lunes, 23 de marzo de 2015

De Andalucía para Andalucía

No hay manera más precisa de testar el sentir de la ciudadanía que unas elecciones. Previamente se superponen los sondeos más o menos interesados que ofrecen solamente un valor orientativo y que únicamente las urnas pueden rubricar.

En ese sentido, las autonómicas andaluzas de ayer se hacían especialmente relevantes para constatar si el derrumbe del bipartidismo y el ascenso fulgurante de los emergentes, ese binomio que ha polarizado todos los análisis y debates de los últimos meses, eran tales o respondían más a una 'moda' fruto del legítimo cabreo de los españoles ante un deterioro institucional y partidario que ya había alcanzado cotas de escándalo.

Andalucía ha hecho oir su criterio y ha ratificado a un PSOE más dependiente de su estrella emergente que el Fútbol Club Barcelona de Leo Messi. Susana Díaz ha ganado el envite, y lo ha hecho pese a esa pesada losa que en la comunidad del Sur ha sido y está siendo el 'caso de los ERE'. La líder de los socialistas andaluces ha demostrado su carácter mediático y que, en estos momentos, es la principal -quizá la única- baza que su partido tiene para volver a tomar mayoría en el Estado.

Cosa distinta será si el nuevo astro del firmamento socialista es capaz de responder a las expectativas que ahora se abren frente a ella. Por el momento, ha probado que puede ganar unos comicios, algo que hasta ayer era un supuesto -como el valor en el antiguo servicio militar-, a pesar de llevar ya algo más de año y medio presidiendo la comunidad andaluza sin pasar por las urnas.

La nueva "lideresa" socialista ha aguantado el tirón de una cita con las urnas complicada por la presencia de nuevas fuerzas políticas en la disputa de cada voto. Seguirá con toda seguridad como mandataria de la comunidad, aunque precise de los pactos, pero tampoco convendría olvidar que, si bien mantiene el número de escaños (47), ha logrado menos sufragios que en la anterior cita electoral.

El otro resultado relevante de esta cita andaluza era saber la fuerza real de Podemos en el electorado. Tras el éxito de las europeas, primera convocatoria a la que concurrió el partido de Pablo Iglesias, se han sucedido avalanchas de tinta sustentadas tanto en reiteradas encuestas como en criterios 'expertos' que prácticamente se negaban a poner techo a los sucesores del 11-M. Ahora, con el voto andaluz, han alcanzado la condición de tercera fuerza política en la comunidad, nada menos que con 15 escaños, un resultado excepcional para un partido aún a medio hacer pero probablemente por debajo de las previsiones de dirigentes y militantes entusiastas. No sé si será procedente para el caso aquel comentario de Francisco Álvarez-Cascos que aseguraba que se trata de uno de esos casos "que al cocer mengua".

¿Y qué decir de Ciudadanos? Los nueve diputados autonómicos del partido de Albert Rivera significan también la confirmación de que el electorado del centro-derecha precisaba una opción alternativa, algo que Unión, Progreso y Democracia (0 escaños) nunca ha sabido aprovechar. Los resultados son una machacona realidad que rima con los sondeos, aunque chirría cuando se trata de poner en verso con la realidad. Ciudadanos existe desde hace años y a su vocación de partido nacional desde Cataluña no puede ser ajeno ningún ciudadano. Por qué en unos meses se ha transformado en una opción de futuro es algo que algunos solamente nos explicamos por aquella tentación tan humana de probar algo diferente en un momento en el que la comida tradicional nos repugna.

De los derrotados poco se puede decir. El Partido Popular ha unido su gran desgaste en el ámbito nacional con la presencia de un cartel electoral poco trabajado. Por mucho que Rajoy haya viajado al Sur en las últimas semanas y haya alabado a su 'chico', Juan Manuel Moreno era un naipe perdedor de antemano. Y por lo que a Izquierda Unida se refiere, la irrupción de Podemos y su condición de presuntos 'pringados' en los casos de corrupción institucional han pasado factura a sus ilusiones de seguir siendo decisorios en Andalucía.

Las urnas han hablado y han dejado claras muchas cosas. Pero tan irreal sería ignorar la inclinación del voto en la autonomía como empezar a traspolar los resultados a los comicios de mayo o a los de noviembre, como algunos 'ganadores' se han lanzado a publicitar. Andalucía es Andalucía, pero no es Valencia, ni Madrid, ni Asturias. No sé si tiene que ver con este criterio el escueto mensaje que a través de Twitter ha mandado pocas horas después del escrutinio el presidente del Principado a su homóloga andaluza, dando su enhorabuena "a Susana Díaz y al pueblo andaluz".

1 comentario:

  1. Díaz, Marcelino: Susana Díaz. Pareces la cara opuesta de Rajoy (nada peyorativo, por supuesto), que a doña Rosa (Díez) le dice Díaz, probablemente para zaherirle.

    A lo que voy, que es para decirte que estoy bastante de acuerdo con tu artículo. Y es que "¡¡Sevilla tiene un color especiaaal...!!"; Sevilla y, por extensión, Andalucía. Color, sabor... y muchas cosas más. Sirva este preámbulo para decir que considero los resultados obtenidos por PSOE y PP (y pese al descalabro de los populares) muy abultados. Porque los andaluces lo han querido así, evidentemente, y la Ley D'Hondt consolida su ayudita a los dos partidos más votados.

    Por eso coincido contigo en opinar que estos resultados no son extrapolables, como algunos de los "ganadores" se han lanzado a publicitar interesadamente, con una clara intención de dirigir el voto. En otras tierras predominan otros colores y otros sabores, probablemente no tan "especiales", aunque particularmente determinantes. Así que cualquier cambio de posición entre el primero y el cuarto más votado, puede cambiar radicalmente el panorama. En esas estamos; aunque aquí en Asturias, con las tres circunscripciones, el voto rogado, y en última instancia una Junta Electoral poco aseada...

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