiento de aquel compromiso de Rodiezmo se convirtió en argumento político de primer orden para ejercer la oposición?
Al final, con unos o con otros los asturianos vamos a pagar más cada día, y ellos seguiran enzarzados en el cruce de responsabilidades en un triste remedo del "y tú más". Lo que nos queda, definitivamente, es una nueva constatación de que la mayor parte de los compromisos electoral de la clase política son casi siempre promesas rotas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario