Dentro de las medidas que precipitadamente y en contra de todos sus criterios anteriores ha puesto sobre la mesa el Gobierno de Zapatero para afrontar la crisis económica está el recorte del gasto público. El 'pensionazo' nos tiene a todos tan preocupados -lógico, por otra parte- que nos olvidamos a medias de medidas como ese tijeretazo que el Ejecutivo prepara para los próximos años. Porque igual hay ilusos que creen que eso del "recorte del gasto público" es que los ministros y altos cargos se van a bajar el sueldo, o que se van a reducir departamentos, o que se van a ir a la calle miles de asesores que en los últimos años han invadido las distintas administraciones públicas. No, señores. El recorte es en infraestructuras, es en sanidad, es en educación, es y será en servicios básicos que harán aún más difícil para la ciudadanía sobrellevar la recesión, la peor y de futuro más incierto del periodo democrático.
En lo que a Asturias se refiere las primeras declaraciones genéricas hacen mención a que nos vamos a quedar fuera del tijeretazo en lo que a infraestructuras se refiere. Cualquiera de ustedes se lo puede creer o no. Yo, desde luego, de ninguna manera. Es cierto que el titular de Fomento, José Blanco, ha hablado de que la alta velocidad es "la prioridad de las prioridades" para su departamento y que esos "ejes vertebradores en ningún caso pueden verse afectados por ajustes presupuestarios". Si nos quedamos con esta frase, y aportando una gran dosis de fe, la cosa no sería tan mala. Pero uno no pude quedarse sólo con las palabras de una persona, aunque sea todo un ministro, -o precisamente por eso-. En paralelo a este pronunciamiento, los responsables del PSOE asturiano han querido rubricar a Blanco y han afirmado que "las obras en marcha están garantizadas". He ahí el meollo de la cuestión. No sé si a alguien se le ha olvidado pero en lo que a la llegada del AVE a Asturias se refiere hay una serie de obras que no "están en marcha". El diseño final de la entrada en asturias de la alta velocidad no puede estar en marcha porque ni siquiera tiene un proyecto. Y no lo dice un simple 'plumilla'; lo ha asegurado el pasado verano el mismísimo 'número dos' de Fomento, cuando presentó "alternativas" en las que el Ministerio trabaja, y no me consta que ese escenario haya cambiado.
De manera que cuidado con los optimismos precipitados y con el alcance de las palabras. Si Zapatero prometió la supresión del peaje del Huerna; si sus gobiernos han puesto una fecha que se ha quedado en el recuerdo a los tramos de la autovía del Cantábrico pendientes, tanto el 'escorialiano' Llanes-Unquera, como algunos del tramo occidental asturiano; si el siempre recomendable repaso a las hemerotecas de los últimos años con pomposos anuncios de grandes inversiones con fecha precisa que nunca se llegó a cumplir, cuando no a olvidar para siempre; si todo esto es nuestra triste historia reciente, que no va a ser aquello que, además, se matiza.
El Gobierno de Areces asegura que peleará -un verbo que no ha conjugado en la práctica nunca- para que ninguna obra se vea afectada; los socialistas salen de garantes de los compromisos del Ejecutivo de Zapatero; el delegado del Gobierno se gana el sueldo y refuerza como puede -los hechos no trabajan a favor de su credibilidad cuando se pone, y lo ha hecho a menudo, a confirmar proyectos e inversiones- la firmeza del compromiso de sus superiores. Todos ellos trabajan para lo mismo y es lógico que hagan su tarea. Que les podamos creer ya es harina de otro costal.
Asturias -dios quiera que me equivoque- no se va a quedar fuera del tijeretazo del gasto público y mucho menos a costa de otras autonomías. No me imagino a Areces o a Fernández expresándose con dureza como lo han hecho históricamente otros compañeros suyos en idénticas responsabilidades. ¿Se pueden formar una imagen del presidente asturiano pidiéndole a Zapatero un cambio de gobierno, porque ésto cada vez va por peor camino, como lo hizo hoy su solega de Castilla-La Mancha, el señor Barreda, aunque luego le hayan reconvenido desde Ferraz y desde Moncloa? ¡A que no!
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