Puede que sea una de esas malas pasadas que nos juega la ley de probabilidades, pero el caso es que, en un escaso margen de tiempo, hemos asistido a varios casos de políticos situados en diferentes estratos de las instituciones y aledaños 'pillados' al volante con tasas de alcoholemia bastante por encima de las permitidas. En el caso de Asturias, el hecho más relevante lo ha protagonizado el alcalde de Siero, José Luis Corrales, quien hace ya unos cuantos días tuvo un espectacular accidente con su coche oficial y en el control correspondiente triplicó el máximo permitido por la ley de alcohol en la sangre. El incidente le costó la renuncia al cargo.
Pocos días después, otro veterano socialista, Francisco Villaverde, fue el protagonista de un caso similar. El tratamiento mediático fue bastante diferente, quizá porque no es lo mismo ser regidor que responsable de una empresa pública del entramado de la Administración regional de Areces. En este caso, parece ya evidente que también el implicado conducía un vehículo oficial, aunque algunas informaciones oficiales facilitadas han tratado de suavizar el conflicto poniendo en duda si el coche era del patrimonio público o privado.
El tercer caso se produjo en Madrid y fue el presidente de Nuevas Generaciones del PP, Nacho Uriarte, el que repitió papel, aunque en esta ocasión si que se trataba de un vehículo privado el que conducía. Esta atenuante quedó anulada dada la condición de diputado del responsable de la organización juvenil de los populares y -ésta es la clave- miembro de la comisión de Seguridad Vial del parlamento de la nación.
Queda constancia de que la representatividad y las condiciones de los hechos no son iguales. Sin embargo, en lo que al principado se refiere parece obvio que nadie ha tenido la mínima intención de frenar el "escándalo" en el caso de Corrales, incluidos sus propios correligionarios que, no en vano, controlan la Administración Pública competente. El ya pronto ex alcalde de Siero tenía una cuenta pendiente por saldar con los dirigentes de su partido en el municipio y con la dirección regional de Javier Fernández. Quizá alguien lo haya olvidado, pero en 2006, a raíz de la elaboración de las listas para las elecciones municipales y autonómicas, y sin mediar aviso, el PSOE anunció que su cabeza de lista en Siero sería el diputado regional Faustino Álvarez. Corrales reaccionó y planteó su candidatura, obligando a sus superiores a unas primarias que ganó. Se ha hablado mucho de la desaparición de las 'familias' en el PSOE asturiano desde la llegada de Fernández a la secretaría general, pero aquel enfrentamiento fue una muestra palpable de que ese problema no estaba exactamente erradicado. Tanto no lo estaba que, a raíz de la renuncia -probablemente empujada desde arriba- de Corrales, ya se ha vuelto ma abrir la espita y vuelve a repetirse la historia con un candidato 'oficial' y otro apoyado -¿adivinan por quién?- por el sector del SOMA. En fin, que el problema no es sólo la grave infracción de Corrales, sino un trasfondo que huele un poco a podrido.
Al margen de las circunstancias políticas citadas, lo cierto es que parece que a los políticos, propagandistas de la tolerancia cero en lo que a combinar alcohol y volante se refiere, se les está yendo la mano a la hora de dar mal ejemplo. Justificar cualquiera de esos casos, como pasa en numerosas ocasiones- no debería tener fundamento alguno. la ley -no debería ser necesario ni mencionarlo- es igual para todos, y los que la redactan y la aprueban deben ser todavía más respetuosos con sus contenidos.
He hablado de casos recientes y próximos, pero para quien se quiera documentar sobre otros muchos -muchos- que se han producido -¡y los que no llegaremos a conocer!- les recomiendo una información que hoy recoge 'El País' en su edición digital -en la de papel yo al menos no la he visto-. Es una relación de infractores con cargo que, en la mayoría de los casos, se han justificado o los han justificado con cosas que creíamos ya olvidadas, como el "usted no sabe con quién está hablando". Leenla y diviértanse.
domingo, 28 de febrero de 2010
miércoles, 24 de febrero de 2010
Vuelve el Hombre
En la polémica -porque la hay, por mucho de que algunos traten de convencernos de los contrario- que ha originado en el seno de la FSA por el más que previsible relevo de Vicente Álvarez Areces por Javier Fernández para el cartel electoral autonómico del año próximo, fueron muchos los que olvidaron introducir un elemento clave. El homenaje a Manuel LLaneza del pasado domingo en Mieres sirvió para poner de nuevo sobre la mesa que en el seno del socialismo asturiano si hay alguien que tiene algo que decir -todavía- es José Ángel Fernández Villa. Son muchos los compañeros del líder sindical minero que, por ignorancia, habían dejado de contarle como un sumando relevante a la hora de afrontar momentos especiales en el devenir del partido. Es cierto que su alejamiento de la política institucional, sus prolongados silencios, casi siempre rotos solamente para hablar de 'su tema', el carbón y el futuro de las cuencas mineras, la pérdida de peso demográfico y, por tanto, de militancia de esas zonas, pueden haber hecho creer a algunos de sus camaradas que Villa estaba ya para unos 'pocos telediarios' y había que ir pensando en buscarle una plaza, por su historia, en el MUMI. Craso error muy propio de políticos incompetentes o inexpertos, pero en el que nunca deberían haber caído quienes le conocen de tiempo. A José Ángel no se le puede dejar de tener en cuenta nunca por muy discreto que sea el lugar que ocupa.
El pasado fin de semana Villa dijo esas palabras que han recogido en titulares todos los medios informativos: "no soy javierista ni arecista", para rubricar sus palabras con una opción más genérica: el partido y su proyecto. Más allá de esto que parece obvio, a nadie se le ha escapado que el líder minero ha lanzado un aviso para navegantes, especialmente para quienes creen que es un antiarecista y que Fernández es su hombre de confianza. A nadie se le oculta que a Villa nunca le gustó Areces, pero los tiempos cambian, y si no son seguramente amigos los acontecimientos han suavizado mucho sus primitivos roces. Javier Fernández sí se formó en la corte del sindicalista y fue su hombre precisamente para ganar a Areces en el congreso que marcó un antes y un después en el socialismo asturiano. Sin embargo -y ya sé que suena muy fuerte- el secretario general de la FSA acabó por 'traicionarle' al asumir aquella victoria como propia y emborracharse de vanidad hasta el extremo de volar libre. Ya en tiempos pretéritos otros lo intentaron y no les salió del todo bien.
Ahora, con aquella escueta definición de 'lo que no es', José Ángel ha vuelto a la palestra para demostrar que en un momento importante hay que contar con él. Habrá quien diga que se trata de una "de sus balandronadas" y que su participación en la designación del candidato es relativamente intrascendente. ¡Qué no se equivoquen! El que sea inteligente deberá recurrir a la memoria, a la propia o a la ajena si la suya no está clara, y recordar que Villa es el socialista que mejor sabe "contar". Cuando ha habido problemas sus números siempre eras precisos hasta la exasperación. Nunca se equivocó en un congreso y la cifra necesaria siempre estaba de su lado, lográndola gracias a habilidad y experiencia, mientras sus contrincantes temporales hacían sus propias sumas y acababan por suspender.
Se acerca un momento importante para los socialistas asturianos. Hay un posible relevo en marcha y, aunque nadie piense que pueda haber unas primarias o que alguien va a sacar las patas del tiesto, Areces ya ha demostrado que no va a dar facilidades para que le echen. La guerra va a ser subterránea y habrá zancadillas y navajazos; no habrá conflicto abierto pero se puede cerrar la etapa de estabilidad de la FSA y, aunque la sangre no llegará finalmente al río, mal que les pese a algunos es fácil que las 'familias' vuelvan a aparecer.
Si alguien quiere descifrar el futuro que se acuerde de José Ángel. Porque no está muerto políticamente, como algunos podían creer. Está vivo y ha vuelto. Ha vuelto el Hombre.
El pasado fin de semana Villa dijo esas palabras que han recogido en titulares todos los medios informativos: "no soy javierista ni arecista", para rubricar sus palabras con una opción más genérica: el partido y su proyecto. Más allá de esto que parece obvio, a nadie se le ha escapado que el líder minero ha lanzado un aviso para navegantes, especialmente para quienes creen que es un antiarecista y que Fernández es su hombre de confianza. A nadie se le oculta que a Villa nunca le gustó Areces, pero los tiempos cambian, y si no son seguramente amigos los acontecimientos han suavizado mucho sus primitivos roces. Javier Fernández sí se formó en la corte del sindicalista y fue su hombre precisamente para ganar a Areces en el congreso que marcó un antes y un después en el socialismo asturiano. Sin embargo -y ya sé que suena muy fuerte- el secretario general de la FSA acabó por 'traicionarle' al asumir aquella victoria como propia y emborracharse de vanidad hasta el extremo de volar libre. Ya en tiempos pretéritos otros lo intentaron y no les salió del todo bien.
Ahora, con aquella escueta definición de 'lo que no es', José Ángel ha vuelto a la palestra para demostrar que en un momento importante hay que contar con él. Habrá quien diga que se trata de una "de sus balandronadas" y que su participación en la designación del candidato es relativamente intrascendente. ¡Qué no se equivoquen! El que sea inteligente deberá recurrir a la memoria, a la propia o a la ajena si la suya no está clara, y recordar que Villa es el socialista que mejor sabe "contar". Cuando ha habido problemas sus números siempre eras precisos hasta la exasperación. Nunca se equivocó en un congreso y la cifra necesaria siempre estaba de su lado, lográndola gracias a habilidad y experiencia, mientras sus contrincantes temporales hacían sus propias sumas y acababan por suspender.
Se acerca un momento importante para los socialistas asturianos. Hay un posible relevo en marcha y, aunque nadie piense que pueda haber unas primarias o que alguien va a sacar las patas del tiesto, Areces ya ha demostrado que no va a dar facilidades para que le echen. La guerra va a ser subterránea y habrá zancadillas y navajazos; no habrá conflicto abierto pero se puede cerrar la etapa de estabilidad de la FSA y, aunque la sangre no llegará finalmente al río, mal que les pese a algunos es fácil que las 'familias' vuelvan a aparecer.
Si alguien quiere descifrar el futuro que se acuerde de José Ángel. Porque no está muerto políticamente, como algunos podían creer. Está vivo y ha vuelto. Ha vuelto el Hombre.
jueves, 18 de febrero de 2010
De Pepiño a Don José
Resulta difícil a estas alturas de la vida creer en los milagros, y mucho menos en lo que a política se refiere. Sin embargo, hay ocasiones en las que la falta de fe flaquea y los acontecimientos nos llevan a dudar de que esa situación 'imposible' puede llegar a concretarse.
Viene a cuento este comentario por la rápida e increible transformación de la imagen pública del actual ministro de Fomento y 'número dos' del partido. José Blanco. Antes de que Zapatero le incorporará a su equipo de Gobierno este hombre fiel y próximo al presidente era 'Pepiño' para muchos y objeto de chanzas en numerosas ocasiones tanto por su estilo a la hora de manifestarse como por sus aparentes escasas dotes de gestor.
Pero he aquí que desde que ocupara asiento en el Consejo de Ministros la imagen del político gallego se ha ido transformando. Su progresiva e imparable acumulación de poder ha crecido en paralelo con una milagrosa transformación que ha terminado por convertirle para muchos en uno de esos escasos "hombres de Estado". Que sus cualidades ocultas hayan salido al exterior en sus nuevas responsabilidades o que, haciendo honor a los tópicos de su origen gallego, haya puesto en marcha una calculada y silenciosa elaboración de una nueva personalidad es lo de menos. Lo que de verdad importa es su imparable ascenso.
La primera fase fue ganarse a la prensa. Los mismos que antes se mofaban de su imagen alaban ahora sus cualidades y su 'talante' -les suena de algo-, su disposición a mantener encuentros con los principales cronistas políticos, el tono abierto de los mismos, dejando a un lado los "no toca" o "ahora no", para salir de la trinchera e incluso interesarse por la opinión directa de esos mismos periodistas sobre los temas más candentes. Esa fase ya la ha cubierto con éxito, y a las páginas de los periódicos me remito.
Después, vino la asunción de un protagonismo en el Gobierno que trascendía con mucho de sus responsabilidades específicas al frente de Fomento, hasta el extremo de que se haya llegado a hablar de auténtico portavoz real del Ejecutivo.
La preocupante situación económica y el giro de Zapatero a la hora de buscar el consenso con el resto de las fuerzas políticas ha servido para darle otra oportunidad. La comisión con la que el presidente se ha cubierto para buscar apoyos a su delicada situación ha dado entrada, junto a Elena Salgado y Miguel Sebastián, a José Blanco como tercera pata del taburete, saltándose a la vicepresidenta De La Vega o al titulas de Trabajo, Celestino Corbacho, aparentemente más adecuados para el objetivo de un gran pacto nacional contra la crisis.
En paralelo, Blanco, tras asumir que su departamento se lleve la peor parte del recorte presupuestario para eliminar déficit, es el primer ministro que ha anunciado medidas concretas inmediatas para recortar cargos tanto en su departamento como en las empresas públicas que dependen de su responsabilidad.
En fin, una verdadera transmutación de Hyde a Jeckyll que le han llevado a convertirse en el verdadero hombre fuerte del Gobierno, dentro y fuera del mismo, y a que su compañero Corbacho dijera ayer, en una especie de justificación de que el antiguo 'Pepiño' le haya arrebatada una plaza que parecía pensada para él esa forma de 'gobierno de salvación' que Zapatero busca desesperadamente, que "Blanco es el futuro". ¿Será sólo una frase amistosa o, como ya se empieza a especular, se tratará de una premonición que se está adelantando insospechadamente a un hasta ahora no barajado relevo?
Viene a cuento este comentario por la rápida e increible transformación de la imagen pública del actual ministro de Fomento y 'número dos' del partido. José Blanco. Antes de que Zapatero le incorporará a su equipo de Gobierno este hombre fiel y próximo al presidente era 'Pepiño' para muchos y objeto de chanzas en numerosas ocasiones tanto por su estilo a la hora de manifestarse como por sus aparentes escasas dotes de gestor.
Pero he aquí que desde que ocupara asiento en el Consejo de Ministros la imagen del político gallego se ha ido transformando. Su progresiva e imparable acumulación de poder ha crecido en paralelo con una milagrosa transformación que ha terminado por convertirle para muchos en uno de esos escasos "hombres de Estado". Que sus cualidades ocultas hayan salido al exterior en sus nuevas responsabilidades o que, haciendo honor a los tópicos de su origen gallego, haya puesto en marcha una calculada y silenciosa elaboración de una nueva personalidad es lo de menos. Lo que de verdad importa es su imparable ascenso.
La primera fase fue ganarse a la prensa. Los mismos que antes se mofaban de su imagen alaban ahora sus cualidades y su 'talante' -les suena de algo-, su disposición a mantener encuentros con los principales cronistas políticos, el tono abierto de los mismos, dejando a un lado los "no toca" o "ahora no", para salir de la trinchera e incluso interesarse por la opinión directa de esos mismos periodistas sobre los temas más candentes. Esa fase ya la ha cubierto con éxito, y a las páginas de los periódicos me remito.
Después, vino la asunción de un protagonismo en el Gobierno que trascendía con mucho de sus responsabilidades específicas al frente de Fomento, hasta el extremo de que se haya llegado a hablar de auténtico portavoz real del Ejecutivo.
La preocupante situación económica y el giro de Zapatero a la hora de buscar el consenso con el resto de las fuerzas políticas ha servido para darle otra oportunidad. La comisión con la que el presidente se ha cubierto para buscar apoyos a su delicada situación ha dado entrada, junto a Elena Salgado y Miguel Sebastián, a José Blanco como tercera pata del taburete, saltándose a la vicepresidenta De La Vega o al titulas de Trabajo, Celestino Corbacho, aparentemente más adecuados para el objetivo de un gran pacto nacional contra la crisis.
En paralelo, Blanco, tras asumir que su departamento se lleve la peor parte del recorte presupuestario para eliminar déficit, es el primer ministro que ha anunciado medidas concretas inmediatas para recortar cargos tanto en su departamento como en las empresas públicas que dependen de su responsabilidad.
En fin, una verdadera transmutación de Hyde a Jeckyll que le han llevado a convertirse en el verdadero hombre fuerte del Gobierno, dentro y fuera del mismo, y a que su compañero Corbacho dijera ayer, en una especie de justificación de que el antiguo 'Pepiño' le haya arrebatada una plaza que parecía pensada para él esa forma de 'gobierno de salvación' que Zapatero busca desesperadamente, que "Blanco es el futuro". ¿Será sólo una frase amistosa o, como ya se empieza a especular, se tratará de una premonición que se está adelantando insospechadamente a un hasta ahora no barajado relevo?
miércoles, 17 de febrero de 2010
En el limbo
Entre el cielo y la tierra, en el aire, en la nada. Esta especie de limbo -la palabra siempre me recuerda a los tiempos en que una rígida educación religiosa nos remitía con esta palabra a una especie de vacío, sin adornos ni límites, un lugar de transición que no ofrecía las bondades del cielo ni los sufrimientos del infierno, nada. este es el espacio vital de Ryan Bingham, el personaje principal de una de las películas que este año optan con unas cuantas e importantes candidaturas a los Oscar del próximo 7 de marzo.
"Up in the air", en cierto modo, nos recuerda bastante, incluso argumentalmente, a otra obra anterior del mismos realizador, Jason Reitman,. Me refiero a "Gracias por fumar". En ambos filmes, sus protagonistas principales son máquinas perfectas en sus respectivos trabajos, en los dos casos desalmados que se han curtido hasta ser los mejores en la demoledora tarea de ser los emisarios del desastre de miles de personas, aunque puedan ejecutar su tarea con la cara más amable y sin un atisbo de sentimientos. Sus 'víctimas' son números que hay que ir cuadrando en las cuentas de las grandes empresas, ya sean las multinacionales del tábaco o las grandes corporaciones industriales o informáticas que aprovechan la crisis para deshacerse de todo el personal posible.
Hay también un paralelismo entre sus historias, la evolución de unos sentimientos que afloran involuntariamente en los férreos programas que los hacen ser los 'demolition man' que los responsables de aquéllas necesitan para hacerles el trabajo sucio. Ambos son capaces de poner todo su encanto al servicio del cinismo como rasgo de eficiente profesionalidad. Sin embargo, el personaje de Aaron Eckhard, con todas esas condiciones, apuntaba rasgos de humanidad que en el de Clooney ni siquiera se atisban hasta la última parte de la película. Todos sabemos que detrás de la sonrisa cautivadora de Bingham tiene que haber un ser humano, pero ni sus acciones ni sus palabras -su filosofía, diría- lo demuestran en momento alguno.
Reitman se esmera en ofrecernos un retrato casi perfecto de ese 'modelo' único de hombre capaz de no comprometerse con nada ni con nadie. Su 'teoría de la mochila' que vamos llenando -con objetos más pequeños; luego, más grandes; a continuación, con las personas, y luego, con las obligaciones- hacen que una vida sin ataduras familiares o amorosas, sin lugar propio -cuando le preguntan de dónde es se ubica en el avión en el que viaja: "de aquí"-, con el viento de la vida a su favor, dispuesto siempre a tomar lo que se pone a su alcance -casi todo- hacen -digo- que esa 'filosofía de la vida de triunfador sin cargas' se nos antoje como un ideal, ese algo que todos quisimos ser, lo que quisimos hacer, pero el tiempo ha impedido lastrándonos con aquellos 'contenidos' de la citada mochila.
El contraste con su entorno, el laboral, el familiar y el ocasional, hacen de Bingham un personaje único, un prototipo de laboratorio de la perfección hedonista capaz de desbaratar todos los argumentos de humanidad con los que sus interlocutores le atacan. Pero, por muchas corazas con que la vida te haya ido protegiendo, finalmente nadie puede estar solo y la novata Natalie, que trata de mostrarse como una nueva edición tecnificada de Bingham; la familia de éste y los problemas de la boda de su hermana, los cambios laborales que amenazan con desbaratar todos los esquemas sobre los que se basa su unicidad, su condición de 'número uno'; todos ellos van minando el territorio del 'tiburón del despido' y hacen que empiece a apuntar la duda, aunque siempre bien guardada en los más profundo de su ser y jamás exteriorizada.
Es, sin embargo, la aparición en su vida de un clon femenino, Alex Goran (bien dibujada por Vera farmiga) el que va a poner la carga de profundidad en su sólido edificio asentimental. Alex es perfecta, es como él; la relación que establecen, aunque esporádica, viene a complementar si cabe la 'perfección' de su estatus. Pero hasta la más sólida estructura tiene un punto débil y éste se hace patente cuando, a medida que su interés por su compañera crece, descubre que no es esa otra cara de la moneda de sí mismo, que combina la imagen de seguridad e imperturbable ausencia de sensibilidad con una doble vida oculta que incluye un marido e hijos. Es como Bingham, pero, al contrario que él, ha preferido contratar un 'seguro de vida' porque sabe que las cosas no van a ser siempre iguales y que el tiempo trabaja en contra de ese espíritu de robot que practican día a día. Es entonces cuando el personaje de Clooney se da cuenta de que ha apurado hasta la última gota del egoismo en un objetivo que, una vez conseguido, le sitúan en ese limbo que mencionaba antes, ese espacio indefinido, borroso y, sobre todo, solitario.
La imagen final de "Un in the air" sitúa a Bingham solo en uno de esos aeropuertos que han sido y prometen seguir siendo su despacho, su apartamento, su propia vida, con un gran panel con cientos de vuelos, compañías aéreas, horarios,...
En suma, estamos ante una película deslumbrante, aunque en sus postrimerías haga algunas concesiones al sentimentalismo, completa en su diseño de personajes -especialmente el principal-, capaz de llevarnos sin casi darnos cuenta a una profunda reflexión sobre lo efimero de nuestras vidas. Y lo hace, aunque pueda parecer lo contrario, sin una opción ganadora y otra perdedora. Bingham/Clooney está sólo, pero siempre lo ha estado, y acaba de cerrar un paréntesis en su trayectoria para volver a ser el de siempre, el triunfador. Todos sabemos que queda la soledad futura, pero -dirán algunos- "que le quiten lo bailao, y lo que le queda por bailar". En todo caso y volviendo a los referentes religiosos, como hacía al principio, siempre queda el arrepentimiento final para alcanzar la vida eterna. Es una muestra de cinismo, pero, a fin de cuentas, esa es una de las principales herramientas de su trabajo.
"Up in the air", en cierto modo, nos recuerda bastante, incluso argumentalmente, a otra obra anterior del mismos realizador, Jason Reitman,. Me refiero a "Gracias por fumar". En ambos filmes, sus protagonistas principales son máquinas perfectas en sus respectivos trabajos, en los dos casos desalmados que se han curtido hasta ser los mejores en la demoledora tarea de ser los emisarios del desastre de miles de personas, aunque puedan ejecutar su tarea con la cara más amable y sin un atisbo de sentimientos. Sus 'víctimas' son números que hay que ir cuadrando en las cuentas de las grandes empresas, ya sean las multinacionales del tábaco o las grandes corporaciones industriales o informáticas que aprovechan la crisis para deshacerse de todo el personal posible.
Hay también un paralelismo entre sus historias, la evolución de unos sentimientos que afloran involuntariamente en los férreos programas que los hacen ser los 'demolition man' que los responsables de aquéllas necesitan para hacerles el trabajo sucio. Ambos son capaces de poner todo su encanto al servicio del cinismo como rasgo de eficiente profesionalidad. Sin embargo, el personaje de Aaron Eckhard, con todas esas condiciones, apuntaba rasgos de humanidad que en el de Clooney ni siquiera se atisban hasta la última parte de la película. Todos sabemos que detrás de la sonrisa cautivadora de Bingham tiene que haber un ser humano, pero ni sus acciones ni sus palabras -su filosofía, diría- lo demuestran en momento alguno.
Reitman se esmera en ofrecernos un retrato casi perfecto de ese 'modelo' único de hombre capaz de no comprometerse con nada ni con nadie. Su 'teoría de la mochila' que vamos llenando -con objetos más pequeños; luego, más grandes; a continuación, con las personas, y luego, con las obligaciones- hacen que una vida sin ataduras familiares o amorosas, sin lugar propio -cuando le preguntan de dónde es se ubica en el avión en el que viaja: "de aquí"-, con el viento de la vida a su favor, dispuesto siempre a tomar lo que se pone a su alcance -casi todo- hacen -digo- que esa 'filosofía de la vida de triunfador sin cargas' se nos antoje como un ideal, ese algo que todos quisimos ser, lo que quisimos hacer, pero el tiempo ha impedido lastrándonos con aquellos 'contenidos' de la citada mochila.
El contraste con su entorno, el laboral, el familiar y el ocasional, hacen de Bingham un personaje único, un prototipo de laboratorio de la perfección hedonista capaz de desbaratar todos los argumentos de humanidad con los que sus interlocutores le atacan. Pero, por muchas corazas con que la vida te haya ido protegiendo, finalmente nadie puede estar solo y la novata Natalie, que trata de mostrarse como una nueva edición tecnificada de Bingham; la familia de éste y los problemas de la boda de su hermana, los cambios laborales que amenazan con desbaratar todos los esquemas sobre los que se basa su unicidad, su condición de 'número uno'; todos ellos van minando el territorio del 'tiburón del despido' y hacen que empiece a apuntar la duda, aunque siempre bien guardada en los más profundo de su ser y jamás exteriorizada.
Es, sin embargo, la aparición en su vida de un clon femenino, Alex Goran (bien dibujada por Vera farmiga) el que va a poner la carga de profundidad en su sólido edificio asentimental. Alex es perfecta, es como él; la relación que establecen, aunque esporádica, viene a complementar si cabe la 'perfección' de su estatus. Pero hasta la más sólida estructura tiene un punto débil y éste se hace patente cuando, a medida que su interés por su compañera crece, descubre que no es esa otra cara de la moneda de sí mismo, que combina la imagen de seguridad e imperturbable ausencia de sensibilidad con una doble vida oculta que incluye un marido e hijos. Es como Bingham, pero, al contrario que él, ha preferido contratar un 'seguro de vida' porque sabe que las cosas no van a ser siempre iguales y que el tiempo trabaja en contra de ese espíritu de robot que practican día a día. Es entonces cuando el personaje de Clooney se da cuenta de que ha apurado hasta la última gota del egoismo en un objetivo que, una vez conseguido, le sitúan en ese limbo que mencionaba antes, ese espacio indefinido, borroso y, sobre todo, solitario.
La imagen final de "Un in the air" sitúa a Bingham solo en uno de esos aeropuertos que han sido y prometen seguir siendo su despacho, su apartamento, su propia vida, con un gran panel con cientos de vuelos, compañías aéreas, horarios,...
En suma, estamos ante una película deslumbrante, aunque en sus postrimerías haga algunas concesiones al sentimentalismo, completa en su diseño de personajes -especialmente el principal-, capaz de llevarnos sin casi darnos cuenta a una profunda reflexión sobre lo efimero de nuestras vidas. Y lo hace, aunque pueda parecer lo contrario, sin una opción ganadora y otra perdedora. Bingham/Clooney está sólo, pero siempre lo ha estado, y acaba de cerrar un paréntesis en su trayectoria para volver a ser el de siempre, el triunfador. Todos sabemos que queda la soledad futura, pero -dirán algunos- "que le quiten lo bailao, y lo que le queda por bailar". En todo caso y volviendo a los referentes religiosos, como hacía al principio, siempre queda el arrepentimiento final para alcanzar la vida eterna. Es una muestra de cinismo, pero, a fin de cuentas, esa es una de las principales herramientas de su trabajo.
martes, 16 de febrero de 2010
Empieza la temporada de caza
Ya lo advertía en el comentario de hace un par de días: que se vaya afianzando el convencimiento de que Francisco Álvarez-cascos será el candidato del PP a la Presidencia del Principado será el detonante para que sus adversarios del PSOE inicien su campaña de acoso y derribo, conscientes de que un contrincante como el ex vicepresidente les va a exigir todos los esfuerzos y más para no ver en peligro su casi hegemónico -la legislatura de Marqués fue un a etapa atípica- control gubernamental en esta comunidad. Por se prudente en la terminología no diré -como ya figura por ahí en blogs y comentarios varios- que le tienen miedo, pero lo cierto es que, bravatas oficiales aparte, saben perfectamente que es el enemigo que jamás hubieran elegido para esta batalla y, para muchos, el único con posibilidades de mandarles para casa.
Cascos ha desechado estos últimos días cualquier manifestación que pudiera dar algún indicio concreto de que su decisión de volver está tomada. Pero esta lógica actitud no es suficiente para que la bola de nieve vaya creciendo y las adhesiones más o menos sinceras en el PP también aparezcan un día sí y otro también. Por mucho que las maquinarias de los partidos se empeñen en imponer sus tiempos -para después del verano- el escenario de 2011 ya está sobre la mesa y, aunque en política cada día pueden cambiar muchas cosas, Cascos y Javier Fernández se verán las caras en las urnas en la fecha indicada.
Decía que, pese a los deseos de algunos, el debate ya está abierto y, aunque no tengamos la confirmación oficial hasta dentro de unos meses, a estas alturas los socialistas ya trabajan con Cascos como rival. Y con ese panorama se ha abierto la espita para buscar -y hay mucho tiempo por delante- toda clase de recursos para desacreditarle. Seguramente vamos a ver y oir de todo; el carácter del político popular, su estilo de gestionar la política, también ayuda en cierta manera a quienes buscan el flanco frágil del rival.
El primer paso lo ha dado el vicepresidente tercero del Gobierno en su visita de hoy a Asturias. Manuel Chaves ha dicho que con Cascos "el PP vuelve a su pasado más radical y extremista". La frase, lo que representa, viene a dar una idea de por donde van a ir los tiros mientras el tiempo avanza y se concretan las estrategias. No hay que olvidar que el ex vicepresidente fue un "doberman" en los vídeos propagandísticos del PSOE en tiempos pretéritos. Ahora, tras las palabras de Chaves vendrán un aluvión de seguidores que añadirán calificativos descalificadores para alimentar la hoguera.
Lo más curioso es que el propio político andaluz haya afirmado también ayer en Avilés que la posible elección de Cascos como candidato para el Principado demuestra la ausencia de renovación, la nostalgia del pasado y la ausencia de caras nuevas, como señas de identidad de los populares. Y es curioso que lo diga precisamente él, que lleva más años que nadie en la política y Zapatero acaba de sacarle de Andalucía de nuevo para ocupar una de las vicepresidencias de su Gobierno. Item, añadiría que el señor Chaves ha dejado su tierra y para relevarle ha escogido a otro veterano político, Griñán, que le ha sustituido en la Presidencia de la Junta de Andalucía y pronto lo hará al frente del PSOE andaluz. Seamos serios, no se puede venir a Asturias y descalificar a Cascos cuando las "caras nuevas" y la "renovación" no se ven por ninguna parte en tu feudo. Y por si alguno es demasiado joven o le falla la memoria, habrá que recordar que josé Antonio Guiñán ya era ministro de Felipe González cuando Francisco Álvarez-Cascos era solamente concejal del Ayuntamiento de Gijón. ¿Cuál es la renovación?
En fin, que la convicción de que Cascos ya ha dado el paso adelante para volver a la política ha abierto en el PSOE la temporada de caza y sus responsables empiezan pronto a repartir el armamento para participar en la cacería.
Cascos ha desechado estos últimos días cualquier manifestación que pudiera dar algún indicio concreto de que su decisión de volver está tomada. Pero esta lógica actitud no es suficiente para que la bola de nieve vaya creciendo y las adhesiones más o menos sinceras en el PP también aparezcan un día sí y otro también. Por mucho que las maquinarias de los partidos se empeñen en imponer sus tiempos -para después del verano- el escenario de 2011 ya está sobre la mesa y, aunque en política cada día pueden cambiar muchas cosas, Cascos y Javier Fernández se verán las caras en las urnas en la fecha indicada.
Decía que, pese a los deseos de algunos, el debate ya está abierto y, aunque no tengamos la confirmación oficial hasta dentro de unos meses, a estas alturas los socialistas ya trabajan con Cascos como rival. Y con ese panorama se ha abierto la espita para buscar -y hay mucho tiempo por delante- toda clase de recursos para desacreditarle. Seguramente vamos a ver y oir de todo; el carácter del político popular, su estilo de gestionar la política, también ayuda en cierta manera a quienes buscan el flanco frágil del rival.
El primer paso lo ha dado el vicepresidente tercero del Gobierno en su visita de hoy a Asturias. Manuel Chaves ha dicho que con Cascos "el PP vuelve a su pasado más radical y extremista". La frase, lo que representa, viene a dar una idea de por donde van a ir los tiros mientras el tiempo avanza y se concretan las estrategias. No hay que olvidar que el ex vicepresidente fue un "doberman" en los vídeos propagandísticos del PSOE en tiempos pretéritos. Ahora, tras las palabras de Chaves vendrán un aluvión de seguidores que añadirán calificativos descalificadores para alimentar la hoguera.
Lo más curioso es que el propio político andaluz haya afirmado también ayer en Avilés que la posible elección de Cascos como candidato para el Principado demuestra la ausencia de renovación, la nostalgia del pasado y la ausencia de caras nuevas, como señas de identidad de los populares. Y es curioso que lo diga precisamente él, que lleva más años que nadie en la política y Zapatero acaba de sacarle de Andalucía de nuevo para ocupar una de las vicepresidencias de su Gobierno. Item, añadiría que el señor Chaves ha dejado su tierra y para relevarle ha escogido a otro veterano político, Griñán, que le ha sustituido en la Presidencia de la Junta de Andalucía y pronto lo hará al frente del PSOE andaluz. Seamos serios, no se puede venir a Asturias y descalificar a Cascos cuando las "caras nuevas" y la "renovación" no se ven por ninguna parte en tu feudo. Y por si alguno es demasiado joven o le falla la memoria, habrá que recordar que josé Antonio Guiñán ya era ministro de Felipe González cuando Francisco Álvarez-Cascos era solamente concejal del Ayuntamiento de Gijón. ¿Cuál es la renovación?
En fin, que la convicción de que Cascos ya ha dado el paso adelante para volver a la política ha abierto en el PSOE la temporada de caza y sus responsables empiezan pronto a repartir el armamento para participar en la cacería.
domingo, 14 de febrero de 2010
Cascos ya ha deshojado la margarita
Francisco Álvarez-Cascos será, con toda probabilidad, el candidato del Partido Popular a la Presidencia del Principado de Asturias. Mucho se tendrían que torcer las cosas para que el ansiado regreso del veterano político gijonés no se convierta en más o menos oficial dentro de unos meses -eso sí, de unos cuantos, más de los que muchos de sus seguidores desearían, que quieren tenerlo claro desde ya-.
Los que son habituales seguidores de esta modesta tribuna saben perfectamente que la afirmación que hago más arriba representa un giro en los argumentos en contra del regreso de Cascos a "su casa" que he venido esgrimiendo (el rechazo, en definitiva, o el miedo -quizá sería más preciso- de quienes tienen la sartén por el mango en la organización regional del partido). Pero también me reconocerán que esos recelos siempre terminaban con un contrapeso incuestionable: "si él quiere no habrá problemas, ni aquí ni en Madrid".
Pues bien, ahora resulta que estoy en condiciones de aseverar, con muy pequeño margen de error, que el ex vicepresidente del Gobierno ha terminado de deshojar la margarita y tiene decidido dar el paso adelante. Con esta premisa, y a pesar de los disgustos que va a provocar en más de un dirigente, no creo que haya nadie dispuesto a plantarle cara y llenar de obstáculos el camino de regreso.
Pero -y voy a insistir una vez más- la decisión es del propio Cascos, quien, si la memoria no me falla, solamente en una ocasión admitió la vuelta al primer plano de la política si las situaciones de deterioro especial tanto nacional como regional daban motivo para una marcha atrás en la vieja decisión de no regresar a la alta política institucional bajo ningún concepto. Desde luego, el panorama podría justificar plenamente la decisión, aunque es más que probable que una decisión como la que al parecer ha tomado responda a un grupo más complejo de argumentos.
Lo que sí es seguro es que Cascos no vuelve porque sus incondicionales se lo estén pidiendo en público y en privado, por el ruego de un par de diputados regionales, algunas juntas locales o un alcalde, ni siquiera porque cada vez que visita su tierra hasta los taxistas -porque a este político sí que lo conocen todos- le piden que regrese para que algo cambie y para que desenrede la madeja en que se ha convertido el conjunto de la política regional. Tampoco influye en su decisión que algunos dirigentes regionales, que por detrás no ocultan el temor por su futuro, hayan cambiado de discurso y, aunque con una calculada ambigüedad, alaben las condiciones políticas para cualquier empresa del ex ministro de Fomento. Ni, por supuesto, tiene nada que ver en el asunto el que quien verdaderamente manda en el PP asturiano, el alcalde ovetense, Gabino de Lorenzo, se haya explayado este fin de semana dando la impresión de que puede capitanear desde Asturias la 'operación Cascos'.
La única verdad es que el propio Cascos ha despejado las incógnitas de sus 'ecuaciones diferenciales' y se ha decidido a dar el salto. Naturalmente, con el beneplácito de la dirección nacional y del personal de su líder, Mariano Rajoy. Alguna vez me he referido a la falta de química entre ambos y a una posible preferencia del político gallego de que Cascos siga en la vida privada, con alguna que otra intervención puntual en algunos momentos en asuntos propios del ejercicio de la 'cosa pública'. Sin embargo, la política es 'per se' cambiante y lo que antes eran una relaciones marcadas sólo por la educación y una pasada relación en el mismo equipo de gobierno, ahora se han transformado y, sin necesidad de que por ello tengan que haberse hecho amigos, el líder popular ha dado su visto bueno incondicional a Cascos.
Bueno, incondicional no sería exacto. Porque no hay que olvidar que el ex ministro ha dicho en alguna ocasión, en privado, que para volver al principado tenían que "barrerle" la casa, y eso no es posible.
Cascos volvería a Asturias para ser cartel autonómico a la Presidencia del Principado con una organización de partido y unos líderes locales que tienen el control de sus respectivas parcelas en plena vigencia avalados por congresos democráticos. Y eso es algo que no puede cambiar ni él, ni Rajoy, ni nadie, salvo a través de una "revolución" que nadie quiere y que mermaría sustancialmente las posibilidades de victoria que sus compañeros le da como seguras en Asturias. Digamos que Cascos, pese a su carácter, también tendrá que dejar algunas plumas en la pelea y dejar a un lado sus enfrentamientos personales, especialmente con la presidenta gijonesa, Pilar Fernández Pardo, o , más que con el propio Ovidio Sánchez, con la guardia de corps de la que se ha rodeado el presidente regional. A cambio, todos sus adversarios internos no le van a recibir con "abrazos", como hipócritamente aseguraba De Lorenzo este fin de semana. Se podría decir que el escenario pergeñado es un pacto de no agresión que pasaría por el esfuerzo común -con más o menos entusiasmo- para ganar el Gobierno asturiano, mientras que el candidato se concentraría específicamente en ese objetivo con manos libres para dirigir la campaña y elegir a sus más directos colaboradores - incluido el hipotético Ejecutivo, de ganar los comicios, dejando el partdio "tal y como está", al menos por ahora. La posibilidad de entrar en el PP asturiano como elefante en cacharrería romparía ese escenario común.
Hay un aspecto importante que no me resisto a comentar. Decía al principio que la oficialización de la candidatura de cascos se va a retrasar, probablemente más que en otras ocasiones. ¿Por qué? En parte lo acabo de decir; cuanto más tarde en aterrizar menor riesgo hay de que salten chispas y los planes nacionales se pongan en peligro. Por otra parte, al contrario que otros, el PP no tiene que "vender" a Cascos; es conocido de todos, para lo bueno y para lo malo. Empezar a ejercer de candidato muy pronto, por otra parte, significaría que sus adversarios de otros partidos centrarían todos sus esfuerzos y tendrían más tiempo en el objetivo claro de desgastar la figura de su oponente.
Quiere esto decir que, por muchas declaraciones que se hagan, por mucho que se suspireo se maldiga, que nadie espere que Cascos aparezca como candidato hasta desdentro de bastante tiempo. Que escriba algún artículo puntual sobre temas regionales, que se reúna a comer o cenar con tales o cuales compañeros podrá ser siempre interpretado en clave de futuro, pero no van por ahí los tiros. Seguro que cuando se pregunte a unos u otros por el tema -y se seguirá haciendo- las respuestas se mantendrán en una calculada ambigüedad y sin dar pábulo a hacer oficial que Cascos disputará a Javier Fernández la Presidencia del Principado el año próximo.
Los que son habituales seguidores de esta modesta tribuna saben perfectamente que la afirmación que hago más arriba representa un giro en los argumentos en contra del regreso de Cascos a "su casa" que he venido esgrimiendo (el rechazo, en definitiva, o el miedo -quizá sería más preciso- de quienes tienen la sartén por el mango en la organización regional del partido). Pero también me reconocerán que esos recelos siempre terminaban con un contrapeso incuestionable: "si él quiere no habrá problemas, ni aquí ni en Madrid".
Pues bien, ahora resulta que estoy en condiciones de aseverar, con muy pequeño margen de error, que el ex vicepresidente del Gobierno ha terminado de deshojar la margarita y tiene decidido dar el paso adelante. Con esta premisa, y a pesar de los disgustos que va a provocar en más de un dirigente, no creo que haya nadie dispuesto a plantarle cara y llenar de obstáculos el camino de regreso.
Pero -y voy a insistir una vez más- la decisión es del propio Cascos, quien, si la memoria no me falla, solamente en una ocasión admitió la vuelta al primer plano de la política si las situaciones de deterioro especial tanto nacional como regional daban motivo para una marcha atrás en la vieja decisión de no regresar a la alta política institucional bajo ningún concepto. Desde luego, el panorama podría justificar plenamente la decisión, aunque es más que probable que una decisión como la que al parecer ha tomado responda a un grupo más complejo de argumentos.
Lo que sí es seguro es que Cascos no vuelve porque sus incondicionales se lo estén pidiendo en público y en privado, por el ruego de un par de diputados regionales, algunas juntas locales o un alcalde, ni siquiera porque cada vez que visita su tierra hasta los taxistas -porque a este político sí que lo conocen todos- le piden que regrese para que algo cambie y para que desenrede la madeja en que se ha convertido el conjunto de la política regional. Tampoco influye en su decisión que algunos dirigentes regionales, que por detrás no ocultan el temor por su futuro, hayan cambiado de discurso y, aunque con una calculada ambigüedad, alaben las condiciones políticas para cualquier empresa del ex ministro de Fomento. Ni, por supuesto, tiene nada que ver en el asunto el que quien verdaderamente manda en el PP asturiano, el alcalde ovetense, Gabino de Lorenzo, se haya explayado este fin de semana dando la impresión de que puede capitanear desde Asturias la 'operación Cascos'.
La única verdad es que el propio Cascos ha despejado las incógnitas de sus 'ecuaciones diferenciales' y se ha decidido a dar el salto. Naturalmente, con el beneplácito de la dirección nacional y del personal de su líder, Mariano Rajoy. Alguna vez me he referido a la falta de química entre ambos y a una posible preferencia del político gallego de que Cascos siga en la vida privada, con alguna que otra intervención puntual en algunos momentos en asuntos propios del ejercicio de la 'cosa pública'. Sin embargo, la política es 'per se' cambiante y lo que antes eran una relaciones marcadas sólo por la educación y una pasada relación en el mismo equipo de gobierno, ahora se han transformado y, sin necesidad de que por ello tengan que haberse hecho amigos, el líder popular ha dado su visto bueno incondicional a Cascos.
Bueno, incondicional no sería exacto. Porque no hay que olvidar que el ex ministro ha dicho en alguna ocasión, en privado, que para volver al principado tenían que "barrerle" la casa, y eso no es posible.
Cascos volvería a Asturias para ser cartel autonómico a la Presidencia del Principado con una organización de partido y unos líderes locales que tienen el control de sus respectivas parcelas en plena vigencia avalados por congresos democráticos. Y eso es algo que no puede cambiar ni él, ni Rajoy, ni nadie, salvo a través de una "revolución" que nadie quiere y que mermaría sustancialmente las posibilidades de victoria que sus compañeros le da como seguras en Asturias. Digamos que Cascos, pese a su carácter, también tendrá que dejar algunas plumas en la pelea y dejar a un lado sus enfrentamientos personales, especialmente con la presidenta gijonesa, Pilar Fernández Pardo, o , más que con el propio Ovidio Sánchez, con la guardia de corps de la que se ha rodeado el presidente regional. A cambio, todos sus adversarios internos no le van a recibir con "abrazos", como hipócritamente aseguraba De Lorenzo este fin de semana. Se podría decir que el escenario pergeñado es un pacto de no agresión que pasaría por el esfuerzo común -con más o menos entusiasmo- para ganar el Gobierno asturiano, mientras que el candidato se concentraría específicamente en ese objetivo con manos libres para dirigir la campaña y elegir a sus más directos colaboradores - incluido el hipotético Ejecutivo, de ganar los comicios, dejando el partdio "tal y como está", al menos por ahora. La posibilidad de entrar en el PP asturiano como elefante en cacharrería romparía ese escenario común.
Hay un aspecto importante que no me resisto a comentar. Decía al principio que la oficialización de la candidatura de cascos se va a retrasar, probablemente más que en otras ocasiones. ¿Por qué? En parte lo acabo de decir; cuanto más tarde en aterrizar menor riesgo hay de que salten chispas y los planes nacionales se pongan en peligro. Por otra parte, al contrario que otros, el PP no tiene que "vender" a Cascos; es conocido de todos, para lo bueno y para lo malo. Empezar a ejercer de candidato muy pronto, por otra parte, significaría que sus adversarios de otros partidos centrarían todos sus esfuerzos y tendrían más tiempo en el objetivo claro de desgastar la figura de su oponente.
Quiere esto decir que, por muchas declaraciones que se hagan, por mucho que se suspireo se maldiga, que nadie espere que Cascos aparezca como candidato hasta desdentro de bastante tiempo. Que escriba algún artículo puntual sobre temas regionales, que se reúna a comer o cenar con tales o cuales compañeros podrá ser siempre interpretado en clave de futuro, pero no van por ahí los tiros. Seguro que cuando se pregunte a unos u otros por el tema -y se seguirá haciendo- las respuestas se mantendrán en una calculada ambigüedad y sin dar pábulo a hacer oficial que Cascos disputará a Javier Fernández la Presidencia del Principado el año próximo.
jueves, 11 de febrero de 2010
La calculada ambigüedad de Gabino
En la ya inevitable polémica sobre una hipotética vuelta de Francisco Álvarez-Cascos a la política habían hablado hasta ahora muchos de sus correligionarios en la región, pero casi todos con un peso específico relativo, cuando no nulo a la hora de la verdad. La reciente declaración del alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, a preguntas de los periodistas, ha abierto una nueva vía para seguir conjugando pros y contras, y en este caso de relevancia por tratarse quien se manifiesta de uno de los pocos que realmente, fuera de lo que pase por Génova, sigue teniendo mucho que decir cuando llegue la hora de decidir sobre la candidatura autonómica para 2011.
Son muchos los que han interpretado el par de escuetas frases del regidor ovetense como un espaldarazo claro a la vuelta de Cascos. Otros, por el contrario, conociendo su estilo y su calculada ambigüedad a la hora de pronunciarse sobre temas espinosos -para las guerras locales ya es más directo y no tiene pelos en la lengua-, preferimos quedarnos en la literalidad de sus palabras que no fueron otras que "La trayectoria política de Cascos sobrepasa a Asturias". Ese 'sobrepasa' ¿implica que es el candidato que él quiere o que debe irse más allá de la frontera asturiana, a la política nacional si el PP sigue mejorando sus expectativas para las generales de 2012? Si a ello se une que De Lorenzo aprovecha el mismo marco para recordar que el presidente asturiano es Ovidio Sánchez y que él decide los tiempos -obvio, por otra parte, pero innecesario de sacar a cuento- y que, a renglón seguido, el propio Sánchez, que se había negado a hablar del tema y que atrubuyó a "chismes" los comentarios sobre la candidatura de Cascos, rompe su propia norma y repite los mismos argumentos que De Lorenzo y dice que al ex presidente del Gobierno "Asturias podría quedársele pequeña", ¿qué hay que pensar?
Ni a uno ni a otro le interesa que Cascos vuelva, aunque elogiarle no cuesta nada. Lo que ocurre, como está sucediendo en la FSA, es que el debate sobre las cabeceras electorales está abierto, por mucho que les pese a los respectivos dirigentes. Las preguntas son obligadas y el silencio absoluto no es políticamente rentable y abre aún más el campo de las especulaciones. Por ello, se dice lo que se dice y muchos prefieren quedarse en la lectura simple y pensar que aquí algo está empezando a cambiar. Nada más lejos de la realidad. En Asturias los apoyos de Cascos son los de sus propios fieles, hoy apartados de cualquier responsabilidad relevante y los de amplios sectores de las bases del partido y de la ciudadanía, pero estos deciden sobre propuestas ya cerrradas en otros ámbitos superiores.
En el PP asturiano hay desde hace tiempo una inercia que implica un reparto de papeles y poderes que todo un 'aparato' se encarga de conservar y de que nada cambie para poder seguir viviendo de la política, algo que la presencia de Cascos amenaza con destruir como un castillo de naipes. Ahora el debate está ahí y no se puede parar. Decir lo justo y calcular cada palabra es cosa de estos profesionales y Gabino es el maestro en esta región.
Él y Ovidio Sánchez sitúan al ex ministro de Fomento muy por encima de 'la pequeña Asturias' e incluso hacen un paralelismo futbolístico con Messi o Kaká, cuya militancia en el Oviedo es impensable, aunque el equipo para sí los quisiera. En fin, que no tienen inconveniente en llamar "galáctico" a su veterano 'compañero' con lo que le sitúan en la Liga de las Estrellas, es decir en Madrid. Las categorías inferiores es mejor que se las dejen a ellos.
Son muchos los que han interpretado el par de escuetas frases del regidor ovetense como un espaldarazo claro a la vuelta de Cascos. Otros, por el contrario, conociendo su estilo y su calculada ambigüedad a la hora de pronunciarse sobre temas espinosos -para las guerras locales ya es más directo y no tiene pelos en la lengua-, preferimos quedarnos en la literalidad de sus palabras que no fueron otras que "La trayectoria política de Cascos sobrepasa a Asturias". Ese 'sobrepasa' ¿implica que es el candidato que él quiere o que debe irse más allá de la frontera asturiana, a la política nacional si el PP sigue mejorando sus expectativas para las generales de 2012? Si a ello se une que De Lorenzo aprovecha el mismo marco para recordar que el presidente asturiano es Ovidio Sánchez y que él decide los tiempos -obvio, por otra parte, pero innecesario de sacar a cuento- y que, a renglón seguido, el propio Sánchez, que se había negado a hablar del tema y que atrubuyó a "chismes" los comentarios sobre la candidatura de Cascos, rompe su propia norma y repite los mismos argumentos que De Lorenzo y dice que al ex presidente del Gobierno "Asturias podría quedársele pequeña", ¿qué hay que pensar?
Ni a uno ni a otro le interesa que Cascos vuelva, aunque elogiarle no cuesta nada. Lo que ocurre, como está sucediendo en la FSA, es que el debate sobre las cabeceras electorales está abierto, por mucho que les pese a los respectivos dirigentes. Las preguntas son obligadas y el silencio absoluto no es políticamente rentable y abre aún más el campo de las especulaciones. Por ello, se dice lo que se dice y muchos prefieren quedarse en la lectura simple y pensar que aquí algo está empezando a cambiar. Nada más lejos de la realidad. En Asturias los apoyos de Cascos son los de sus propios fieles, hoy apartados de cualquier responsabilidad relevante y los de amplios sectores de las bases del partido y de la ciudadanía, pero estos deciden sobre propuestas ya cerrradas en otros ámbitos superiores.
En el PP asturiano hay desde hace tiempo una inercia que implica un reparto de papeles y poderes que todo un 'aparato' se encarga de conservar y de que nada cambie para poder seguir viviendo de la política, algo que la presencia de Cascos amenaza con destruir como un castillo de naipes. Ahora el debate está ahí y no se puede parar. Decir lo justo y calcular cada palabra es cosa de estos profesionales y Gabino es el maestro en esta región.
Él y Ovidio Sánchez sitúan al ex ministro de Fomento muy por encima de 'la pequeña Asturias' e incluso hacen un paralelismo futbolístico con Messi o Kaká, cuya militancia en el Oviedo es impensable, aunque el equipo para sí los quisiera. En fin, que no tienen inconveniente en llamar "galáctico" a su veterano 'compañero' con lo que le sitúan en la Liga de las Estrellas, es decir en Madrid. Las categorías inferiores es mejor que se las dejen a ellos.
sábado, 6 de febrero de 2010
Las espadas en alto
Una vez que parece que se va confirmando "lo que todos sabían", la decisión del PSOE y del propio interesado, Javier Fernández, de ser el candidato a la Presidencia del Principado el año próximo, las palabras y , sobre todo, las imágenes van cobrando un valor especial que hasta ahora no pasaba de la cotidianeidad. Por ejemplo, una fotografía publicada hoy en 'La Nueva España' es de esos documentos que dicen más que mil palabras, en este caso quizá de diez mil. La imagen muestra al secretario general de los socialistas asturianos sentado en su escaño de la Junta General en el pleno celebrado ayer charlando animadamente con un compañero, mientras en primer plano, cerca de él, se puede ver al presidente del Principado con cara de pocos amigos. Hasta aquí la lectura sería la normal en una organización donde han sonado las trompetas del cambio sin que haya un consenso entre los protagonistas del mismo.
Sin embargo, cualquier fotografía es estática y a veces el que la capta, con intención o sin ella, recoge un simple instante que, visto en papel, se presta a avanzar en la interpretación de ese malestar interno que se ha instalado en el seno de la FSA. En el caso que nos ocupa, la imagen crece cuando la actitud que nos muestra de Areces es de 'agresividad', como si estuviera diciendo 'voy a por tí' -a por Fernández, mientras que su compañera de Ejecutivo María José Ramos le sujeta por el brazo en lo que parece un 'déjalo ahora, no pierdas la cabeza'. Son cosas -como digo- de la fotografía. Quizá esa misma imagen integrada en un vídeo pasara desapercibida, quizá en su 'individualidad' no responda siquiera a esa 'recreación' que a este humilde comentarista su visión le ha suscitado. Pero se trata de una instantanea y en los tiempos que corren una imagen así a uno le permiten dejar correr la imaginación y hacer su interpretación de un guerra que, aunque anunciada, no ha hecho más que comenzar.
Sin embargo, cualquier fotografía es estática y a veces el que la capta, con intención o sin ella, recoge un simple instante que, visto en papel, se presta a avanzar en la interpretación de ese malestar interno que se ha instalado en el seno de la FSA. En el caso que nos ocupa, la imagen crece cuando la actitud que nos muestra de Areces es de 'agresividad', como si estuviera diciendo 'voy a por tí' -a por Fernández, mientras que su compañera de Ejecutivo María José Ramos le sujeta por el brazo en lo que parece un 'déjalo ahora, no pierdas la cabeza'. Son cosas -como digo- de la fotografía. Quizá esa misma imagen integrada en un vídeo pasara desapercibida, quizá en su 'individualidad' no responda siquiera a esa 'recreación' que a este humilde comentarista su visión le ha suscitado. Pero se trata de una instantanea y en los tiempos que corren una imagen así a uno le permiten dejar correr la imaginación y hacer su interpretación de un guerra que, aunque anunciada, no ha hecho más que comenzar.
jueves, 4 de febrero de 2010
'Josechu', un cuerpo por delante
Decía en uno de mis últimos comentarios que hay un fuerte rum-rum más o menos subterráneo en los partidos políticos en lo que a la preparación y engrase de candidaturas y programas para las municipales y autonómicas del año próximo. Hacia el exterior no se transmite otra cosa que silencios o alguna sonrisa cómplice, pero sólo hace falta tener ojos en la cara y ver quién se mueve, dónde y con qué compañía.
En el comentario al que hacía alusión me refería estos días a los movimientos que en el seno de los dos grandes partidos se prodigan para ir aclarando por donde va a ir la imagen que va a ocupar el cartel electoral en las autonómicas. Hoy quiero referirme a Gijón, porque se trata -creo- de uno de los escenarios más interesantes desde el punto de vista de las batallas internas para darle el necesario relevo a Paz Fernández Felgueroso, como apuesta para mantener un mandato más -y van...- la Alcaldía de la ciudad. Me estoy refiriendo, naturalmente, al PSOE; al PP lo dejaremos para otro día.
Se ha hablado de muchos nombres hasta este momento y todo hace pensar que aquí las cosas no van a ser tan fáciles como en otros escenarios. Como en tantos otros casos hay que separar los deseos de las realidades. Si por alguno fuera, la opción de Paz sería la mejor y más segura y no son uno ni dos los que estarían dispuestos a volver a 'sacrificarla' con la pretensión de asegurarse otra victoria. Pero eso está descartado y, aunque sigan haciéndole oir cantos de sirena la actual alcaldesa ya ha dicho el "hasta aquí hemos llegado". Ya en 2007 hubiera deseado retirarse y prácticamente fue obligada a resistir otros cuatro años. De nada vale decir que está en mejor forma que muchos jóvenes y que sigue teniendo empuje y visión para dirigir los destinos de Gijón. Ella ha dicho "¡basta¡" y esta vez va en serio.
Eliminada esa opción, prácticamente desde que entró en el Ayuntamiento de Gijón hace casi tres años y fue asumiendo cada vez responsabilidades más importantes, la apuesta más segura parecía la de Santiago Martínez Argüelles, un hombre al que le gusta la política institucional -que ya ha probado en otra etapa anterior- más que la universitaria, que abandonó siendo la mano derecha del anterior rector ovetense, Juan Vázquez. 'Vicepresidente' económico -con comillas- y de Cajastur -sin ellas-, miembro hiperactivo del grupo municipal, parece la figura apropiada para el relevo, aunque carece de imagen pública -pero ¿quienes la tienen como para ser cartel electoral?- para ponerlo 'en venta' a la ciudadanía.
Otra de las cartas de la baraja que siempre ha sonado es el del actual responsable de Urbanismo, Pedro Sanjurjo, uno de los eternos aspirantes a ser 'número uno'. Sin embargo, cuanto con poderosos enemigos dentro de la Agrupación del PSOE gijonés y dice que ya se le ha pasado el tiempo -no por edad, obviamente-. Su peso específico ha ido perdiendo peso y una muestra de ello es que en el pasado mandato fue portavoz del grupo municipal, cargo que cedió a José María Pérez.
Y a este nombre era precisamente al que quería llegar. Porque -voy a decirlo ya- en estos momentos creo que es la apuesta más sólida del 'aparato' de los socialistas gijoneses. 'Josechu', como generalmente se le conoce amistosamente, ha desarrollado una ininterrumpida carrera ascendente desde que está en la Corporación gijonesa, una carrera avalada por el trabajo muchas veces silencioso pero constante y la punta de lanza de la venta de Gijón hacie el exterior -y hacia el interior- especialmente en todos aquellos aspectos que tienen que ver con innovación, nuevas tecnologías, apuestas de futuro,... Si bien nunca ha estado entre las 'figuras' locales, su labor es reconocida mayoritariamente y no hace falta más que revisar los periódicos para ver su imagen casi siempre al lado de la alcaldesa. Es el que por edad y conocimientos puede resolverle a Paz Felgueroso aquellos aspectos más 'modernos' que se plantean. Yo diría -ahora que están de moda- que sería una especie de "avatar" de la veterana regidora.
Todo hace indicar que 'Josechu' ya es en estos momentos el pilar sobre la que están empezando a construir su plataforma electoral el 'aparato' que controla el secretario general, José Sariego, y el todopoderoso sector del Metal de la UGT, sin cuyo apoyo aquí no se levanta prácticamente nada. Se me olvidaba recordar que José María Pérez, en una entrevista publicada hace unos meses, no le hacía ascos -por no decir que se postulaba abiertamente- a ser el próximo alcalde de Gijón, si los ciudadanos le renuevan la confianza a su partido.
Puede haber más nombres, pero no creo que, finalmente, las cosas vayan más allá de este escenario. Y en el mismo me voy a permitir una apuesta -ya se sabe que éstas son, por su propia condición, un jugártela, pero cuando se formula es porque el que lo hace está convencido de acertar-. 'Josechu' tampoco da la imagen de líder, pero es mucho más conocido en la ciudad de lo que muchos piensan y tiene más papeletas que sus otros compañeros para ser el sustituto de Paz, lleva al menos "un cuerpo por delante". Su principal rival sería Martínez Argüelles, pero a éste se le manda a un escaño seguro en la Junta General y todos tan contentos porque, a fin de cuentas, cuando abandonó el equipo rectoral de la Universidad de Oviedo la política regional era su verdadero objetivo. Ahora podría lograrlo con facilidad, y en uno de los puestos de relumbrón, a buen seguro.
En cualquier caso, ya digo que se trata de una apuesta y cuando la haces unas veces se gana y otras se pierde. Yo la formulo confiado en una serie de elementos y conversaciones que, como a veces los astros, se conjuntan para apuntar en esa dirección. El tiempo lo dirá.
En el comentario al que hacía alusión me refería estos días a los movimientos que en el seno de los dos grandes partidos se prodigan para ir aclarando por donde va a ir la imagen que va a ocupar el cartel electoral en las autonómicas. Hoy quiero referirme a Gijón, porque se trata -creo- de uno de los escenarios más interesantes desde el punto de vista de las batallas internas para darle el necesario relevo a Paz Fernández Felgueroso, como apuesta para mantener un mandato más -y van...- la Alcaldía de la ciudad. Me estoy refiriendo, naturalmente, al PSOE; al PP lo dejaremos para otro día.
Se ha hablado de muchos nombres hasta este momento y todo hace pensar que aquí las cosas no van a ser tan fáciles como en otros escenarios. Como en tantos otros casos hay que separar los deseos de las realidades. Si por alguno fuera, la opción de Paz sería la mejor y más segura y no son uno ni dos los que estarían dispuestos a volver a 'sacrificarla' con la pretensión de asegurarse otra victoria. Pero eso está descartado y, aunque sigan haciéndole oir cantos de sirena la actual alcaldesa ya ha dicho el "hasta aquí hemos llegado". Ya en 2007 hubiera deseado retirarse y prácticamente fue obligada a resistir otros cuatro años. De nada vale decir que está en mejor forma que muchos jóvenes y que sigue teniendo empuje y visión para dirigir los destinos de Gijón. Ella ha dicho "¡basta¡" y esta vez va en serio.
Eliminada esa opción, prácticamente desde que entró en el Ayuntamiento de Gijón hace casi tres años y fue asumiendo cada vez responsabilidades más importantes, la apuesta más segura parecía la de Santiago Martínez Argüelles, un hombre al que le gusta la política institucional -que ya ha probado en otra etapa anterior- más que la universitaria, que abandonó siendo la mano derecha del anterior rector ovetense, Juan Vázquez. 'Vicepresidente' económico -con comillas- y de Cajastur -sin ellas-, miembro hiperactivo del grupo municipal, parece la figura apropiada para el relevo, aunque carece de imagen pública -pero ¿quienes la tienen como para ser cartel electoral?- para ponerlo 'en venta' a la ciudadanía.
Otra de las cartas de la baraja que siempre ha sonado es el del actual responsable de Urbanismo, Pedro Sanjurjo, uno de los eternos aspirantes a ser 'número uno'. Sin embargo, cuanto con poderosos enemigos dentro de la Agrupación del PSOE gijonés y dice que ya se le ha pasado el tiempo -no por edad, obviamente-. Su peso específico ha ido perdiendo peso y una muestra de ello es que en el pasado mandato fue portavoz del grupo municipal, cargo que cedió a José María Pérez.
Y a este nombre era precisamente al que quería llegar. Porque -voy a decirlo ya- en estos momentos creo que es la apuesta más sólida del 'aparato' de los socialistas gijoneses. 'Josechu', como generalmente se le conoce amistosamente, ha desarrollado una ininterrumpida carrera ascendente desde que está en la Corporación gijonesa, una carrera avalada por el trabajo muchas veces silencioso pero constante y la punta de lanza de la venta de Gijón hacie el exterior -y hacia el interior- especialmente en todos aquellos aspectos que tienen que ver con innovación, nuevas tecnologías, apuestas de futuro,... Si bien nunca ha estado entre las 'figuras' locales, su labor es reconocida mayoritariamente y no hace falta más que revisar los periódicos para ver su imagen casi siempre al lado de la alcaldesa. Es el que por edad y conocimientos puede resolverle a Paz Felgueroso aquellos aspectos más 'modernos' que se plantean. Yo diría -ahora que están de moda- que sería una especie de "avatar" de la veterana regidora.
Todo hace indicar que 'Josechu' ya es en estos momentos el pilar sobre la que están empezando a construir su plataforma electoral el 'aparato' que controla el secretario general, José Sariego, y el todopoderoso sector del Metal de la UGT, sin cuyo apoyo aquí no se levanta prácticamente nada. Se me olvidaba recordar que José María Pérez, en una entrevista publicada hace unos meses, no le hacía ascos -por no decir que se postulaba abiertamente- a ser el próximo alcalde de Gijón, si los ciudadanos le renuevan la confianza a su partido.
Puede haber más nombres, pero no creo que, finalmente, las cosas vayan más allá de este escenario. Y en el mismo me voy a permitir una apuesta -ya se sabe que éstas son, por su propia condición, un jugártela, pero cuando se formula es porque el que lo hace está convencido de acertar-. 'Josechu' tampoco da la imagen de líder, pero es mucho más conocido en la ciudad de lo que muchos piensan y tiene más papeletas que sus otros compañeros para ser el sustituto de Paz, lleva al menos "un cuerpo por delante". Su principal rival sería Martínez Argüelles, pero a éste se le manda a un escaño seguro en la Junta General y todos tan contentos porque, a fin de cuentas, cuando abandonó el equipo rectoral de la Universidad de Oviedo la política regional era su verdadero objetivo. Ahora podría lograrlo con facilidad, y en uno de los puestos de relumbrón, a buen seguro.
En cualquier caso, ya digo que se trata de una apuesta y cuando la haces unas veces se gana y otras se pierde. Yo la formulo confiado en una serie de elementos y conversaciones que, como a veces los astros, se conjuntan para apuntar en esa dirección. El tiempo lo dirá.
martes, 2 de febrero de 2010
Adiós al AVE asturiano
Dentro de las medidas que precipitadamente y en contra de todos sus criterios anteriores ha puesto sobre la mesa el Gobierno de Zapatero para afrontar la crisis económica está el recorte del gasto público. El 'pensionazo' nos tiene a todos tan preocupados -lógico, por otra parte- que nos olvidamos a medias de medidas como ese tijeretazo que el Ejecutivo prepara para los próximos años. Porque igual hay ilusos que creen que eso del "recorte del gasto público" es que los ministros y altos cargos se van a bajar el sueldo, o que se van a reducir departamentos, o que se van a ir a la calle miles de asesores que en los últimos años han invadido las distintas administraciones públicas. No, señores. El recorte es en infraestructuras, es en sanidad, es en educación, es y será en servicios básicos que harán aún más difícil para la ciudadanía sobrellevar la recesión, la peor y de futuro más incierto del periodo democrático.
En lo que a Asturias se refiere las primeras declaraciones genéricas hacen mención a que nos vamos a quedar fuera del tijeretazo en lo que a infraestructuras se refiere. Cualquiera de ustedes se lo puede creer o no. Yo, desde luego, de ninguna manera. Es cierto que el titular de Fomento, José Blanco, ha hablado de que la alta velocidad es "la prioridad de las prioridades" para su departamento y que esos "ejes vertebradores en ningún caso pueden verse afectados por ajustes presupuestarios". Si nos quedamos con esta frase, y aportando una gran dosis de fe, la cosa no sería tan mala. Pero uno no pude quedarse sólo con las palabras de una persona, aunque sea todo un ministro, -o precisamente por eso-. En paralelo a este pronunciamiento, los responsables del PSOE asturiano han querido rubricar a Blanco y han afirmado que "las obras en marcha están garantizadas". He ahí el meollo de la cuestión. No sé si a alguien se le ha olvidado pero en lo que a la llegada del AVE a Asturias se refiere hay una serie de obras que no "están en marcha". El diseño final de la entrada en asturias de la alta velocidad no puede estar en marcha porque ni siquiera tiene un proyecto. Y no lo dice un simple 'plumilla'; lo ha asegurado el pasado verano el mismísimo 'número dos' de Fomento, cuando presentó "alternativas" en las que el Ministerio trabaja, y no me consta que ese escenario haya cambiado.
De manera que cuidado con los optimismos precipitados y con el alcance de las palabras. Si Zapatero prometió la supresión del peaje del Huerna; si sus gobiernos han puesto una fecha que se ha quedado en el recuerdo a los tramos de la autovía del Cantábrico pendientes, tanto el 'escorialiano' Llanes-Unquera, como algunos del tramo occidental asturiano; si el siempre recomendable repaso a las hemerotecas de los últimos años con pomposos anuncios de grandes inversiones con fecha precisa que nunca se llegó a cumplir, cuando no a olvidar para siempre; si todo esto es nuestra triste historia reciente, que no va a ser aquello que, además, se matiza.
El Gobierno de Areces asegura que peleará -un verbo que no ha conjugado en la práctica nunca- para que ninguna obra se vea afectada; los socialistas salen de garantes de los compromisos del Ejecutivo de Zapatero; el delegado del Gobierno se gana el sueldo y refuerza como puede -los hechos no trabajan a favor de su credibilidad cuando se pone, y lo ha hecho a menudo, a confirmar proyectos e inversiones- la firmeza del compromiso de sus superiores. Todos ellos trabajan para lo mismo y es lógico que hagan su tarea. Que les podamos creer ya es harina de otro costal.
Asturias -dios quiera que me equivoque- no se va a quedar fuera del tijeretazo del gasto público y mucho menos a costa de otras autonomías. No me imagino a Areces o a Fernández expresándose con dureza como lo han hecho históricamente otros compañeros suyos en idénticas responsabilidades. ¿Se pueden formar una imagen del presidente asturiano pidiéndole a Zapatero un cambio de gobierno, porque ésto cada vez va por peor camino, como lo hizo hoy su solega de Castilla-La Mancha, el señor Barreda, aunque luego le hayan reconvenido desde Ferraz y desde Moncloa? ¡A que no!
En lo que a Asturias se refiere las primeras declaraciones genéricas hacen mención a que nos vamos a quedar fuera del tijeretazo en lo que a infraestructuras se refiere. Cualquiera de ustedes se lo puede creer o no. Yo, desde luego, de ninguna manera. Es cierto que el titular de Fomento, José Blanco, ha hablado de que la alta velocidad es "la prioridad de las prioridades" para su departamento y que esos "ejes vertebradores en ningún caso pueden verse afectados por ajustes presupuestarios". Si nos quedamos con esta frase, y aportando una gran dosis de fe, la cosa no sería tan mala. Pero uno no pude quedarse sólo con las palabras de una persona, aunque sea todo un ministro, -o precisamente por eso-. En paralelo a este pronunciamiento, los responsables del PSOE asturiano han querido rubricar a Blanco y han afirmado que "las obras en marcha están garantizadas". He ahí el meollo de la cuestión. No sé si a alguien se le ha olvidado pero en lo que a la llegada del AVE a Asturias se refiere hay una serie de obras que no "están en marcha". El diseño final de la entrada en asturias de la alta velocidad no puede estar en marcha porque ni siquiera tiene un proyecto. Y no lo dice un simple 'plumilla'; lo ha asegurado el pasado verano el mismísimo 'número dos' de Fomento, cuando presentó "alternativas" en las que el Ministerio trabaja, y no me consta que ese escenario haya cambiado.
De manera que cuidado con los optimismos precipitados y con el alcance de las palabras. Si Zapatero prometió la supresión del peaje del Huerna; si sus gobiernos han puesto una fecha que se ha quedado en el recuerdo a los tramos de la autovía del Cantábrico pendientes, tanto el 'escorialiano' Llanes-Unquera, como algunos del tramo occidental asturiano; si el siempre recomendable repaso a las hemerotecas de los últimos años con pomposos anuncios de grandes inversiones con fecha precisa que nunca se llegó a cumplir, cuando no a olvidar para siempre; si todo esto es nuestra triste historia reciente, que no va a ser aquello que, además, se matiza.
El Gobierno de Areces asegura que peleará -un verbo que no ha conjugado en la práctica nunca- para que ninguna obra se vea afectada; los socialistas salen de garantes de los compromisos del Ejecutivo de Zapatero; el delegado del Gobierno se gana el sueldo y refuerza como puede -los hechos no trabajan a favor de su credibilidad cuando se pone, y lo ha hecho a menudo, a confirmar proyectos e inversiones- la firmeza del compromiso de sus superiores. Todos ellos trabajan para lo mismo y es lógico que hagan su tarea. Que les podamos creer ya es harina de otro costal.
Asturias -dios quiera que me equivoque- no se va a quedar fuera del tijeretazo del gasto público y mucho menos a costa de otras autonomías. No me imagino a Areces o a Fernández expresándose con dureza como lo han hecho históricamente otros compañeros suyos en idénticas responsabilidades. ¿Se pueden formar una imagen del presidente asturiano pidiéndole a Zapatero un cambio de gobierno, porque ésto cada vez va por peor camino, como lo hizo hoy su solega de Castilla-La Mancha, el señor Barreda, aunque luego le hayan reconvenido desde Ferraz y desde Moncloa? ¡A que no!
El caleidoscopio de los Oscar
Este mediodía -hora española- la Academia hollywoodense nos ha dado a conocer su última selección antes de otorgar -el 7 de marzo próximo- sus Oscar anuales. En esta ocasión el galardón a la mejor película se la disputan diez títulos -cinco hasta la fecha- y la posible quiniela resulta más difícil que en otras ocasiones. A este hecho se suma el de que varios de los títulos seleccionados todavía no se han estrenado en España, lo que dificulta aún más un primer análisis contrareloj. Sí sabemos que, como en tantas otras ocasiones, hay un Barça-Madrid, que en 2010 equivale a "Avatar" y "En tierra hostil", con nueve nominaciones cada una, y este 'derby' seguro que va a centrar la mayor parte de los comentarios y apuestas cinematográficas. El típico 'chauvinismo' -que es palabra francesa, pero su práctica no es exclusiva de nuestros vecinos- español ha llevado ya a casi todas las informaciones facilitadas en estas primeras horas a centrar toda la atención en que Penélope cruz -nuestra 'Pe'- vuelve a optar a la estatuilla como mejor actriz secundaria por el musical "Nine". No es por quitarle méritos a nuestra más internacional estrella de la pantalla, pero el cine es algo más que ella y Almodóvar ', Banderas o Amenábar. A falta de competir directamente en el apartado de mejor película de habla no inglesa - la selección de "El baile de la victoria" no fue una buena decisión, y ello aún en un año de una cosecha poco destacable- recurrimos de nuevo a 'Pe', como ya hicimos hace escasos días con motivo de la entrega de los Globos de Oro, en los que la actriz española se quedó sin recompensa, como Almodóvar y sus "Abrazos rotos".
Tenemos a Penélope pero, por si acaso, nos reservamos que entre las cinco películas extranjeras hay dos títulos que tienen coproducción española, uno de ellos la excelente "La sonrisa de sus ojos", un 'david' que deberá enfrentarse al 'goliath' de "La cinta blanca", de Michael Haneke. Y, en última instancia, por si falla todo, todavía nos queda una representación nacional en el apartado de cortometrajes.
Hasta aquí el apartado nacionalista, el que centra todas las informaciones.
Sin embargo, volviendo al conjunto de las nominaciones, y con los inconvenientes más arriba reseñados si se puede avanzar que los responsables de la Academia de Hollywood han vuelto a dar una muestra más de su deseo de mostrarse abiertos a todas las tendencias y, con la ampliación del número de pre-seleccionadas, han abierto al máximo el abanico de estilos y tendencias hasta formar un amplio caleidoscopio en el que lo mismo tiene cabida la más taquillera "Avatar" como la animación -"Up" ha sido una gran sorpresa-, hasta ahora reservada a apartados más técnicos de los galardones, desde un guiño a los 'gamberretes' Tarantino -"Malditos bastardos"- o los hermanos Cohen -"Un tipo serio"- hasta el cine que aborda un tema de rabiosa actualidad y directo, como es en los USA y a pesar de Obama, la guerra de Irak -"En tierra hostil", con una Kathryn Bigelow heredera de los estilos narrativos más clásicos de la producción norteamericana-, sin olvidar el ya tradicional apartado de ese cine que uno no sabe ya si seguir llamando 'indie', como antes, pese a su plena adaptación a ciertos cánones de siempre, como por ejemplo "Up in the air" -con Clooney, que todos los años tiene una aportación a esta nueva 'categoría'- o "Precious". En fin, un poco de todo, como en botica, para no dejar descontento a nadie. Claro que al final la ganadora será una y todo apunta a que en tiempos de crisis hay que mirar por el dinero, y éste lo está dando "Avatar". Veleidades de otro tipo, haberlas hailas y ya nos las hemos encontrado alguna vez, aunque en contadas ocasiones. Otra posibilidad también recurrida en ciertas ocasiones es el reparto salomoniano de partir el pastel y repartirlo entre varios, no dejando una ganadora clara. En fin, que eso es cosa de unos cientos de señores a los que no tengo el gusto de conocer y que se mueven por parámetros que este humilde aficionado desconoce. Será lo que ellos quieran.
Tenemos a Penélope pero, por si acaso, nos reservamos que entre las cinco películas extranjeras hay dos títulos que tienen coproducción española, uno de ellos la excelente "La sonrisa de sus ojos", un 'david' que deberá enfrentarse al 'goliath' de "La cinta blanca", de Michael Haneke. Y, en última instancia, por si falla todo, todavía nos queda una representación nacional en el apartado de cortometrajes.
Hasta aquí el apartado nacionalista, el que centra todas las informaciones.
Sin embargo, volviendo al conjunto de las nominaciones, y con los inconvenientes más arriba reseñados si se puede avanzar que los responsables de la Academia de Hollywood han vuelto a dar una muestra más de su deseo de mostrarse abiertos a todas las tendencias y, con la ampliación del número de pre-seleccionadas, han abierto al máximo el abanico de estilos y tendencias hasta formar un amplio caleidoscopio en el que lo mismo tiene cabida la más taquillera "Avatar" como la animación -"Up" ha sido una gran sorpresa-, hasta ahora reservada a apartados más técnicos de los galardones, desde un guiño a los 'gamberretes' Tarantino -"Malditos bastardos"- o los hermanos Cohen -"Un tipo serio"- hasta el cine que aborda un tema de rabiosa actualidad y directo, como es en los USA y a pesar de Obama, la guerra de Irak -"En tierra hostil", con una Kathryn Bigelow heredera de los estilos narrativos más clásicos de la producción norteamericana-, sin olvidar el ya tradicional apartado de ese cine que uno no sabe ya si seguir llamando 'indie', como antes, pese a su plena adaptación a ciertos cánones de siempre, como por ejemplo "Up in the air" -con Clooney, que todos los años tiene una aportación a esta nueva 'categoría'- o "Precious". En fin, un poco de todo, como en botica, para no dejar descontento a nadie. Claro que al final la ganadora será una y todo apunta a que en tiempos de crisis hay que mirar por el dinero, y éste lo está dando "Avatar". Veleidades de otro tipo, haberlas hailas y ya nos las hemos encontrado alguna vez, aunque en contadas ocasiones. Otra posibilidad también recurrida en ciertas ocasiones es el reparto salomoniano de partir el pastel y repartirlo entre varios, no dejando una ganadora clara. En fin, que eso es cosa de unos cientos de señores a los que no tengo el gusto de conocer y que se mueven por parámetros que este humilde aficionado desconoce. Será lo que ellos quieran.
lunes, 1 de febrero de 2010
FSA y PP sí preparan sus candidatos
Si hay en estos momentos unas preguntas que ninguno de los grandes partidos admite son precisamente aquellas que, como es lógico, más interesan a la ciudadanía, la de los nombres con los que PSOE o PP piensan tratar de revalidar o conquistar el poder en ayuntamientos, comunidades autónomas y, por supuesto, en el Gobierno de la nación. El debate se abrió precisamenteen el seno del PSOE -aunque algunos de sus dirigentes responsabilizaron directamente del mismo al PP con intenciones desestabilizadoras- y con la continuidad como líder y aspirante a un tercer mandato estatal de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero esa no es ahora la cuestión a la que quiero referirme.
Mucho más próxima que la cita con las urnas para las elecciones legislativas está la que los españoles tenemos con las municipales y autonómicas, algo más de un año. Los dirigentes regionales socialistas, al igual que los populares, responden con desplantes, cuando no amenazas, a cualquier posble reflexión sobre quienes van a ser cabezas de cartel en el Principado y en los principales ayuntamientos de la comunidad. "Por lo menos hasta después del verano, nada de nada", espetan con irritación. Una afirmación que no se corresponde en modo alguno con los intensos movimientos que desde hace meses se vienen produciendo auspiciadas desde las respectivas cúpulas.
Hoy voy a referirme exclusivamente al ámbito autonómico y dejo para una próxima ocasión algunas operaciones no menos interesantes en los ayuntamientos de mayor relevancia.
Por lo que al PSOE se refiere, la cosa parece estar, a priori, bastante bien encaminada. Ferraz y Zapatero quieren en el cartel asturiano a Javier Fernández, secretario general de la FSA, y así se lo han hecho saber. Que Areces no esté dispuesto a facilitar su relevo no debería ser de entrada un problema. Más bien -como ya he comentado en anteriores ocasiones- habrá que esperar a que el eterno hamletiano líder regional disipe el 'ser o no ser' de una decisión que ya debió tomar hace años. Quizá esta vez, y pese a la losa de la crisis económica, le resulte más difícil esquivar los designios de sus líderes nacionales.
Menos claras están las cosas en el PP. Por el momento, Ovidio Sánchez se ha comprometido formalmente a no repetir por cuarta vez y solamente uno de los suyos, Joaquín Aréstegui, ha manifestado públicamente su deseo de ser candidato. Queda -claro está, y los que me siguen se estarían preguntando si no iba a referirme a él en esta ocasión- la 'gran esperanza blanca', Francisco Álvarez-Cascos. He repetido en muchas ocasiones y no voy a hacerlo otra vez que hasta la fecha, no se daban ninguna de las condiciones necesarias para el retorno del ex vicepresidente del Gobierno a la política regional y que sólo su expreso deseo a Rajoy de regresar a Asturias podría abrirle el camino. Hasta la fecha, Cascos no ha vuelto a decir esta boca es mía y las sucesivas informaciones periodísticas no hacen sino avalar que hay un grupo relativamente amplio de incondicionales que están dispuestos a lo que sea para forzar ese regreso; un grupo de incondicionales y dirigentes aislados de aquí y de allá, pero nadie de los que llevan la manija de las decisiones. El criterio de la calle coincide con los primeros, pero las bases no cuentan, aunque pueda parecer un absurdo.
Sin embargo, y esta va para uno de los incondicionales de esta tribuna, a medida que pasa el tiempo se van acumulando hechos y declaraciones determinantes que pudieran llegar a influir en un cambio de la actual tendencia a la contra. Voy a citar dos muy recientes: Una, el PP ha puesto a Asturias entre sus prioridades para aumentar su poder autonómico, y dos, Aznar va reapareciendo con fuerza y cada día sus intervenciones recuerdan más al líder del partido que las de quien ostenta formalmente el puesto en este momento: Mariano Rajoy.
La primera es relativamente importante, y digo relativamente porque esa apuesta por Asturias ya la apuntó en las autonómicas de 2007 y finalmente no se la quiso jugar y optó por una más que previsible tercera derrota de Ovidio Sánchez. Pese a todo, éste sacó más diputados que nunca y quedó a uno de los mayoritarios socialistas. Quizá ahora, con el actual presidente comprometido a no repetir y siguiendo la trayectoria creciente de apoyos en comunidades tradicionalmente negadas como ésta, se empiecen a plantear que ha llegado la hora de ganar. Y para ello no vale cualquiera y Cascos es -pese a todos los inconvenientes que su figura plantea- un 'valor seguro'.
La segunda novedad es, desde mi punto de vista, más relevante. Quien fuera el único líder con opciones reales de victoria del PP, retirado voluntariamente con mayoría absoluta y previsiones de volver a ganar -el 11-M vino después-, se presenta cada día más participativo en la vida política y económica española, y para ello foros no le faltan. Hoy, sin ir más lejos, calificó la situación económica del país de "extrema gravedad" y lo rubricó afirmando que "Nunca nadie hizo tanto daño en tan poco tiempo" refiriéndose a Zapatero y sus gobiernos. Esa primera frase nos recuerda directamente a las palabras que Cascos pronunció en una de las pocas entrevistas que ha concedido en estos años al referirse a su vuelta a la política, que sólo una situación de alto riesgo para el futuro de España y de Asturias podrían cambiar su rechazo a dejar el retiro voluntario con el que siguió los pasos de Aznar. Si bien es obvio que ambos no acabaron precisamente como amigos, el tiempo y la deriva del partido que ambos levantaron ha contribuido en estos últimos años a acercar sus posiciones. ¿Son palabras como las de Aznar las que pueden por fin dar una señal de salida para un cambio de ruta en la trayectoria del ex ministro de Fomento? Podría ser. Las circunstancias adversas existen y va a seguir contando con una cerrera de obstáculos de los muchos y relevantes -por su posición- enemigos que tiene en su propio partido, que le tienen auténtico "pánico": porque le conocen.
En fin, que mientras las direcciones de populares y socialistas se encierran en el silencio oficial y tratan de tapar todos los posibles huecos para que los periodistas metan las narices en lo que se cuece dentro, la ruleta ya ha empezado a girar y, aunque todavía la bola está difuminada por el movimiento intenso, la suerte puede estar echada. Pronto lo veremos. Y si no al tiempo.
Mucho más próxima que la cita con las urnas para las elecciones legislativas está la que los españoles tenemos con las municipales y autonómicas, algo más de un año. Los dirigentes regionales socialistas, al igual que los populares, responden con desplantes, cuando no amenazas, a cualquier posble reflexión sobre quienes van a ser cabezas de cartel en el Principado y en los principales ayuntamientos de la comunidad. "Por lo menos hasta después del verano, nada de nada", espetan con irritación. Una afirmación que no se corresponde en modo alguno con los intensos movimientos que desde hace meses se vienen produciendo auspiciadas desde las respectivas cúpulas.
Hoy voy a referirme exclusivamente al ámbito autonómico y dejo para una próxima ocasión algunas operaciones no menos interesantes en los ayuntamientos de mayor relevancia.
Por lo que al PSOE se refiere, la cosa parece estar, a priori, bastante bien encaminada. Ferraz y Zapatero quieren en el cartel asturiano a Javier Fernández, secretario general de la FSA, y así se lo han hecho saber. Que Areces no esté dispuesto a facilitar su relevo no debería ser de entrada un problema. Más bien -como ya he comentado en anteriores ocasiones- habrá que esperar a que el eterno hamletiano líder regional disipe el 'ser o no ser' de una decisión que ya debió tomar hace años. Quizá esta vez, y pese a la losa de la crisis económica, le resulte más difícil esquivar los designios de sus líderes nacionales.
Menos claras están las cosas en el PP. Por el momento, Ovidio Sánchez se ha comprometido formalmente a no repetir por cuarta vez y solamente uno de los suyos, Joaquín Aréstegui, ha manifestado públicamente su deseo de ser candidato. Queda -claro está, y los que me siguen se estarían preguntando si no iba a referirme a él en esta ocasión- la 'gran esperanza blanca', Francisco Álvarez-Cascos. He repetido en muchas ocasiones y no voy a hacerlo otra vez que hasta la fecha, no se daban ninguna de las condiciones necesarias para el retorno del ex vicepresidente del Gobierno a la política regional y que sólo su expreso deseo a Rajoy de regresar a Asturias podría abrirle el camino. Hasta la fecha, Cascos no ha vuelto a decir esta boca es mía y las sucesivas informaciones periodísticas no hacen sino avalar que hay un grupo relativamente amplio de incondicionales que están dispuestos a lo que sea para forzar ese regreso; un grupo de incondicionales y dirigentes aislados de aquí y de allá, pero nadie de los que llevan la manija de las decisiones. El criterio de la calle coincide con los primeros, pero las bases no cuentan, aunque pueda parecer un absurdo.
Sin embargo, y esta va para uno de los incondicionales de esta tribuna, a medida que pasa el tiempo se van acumulando hechos y declaraciones determinantes que pudieran llegar a influir en un cambio de la actual tendencia a la contra. Voy a citar dos muy recientes: Una, el PP ha puesto a Asturias entre sus prioridades para aumentar su poder autonómico, y dos, Aznar va reapareciendo con fuerza y cada día sus intervenciones recuerdan más al líder del partido que las de quien ostenta formalmente el puesto en este momento: Mariano Rajoy.
La primera es relativamente importante, y digo relativamente porque esa apuesta por Asturias ya la apuntó en las autonómicas de 2007 y finalmente no se la quiso jugar y optó por una más que previsible tercera derrota de Ovidio Sánchez. Pese a todo, éste sacó más diputados que nunca y quedó a uno de los mayoritarios socialistas. Quizá ahora, con el actual presidente comprometido a no repetir y siguiendo la trayectoria creciente de apoyos en comunidades tradicionalmente negadas como ésta, se empiecen a plantear que ha llegado la hora de ganar. Y para ello no vale cualquiera y Cascos es -pese a todos los inconvenientes que su figura plantea- un 'valor seguro'.
La segunda novedad es, desde mi punto de vista, más relevante. Quien fuera el único líder con opciones reales de victoria del PP, retirado voluntariamente con mayoría absoluta y previsiones de volver a ganar -el 11-M vino después-, se presenta cada día más participativo en la vida política y económica española, y para ello foros no le faltan. Hoy, sin ir más lejos, calificó la situación económica del país de "extrema gravedad" y lo rubricó afirmando que "Nunca nadie hizo tanto daño en tan poco tiempo" refiriéndose a Zapatero y sus gobiernos. Esa primera frase nos recuerda directamente a las palabras que Cascos pronunció en una de las pocas entrevistas que ha concedido en estos años al referirse a su vuelta a la política, que sólo una situación de alto riesgo para el futuro de España y de Asturias podrían cambiar su rechazo a dejar el retiro voluntario con el que siguió los pasos de Aznar. Si bien es obvio que ambos no acabaron precisamente como amigos, el tiempo y la deriva del partido que ambos levantaron ha contribuido en estos últimos años a acercar sus posiciones. ¿Son palabras como las de Aznar las que pueden por fin dar una señal de salida para un cambio de ruta en la trayectoria del ex ministro de Fomento? Podría ser. Las circunstancias adversas existen y va a seguir contando con una cerrera de obstáculos de los muchos y relevantes -por su posición- enemigos que tiene en su propio partido, que le tienen auténtico "pánico": porque le conocen.
En fin, que mientras las direcciones de populares y socialistas se encierran en el silencio oficial y tratan de tapar todos los posibles huecos para que los periodistas metan las narices en lo que se cuece dentro, la ruleta ya ha empezado a girar y, aunque todavía la bola está difuminada por el movimiento intenso, la suerte puede estar echada. Pronto lo veremos. Y si no al tiempo.
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