Los límites ideológicos de la política se han desdibujado tanto hoy en día que comprendo que, al margen de los "indignados" que mantienen su plataforma desde el 15 de marzo pasado, existe un segundo movimiento no organizado que es el de los votantes de los partidos -de todos- que, tras auparles con su voto a una representación institucional no acaban de entender muy bien los comportamientos de esos mismos electos a las pocas horas de haber firmado ese contrato social en que se traducen una cita con las urnas.
Hablando con quienes apoyaron a partidos de la izquierda, el centro y la derecha, me he encontrado en numerosas ocasiones en estos últimos días con la incomprensión y el desconcierto de esos ciudadanos que no alcanzan a entender los vaivenes de aquellos en los que, con más o menos convicción, han depositado su confianza.
Me gustaría referirme hoy expresamente a uno de ellos, a Izquierda Unida, y poner sobre el tapete los sucesivos giros que Jesús Iglesias y sus chicos han practicado en las últimas semanas. La cosa empezó dentro de una cierta lógica en la campaña electoral. El pendón de las huestes de la coalición llevaba grabado a fuego el lema "cerrar el paso a la derecha", objetivo inteligible para cualquiera, aunque un veterano dirigente de la formación que ahora lidera Cayo Lara tan cualificado como Julio Anguita, aquel que alcanzó para IU las mayores cuotas de representatividad, decía no hace mucho en una entrevista radiofónica que ese tipo de consignas no tienen ya sentido como tales -igual que antes conceptos como el marxismo-leninismo o la lucha de clases-, si se analiza la política que viene practicando en esta legislatura nacional el PSOE, indistinta -a su juicio- a la que podría estar llevando a efecto un PP en el Gobierno.
Volviendo a Asturias, vinieron luego las sorpresas de la noche del 22 de mayo y la conversión de un partido formado en cinco meses, como el Foro Asturias de Cascos, en el grupo con mayor número de diputados en la nueva Junta General del Principado.
Consciente de que la mayoría formada por el propio Foro y el PP asumía el riesgo real de ser una plataforma con los pies de barro, fruto de los enfrentamientos personalistas de sus dirigentes, Iglesias apostó por la posibilidad de reeditar un pacto de la izquierda similar al que les llevó a gobernar con el PSOE durante casi las dos últimas legislaturas en Asturias. Pero, el guión original se rompió cuando el candidato de la FSA, Javier Fernández, anunció su intención firme de no presentarse como candidato a la Presidencia del Principado y, sobre todo, en el acto constitutivo de la pasada semana del nuevo Parlamento asturiano, con el por todos conocido acuerdo entre socialistas y populares para darles a estos la Presidencia de la Cámara y, lo más grave, dejar a la coalición de izquierdas, por vez primera en la historia de la autonomía, fuera de la Mesa.
El cabreo instantaneo dio paso a una "cambio de relaciones" entre los dos partidos con la etiqueta de izquierda que hacía pensar en cualquier posibilidad nueva de reconducción de la situación. Sin embargo, la fuerza que se le fue por la boca aquel día al coordinador general de IU en Asturias se trocó a las pocas horas en un salomónico corte de su cuerpo institucional exigiendo a Javier Fernández lo que consideraban una obligación ineludible para la fuerza política que se llevó el mayor número de votos -aunque no de diputados-, presentarse frente a Cascos como opción a presidir la comunidad, para lo que contaría con dos de los cuatro votos de la coalición, mientras que los otros dos votos, que se quedarían 'de castigo', pasarían a la abstención. Fueron varios los días insistiendo en esta idea que, en su base, volvía al repetido eslogan de intentar por todos los medios cerrar el paso a la derecha, dentro de las posibilidades, aunque para algunos remotas, que se mostraban en el inmediato horizonte.
Supongo que habrá sido la cerrazón del líder regional de la FSA a aceptar siquiera la posibilidad de intentarlo lo que ha llevado ayer a Iglesias -el mismo que insultó a millares de votantes asturianos que votaron a Cascos por su "ingenuidad al comprar tal producto"- a poner sobre la mesa la sorpresiva propuesta de ofrecer precisamente al partido del ex ministro "un acuerdo sin límites" para la legislatura que ahora empieza. Confieso que, aunque -como he dicho en más de una ocasión- en esta región ya se nos ha acabado la capacidad de sorprenderse por nada, la nueva posición de IU resulta un paso más en esa espiral de esquizofrenia difícil de digerir en la que ha entrado Asturias últimamente. Todo el mundo es muy libre de buscar opciones que puedan ayudar a esta comunidad a salir adelante y, de ser capaces de lograr ese objetivo, da igual de donde vengan; pero convendrán conmigo en que este relato cronológico no hay por donde cogerlo desde el punto de vista de la normalidad, dicho sea en el sentido más amplio del término. Ello sin contar con que veinte diputados (dieciséis más cuatro) siguen sin alcanzar la mayoría absoluta.
Se me ocurre pensar que los dirigentes regionales de la coalición de la izquierda pueden haberse visto afectados de alguna manera por ese peligroso virus del síndrome de Extremadura, un 'cáncer terminal' que le ha salido a la dirección federal de IU. Por cierto, ya me explicará algún día cualquiera de los dirigentes de esta fuerza política bajo qué parámetros democráticos han discurrido sus actuaciones en los últimos días en ese territorio español, feudo de los socialistas desde las primeras elecciones democráticas. Primero, convocan a la militancia en la citada comunidad suroccidental a un referéndum para decidir si los votos de sus diputados dan su apoyo al candidato socialista (por acción) o dejan que gobierne el partido más votado, el PP (por omisión) y, cuando mayoritariamente triunfa esta segunda opción, Cayo Lara y algunos de sus colaboradores más íntimos se trasladan a Mérida para forzar una reunión de la dirección regional en la que, bajo presiones muy fuertes, se trata de cambiar, sin éxito, esa decisión de las bases. Perseverando en el método del criterio único de la jerarquía cuando falla el participativo, hoy se reunirá en Madrid la dirección federal para estudiar qué hacer con sus dirigentes extremeños, incapaces de plegarse a las órdenes -agotadas las buenas palabras y los métodos democráticos internos- de la cúpula estatal. Si ésto es democracia interna que vengan los del 15-M y lo vean . ¿Y estos son los que se han apropiado de la representación de su voz?
En fin, que si militantes, simpatizates y votantes en Asturias de los grandes partidos se muestran estos días desnortados e incapaces de entender a sus representantes, en el caso de IU la esquizofrenia es aún mayor. Claro que tampoco deberían sorprenderse tanto los que fielmente han decidido mantenerles su apoyo a los mismos que han sido muleta o 'pañuelo de los mocos' de los socialistas en diferentes momentos y lugares de la reciente historia de España, los que han sostendido en el País Vasco un tripartito con el nacionalismo más de derechas o el 'abertzalismo' más radical, o han actuado de tercera pata para que otros se llevasen los beneficios políticos en algún que otro caso. Son lo que son. Que los compre el que los entienda, aunque cada día son más los clientes habituales que empiezan a rechazar la mercancía.
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