domingo, 12 de junio de 2011

La sorpresa la puso Pilipardo

Como no tengo abuelas trataré de rogocigarme yo mismo porque hace poco más o menos veinticuatro horas pronosticaba desde esta misma tribuna que la jornada de ayer, la de constitución de las nuevas corporaciones municipales emanadas de los comicios del 22 de mayo, iba a deparar sin dudas sorpresas derivadas de la situación originada al haber llevado al límite temporal las distintas posibilidades de acuerdo. Sin lugar a dudas, la mayor de todas no vino, como era previsible, de los desencuentros de Foro Asturias y Partido Popular, sino del logro de la Alcaldía del candidato de esta última fuerza política de la Alcaldía de Cangas del Narcea ¡con los votos del PSOE! en detrimento de Izquierda Unida. Fue sin duda el acto institucional que a lo largo de la jornada dejó más bocas abiertas y todavía no estamos en condiciones de saber si eso pueda tener consecuencias en el seno de la izquierda asturiana. Que la coalición que dirige Jesús Iglesias haya hecho lo propio en Degaña no parece una 'venganza' equitativa', aunque ellos sabrán por donde van los tiros -"recordad Extremadura y Andalucía", diría alguno-.

Aunque a priori menos inimaginable, la verdadera sorpresa del día fue, sin embargo, la elección de Carmen Moriyón, candidata de FAC, como alcaldesa de Gijón gracias a los votos "sin compensación alguna a cambio" de los concejales del PP que dirige Pilar Fernández Pardo.
La primera 'bomba' de este resultado es que haya sido precisamente su principal enemiga y 'bestia negra' la que le haya dado al ex vicepresidente del Gobierno las llaves de gobierno de su ciudad, que lo es por mucho que haya nacido y en la actualidad esté afiliado en Valdés. Y lo es, sobre todo, porque Pilipardo ha tomado tan decisiva postura en contra de las directrices de su partido y pese a las amenazas y presiones que ha tenido que soportar en las últimas horas desde las más altas instancias de la calle de Manuel Pedregal. El desarrollo de la reunión que poco antes del pleno de constitución de la nueva corporación local celebró la junta directiva del PP gijonés, con presencia del secretario general de Ovidio Sánchez, Fernando Goñi -aunque sea afiliado por Gijón esta asistencia está fuera de cualquier guión previo- y el apoyo a las advertencias de éste a la presidenta local de algunos destacados militantes de su propio equipo darían para escribir un libro -quizá sólo un relato corto, aunque muy jugoso-.

El resultado es que ni todas las presiones de Oviedo ni algunas llamadas de Génova torcieron la voluntad de la dirigente local del PP de mantener lo que viene diciendo desde el mismo día de las votaciones y que no es otra cosa que la obligación principal de su partido es con los gijoneses y estos han solicitado un cambio con el objetivo de poner fin del ciclo de treinta y dos años de gobiernos socialistas.

Si nos atenemos a la ruptura "global" de las negociaciones de anteanoche, a las amenazas de la dirección regional y a que pocas horas antes de las seis de la tarde -la fijada para el decisivo pleno municipal- los puentes estaban rotos y se establecía como última condición para apoyar a FAC una "alcaldía compartida", ni los más optimistas podrían pensar que Moriyón tomaría pocas horas más tarde el bastón de mando municipal. Sin embargo, la política, que dicen que es el arte de lo posible, ayer se mostro también como el de lo imposible.

Se especulará a partir de ahora con estrategias secretas de la líder gijonesa del PP, con ambiciones escondidas, con apoyos importantes externos que no han salido a la luz, pero lo cierto es que su atrevido posicionamiento de ayer le ha hecho subir muchos enteros entre la ciudadanía, la misma que le había ido retirando en los últimos años cualquier credibilidad por una trayectoria errática y tortuosa. Y ésta no es una opinión propia ni mucho menos. Solamente hay que salir a la calle y escuchar atentamente o seguir los diferentes foros en los que, salvo los habituales de la disciplina del líder único, Fernández Pardo recibe con más o menos entusiasmo la felicitación de centenares de gijoneses. Para esa otra mayoría, naturalmente no la que apoya al PSOE o a IU, ni tampoco los incondicionales del 'gabinismo' caduco, la figura de Fernández Pardo se ha vestido con una armadura de valentía que, al contrario de aquella vieja máxima del servicio militar, no se le suponía. Desafiar a sus dirigentes regionales y nacionales y exponerse a un expediente o sanción, con los que el día anterior había amenazado Isabel Pérez Espinosa, tiene un mérito incuestionable, máxime si se da por hecho que ni por estas puede esperar que su enemigo Cascos la vaya a indultar.

Las consecuencias que para Pilipardo pueda tener esta actitud todavía son difíciles de aventurar, pero el Ayuntamiento de Gijón quedó ayer consitituido -por cierto en un clima de cordialidad inusual para los tiempos que corren- y la ciudad tiene una nueva alcaldesa, la primera de la derecha en todos los años de la democracia sin que por ello se hayan desencadenado rayos y truenos y dentro de un ambiente de normalidad democrática, al margen de alguna salida menor de tono de sus adversarios de la bancada socialista.

Querría volver para terminar al mismo punto desde el que empecé. La gran sorpresa de la jornada de ayer no estuvo en Cangas del Narcea, ni en Degaña, ni en Siero, sino en Gijón y tiene nombres de mujer, los de Carmen Moriyón, la nueva regidora, y de Pilar Fernández Pardo, la que permitió a la anterior ocupar dicho cargo. Seguí el desarrollo del interesante pleno -con suspense inicial incluido, como dijo el candidato de IU, Jorge Espina- y de la mirada atenta a los rostros de sus protagonistas se pueden deducir muchas cosas: la decepción y el desasosiego de Santiago Martínez Argüelles o el nerviosismo mal disimulado y la emoción incontenida de la nueva alcaldesa. Pero si algo merecía un seguimiento especial fue lo que dejó traslucir Fernández Pardo, aunque se empeñase en los primeros compases de la sesión en ocultarlo bajo sonrisas cómplices con su segundo, Eduardo Junquera. Finalmente, su cara acabó por dejar traslucir, para el que quiso interesarse en este aspecto particular, el mal trago que tuvo que pasar la líder del PP local: entregar la Alcaldía a su enemigo más encarnizado y hacerlo en contra de las directrices de sus compañeros de la dirección regional y nacional. La reacción al trago de aceite de ricino es difícil de ocultar y Pilipardo no fue una excepción a este aserto. Sin embargo, aceptó el caliz y se la jugo a la carta más 'dura'.

2 comentarios:

  1. Y yo me pregunto por qué lo haría... Analizando su trayectoria, esta mujer no da puntada sin hilo. Yo creo que ya no sabe qué hacer para mantenerse viva políticamente hablando

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  2. A los ciudadanos de Gijón no nos importan sus interes, pero le agradecemos mucho su decisión, es una mujer valiente, de eso no hay ninguna duda

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