Quien creyera que tras la elección de la Mesa de la Junta General en la sesión constitutiva del pasado miércoles, polémica incluida, abría una periodo de tregua para la retirada de cadáveres (Lastra dixit, aunque no incluya a los propios) estará comprobando día a día que las hostilidades, lejos de haber sido aparcadas, son el pan nuestro de cada día hasta la misma jornada de hoy. Superada la barrera de la elección de los componentes del órgano encargado de ordenar el funcionamiento del legislativo, el combate se ha trasladado a la Junta de Portavoves, que, a la vista de lo ocurrido en estos tres últimos días, se ha constituido en 'territorio comanche' para el partido de Francisco Álvarez-Cascos gracias a la 'pinza' que PSOE y PP, la misma que esta semana llevó a Fernando Goñi a la Presidencia de la Mesa del Parlamento asturiano, ya que cualquiera de sus iniciativas -las de Foro- se encuentra sistemáticamente con la unión de los votos (aunque también numéricos, válidamemte consolidados por el criterio de ponderación) de socialistas y populares.
No voy a entrar en estos momentos una vez más a cuestionar la negativa de ambas fuerzas políticas mayoritarias en el ámbito estatal a reconocer bajo ningún concepto la existencia de pactos, aunque son los hechos y no las palabras los que en cada momento se encargan de dar o quitar razones. Las comparecencias diarias de Fernando Lastra, del PSOE, y de Isabel Pérez-Espinosa, del PP, amén de repetir el estribillo del miércoles, no por reiteradas resultan fáciles de digerir ante la contundencia de las actuaciones. Quizá habría que recurrir en este caso a aquella máxima clásica de "excusatio non petita, acusatio manifesta" (que me perdonen los expertos si no se escribe así, pero el latín del viejo bachillerato lo tengo ya muy olvidado).
A fuerza de ser pesado, les diría a esas personas y a sus equipos que dejen por un momento los despachos y las salas de prensa y salgan a la calle y escuchen a los ciudadanos. Por razones de mi actual situación frecuento bastante las barras de los chigres -¡que nadie se confunda! Me llamo Marcelino González y no soy alcohólico- y si algo ha logrado la convulsa nueva situación de la política asturiana es que la gente hable en esos lugares, sí, de política, y mucho. Es posible que el paréntesis futbolístico ayude, pero hacía muchos años que una situación así no se producía. Pongan ustedes el oído y escuchen y, luego, si está en su voluntad, saquen conclusiones.
Decía días atrás que a Cascos le estaban saliendo las cosas bastante bien para sus mayorías relativas, o en su caso pequeñas, y que su estrategia de tensionar a los dos grandes rivales y hacerles aparecer ante los asturianos como integrantes de un matrimonio de conveniencia 'contra natura' estos días pasados solamente le benificiaba, al margen de algunos sonados resultados en contra ciertamente relativos.
Sin embargo, en las últimas horas ha aparecido en Cascos el verdadero político de colmillo retorcido que hay tras su figura y ha decidido que, al igual que su ex compañero Rajoy practica la política del que nadie se mueva y no hacer ni decir nada para sacar pingües beneficios, a él le corresponde la contraria, la de tensar la cuerda cada día un poco más, sobre todo porque, como en el otro caso, hasta ahora el método funciona. En ese más difícil todavía y con los mimbres que le han ido dando sus adversarios del PP y PSOE, la última pirueta que ha colocado como enseña de sus intervenciones y las de su equipo es la de trasladar ese acuerdo perverso a un hipotético escenario en el que Javier Fernández y Gabino de Lorenzo llevarían sus intereses hasta sus últimas consecuencias, con el apoyo madrileño de Ferraz y Génova, para convertir al primero de ellos en Presidente del Principado, en detrimento del propio ex vicepresidente del Gobierno, en los próximos días. De nada vale que el líder de los socialistas asturianos sea convicto y confeso de asegurar su no comparecencia a tan alta responsabilidad o de que Pérez-Espinosa mantenga su "mano abierta" al pacto final de la derecha que daría al ex ministro el cargo de primer mandatario de la autonomía.
No obstante, hay un elemento que, a priori, y con las debidas reservas, desentona en la consigna de FAC para estos días. Según la misma, el compromiso del PP no llegaría más allá de la línea roja de la abstención, antojándose por el momento impensable un apoyo expreso al candidato socialista -que, insisto, mantiene una jornada tras otra que no va a estar en ese pulso por la Presidencia-. Este presunto marco tiene un defecto claro; deja fuera de escena a Izquierda Unida, sin cuyos cuatro votos los socialistas seguirían sin alcanzar el apoyo necesario para seguir gobernando en Asturias. Hasta aquí la teoría. Si las cosas fueran normales -y en esta región hace mucho tiempo que dejaron de serlo- habría que convenir que, tras el desplante socialista del miércoles, dejando a sus socios de gobierno en las dos últimas legislaturas fuera de la Mesa de la Cámara y las subsiguientes y reiteradas declaraciones de su líder, Jesús Iglesias, incendiarias para con los antiguos compañeros, la falta de esos "míseros" aunque definitivos cuatro votos de la coalición dejarían a Fernández, en cualquier caso, fuera de la pista de aterrizaje hacia la Presidencia del Principado.
Foro podrá decir que la historia de las relaciones de FSA e IU está ahí y que, lo que hoy son lanzas podrían tornarse en cañas ante la posibilidad de volver a tocar poder, como ya lo han demostrado en anteriores ocasiones, aunque nunca los antecedentes de desprecio hacia la parte más dévil habían llegado a los límites actuales. De llegar a escribirse el guión de la obra cuyo argumento central FAC apunta, IU también tendría un buen papelón ante sus paisanos, aunque nunca peor que los que han decidido asumir con sus extrañas coincidencias reiteradas socialistas y populares. En todo caso, aunque como he repetido varias veces en esto de la política regional uno no se jugaría ni un par de euros por nadie ni por nada, la obra que Foro ha escrito para el futuro inmediato de Asturias resulta difícil de imaginar y parece responder más bien a esa táctica circense del "más difícil todavía" en la que se encuentran dialecticamente embarcados y que hasta ahora les está dando tan buenos resultados. Aunque simepre hay que considerar que cuando uno tira demasiado de la cuerda ésta puede romperse.
No quiero terminar sin hacer una observación referente a uno de los posibles errores que en las últimas horas hayan asumido los responsables de la nueva fuerza política regional. En los conflictos de los últimos días en la Junta de Portavoves del Parlamento autonómico han incorporado como enemigo al letrado mayor, con más o menos veladas acusaciones de levantar las actas de las reuniones con inexactitudes, cuando no falsedades. Me parece que no se puede hacer toda una campaña y, tras la victoria, trasladar a la sociedad el mismo mensaje de que la mejor forma de acabar con los chiringuitos de socialistas y populares es desterrar canongías en forma de asesores y puestos de libre designación partidista mediante el traslado de esas responsabilidades en las instituciones a sus funcionarios; no se puede mantener esa enseña -digo- para, a las primeras de cambio, poner en entredicho la profesionalidad del primero entre ellos. No conozco al letrado mayor , aunque sé que a raíz de conflictos como los permanentes de la Sindicatura de Cuentas su papel fue puesto en entredicho por quienes entonces se disputaban el pastel del poder regional. En cualquier caso, aprecio una manifiesta contradicción entre los "principios" de nueva organización institucional de Foro Asturias y su cuestionamiento del papel del citado alto funcionario hasta el extremo de solicitar la grabación de las reuniones de la Junta de Portavoces.
Reitero que me parece que Foro Asturias ha encontrado su filón en "tirar del cordel" y llevar esta práctica cada día un poco más allá, hasta sus últimas consecuencias. Sin embargo, el riesgo que tal método lleva aparejado es muy alto y podría derivar en situaciones indeseadas. Cascos ya tiene bien localizados a sus enemigos -si es que a alguien le cabía alguna duda desde hace mucho tiempo- y en combatirles está, pero ampliar la nómina de los mismos es una estrategia de imprevisible final y de indeseadas funestas consecuencias si el asunto se tuerce.
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