Que las aguas del Partido Socialista Obrero Español bajan revueltas -turbulentas, torrenciales, incluso- es algo que ya saben hasta los críos de Primaria. Y esta afirmación no está basada -como podrían argumentar en otras ocasiones sus dirigentes- en la rumorología o en la 'guerra de medios' entre afines y contrarios. No. Son algunos de sus principales responsables políticos de aquí y de allá los que cada día ponen con sus declaraciones formales firma a ese caos.
A la interminable crisis económica a la que no acaba de darse salida (excepto para las grandes fortunas y las empresas del IBEX) se ha unido desde hace unas semanas la revuelta interna ante la incertidumbre sobre la continuidad del hasta hace bien poco líder indiscutible, José Luis Rodríguez Zapatero. Aunque éste se empeña en mantener a los suyos en vilo y no desvela lo que piensa hacer, todo apunta a que su partido empieza a considerarle absolutamente amortizado y ya se ha iniciado una guerra de guerrillas interna en la que cada semana aparecen más nombres de teóricos candidatos a la sustitución, algunos poniendo su nombre y apellidos a la voluntad de ser el próximo 'número uno'. A ratos parece que algunos ya se están disputando los despojos del 'jefe', cosa que -es de imaginar- a él no le debe gustar casi nada.
En líneas generales, cada vez son más los que se desmarcan de Zapatero y la inminente campaña para las municipales y autonómicas del 22 de mayo ha llevado a algunos barones regionales a renunciar en voz alta a la 'ayuda' del presidente del Gobierno -"no vaya a ser que todavía nos lo j... más de lo que está"-, dicen otros en privado. La culminación de esa exponencialmente creciente desafección de sus correligionarios ha sido la suspensión del gran mitin pre-electoral previsto en la plaza de Vistalegre -el escenario de algunas de las apoteosis en la reciente historia del PSOE-. Ni tan siquiera los dirigentes nacionales y regionales se han puesto de acuerdo sobre las razones de tal medida, si bien tampoco hace falta que lo digan.
El encargado de llevar en estos momentos la manija, el actual ministro de Fomento, José Blanco, se ha apresurado a acuñar una de esas frases que, con el paso del tiempo, acaban por hacer historia: se trata de quitar a Zapatero del foco electoral para centrar los comicios en los asuntos regionales y locales.
Es curioso que tal afirmación salga de la boca de quien, gracias al colegueo y el 'talante' con los medios de comunicación cuando accedió a la cartera ministerial, llegó a disfrutar de una de las valoraciones más altas del Ejecutivo. Sin embargo -a las encuestas nos remitimos-, con el paso del tiempo, a quen sus compañeros conocen coloquialmente como 'Pepiño' está ahora más quemado que la pipa de un jefe sioux.
Todos sabemos que Zapatero ya no es un activo y que su partido recela más que confía en quien todavía es su jefe de filas. Sin embargo, si al presidente del Gobierno hay que sacarlo del foco electoral, al que parece dirigir el rodaje, habiendo cambiado un género más amable por la tragedia, el citado Blanco, bien estaría que, con más motivo, le retirasen también de la 'empresa'. Vamos, ¡que le quiten la cámara!
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