En la polémica -porque la hay, por mucho de que algunos traten de convencernos de los contrario- que ha originado en el seno de la FSA por el más que previsible relevo de Vicente Álvarez Areces por Javier Fernández para el cartel electoral autonómico del año próximo, fueron muchos los que olvidaron introducir un elemento clave. El homenaje a Manuel LLaneza del pasado domingo en Mieres sirvió para poner de nuevo sobre la mesa que en el seno del socialismo asturiano si hay alguien que tiene algo que decir -todavía- es José Ángel Fernández Villa. Son muchos los compañeros del líder sindical minero que, por ignorancia, habían dejado de contarle como un sumando relevante a la hora de afrontar momentos especiales en el devenir del partido. Es cierto que su alejamiento de la política institucional, sus prolongados silencios, casi siempre rotos solamente para hablar de 'su tema', el carbón y el futuro de las cuencas mineras, la pérdida de peso demográfico y, por tanto, de militancia de esas zonas, pueden haber hecho creer a algunos de sus camaradas que Villa estaba ya para unos 'pocos telediarios' y había que ir pensando en buscarle una plaza, por su historia, en el MUMI. Craso error muy propio de políticos incompetentes o inexpertos, pero en el que nunca deberían haber caído quienes le conocen de tiempo. A José Ángel no se le puede dejar de tener en cuenta nunca por muy discreto que sea el lugar que ocupa.
El pasado fin de semana Villa dijo esas palabras que han recogido en titulares todos los medios informativos: "no soy javierista ni arecista", para rubricar sus palabras con una opción más genérica: el partido y su proyecto. Más allá de esto que parece obvio, a nadie se le ha escapado que el líder minero ha lanzado un aviso para navegantes, especialmente para quienes creen que es un antiarecista y que Fernández es su hombre de confianza. A nadie se le oculta que a Villa nunca le gustó Areces, pero los tiempos cambian, y si no son seguramente amigos los acontecimientos han suavizado mucho sus primitivos roces. Javier Fernández sí se formó en la corte del sindicalista y fue su hombre precisamente para ganar a Areces en el congreso que marcó un antes y un después en el socialismo asturiano. Sin embargo -y ya sé que suena muy fuerte- el secretario general de la FSA acabó por 'traicionarle' al asumir aquella victoria como propia y emborracharse de vanidad hasta el extremo de volar libre. Ya en tiempos pretéritos otros lo intentaron y no les salió del todo bien.
Ahora, con aquella escueta definición de 'lo que no es', José Ángel ha vuelto a la palestra para demostrar que en un momento importante hay que contar con él. Habrá quien diga que se trata de una "de sus balandronadas" y que su participación en la designación del candidato es relativamente intrascendente. ¡Qué no se equivoquen! El que sea inteligente deberá recurrir a la memoria, a la propia o a la ajena si la suya no está clara, y recordar que Villa es el socialista que mejor sabe "contar". Cuando ha habido problemas sus números siempre eras precisos hasta la exasperación. Nunca se equivocó en un congreso y la cifra necesaria siempre estaba de su lado, lográndola gracias a habilidad y experiencia, mientras sus contrincantes temporales hacían sus propias sumas y acababan por suspender.
Se acerca un momento importante para los socialistas asturianos. Hay un posible relevo en marcha y, aunque nadie piense que pueda haber unas primarias o que alguien va a sacar las patas del tiesto, Areces ya ha demostrado que no va a dar facilidades para que le echen. La guerra va a ser subterránea y habrá zancadillas y navajazos; no habrá conflicto abierto pero se puede cerrar la etapa de estabilidad de la FSA y, aunque la sangre no llegará finalmente al río, mal que les pese a algunos es fácil que las 'familias' vuelvan a aparecer.
Si alguien quiere descifrar el futuro que se acuerde de José Ángel. Porque no está muerto políticamente, como algunos podían creer. Está vivo y ha vuelto. Ha vuelto el Hombre.
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