lunes, 9 de marzo de 2015

Mentirtosos, mentirosos

"Se caza antes al mentiroso que a un cojo", asevera un dicho popular. Y, como toda la sabiduría que emana de la base social, deberíamos de tenerlo bien presente ahora que la mayoría de los partidos políticos se encuentran embarcados en lo que eufemísticamente llaman pre-campaña electoral (¿Dónde y de qué forma esta regulado este proceso que supone un sobrecoste millonario al ya de por sí gasto despilfarrador que desembolsan en la campaña propiamente dicha y regulada por ley?).

El caso es que se ha abierto la espita para que los candidatos y cargos públicos echen la lengua a pacer y recurran a toda clase de objetivos para comprometerse con la mejora de nuestras vidas, nuestros recursos y nuestros servicios. Se trata de una práctica habitual y generalmente asumida por la ciudadanía, que asiste indiferente a las promesas de estos y de aquellos pese a que la experiencia les dice que casi nunca van a llevarse a efecto.

Apelo a este preámbulo para mostrar mi sorpresa ante unas manifestaciones del líder del Partido Socialista en su visita de este fin de semana a Asturias. En un acto público, en Langreo, Pedro Sánchez, que aspira legítimamente a presidir los destinos del país allá por finales de año, ha recurrido una vez más a esa práctica de los compromisos electorales y ha asegurado que, si los españoles le dan su confianza, garantiza que Hunosa seguirá activa.

Sorprende que el dirigente socialista haga tales afirmaciones cuando hace tiempo que el futuro de la minería del carbón tiene los días contados, por mucho que los asturianos defendamos a muerte su valor estratégico en la economía del Principado. Porque no se trata de que la empresa hullera tenga un carácter público y, por tanto, su planeamiento corresponda al Ejecutivo de la nación. Eso podía ser tal hace algunos años, antes de que España estuviera imbricada plenamente en los designios de la Unión Europea. Ahora esa "soberanía" ha sido trasladada a Bruselas y, amagos aparte para alargar la agonía de las minas, desde la capital belga ya se ha escrito su epitafio y tienen el nicho preparado para ser entrerradas.

"Arriesgada" promesa, pues, la de Pedro Sánchez que, por si fuera poco, ha demostrado con sus palabras un desconocimiento rallano en la ignorancia al afirmar su compromiso de mantener "la planta de Hunosa en Asturias". No sé que entiende el dirigente socialista por planta en una empresa como la hullera, distribuida en pozos geográficamente diseminados, por mucho que se encuentren ubicados en las cuencas del Nalón y del Caudal. Tampoco sé muy bien qué pinta la referencia "de Asturias", toda vez que se trata de una actividad asentada geográficamente en el territorio del Principado (No creo que el dirigente socialista estuviera pensando en el famoso "pozo moqueta" de Madrid).

Probablemente este 'neófito' de la política no distinga minería y siderurgia. Por de pronto, en su visita express del sábado no ha incluido tan siquiera la visita a un pozo como suelen hacer otros políticos de su categoría, aunque nada más que fuera para hacerse la foto.

El alcance del compromiso del secretario general del PSOE cobra más relevancia cuando ha convertido en 'leit motiv' de su precampaña la puesta en evidencia de su adversario del PP, Mariano Rajoy, por el incumplimiento sistemático de sus promesas de hace cuatro años.

Al final, mentiras y más mentiras de quienes solamente se dirigen a sus conciudadanos cuando quieren reclamarle su sufragio. Hablar no cuesta dinero y dibujar un escenario de soluciones, prácticamente tampoco. Gráficamente, podría describirse la situación con otro chascarrillo popular, aquél de "prometer, prometer, y no meter".

1 comentario:

  1. Lapsus de trazo grueso, el cometido por Pedro Sánchez. Es el riesgo de querer estar en todas partes (casi) al mismo tiempo. El que mucho abarca, poco aprieta. Demasiados 'affaires' internos del partido, como para haber preparado mínimamente su visita a este pequeño rincón norteño.

    Con todo, a mí me han ofendido más -y digo bien, ofendido- las zalameras alusiones (pura demagogia en territorio abonado) al SOMA y a la FSA, al parecer víctimas inocentes de una especie de extraterrestre, de nombre José Ángel Fernández Villa, capaz de hacerse como por hechizo con todo el poder de dichas organizaciones, hasta el punto de condicionar toda la política asturiana, sin que nadie se percatara ni sospechara lo más mínimo. Eso sí, roto el hechizo, ahora todos lo rehuyen o lo repudian, sin tener ni idea (eso se asegura de manera general) de cómo amasó su fortuna personal, en clara contradicción con su berborrea ideológica. De esta manera, Pedro Sánchez ha pretendido quedar bien y ganarse la simpatía de los asturianos repitiendo la ya adulterada versión del cuento de 'caperucita' SOMA y 'el lobo' Villa.

    Sinceramente, no estamos para cuentos.

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