jueves, 18 de julio de 2013

Censura

Rajoy acudirá al Parlamento "cuando la mayoría de la Cámara lo decida". Con estas palabras ponía hoy sobre el tapete el vicesecretario general de Estudios y Programas del PP, Esteban González Pons,  las condiciones que van a primar en la general exigencia del resto de los grupos parlamentarios de que el presidente del Gobierno comparezca para hablar de los pormenores del 'caso Bárcenas'. Dicho de otra manera sería "cuando a nosotros nos dé la gana".

Si algo le queda en estos momentos al líder del Partido Popular en que apoyarse no es otra cosa que en su amplia mayoría parlamentaria y en la práctica seguridad de que, a pesar del alto grado de tensión que las confesiones a la prensa y al juez de su ex tesorero ha provocado internamente, sus apoyos son todavía muy consistentes y no le van a fallar.

Sin embargo, aun dentro de ese amplio margen de maniobra, en La Moncloa y en Génova son conscientes de que la situación ha llegado a un punto en el que resulta difícil sostener el equilibrio entre la constatación de muy serias irregularidades y la capacidad de la sociedad española para asimilarlas. Aceptar la moción de censura con la que amenaza el Partido Socialista sólo con el sustento de los votos parece demasiado riesgo incluso para este Partido Popular. Frente a quienes internamente han optado por sacar pecho y retar a toda la oposición a intentarlo, existe un grupo importante de dirigentes mucho más pragmáticos que, aun conscientes de que Alfredo Pérez Rubalcaba se la va a jugar con su propuesta reprobatoria, no ocultan su preocupación. Piensan que un debate a calzón quitado con todo el resto de los grupos apuntando a la línea de flotación del Gobierno ninguna ventaja podría reportarles y sí transmitir de nuevo la soledad de un partido acosado por las dudas y por el convencimiento social generalizado de que ha caído en la tentación del proceder corrupto.

Mariano Rajoy, en un nuevo alarde de su consustancial estilo retardador -paciencia lo llaman algunos- sigue debatiéndose entre la necesidad de no ceder al 'chantaje' ni a las exigencias que le vengan de sus enemigos y la obligación de dar, al menos, una explicación a los españoles ajena a los balbuceos y presuntas mentiras que han practicado en las últimas fechas tanto él como sus más íntimos colaboradores. Y en ello tiene trabajando a todo un equipo que trata de conjugar alguna forma de dar la cara que le permita salir medianamente airoso y sin un excesivo desgaste.

Son muchos los que le dicen desde dentro que tiene que hacerlo. También desde fuera. Y no sólo en España. La incertidumbre que sus silencios y huidas arrojan sobre el Estado no pasan desapercibidos para gobiernos y medios internacionales más influyentes. El cerco se estrecha y el político gallego sigue deshojando la margarita en una espiral en la que, si la mayoría que apoye una moción de censura en el Congreso de los Diputados tiene casi garantizado que no se va a conformar en estos momentos, sí que va creciendo en la sociedad día a día hasta el extremo de convertirse en clamor. Y si no, esperemos a ver cuándo se publica el próximo sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas que, seguramente ya se estará elaborando. Aun con 'cocina', es prácticamente seguro que ya se habrá convertido en una moción de censura mayoritaria.

1 comentario:

  1. Nada, nada... Que Rajoy lo siga dejando "enfriar". De esa manera habrá moción de censura (aunque sólo sea por un mínimo de coherencia). Y así nos cargaríamos a los dos pájaros de un tiro: al ya debilitadísimo Rubalcaba; y al durmiente Rajoy, aunque sea "en diferido, en forma efectivamente... de lo que hubiera sido... una simulación... de dimisión en diferido", que diría la ínclita doña Dolores de Cospedal.

    ¡A.T.P.C.!

    raitanucu

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