Tras las primeras reacciones subsiguientes al conocimiento de los resultados definitivos de las elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo, las exigencias del mapa político que las mismas dibujaron han obligado a la salida a escena de los principales protagonistas para iniciar esa etapa de negociación precisa para que el próximo día 11 las corporaciones locales designen a sus alcaldes y unas semanas después, previa constitución de la Junta General del Principado, esta comunidad tenga un nuevo Gobierno.
Como corresponde a un político que ha desempeñado algunas de las más altas responsabilidades institucionales en el ámbito del Estado, el líder de Foro Asturias y cabeza de lista de la fuerza política que logró más escaños en el Parlamento regional, Francisco Álvarez-Cascos, asumió días atrás la iniciativa -práctica habitual en el ámbito estatal, pero sin marco previo establecido en el autonómico- de conovocar a los responsables de FSA-PSOE, PP e IU a unas primeras conversaciones exploratorias de cara a buscar una salida que, a priori, tendría como santo y seña la asunción de unos acuerdos beneficiosos para el despegue de Asturias por encima de siglas y partidismos.
Nadie puede poner en cuestión la idoneidad de la teoría, aunque tampoco a nadie se le escapa que la práctica es cosa bien diferente. Aunque con el ya citado carácter de toma de contacto, las reuniones que Cascos ha mantenido con Javier Fernández e Isabel Pérez Espinosa me parece que no apuntan demasiado bien para el objetivo de FAC. Fuera de la obligada cortesía, es lógico que ninguna de las fórmulas propuestas ofrecidas por su líder -pactos parlamentarios, de legislatura o de gobierno- tengan posibilidades de concreción en el caso de los socialistas, como ocurrirá con mayor seguridad cuando le llegue el turno a la Izquierda Unida de Jesús Iglesias.
En cambio, ya desde la noche electoral, el futuro guión ofrecía un teórico final obligado en el acuerdo entre la nueva fuerza política mayoritaria en Asturias y su ex partido.
Al margen de la discrepancia puntual entre ambos sobre la fórmula para alcanzar ese acuerdo, discrepancia que se presenta como más relevante de lo que algunos creen, son los acontecimientos paralelos los que van dando pistas de algo que este periodista en la reserva ya advertía hace unos cuantos días.
El primer elemento importante a valorar se produjo esta misma semana con la renuncia de la candidata del PSOE a la Alcaldía de Oviedo, Paloma Sáinz, a recoger su acta de concejal y, en paralelo, el anuncio de sus compañeros de candidatura de abstenerse en la votación del próximo día 11, lo que deja el camino expedito a Gabino de Lorenzo para repetir como regidor y a Foro Asturias sin una de sus principales bazas en esa difícil partida -aunque Cascos se empeñe en separarla en distintas mesas de juego- de lograr para la derecha la Presidencia del Gobierno asturiano y algunas importantes alcaldías, sobre todo la de Gijón.
No sé si el ex vicepresidente del Gobierno con José María Aznar está mostrándose totalmente franco en sus declaraciones o está representando el papel moderador que le han 'cargado' sus favorables resultados. Lo que sí es seguro es que sus adversarios, de la izquierda y de la derecha, llevan ya muchos días moviendo bajo la mesa hilos que podrían dar al traste con el pacto asturiano de FAC y PP. Los socialistas e IU son conscientes de que la principal debilidad de la derecha asturiana son las dificultades para superar los antagonismos personales que les han enfrentado y dividido desde el pasado año y a trabajarla, sin duda, se han puesto con todas sus energías. Lo que hace semana y media parecía imposible ahora se les antoja viable si son capaces de hurgar en esa herida y hacerla sangrar hasta que supure. Que Javier Fernández pueda ser presidente del Principado y Santiago Martínez Argüelles alcalde de Gijón es hoy más factible que siete días atrás.
Entretanto, FSA e IU no han tenido ningún problema para, en cuestión de horas, asegurarse su pacto para gobernar juntos en más de medio centenar de ayuntamientos asturianos. En lo que solamente de ellos dependía ya han hecho sus deberes y en los otros ámbitos mencionados dependen, como a veces en el fútbol, de los resutados ajenos.
La cuestión ahora es si sus adversarios de FAC y PP van a estar a la altura de las circunstancias y hacen lo propio. Las declaraciones de unos y de otros, sobre todo desde las filas populares, profesando una disposición total a llegar a un acuerdo se ven desmentidas a menudo con las estrategias paralelas y alguna que otra frase de sus dirigentes que se desliza, día sí, día no, y que apuntan a que las heridas del pasado reciente no han cicatrizado y pueden ser decisivas a la hora de una posible ruptura.
En fin, que, como apuntaba hace unos cuantos días, los acuerdos en Asturias, los de la derecha, claro, tienen más aristas de las que muchos le han querido ver y algunos siguen sin vislumbrar. Mientras unos, la izquierda, ligan con más facilidad que una estrella del fútbol, otros -la derecha- se hacen los estrechos y rehuyen el baile 'agarrao'.
Si nos atenemos a lo que ambas fuerzas políticas han manifestado desde la noche electoral: que los asturianos han apostado por el cambio, cualquier resultado final en el mes y pico próximo que dejara las cosas como estaban, amén de su legitimidad democrática, sería de difícil explicación para los electores que han dado mayoritariamente sus votos -aunque divididos en dos 'paquetes'- a la derecha. De ser así, les corresponderá a los representantes de unos y de otros responder ante sus paisanos sobre por qué sus expresados voluntariosos deseos de acuerdos, con el elemento básico de contar con más representantes que la izquierda, no cuajasen finalmente en el tan reclamado cambio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario