A escasas horas de la formación de las nuevas corporaciones locales surgidas de las urnas el 22 de mayo pasado, la inmensa mayoría de los asturianos se preguntan asombrados qué es lo que está pasando en su territorio. El día de ayer parecía clave para la resolución de los problemas -importantes, aunque no insalvables- que vienen impidiendo desde aquella para la derecha feliz noche electoral la consecución de un acuerdo que responda a los deseos expresados por los ciudadanos del Principado a través de sus votos.
Han sido dos semanas perdidas en monsergas, en desencuentros basados en cuestiones más formales que reales, en disquisiciones peregrinas que, partiendo del falso punto común de dar respuesta a la mencionada exigencia de sus paisanos, han puesto una vez más de manifiesto la razón por la que los españoles, en general, y los asturianos, en particular, sitúan a la clase política en los puestos más bajos de la credibilidad. Foro Asturias y Partido Popular, o Partido Popular y Foro Asturias, son astillas del mismo palo ideológico. La nueva fuerza política que lidera Francisco Álvarez-Cascos, aunque haya recurrido a cientos de candidatos sin anterior experiencia política, tiene un importante sustrato en su militancia procedente del PP y, lo que es más importante, la base social que les ha apoyado, con la ayuda -es cierto- de miles de desencantados de la izquierda, es la misma que la de aquellos con los que ahora se muestran incapaces de alcanzar un acuerdo.
Por su parte, desde las filas populares no se ha querido asumir el varapalo de las urnas y se mantienen posiciones similares a las que corresponderían con una victoria que los votantes les han negado hasta extremos de auténtica vengüenza. Desde este lado de la trinchera el problema tiene también nombre y apellidos, unos muy concretos, los del alcalde ovetense Gabino de Lorenzo, cuya torre de marfil se ha convertido en el vellocino de oro que hay que defender hasta la muerte por parte de su corte de servidores. Porque, no nos engañemos, en lo que al PP se refiere, la situación sería bien diferente si no estuviera en su mapa político tan peculiar personaje.
Ayer era un día para terminar de poner en negro sobre blanco lo que las dos fuerzas políticas de la derecha han venido pregonando desde el 22 de mayo. Sin embargo, reunión tras reunión, las de la tarde de ayer se han ido cerrando sin un punto mínimo de encuentro y con casi nulas perspectivas de que este escenario pueda cambiar en las próximas y definitivas horas. Y, mientras tanto, el punto negro de Oviedo, con el empecinamiento sansoniano de sus responsables en el o todos o ninguno mantiene en el aire la ingente tarea de los responsables de ambos partidos en muchos municipios, Gijón incluido, que han hecho sus deberes para responder al cambio en sus respectivos ámbitos.
Nadie se atreve a asegurar que en las últimas horas pueda haber sorpresas, incluso algunas insólitas, como cambios de intenciones ya manifestadas por la izquierda o, incluso, la aparición de 'tránfugas' dispuestos a romper la disciplina uniformadora impuesta desde la capital del Principado. Pase lo que pase, la derecha asturiana está dando a sus paisanos una imagen lamentable de mezquindad, demostrando que sus palabras van por un lado y los hechos por otro, que los intereses particulares, o los conflictos personales, son el verdadero trasfondo de su actuación. Si alguien no pone remedio de última hora, y parece más que difícil, hoy puede concretarse la desafección de esas dos fuerzas políticas con respecto a sus votantes. Y si es así, mucho mejor sería que se retirasen todos de una vez y dejaran gobernar a la izquierda, que en eso de acuerdos -interesados o no- les puede dar sopa con ondas. Persistir en la desunión, aunque pueda permitirles algún gobierno, pondría a más de uno en el punto de mira de las iras de sus conciudadanos, que se sentirán seguramente traicionados.
Hoy sabremos ya bastante de lo que puede ser el futuro inmediato de las instituciones asturianas -lo de la Junta General y el Gobierno autónomo queda para días subsiguientes-, si triunfa el cainismo o se impone la lógica de la política. Si ocurre lo primero será una muestra más de que movimientos como el de los "indignados" no solamente eran necesarios, sino que sus planteamientos mantienen una vigencia plena. Si al final a los ciudadanos sólo les queda el derecho a votar cada cuatro años y, luego, los representantes electos se ciscan en el resultado de tan mínimo derecho a las pocas horas, llegaríamos a la conclusión de que, al menos en Asturias, la resurrección de la 'marea' del 15-M es más necesaria que nunca, y si puede convertirse en un 'tsunami' vengador de la mezquindad, mejor que mejor.
Me rio yo de todas estas componendas que hacen nuestros pateticos partidos politicos. Esas partidas ridiculas de ajedrez donde juegan a ser importantes mientras miramos asombrados lo que tardan en decidirse en dar el paso de formar un gobierno estable para una region que lo necesita como el comer.
ResponderEliminarEs una verguenza ver a una Pardo que deberia estar en casa alejada de toda politica porque simplemente es un desastre, la ESpinosa otra que tal baila o esos pateticos Cascos o Gabino tirando de la cuerda como los niños en un recreo.
Patetico y lastimoso. A otros en camio les da in ictus.