jueves, 30 de junio de 2011

"Llámalu pa que no te lo llame"

Estaba callado, muy callado, para muchos inadecuadamente callado. La presunta razón, la prudencia. Pero ayer consideró que el riesgo de añadir "más tensión" a una situación "inquietante" había pasado y ya no había razón que justificara el mantenimiento de un silencio tan prolongado -prácticamnte desde que las urnas le dieron la espalda el 22 de mayo-. Me estoy refiriendo al líder de la Federación Socialista Asturiana y candidato del PSOE a la Presidencia del Principado en los comicios antes mencionados.

Ayer, Javier Fernández salió de su ostracismo característico y lo hizo -como era natural- para atacar a Foro Asturias y, especialmente, a su figura indiscutible, Francisco Álvarez-Cascos, a propósito de su postura contraria a la fusión de la Caja de Ahorros de Asturias con las de de Extremadura y Cantabria, aprobada mayoritariamente -como de todos es sabido- el día anterior por la asamblea de la entidad financiera asturiana.

El que suscribe sabe de la gran economía lo justo, desde luego muchísimo menos de los conocimientos que avalan al principal dirigente socialista en esta comunidad y, por tanto, he declinado desde hace meses cualquier tipo de pronunciamiento -legítimo, por otra parte, como cualquiera de los impositores de Cajastur, que nunca hemos tenido la 'suerte' de ser designados miembros de su asamblea general- al respecto. Carezco de los fundamentos necesarios para discernir con sabiduría sí la operación de fusión de cajas decretada por imperativo legal europeo es la adecuada o si la fórmula de recurrir a una fundación exigida por Cascos sería mas acrorde con los intereses de este territorio nuestro.

Sin embargo, como la libertad de expresión se da por supuesta en este país, tengo que manifestar que, como uno más de los miles de asturianos que tenemos algunes 'perrines' en la Caja, nuca me gustó aquella primera operación de absorción del 'muerto' de Caja Castilla-La Mancha, que nos 'colocaron' la autoridad monetaria y el Gobierno de la nación. Pasado ese trago, según parece obligatorio y con 'seguro de vida' garantizado, llegó la gran carrera de las SIP para agrupar con criterios poco claros las antiguas cajas de ahorros y convertirlas simple y llanamente en bancos similares a los que ya operan en este país, aunque muy lejos de la verdadera influencia de los que entre ellos cortan el bacalao. En ese reparto, a Cajastur trataron de endosarle un nuevo 'muerto', éste sin garantías, la CAM levantina, afortunadamente rechazada por Manuel Menéndez y su equipo -debieron pensar que ya estaba bien de cargar con todos los 'marrones'-, para dejar luego a una entidad contrastadamente saneada y bien gestionada al frente de un grupo -las cajas de Extremadura y Cantabria- de no tan segura solvencia y con un tamaño más bien pequeño que aportar a la constitución del nuevo banco que llevará ese nombre de difícil comprensión para el común de los mortales y con ecos de Wall Street, el Effibank.

Reitero mi ausencia de un bagaje relevante para juzgar, sobre todo desde el punto de vista de esa iracunda y omnipresente nueva deidad que responde al nombre de mercado/os, la inevitabilidad de la operación, pero, desde luego, reclamo mi derecho a decir que no me gusta y, con las premisas ya reiteradas del 'catecúmeno', tengo serias dudas sobre la misma y su oportunidad por mucho que los expertos traten de convencernos de que ese camino es el único a seguir y que no hay alternativas.

El caso es que, como apuntaba al principio, mientras se va cerrando poco a poco la fusión, el otrora 'desaparecido' señor Fernández compareció ayer para 'bendecir' la operación y cargar contra la actitud 'obstrucionista' de Cascos, cuya actitud al respecto le merece el calificativo de "inquietante" por buscar solamente el "control político de Cajastur", último objetivo -a su entender- del ex vicepresidente del Gobierno de la nación.

Es posible que el señor Cascos y los suyos escondan baja su defensa de Asturias en este proceso otros intereses espúreos. No lo sé. Lo que sí sé a fe cierta es que las palabras del lider socialista asturiano esconden un fariseismo descomunal, sobre todo si se tiene en cuenta que vienen de alguien que desde su despacho de la calle de Santa Teresa ha defendido con todo el poder en la mano durante lustros un sistema en el que el control político de la entidad de ahorro asturiana ha sido tan evidente que ni los más osados se han atrevido a cuestionar con un mínimo de argumentos. La Caja de Ahorros ha representado durante años el instrumento financiero por antonomasia de las diferentes administraciones públicas, desde el Gobierno del Principado hasta el último ayuntamiento, con amplísima mayoría socialista y con la designación -legítima, por otra parte, en función de sus propios estatutos fundacionales- directa por esas mismas instituciones políticas de las personas con capacidad para decidir. ¿Acaso no se está planteando ahora, con todo este maremágnum de fusiones de todavía incierto desenlace en muchos casos, que uno de los males de las cajas de ahorros españolas era su descarado control político? ¿Y quién han sido los responsables del mismo? ¿Cascos, quizá?, porque su nuevo partido ganador en los comicios de mayo todavía no existía entonces.

Un problema de nuestra clase política es que sus responsables dan por supuesta la fragilidad de la memoria de sus ciudadanos. Y en muchos casos no se equivocan. Sin embargo, a algunos no nos ataca aún el alzheimer y las hemerotecas están ahí para reforzar posibles dudas. ¿Cómo es posible que don Javier Fernández venga ahora a dar lecciones de ética política al respecto? ¿Posiblemente dé por hecho que ya nadie se acuerda de que él fue el cabecilla de una rebelión que, durante la primera de las tres legislaturas de Vicente Álvarez Areces, puso al Ejecutivo de éste, el mismo que mayoritariamente sostenía el partido que representaba y representa el 'pacificador' de la FSA, contra las cuerdas para mantener, tras el apoyo a una persona concreta, el todopoderoso Manuel Menéndez, el verdadero empresario de empresarios en Asturias -ya quisiera Severino García Vigón tener una décima parte de su influencia-, para mantener -repito- el control político de Cajastur desde el Partido Socialista y mantenera dicha entidad de ahorro como instrumento de sus concretos intereses?.

Mejor haría el señor Fernández en no meterse en barrizales que más bien parecen responder a aquel viejo dicho de "llámalu, home, pa que no te lo llame" y sostener por otros vías más prácticas su teoría de "no añadir más tensión", que a los asturianos nos sobra para dar y tomar en los últimos tiempos. De no seguir callado como hasta ahora, mucho mejor hubiera practicado el obligado ejercicio de explicar a su militancia el fracaso electoral del 22 de mayo o los para muchos incomprensibles acuerdos con el PP, como el que dio la Presidencia de la Junta General al popular Fernando Goñi. A esta tribuna le consta que en el periplo posterior a los comicios por algunas agrupaciones municipales veteranos y relevantes militantes intervinieron en voz alta para preguntarse por qué el secretario general y candidato no estuvo presente en ninguna, ni en la mayoría tan siquiera su 'número dos', el secretario de Organización y ahora también diputado regional, Jesús Gutiérrrez, dejando esa tarea a ese práctico 'chico para todo' que es el portavoz parlamentario, Fernando Lastra, al que nunca le podrán agradecer bastante su labor de apagafuegos y de 'albañil' responsable de tapar uno tras otro los huecos en el muro de la credibilidad de los socialistas asturianos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario