Resulta difícil a estas alturas de la vida creer en los milagros, y mucho menos en lo que a política se refiere. Sin embargo, hay ocasiones en las que la falta de fe flaquea y los acontecimientos nos llevan a dudar de que esa situación 'imposible' puede llegar a concretarse.
Viene a cuento este comentario por la rápida e increible transformación de la imagen pública del actual ministro de Fomento y 'número dos' del partido. José Blanco. Antes de que Zapatero le incorporará a su equipo de Gobierno este hombre fiel y próximo al presidente era 'Pepiño' para muchos y objeto de chanzas en numerosas ocasiones tanto por su estilo a la hora de manifestarse como por sus aparentes escasas dotes de gestor.
Pero he aquí que desde que ocupara asiento en el Consejo de Ministros la imagen del político gallego se ha ido transformando. Su progresiva e imparable acumulación de poder ha crecido en paralelo con una milagrosa transformación que ha terminado por convertirle para muchos en uno de esos escasos "hombres de Estado". Que sus cualidades ocultas hayan salido al exterior en sus nuevas responsabilidades o que, haciendo honor a los tópicos de su origen gallego, haya puesto en marcha una calculada y silenciosa elaboración de una nueva personalidad es lo de menos. Lo que de verdad importa es su imparable ascenso.
La primera fase fue ganarse a la prensa. Los mismos que antes se mofaban de su imagen alaban ahora sus cualidades y su 'talante' -les suena de algo-, su disposición a mantener encuentros con los principales cronistas políticos, el tono abierto de los mismos, dejando a un lado los "no toca" o "ahora no", para salir de la trinchera e incluso interesarse por la opinión directa de esos mismos periodistas sobre los temas más candentes. Esa fase ya la ha cubierto con éxito, y a las páginas de los periódicos me remito.
Después, vino la asunción de un protagonismo en el Gobierno que trascendía con mucho de sus responsabilidades específicas al frente de Fomento, hasta el extremo de que se haya llegado a hablar de auténtico portavoz real del Ejecutivo.
La preocupante situación económica y el giro de Zapatero a la hora de buscar el consenso con el resto de las fuerzas políticas ha servido para darle otra oportunidad. La comisión con la que el presidente se ha cubierto para buscar apoyos a su delicada situación ha dado entrada, junto a Elena Salgado y Miguel Sebastián, a José Blanco como tercera pata del taburete, saltándose a la vicepresidenta De La Vega o al titulas de Trabajo, Celestino Corbacho, aparentemente más adecuados para el objetivo de un gran pacto nacional contra la crisis.
En paralelo, Blanco, tras asumir que su departamento se lleve la peor parte del recorte presupuestario para eliminar déficit, es el primer ministro que ha anunciado medidas concretas inmediatas para recortar cargos tanto en su departamento como en las empresas públicas que dependen de su responsabilidad.
En fin, una verdadera transmutación de Hyde a Jeckyll que le han llevado a convertirse en el verdadero hombre fuerte del Gobierno, dentro y fuera del mismo, y a que su compañero Corbacho dijera ayer, en una especie de justificación de que el antiguo 'Pepiño' le haya arrebatada una plaza que parecía pensada para él esa forma de 'gobierno de salvación' que Zapatero busca desesperadamente, que "Blanco es el futuro". ¿Será sólo una frase amistosa o, como ya se empieza a especular, se tratará de una premonición que se está adelantando insospechadamente a un hasta ahora no barajado relevo?
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