Al margen de los cálculos numéricos por votos, por alcaldías logradas o por cualquier otro parámetro cuantitativo, a nadie parece caberle ya ninguna duda de que el auténtico ganador de los comicios del pasado 22 de mayo en el Principado de Asturias es Francisco Álvarez-Cascos y su partido, Foro Asturias. El logro, el pasado sábado de la Alcaldía del primer ayuntamiento de Asturias, el menos en cuanto a número de habitantes, fue el espaldarazo definitivo que, salvo sorpresas mayúsculas -a las que esta región, no lo olvidemos, nos tiene acostumbrados- se consolidará en las próximas semanas con la investidura del veterano político como presidente del Principado. Ni todas las fuerzas del 'lado oscuro' del PP -lease Oviedo y sus servidores- han logrado frenar la meteórica nueva etapa del ex vicepresidente del Gobierno.
Pero el sábado ya queda muy atrás; los festejos eran para ese día y, si acaso, el domingo. Desde ayer llegó la hora de ponerse a trabajar en un marco que no se configura precisamente fácil. Los ciudadanos han dado su confianza a Cascos y algunas organizaciones del PP -como la local de Gijón- han puesto su grano de arena para contribuir a ese encargo de los asturianos. El líder de la nueva formación ha impuesto como lema ese eslogan derivado de su etapa como ministro de Fomento y sus nuevos correligionarios lo han hecho suyo, pero ¡desde ayer!, ni siquiera desde hoy, ha llegado el momento de ponerlo en práctica. Cascos lo tiene claro, pero habría que preguntarse con total honestidad si, estandartes y consignas aparte, habrán entendido el significado de ese 'programa básico' todos esos cientos de nuevos cargos que han accedido a las intituciones y a las coordinadoras locales. Trabajar a tres turnos es darlo todo y a algunos nos entran cuando menos algunas dudas. El tiempo se encargará de dar o quitar argumentos.
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