El aparato propagandístico del presidente Zapatero y su equipo de gobierno emite a diario mensajes optimistas que tratan de hacer llegar a la opinión pública española el convencimiento de que, dentro de lo malo y con alguna salvedad, el país está ya saliendo de la recesión, aunque no lo haga al ritmo de otros países de la Unión Europea frente a los que hace solamente un par de años presumíamos de llevarles varios cuerpos de ventaja en lo que a crecimiento y prosperidad se refiere. Lo que ocurre es que las cifras siempre son mucho más contundentes que las palabras cuando de economía estamos hablando y los guarismos desarman todas las valoraciones argumentales sin otro sustento que el de calmar los ánimos de una sociedad cada día más escéptica y deprimida.
Frente a los mensajes optimistas gubernamentales, se vienen sucediendo las más o menos bienintencionadas advertancias de los socios europeos, de organismos internacionales o de cualificados analistas que, por resumirlo simplistamente en pocas palabras, podría decirse que recomiendan a España la configuración de un nuevo modelo económico que le permite recuperar el terreno perdido y subirse al tren de la recuperación que, con Francia y Alemania de locomotoras, empiezan a permitir que se vea la luz al final del túnel.
Hasta el momento, el Ejecutivo ha hecho oídos sordos a todos esos consejos y ha decidido que puede hacer esa tarea en solitario y según sus propios fórmulas. En esa línea, Zapatero y sus ministros llevan semanas anunciando una 'Ley de Economía Sostenible' cuyas líneas principales de actuación hemos podido conocer hoy mismo. ¿Es esta normativa la pócima mágica que precisaba el país para invertir la tendencia y empezar de nuevo a crecer, como ya lo están haciendo otros de su entorno? Será preciso conocer si ese texto tiene una línea argumental común y coherente con la coyuntura real o si, por el contrario, como apunta a primera vista se limita a recoger en un solo documento una lista interminable de medidas aisladas, muchas ya avanzadas individualmente, que van desde la desgravación del alquiler hasta los cambios en la contratación pública, desde medidas de ayuda a la creación de empresas a incentivación del ahorro energético, desde el control de los emolumentos a los altos directivos a los cambios de las medidas fiscales. En definitiva una ensalada elaborada con algunas buenas materias primas pero que, salvo que nos convenzan de lo contrario, carece del aliño necesario para convertirlo en un proyecto conjunto de garantía. Si a ello se añade que, como ya han advertido los expertos de forma inmediata, brillan por su ausencia las medidas "duras", las que conllevan un desgaste que este Gobierno no parece dispuesto a afrontar, se puede llegar a la conclusión de que esta nueva ley no responde precisamente a ese "nuevo modelo económico" que Europa, la economía global y la sociedad española reclaman para abandonar de verdad la crisis, limitándose a un largo catálogo de "buenas intenciones" incapaces de tomar al toro por los cuernos y orientar todas las energías y recursos disponibles a una única meta, la susodicha salida del pozo.
El anuncio del contenido de esta 'Ley de Economía Sostenible' coincide en el tiempo con la aparición en un rotativo del prestigio de 'The Economist' de un informe sobre la economía española que encabezan con la concesión a nuestro país de un título de tan dudoso prestigio como "el nuevo enfermo de Europa". Al margen de aspectos concretos de la puesta en cuestión del camino que Zapatero y su equipo han elegido para abordar el problema, que cualquiera puede consultar a través de internet, lo que el periódico británico viene a decir en un idioma que todo el mundo entiende es que España tiene que hacer mucho más que lo que está haciendo para solucionar la grave situación. Mientras otros países europeos emergen, aquí la economía sigue reduciéndose y la faceta endogámica del equipo gubernamental español no parece dispuesta a aceptar los consejos de nadie, comprometidos fielmente con sus propio proyecto, un proyecto que no parece generar excesiva confianza, aunque todos desearíamos que triunfara por el bien común de España y de los españoles.
Pero esa recuperación tiene que empezar a notarse y pronto, antes de las fechas que nos fían los más optimistas, porque entretanto las economías europeas que han dado la vuelta a la tortilla y han iniciado el despegue hacia la recuperación ya empiezan a hablar, desde el punto de vista comunitario, de "la gripe española". Por el momento esa 'enfermedad' la aceptan como un mal menor y hacen suyos sus efectos, pero esa situación no se puede prolongar por mucho tiempo. Nadie quiere arrastrar un lastre ajeno cuando su coyuntura propia invita a empezar a pisar el acelerador del crecimiento. Zapatero y su equipo deberían tomar nota de ello y ponerse las pilas para aprovechar ese tirón de países como Alemania o Francia y montarse en su estela para que el tren económico europeo nos lleve finalmente a todos al destino ansiado. Ignorar esto sería tanto como correr el riesgo de encontrarse solo en una estación después de que el convoy hubiera pasado. Un pesimista visceral comentaba recientemente que, de seguir por un camino equivocado corremos el riesgo de quedarnos fuera de todo. Es una negra visión que nadie quisiera aceptar, pero a veces este tipo de argumentos quedan flotando en el aire para preocupaciión y desconfianza de todos. ¿Y si por querer ser tan diferentes nos quedamos fuera?
viernes, 27 de noviembre de 2009
martes, 24 de noviembre de 2009
El disparate catalán
¿Aceptamos el Estado o no? Esta es la pregunta que corresponde hacerse a raiz de la polvareda levantada en los dos últimos días después de la filtración -con todos los visos de corresponderse con la realidad- de una inmediata decisión del Tribunal Constitucional sobre los recursos -no hay que dirigir todos los dardos contra el PP, promotor del más amplio y relevante, ya que también han tomado la iniciativa dos comunidades autónomas y el Defensor del Pueblo-, que no recurso, contra el contenido del nuevo Estatuto catalán. Una decisión que retiraría del texto aprobado por el Parlamento y ratificado en referéndum en Cataluña una buena parte de los signos "identitarios" logrados en arduas y prolongadas en el tiempo negociaciones de los dirigentes políticos de la mayoría de los partidos políticos de esa comunidad, socialistas incluidos.
Parece claro que, de confirmarse lo adelantado por 'El País' el pasado domingo al Título Preliminar del estatuto no lo reconocería "ni la madre que lo parió". Exclusión del término nación, rechazo al "deber" de conocer el catalán o negativa a admitir los "derechos históricos" son algunos de los ejemplos definitorios de que el texto que la Generalitat viene ya desarrollando desde hace tiempo puede quedar rebajado de categoría en aspectos de difícil digestión para el nacionalismo, incluyendo en el mismo al mismísimo PSC de José Montilla.
Buenos conocedores de la capacidad del medio informativo citado para acceder a la fuente clara, aunque el debate se encuentre oficialmente todavía abierto en el seno del Constitucional, todos los grupos políticos catalanes, excepción hecha -obviamente- del PP, se han aprestado a salir a la palestra para vaticinar con más o menos bravuconería que una decisión contraria a su Estatuto abriría la puerta a cualquier tipo de "rebelión" que alcanza, en algunos casos, a la advertencia de un posible argumento para cuestionarse la pertenencia de Catalunya al Estado español.
Al margen del mal papel en el que quedarían buena parte de los promotores del texto que desde hace años discute el más alto tribunal, lo verdaderamente preocupante es el sustrato que se deriva de las declaraciones de Montilla, de Carod-Rovira, de Mas,...: sólo admito la autoridad del órgano decisor de se pronuncia en una determinada dirección, la mía. En caso contrario, "la montamos" y "aquí puede pasar de todo". Como decía al principio, lo que realmente está en cuestión con este tipo de posicionamientos es la aceptación o no del Estado y su distribución de poderes, un tema que, por desgracia no es la primera vez que se plantea en "nuestra consolidada democracia". Si se rechaza ese campo de juego, no hay partido y entonces tendremos que empezar a plantearnos de nuevo todo desde el principio, empezando por la propia Constitución, herramienta básica que ha servido al país para avanzar armónicamente durante más de treinta años. Y no es que la Carta Magna tenga que ser intocable; eso lo admiten todos los partidos del arco parlamentario. La cuestión es si se afronta su reforma con criterios de racionalidad y de prudencia o si, por el contrario, como parecen apuntar algunos, hay que lanzarle un torpedo a sus cimientos y esqueleto sostenedor del cuerpo legislativo global, opción que tiene muy poco de democrático y puede retrotraernos a las cavernas del tardofranquismo y los balbuceos de una salida de la dictadura.
No me sorprende que arrecien las llamadas a la prudencia, aunque conociendo a buena parte de los protagonistas hay motivos más que suficientes para estar preocupados.
Cuestión aparte es que el órgano que tiene en este momento la responsabilidad de pronunciarse lleve años sumido en una situación de enfrentamientos y conjuras internas que han contribuido a dar armas a sus detractores para poner en duda su "credibilidad". Pero aunque sus integrantes son magistrados con una "probada solvencia" para dar cuerpo a la última instancia jurísica del Estado, no hay que olvidar que son las mismas fuerzas políticas que ahora se quejan de los retrasos, de las indecisiones, de los pronunciamientos los que se han encargado desde siempre de asegurarse que, a pesar de la consagrada separación de poderes, tienen vara alta para decidir -repartirse- quiénes van a estar ahí, dejando en muchos casos marcadas a fuego sobre sus espaldas unas siglas partidistas que son las que verdaderamente contribuyen luego a dar motivo a la duda sobre su independencia.
O se acepta pulpo como animal de compañía o me llevo el juego, parece que es la consigna que corre en estos momentos por la clase política catalana, capaz de recurrir en ciertos casos a argumentos "jurídicos" peregrinos para justificar su anunciada beligerancia. Pues no, las reglas son para todos o estamos hablando de cualquier cosa menos de democracia.
Y todo ello sin olvidar que, todos estos años de retraso en una decisión que ya debería conocerse hace tiempo si no fuera por el "miedo" que todavía representan en este país los nacionalismos, minoritarios en el conjunto del país, todo ello -digo- sin olvidar que la falta de una decisión sobre el Estatuto catalán ha ralentizado, cuando no paralizado, el desarrollo de idénticas normas para otras muchas comunidades autónomas, todos pendientes del camino que marquen -como antes en la financiación- los todopoderosos catalanes.
Parece claro que, de confirmarse lo adelantado por 'El País' el pasado domingo al Título Preliminar del estatuto no lo reconocería "ni la madre que lo parió". Exclusión del término nación, rechazo al "deber" de conocer el catalán o negativa a admitir los "derechos históricos" son algunos de los ejemplos definitorios de que el texto que la Generalitat viene ya desarrollando desde hace tiempo puede quedar rebajado de categoría en aspectos de difícil digestión para el nacionalismo, incluyendo en el mismo al mismísimo PSC de José Montilla.
Buenos conocedores de la capacidad del medio informativo citado para acceder a la fuente clara, aunque el debate se encuentre oficialmente todavía abierto en el seno del Constitucional, todos los grupos políticos catalanes, excepción hecha -obviamente- del PP, se han aprestado a salir a la palestra para vaticinar con más o menos bravuconería que una decisión contraria a su Estatuto abriría la puerta a cualquier tipo de "rebelión" que alcanza, en algunos casos, a la advertencia de un posible argumento para cuestionarse la pertenencia de Catalunya al Estado español.
Al margen del mal papel en el que quedarían buena parte de los promotores del texto que desde hace años discute el más alto tribunal, lo verdaderamente preocupante es el sustrato que se deriva de las declaraciones de Montilla, de Carod-Rovira, de Mas,...: sólo admito la autoridad del órgano decisor de se pronuncia en una determinada dirección, la mía. En caso contrario, "la montamos" y "aquí puede pasar de todo". Como decía al principio, lo que realmente está en cuestión con este tipo de posicionamientos es la aceptación o no del Estado y su distribución de poderes, un tema que, por desgracia no es la primera vez que se plantea en "nuestra consolidada democracia". Si se rechaza ese campo de juego, no hay partido y entonces tendremos que empezar a plantearnos de nuevo todo desde el principio, empezando por la propia Constitución, herramienta básica que ha servido al país para avanzar armónicamente durante más de treinta años. Y no es que la Carta Magna tenga que ser intocable; eso lo admiten todos los partidos del arco parlamentario. La cuestión es si se afronta su reforma con criterios de racionalidad y de prudencia o si, por el contrario, como parecen apuntar algunos, hay que lanzarle un torpedo a sus cimientos y esqueleto sostenedor del cuerpo legislativo global, opción que tiene muy poco de democrático y puede retrotraernos a las cavernas del tardofranquismo y los balbuceos de una salida de la dictadura.
No me sorprende que arrecien las llamadas a la prudencia, aunque conociendo a buena parte de los protagonistas hay motivos más que suficientes para estar preocupados.
Cuestión aparte es que el órgano que tiene en este momento la responsabilidad de pronunciarse lleve años sumido en una situación de enfrentamientos y conjuras internas que han contribuido a dar armas a sus detractores para poner en duda su "credibilidad". Pero aunque sus integrantes son magistrados con una "probada solvencia" para dar cuerpo a la última instancia jurísica del Estado, no hay que olvidar que son las mismas fuerzas políticas que ahora se quejan de los retrasos, de las indecisiones, de los pronunciamientos los que se han encargado desde siempre de asegurarse que, a pesar de la consagrada separación de poderes, tienen vara alta para decidir -repartirse- quiénes van a estar ahí, dejando en muchos casos marcadas a fuego sobre sus espaldas unas siglas partidistas que son las que verdaderamente contribuyen luego a dar motivo a la duda sobre su independencia.
O se acepta pulpo como animal de compañía o me llevo el juego, parece que es la consigna que corre en estos momentos por la clase política catalana, capaz de recurrir en ciertos casos a argumentos "jurídicos" peregrinos para justificar su anunciada beligerancia. Pues no, las reglas son para todos o estamos hablando de cualquier cosa menos de democracia.
Y todo ello sin olvidar que, todos estos años de retraso en una decisión que ya debería conocerse hace tiempo si no fuera por el "miedo" que todavía representan en este país los nacionalismos, minoritarios en el conjunto del país, todo ello -digo- sin olvidar que la falta de una decisión sobre el Estatuto catalán ha ralentizado, cuando no paralizado, el desarrollo de idénticas normas para otras muchas comunidades autónomas, todos pendientes del camino que marquen -como antes en la financiación- los todopoderosos catalanes.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Un negro futuro para el periodista
He leído estos días con preocupación el fallo de la Audiencia Nacional en contra de los trabajadores de la Agencia Efe en el conflicto colectivo planteado por éstos contra la Dirección a propósito de la obligatoriedad de que los redactores y redactores gráficos de la empresa usen cámaras de televisión para grabar algunas de las informaciones que sus superiores les encargan. Resulta realmente increible que tan alto órgano judicial se haya pronunciado en este sentido, un objetivo al que vienen dedicando desde hace tiempo muchos de sus esfuerzos las empresas y grandes grupos de comunicación en una medida de tintes exclusivamente economicistas y de ahorro de personal.
Con esta sentencia no solamente se destruye cualquier criterio objetivo sobre las categorías profesionales en el sector, sino que se abre un negro panorama que amenaza con acabar con los atributos que siempre han definido, antes y ahora, la sesencia del noble oficio de poner al servicio de la sociedad la información, cada uno desde su correspondiente categoría profesional.
Y es malo que toda una Audiencia Nacional utilice entre sus bases legales argumentos tan peregrinos como el hecho de que Efe haya facilitado a sus redactores unos cursillos acelerados para el manejo de esas minicámaras. También cualquier gran grupo de prensa diaria podría incluir entre sus 'ofertas voluntarias' a sus periodistas la posibilidad de una pequeño módulo de FP sobre mecánica. Ello ayudaría a que, en caso de una avería en talleres o un fallo en la rotativa correspondiente, cualquier redactor se viene impelido a integrarse en el equipo de reparación dados sus 'conocimientos'. Es un caso extremo, pero ilustrativo de a dónde nos pueden llevar fallos como el del alto tribunal.
Las noticias sobre el mundo de la comunicación suelen tener escasa repercusión en los propios medios salvo cuando se trata de alguna gran operación de compraventa o fusión, o a la hora del autobombo sobre resultados, ya sean económicos o de audiencia. La del fallo contrario al comité intercentros de Efe no ha tenido apenas eco más que en dos o tres periódicos y en algunos de tapadillo. Claro que alguno se ha apresurado a calificar el fallo de "histórico" y adelantar el claro precedente que esta medida puede tener en el resto de los medios de comunicación en un futuro próximo.
Lo dicho, tiempos negros se avecinan para una profesión que, si bien no cuenta entre las que más respeto despierta en la ciudadanía, todavía mantiene un fin social de primera necesidad, hacer llegar a la ciudadanía con rigor y objetividad lo que ocurre a nuestro alrededor. Desvirtuar la figura del periodista-redactor con la acumulación de funciones propias de otros compañeros de profesión sólo va a contribuir a que en un futuro no tan lejano los objetivos que han definido desde siempre este oficio se diluyan hasta convertirlo en especie en vías de extinción.
Con esta sentencia no solamente se destruye cualquier criterio objetivo sobre las categorías profesionales en el sector, sino que se abre un negro panorama que amenaza con acabar con los atributos que siempre han definido, antes y ahora, la sesencia del noble oficio de poner al servicio de la sociedad la información, cada uno desde su correspondiente categoría profesional.
Y es malo que toda una Audiencia Nacional utilice entre sus bases legales argumentos tan peregrinos como el hecho de que Efe haya facilitado a sus redactores unos cursillos acelerados para el manejo de esas minicámaras. También cualquier gran grupo de prensa diaria podría incluir entre sus 'ofertas voluntarias' a sus periodistas la posibilidad de una pequeño módulo de FP sobre mecánica. Ello ayudaría a que, en caso de una avería en talleres o un fallo en la rotativa correspondiente, cualquier redactor se viene impelido a integrarse en el equipo de reparación dados sus 'conocimientos'. Es un caso extremo, pero ilustrativo de a dónde nos pueden llevar fallos como el del alto tribunal.
Las noticias sobre el mundo de la comunicación suelen tener escasa repercusión en los propios medios salvo cuando se trata de alguna gran operación de compraventa o fusión, o a la hora del autobombo sobre resultados, ya sean económicos o de audiencia. La del fallo contrario al comité intercentros de Efe no ha tenido apenas eco más que en dos o tres periódicos y en algunos de tapadillo. Claro que alguno se ha apresurado a calificar el fallo de "histórico" y adelantar el claro precedente que esta medida puede tener en el resto de los medios de comunicación en un futuro próximo.
Lo dicho, tiempos negros se avecinan para una profesión que, si bien no cuenta entre las que más respeto despierta en la ciudadanía, todavía mantiene un fin social de primera necesidad, hacer llegar a la ciudadanía con rigor y objetividad lo que ocurre a nuestro alrededor. Desvirtuar la figura del periodista-redactor con la acumulación de funciones propias de otros compañeros de profesión sólo va a contribuir a que en un futuro no tan lejano los objetivos que han definido desde siempre este oficio se diluyan hasta convertirlo en especie en vías de extinción.
Corrupción
La guerra a muerte que mantienen desde hace años los dos principales partidos políticos de ámbito estatal ha llevado a sus estrategas a buscar en cada momento el punto flaco en el que golpear con precisión de boxeador veterano al contrario. Si el Partido Popular ha encontrado su filón en la crisis económica y en la evidente incapacidad del Gobierno socialista para gestionarla y sacar a flote el país, el PSOE, amparado en ese inmenso montón de basura que ha resultado el 'caso Gürtel' y todas sus ramificaciones, ha orientado todas sus energías hacia el punto débil de la corrupción detectado en sus oponentes.
En la política, como en la guerra, prácticamente se vale todo a la hora de ganar y, manipulaciones aparte, los dos asuntos en cuestión ofrecen pólvora suficiente para librar las grandes batallas nacionales. El principal problema es que, en el caso de la 'hoja de ruta' socialista los resultados han deparado más perjuicios a la política española de los beneficios de hacer partícipe a la ciudadanía de que la corrupción existe y hay que ponerla de manifiesto para atajarla.
Al margen de las zarandajas de los pactos nacionales a dos bandas, de los códigos de buena conducta y otras lindezas que ahora circulan por los ámbitos partidistas, lo cierto es que la estrategia del PSOE lo único que ha conseguido en la sociedad española es que haya crecido la percepción generalizada de que la corrupción no tiene siglas y que el ciudadano de a pie llegue a aquella famosa frase de nuestros abuelos y padres de que "todos son iguales", generalización que la transición democrática había logrado que varias generaciones desechasen como costumbres de otros tiempos.
Lo malo de utilizar determinadas armas sobre las que no se tiene el control absoluto es que se pueden volver contra uno mismo. Ahora, los sondeos ya no hacen distingos y mayoritariamente apuestan por la creencia de que algo huele a podrido en la política, lleve el carné que lleve el 'servidor de la patria'. Y, por si había alguna duda, la Fiscalía General del Estado ha hecho públicas las cifras de procedimientos penales abiertos por corrupción contra cargos públicos y, aunque a algunos les pueda sonar a extraño resulta que la palma se la lleva el PSOE, con 264 cargos investigados, frente a 200 del PP. O sea, que allá se andan. ¡Y lo que no sabremos!
En la política, como en la guerra, prácticamente se vale todo a la hora de ganar y, manipulaciones aparte, los dos asuntos en cuestión ofrecen pólvora suficiente para librar las grandes batallas nacionales. El principal problema es que, en el caso de la 'hoja de ruta' socialista los resultados han deparado más perjuicios a la política española de los beneficios de hacer partícipe a la ciudadanía de que la corrupción existe y hay que ponerla de manifiesto para atajarla.
Al margen de las zarandajas de los pactos nacionales a dos bandas, de los códigos de buena conducta y otras lindezas que ahora circulan por los ámbitos partidistas, lo cierto es que la estrategia del PSOE lo único que ha conseguido en la sociedad española es que haya crecido la percepción generalizada de que la corrupción no tiene siglas y que el ciudadano de a pie llegue a aquella famosa frase de nuestros abuelos y padres de que "todos son iguales", generalización que la transición democrática había logrado que varias generaciones desechasen como costumbres de otros tiempos.
Lo malo de utilizar determinadas armas sobre las que no se tiene el control absoluto es que se pueden volver contra uno mismo. Ahora, los sondeos ya no hacen distingos y mayoritariamente apuestan por la creencia de que algo huele a podrido en la política, lleve el carné que lleve el 'servidor de la patria'. Y, por si había alguna duda, la Fiscalía General del Estado ha hecho públicas las cifras de procedimientos penales abiertos por corrupción contra cargos públicos y, aunque a algunos les pueda sonar a extraño resulta que la palma se la lleva el PSOE, con 264 cargos investigados, frente a 200 del PP. O sea, que allá se andan. ¡Y lo que no sabremos!
martes, 17 de noviembre de 2009
CINE ESPAÑOL
Del cine español se viene hablando últimamente mucho, aunque buena parte del sonido es más ruido que otra cosa. Uno no sabe si quedarse con los defensores de la calidad de las producciones que salen al mercado o con las declaraciones del señor Guardans, el brazo derecho de la ministra González Sinde, sujeto como todo alto cargo al papel de reductor de expectativas fruto de la crisis económica. Pues ni con unos ni con otro. Desde luego, la media habitual de las películas nacionales se encuentra en estos momentos en una de las fases más descorazonadoras de los últimos años, por mucho que se empeñen los presuntos creadores en defender su obra.
Sin embargo, como en los cuentos, de vez en cuando aparece es instante de magia y un destello despereza el aburrimiento de tanta falsa comedia o 'thriller' sicológico. Y uno de esos momentos se ha producido ahora con el estreno de "Celda 211", uno de esos ejemplos que permiten recuperar la confianza no sólo en el cine nacional, sino en el CINE (son mayúsculas).
Acudí a la proyección con un saco al hombro de opiniones superlativas, cargadas de adjetivos elogiosos y, en un mano, con mi recelo hacia las posibilidades reales de Daniel Monzón, autor de tres películas fallidas, aunque una de ellas, la anterior, "La caja Kovak", apuntaba posibilidades.
Todos los recelos quedaron olvidades a medida que discurría el metraje de "Celda 211", una 'rara avis' de esas que enganchan desde el principio hasta el final con un elenco de personajes reales, creíbles, entrañables y brutales a un mismo tiempo, y con un poso infalible para cualquier historia, la amistad, el compañerismo, llevados hasta la muerte si es preciso. Pero luego había que mover a esos elementos y darles un ritmo. ¡Y vaya si Monzón lo hace!
Quiero decir con esto que, si nos abstraemos de algún rostro conocido -cada día más extraordinario Luis Tosar- y ponemos en inglés los títulos de crédito nadie dudaría en situar a "Celda 211" a la altura de los mejores filmes de ambiente penitenciario de las cinematografías más potentes. Vamos, que podría ser nuestro "Bruebaker" español, pero en mejor.
Personajes, incluidos los múltiples secundarios, climas, ritmo narativo, todo funciona para completar una verdadera obra que, si no maestra, se aproxima bastante.
Sin embargo, como en los cuentos, de vez en cuando aparece es instante de magia y un destello despereza el aburrimiento de tanta falsa comedia o 'thriller' sicológico. Y uno de esos momentos se ha producido ahora con el estreno de "Celda 211", uno de esos ejemplos que permiten recuperar la confianza no sólo en el cine nacional, sino en el CINE (son mayúsculas).
Acudí a la proyección con un saco al hombro de opiniones superlativas, cargadas de adjetivos elogiosos y, en un mano, con mi recelo hacia las posibilidades reales de Daniel Monzón, autor de tres películas fallidas, aunque una de ellas, la anterior, "La caja Kovak", apuntaba posibilidades.
Todos los recelos quedaron olvidades a medida que discurría el metraje de "Celda 211", una 'rara avis' de esas que enganchan desde el principio hasta el final con un elenco de personajes reales, creíbles, entrañables y brutales a un mismo tiempo, y con un poso infalible para cualquier historia, la amistad, el compañerismo, llevados hasta la muerte si es preciso. Pero luego había que mover a esos elementos y darles un ritmo. ¡Y vaya si Monzón lo hace!
Quiero decir con esto que, si nos abstraemos de algún rostro conocido -cada día más extraordinario Luis Tosar- y ponemos en inglés los títulos de crédito nadie dudaría en situar a "Celda 211" a la altura de los mejores filmes de ambiente penitenciario de las cinematografías más potentes. Vamos, que podría ser nuestro "Bruebaker" español, pero en mejor.
Personajes, incluidos los múltiples secundarios, climas, ritmo narativo, todo funciona para completar una verdadera obra que, si no maestra, se aproxima bastante.
Cuando el carbón suena
El futuro de la minería del carbón es como el Guadiana, aparece y desaparece, aunque en este segundo caso deja tras de sí en muchas ocasiones efectos negativos para el sector. No vamos a recordar ahora todo el historial de recetas 'jibaristas' de los expertos en energía que solicitaron los correspondientes recortes basándose en unos criterios estrictamente económicos que, en frío, podían ser incontestables. Fruto de esos oráculos vinieron los sucesivos recortes, que no fueron mayores gracias a la existencia de unos sindicatos, los mineros, que son de los pocos que mantienen el espíritu genuino de estas organizaciones sociales: defender a sus trabajadores y los puestos de trabajo. ¿Existiría hoy HUNOSA si no fuera por la presencia de las centrales mineras y, sin quitar mérito a nadie, por la existencia de un auténtico líder como es el inagotable líder del SOMA, José Ángel Fernández Villa? Mientras sus compañeros de otros sectores se han ido aburguesando a base de sillones en consejos de entidades financieras públicas, de empresas y organismos de idéntico carácter o de formar parte del séquito oficial del presidente autonómico de turno en sus inavcabables viajes internacionales, los sindicatos mineros , sus dirigentes, han sido de los pocos que han roto la tónica de "no moverse para salir en la foto" y, en cada uno de los momentos difíciles, han dicho las "verdades del barquero" a todo diós, por supuesto también a los dirigentes institucionales y políticos de los partidos en los que militan e incluso ocupan -o ocupaban- cargos.
Cierto que en esas batallas se han ido dejando plumas, pero el sector, a pesar de que las cifras apuntan a medidas drásticas periódicamente, se ha mantenido dada su condición de estratégico, y no sólo para una región como Asturias, sino para el conjunto del sector energético.
Mucho me temo que, tras uno de los obligados paréntesis, estamos iniciando un nuevo ciclo de ataque basado en los "inasumibles" costes del carbón español. Días atrás, el portavoz económico del PPP, Cristóbal Montoro, ponía la primera banderilla, bien erropado por los criterios de la Unión Europea, permanente espada de Damocles para el sector. Hasta aquí, lo normal. Lo más preocupante es que leamos hoy en la prensa que la Comisión Nacional de la Energía empieza a poner sobre el tapete sus nuevas recetas y traslada al Gobierno "seis propuestas de mejora" para el decreto del carbón, además de plantear que los incentivos para el consumo del mineral se extiendan sólo hasta el año 2012 y recordar que esta política tiene una inevitable repercusión en la tarifa eléctrica. En fin, una reconvención camuflada al plan del carbón.
A mi todo esto me huele mal, especialmente si a las pocas horas el presidente del Principado solicita a Zapatero que defienda el carbón durante la inminente Presidencia española de la UE. Y es que cuando el carbón suena..., preparate para la tijera. A fin de cuentas es la historia de los últimos años.
Por mucho que los mandatarios asturianos y sus voceros recurran a la innovación y a los servicios, muy necesarios por cierto, la dieta económica de esta región sigue sin poder prescindir de la industria y la minería. Sin ellas, sería como una mesa de dos patas, inestable y con posibilidades de venirse al suelo.
En estas circunstancias, sería bueno que todos los partidos políticos asturianos se olvidasen de sus enfrentamientos y remasen en una única dirección. Por cierto, ¿está dispuesto el presidente regional del PP, Ovidio Sánchez, a plantar cara a los dirigentes económicos de su partido a nivel nacional al margen de una frase o dos para titular en un periódico?
En cualquier caso, la confianza que esos políticos nos inspiran hacen cuando menos dudar de que se tomen el asunto como 'casus belli' y defiendan las ayudas y los tamaños de explotación actuales sin dar un solo paso atrás. Eso me lleva a recordar que todavía nos quedan Maximino y Villa, no tan locuaces como hace tiempo, pero me niego a creer que el paso de los años o el desgaste de la lucha sindical les haya desactivado. En el caso del líder del SOMA hay que confiar que su voz sigue siendo más alta que la de muchos de sus correligionarios socialistas, a pesar de haber ido perdiendo peso político en cargos e instituciones. Cualquier otro escenario me resulta, aún hoy, difícil de creer.
Cierto que en esas batallas se han ido dejando plumas, pero el sector, a pesar de que las cifras apuntan a medidas drásticas periódicamente, se ha mantenido dada su condición de estratégico, y no sólo para una región como Asturias, sino para el conjunto del sector energético.
Mucho me temo que, tras uno de los obligados paréntesis, estamos iniciando un nuevo ciclo de ataque basado en los "inasumibles" costes del carbón español. Días atrás, el portavoz económico del PPP, Cristóbal Montoro, ponía la primera banderilla, bien erropado por los criterios de la Unión Europea, permanente espada de Damocles para el sector. Hasta aquí, lo normal. Lo más preocupante es que leamos hoy en la prensa que la Comisión Nacional de la Energía empieza a poner sobre el tapete sus nuevas recetas y traslada al Gobierno "seis propuestas de mejora" para el decreto del carbón, además de plantear que los incentivos para el consumo del mineral se extiendan sólo hasta el año 2012 y recordar que esta política tiene una inevitable repercusión en la tarifa eléctrica. En fin, una reconvención camuflada al plan del carbón.
A mi todo esto me huele mal, especialmente si a las pocas horas el presidente del Principado solicita a Zapatero que defienda el carbón durante la inminente Presidencia española de la UE. Y es que cuando el carbón suena..., preparate para la tijera. A fin de cuentas es la historia de los últimos años.
Por mucho que los mandatarios asturianos y sus voceros recurran a la innovación y a los servicios, muy necesarios por cierto, la dieta económica de esta región sigue sin poder prescindir de la industria y la minería. Sin ellas, sería como una mesa de dos patas, inestable y con posibilidades de venirse al suelo.
En estas circunstancias, sería bueno que todos los partidos políticos asturianos se olvidasen de sus enfrentamientos y remasen en una única dirección. Por cierto, ¿está dispuesto el presidente regional del PP, Ovidio Sánchez, a plantar cara a los dirigentes económicos de su partido a nivel nacional al margen de una frase o dos para titular en un periódico?
En cualquier caso, la confianza que esos políticos nos inspiran hacen cuando menos dudar de que se tomen el asunto como 'casus belli' y defiendan las ayudas y los tamaños de explotación actuales sin dar un solo paso atrás. Eso me lleva a recordar que todavía nos quedan Maximino y Villa, no tan locuaces como hace tiempo, pero me niego a creer que el paso de los años o el desgaste de la lucha sindical les haya desactivado. En el caso del líder del SOMA hay que confiar que su voz sigue siendo más alta que la de muchos de sus correligionarios socialistas, a pesar de haber ido perdiendo peso político en cargos e instituciones. Cualquier otro escenario me resulta, aún hoy, difícil de creer.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Ni unido, ni limpio
Si la reunión que días atrás celebró la dirección nacional del PP para afrontar los manifiestos problemas internos que desde hace tiempo deterioran su imagen no había sido terapia suficiente, Rajoy y su equipo han ampliado el exorcismo de sus demonios internos con la convención nacional de este fin de semana en Barcelona. Del conjunto de ambas citas ha salido un mensaje repetido unánimente: "Ya ha pasado todo". Las declaraciones de todos los dirigentes significativos que semanas atrás habían sembrado dudas sobre la posibilidad de cohesionar el partido han sonado a "consigna", aunque no en todos los casos igual de convincente.
A partir de ahora, la dirección actual va a vender día a día su capacidad para lograr ese lema de "un solo partido, un solo líder y un solo proyecto". El problema es que es más que probable que la realidad se encargue de desmentirles. Aunque para muchos sean simples detalles, fotos como la de Camps y Barberá paseando con Fernando Alonso en un Ferrari por las calles de Valencia a la misma hora en que se formalizaba "el cierre de la crisis" o la ausencia de esperanza Aguirre por "motivos familiares" de esa misma 'foto' son hechos significativos de que lo único que se ha logrado es poner sordina a las hostilidades por el momento. Y qué decir de la ausencia de Aznar en el cónclave barcelonés, en este caso no por rechazo a Rajoy y su proyecto, sino porque se le dijo con ansoluta claridad que no 'hacía falta' para nada. "Pues para eso me voy a Oriente, donde me reclaman y, además, me pagan", debió decir el ex presidente del Gobierno.
Rajoy debe ser consciente de que el partido no está bien por mucho que se reúna. Reclamar como colofón de la convención de este fin de semana "un partido unido y limpio" implica el práctico reconocimiento de que en este momento no está ni lo uno ni lo otro, un hecho, por lo demás, que no hace falta estudiar Ciencias Políticas para constatarlo.
Sólo con sortilegios como los de las dos últimas semanas el PP no va a ganar las elecciones y ello pese a las facilidades que les da cada día el Gobierno socialista de Zapatero. Sólo la noticia que ayer abría todas las portadas de los periódicos, con una Europa abandonando la recesión, mientras en ese infierno se queda todavía España. o declaraciones como las del propio presidente del Gobierno asegurando que no importa salir de la crisis un trimestre antes o después -¡Qué se lo diga a los trabajadores, a los parados,..., porque a él y a los suyos, evidentemente no les van a afectar tres o seis meses de vacas flacas-, cosas como estas serían suficientes en otro país para dar la vuelta a los resultados de 2004 ó 2008 y poner a la oposición en la 'pole' para 2012.
Sin embargo, ni todos estos meses de 'desatinos' gubernamentales, ni la incapacidad de ese equipo para gestionar la economía han servido apenas para romper el 'empate técnico' y situar al PP varios puntos por delante en la intención de voto.
Los partidos funcionan como funcionan y a estas alturas no los va a cambiar nadie. Por eso, al final será Rajoy, con su estilo y con su equipo de confianza, el que dispute a Zapatero el Gobierno en 2012. Y con este panorama -y a pesar del tiempo que falta- nadie se atrevería a aventurar una ruptura de ese equilibrio. Este país necesita otros líderes, y ya que estamos hablando del PP les remito al sondeo de un diario tan poco sospechoso como 'Público' que sitúa la victoria del PP con cabezas de lista como Alberto Ruiz-Gallardón o Rodrigo Rato, ambos capaces de ganar -dice la encuesta- a Zapatero, no así Rajoy. No se trata de que una consulta o dos, o cien decidan la postura de un partido, pero sí deberían llevar a sus responsables a pensar que, si tienen un proyecto diferenciado del de sus adversarios y quieren ponerlo en práctica no hay otra forma que ganar las elecciones, aunque eso signifique algún sacrificio sobre la ortodoxia endogámica. Hay que ganar con el líder mejor preparado para ello, pero ¿hay alguien que se crea a estas alturas que esto es posible en la España del siglo XXI? Si existe, por favor, que me lo diga para elevarlo al 'guines'.
A partir de ahora, la dirección actual va a vender día a día su capacidad para lograr ese lema de "un solo partido, un solo líder y un solo proyecto". El problema es que es más que probable que la realidad se encargue de desmentirles. Aunque para muchos sean simples detalles, fotos como la de Camps y Barberá paseando con Fernando Alonso en un Ferrari por las calles de Valencia a la misma hora en que se formalizaba "el cierre de la crisis" o la ausencia de esperanza Aguirre por "motivos familiares" de esa misma 'foto' son hechos significativos de que lo único que se ha logrado es poner sordina a las hostilidades por el momento. Y qué decir de la ausencia de Aznar en el cónclave barcelonés, en este caso no por rechazo a Rajoy y su proyecto, sino porque se le dijo con ansoluta claridad que no 'hacía falta' para nada. "Pues para eso me voy a Oriente, donde me reclaman y, además, me pagan", debió decir el ex presidente del Gobierno.
Rajoy debe ser consciente de que el partido no está bien por mucho que se reúna. Reclamar como colofón de la convención de este fin de semana "un partido unido y limpio" implica el práctico reconocimiento de que en este momento no está ni lo uno ni lo otro, un hecho, por lo demás, que no hace falta estudiar Ciencias Políticas para constatarlo.
Sólo con sortilegios como los de las dos últimas semanas el PP no va a ganar las elecciones y ello pese a las facilidades que les da cada día el Gobierno socialista de Zapatero. Sólo la noticia que ayer abría todas las portadas de los periódicos, con una Europa abandonando la recesión, mientras en ese infierno se queda todavía España. o declaraciones como las del propio presidente del Gobierno asegurando que no importa salir de la crisis un trimestre antes o después -¡Qué se lo diga a los trabajadores, a los parados,..., porque a él y a los suyos, evidentemente no les van a afectar tres o seis meses de vacas flacas-, cosas como estas serían suficientes en otro país para dar la vuelta a los resultados de 2004 ó 2008 y poner a la oposición en la 'pole' para 2012.
Sin embargo, ni todos estos meses de 'desatinos' gubernamentales, ni la incapacidad de ese equipo para gestionar la economía han servido apenas para romper el 'empate técnico' y situar al PP varios puntos por delante en la intención de voto.
Los partidos funcionan como funcionan y a estas alturas no los va a cambiar nadie. Por eso, al final será Rajoy, con su estilo y con su equipo de confianza, el que dispute a Zapatero el Gobierno en 2012. Y con este panorama -y a pesar del tiempo que falta- nadie se atrevería a aventurar una ruptura de ese equilibrio. Este país necesita otros líderes, y ya que estamos hablando del PP les remito al sondeo de un diario tan poco sospechoso como 'Público' que sitúa la victoria del PP con cabezas de lista como Alberto Ruiz-Gallardón o Rodrigo Rato, ambos capaces de ganar -dice la encuesta- a Zapatero, no así Rajoy. No se trata de que una consulta o dos, o cien decidan la postura de un partido, pero sí deberían llevar a sus responsables a pensar que, si tienen un proyecto diferenciado del de sus adversarios y quieren ponerlo en práctica no hay otra forma que ganar las elecciones, aunque eso signifique algún sacrificio sobre la ortodoxia endogámica. Hay que ganar con el líder mejor preparado para ello, pero ¿hay alguien que se crea a estas alturas que esto es posible en la España del siglo XXI? Si existe, por favor, que me lo diga para elevarlo al 'guines'.
viernes, 13 de noviembre de 2009
Una gran pinacoteca en Gijón
Exposiciones artísticas hay muchas, pero en contadas ocasiones en una ciudad como la nuestra, Gijón, se tiene la oportunidad de acceder a una de la categoría de la que ayer inauguró Cajastur en su centro Cultural Palacio Revillagigedo bajo el epígrafe "El espejo que huye".
La muestra es fruto de la política de apertura al exterior de la gallega Fundación María José Jove, que, en colaboración con la entidad financiera asturiana, ha seleccionado un amplio catálogo de entre sus fondos para que puedan conocerlos aquellos que no tienen el acceso a su sede permanente en A Coruña.
Confieso que no tenía siquiera conocimiento de la existencia de esta joven fundación, pero un paseo por las salas del Revillagigedo, al margen del propio placer de contemplar obra de algunos de los artistas españoles mas señeros del pasado siglo, ofrece una ligera idea de la extraordinaria labor que sus responsables están realizando en lo que a la formación de una completa e interesante historia del arte del pasado siglo.
Al margen de la disponibilidad de fondos propios, hay que resaltar la gran labor de selección realizada por el comisario de la muestra, David Barro.
No es frecuente encontrar en las mismas paredes obras de Picasso, Dalí, Miró, Leger o Kandinsky, pero también de Tapies, Barceló, Antonio Saura, canogar, el Equipo Crónica o Anglada Camarasa, sin olvidar artistas tan destacados como Darío de Regoyos o Santiago Rusiñol, más 'clasicos' o 'académicos' que todos los anteriores. Maruja Mallo, fernández Granell, Lucio Muñoz, Luis Gordillo,... En fin, una lista completísima que, aunque con un cuadro por autor -excepto Picasso, que tiene dos- convierten estos día al Revillagigedo en un remedo a pequeña escala de las grandes pinacotecas nacionales e internacionales.
Quizá para algunas personas una obra de algunos de los citados no les diga más que una mezcla informe de colores y formas o los trazos temblorosos y las figuras esquematizadas de un dibujo infantil. En cualquier caso, el arte de hoy en día -gustos al margen- se eleva a los altares en función de la firma del autor y, con este criterio, "El espejo que huye" es un excelente templo ocupado por una amplia nómina de los dioses de la creación pictórica. Felicidades.
La muestra es fruto de la política de apertura al exterior de la gallega Fundación María José Jove, que, en colaboración con la entidad financiera asturiana, ha seleccionado un amplio catálogo de entre sus fondos para que puedan conocerlos aquellos que no tienen el acceso a su sede permanente en A Coruña.
Confieso que no tenía siquiera conocimiento de la existencia de esta joven fundación, pero un paseo por las salas del Revillagigedo, al margen del propio placer de contemplar obra de algunos de los artistas españoles mas señeros del pasado siglo, ofrece una ligera idea de la extraordinaria labor que sus responsables están realizando en lo que a la formación de una completa e interesante historia del arte del pasado siglo.
Al margen de la disponibilidad de fondos propios, hay que resaltar la gran labor de selección realizada por el comisario de la muestra, David Barro.
No es frecuente encontrar en las mismas paredes obras de Picasso, Dalí, Miró, Leger o Kandinsky, pero también de Tapies, Barceló, Antonio Saura, canogar, el Equipo Crónica o Anglada Camarasa, sin olvidar artistas tan destacados como Darío de Regoyos o Santiago Rusiñol, más 'clasicos' o 'académicos' que todos los anteriores. Maruja Mallo, fernández Granell, Lucio Muñoz, Luis Gordillo,... En fin, una lista completísima que, aunque con un cuadro por autor -excepto Picasso, que tiene dos- convierten estos día al Revillagigedo en un remedo a pequeña escala de las grandes pinacotecas nacionales e internacionales.
Quizá para algunas personas una obra de algunos de los citados no les diga más que una mezcla informe de colores y formas o los trazos temblorosos y las figuras esquematizadas de un dibujo infantil. En cualquier caso, el arte de hoy en día -gustos al margen- se eleva a los altares en función de la firma del autor y, con este criterio, "El espejo que huye" es un excelente templo ocupado por una amplia nómina de los dioses de la creación pictórica. Felicidades.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Los diferentes criterios del AVE
La pasada semana escribí en esta modesta tribuna un comentario sobre la ausencia del Gobierno asturiano en la 'foto de familia' que en Aragón oficializó el AVE Santander-Mediterráneo. Por primera vez desde que abrí esta ventana hubo participación y controversia. Una persona anónima se mostraba de acuerdo con la postura del Gobierno asturiano contraria a ese proyecto y con sus argumentos en defensa de que la comunicación de Asturias con las comunidades del Mare Nostrum pasaba por Madrid. Incluso, esa persona mencionaba el importe -a su juicio un desembolso injustificado- del tramo Asturias-Santander, que empalmaría con ese futuro nuevo eje ferroviario.
Dos puntualizaciones a esa argumentación completamente respetable. Por un lado, no tiene en cuenta que no se trata de unir el Principado con Santander, ni siquiera con Valencia, sino con el valle del Ebro y Cataluña -¿o también ahí vamos a ir en alta velocidad por Madrid?- que conforman con la Comunidad valenciana probablemente el eje más dinámico de España. Por otro, conectar por alta velocidad las capitales asturiana y cántabra sería completar el AVE del Cantábrico, un trazado del que hasta la fecha, de las comunidades de la Cornisa, solamente el Gobierno del Principado se ha desvinculado.
Se dirá que tanto un proyecto como el otro son, por ahora, eso, proyectos, pero en ningún caso me parece justificado desvincularse de ellos. También dirá alguno que lo queremos "todo". Bueno, pues sí. Quizá haya que recordar a algunos que en otros lugares de España ya se diseñan infraestructuas de menor empaque territorial, con todo el respeto -todo sea dicho- para sus beneficiarios.
Un ejemplo, el AVE entre Murcia y Almería. ¿Por qué no? Ya está en marcha. Lo peor es que uno descubre detalles que hablan del distinto criterio que Fomento utiliza a la hora de planificar. Un detalle, en ese nuevo trazado el departamento de José Blanco admite que habrá dos paradas en 65 kilómetros, una en Lorca y otra en Vera, una localidad en la que, curiosamente, veranean altos cargos socialistas. ¿Pero cuando el 'número dos' de Fomento vino en agosto a Asturias a explicarnos las 'ideas' -que no otra cosa- para el trazado desde Pola de Lena hasta... (¿Llanera? ¿Oviedo? ¿Gijón?) no esgrimió el argumento de que en distancias costas no se pueden hacer varias paradas porque no le da tiempo al AVE a tomar su velocidad máxima antes de tener que empezar ya a reducirla?
La alta velocidad la quieren todos -bueno, casi todos- y las obras hay que hacerlas paso a paso. Lo que es necesario es que el Gobierno de Zapatero establezca de una vez un criterio único y racional para afrontar el diseño nacional definitivo, que nos llevará al año 2020 ó 2025. ¿Quién sabe?
Lo de González y Guerra en el 82 priorizando sobre cualquier otro el AVE de Sevilla tenía el argumento de la Expo, aunque no todo el mundo lo entendió así. Ya va siendo hora de que todos seamos en verdad iguales en infraestructuras; por ahora no es así.
Dos puntualizaciones a esa argumentación completamente respetable. Por un lado, no tiene en cuenta que no se trata de unir el Principado con Santander, ni siquiera con Valencia, sino con el valle del Ebro y Cataluña -¿o también ahí vamos a ir en alta velocidad por Madrid?- que conforman con la Comunidad valenciana probablemente el eje más dinámico de España. Por otro, conectar por alta velocidad las capitales asturiana y cántabra sería completar el AVE del Cantábrico, un trazado del que hasta la fecha, de las comunidades de la Cornisa, solamente el Gobierno del Principado se ha desvinculado.
Se dirá que tanto un proyecto como el otro son, por ahora, eso, proyectos, pero en ningún caso me parece justificado desvincularse de ellos. También dirá alguno que lo queremos "todo". Bueno, pues sí. Quizá haya que recordar a algunos que en otros lugares de España ya se diseñan infraestructuas de menor empaque territorial, con todo el respeto -todo sea dicho- para sus beneficiarios.
Un ejemplo, el AVE entre Murcia y Almería. ¿Por qué no? Ya está en marcha. Lo peor es que uno descubre detalles que hablan del distinto criterio que Fomento utiliza a la hora de planificar. Un detalle, en ese nuevo trazado el departamento de José Blanco admite que habrá dos paradas en 65 kilómetros, una en Lorca y otra en Vera, una localidad en la que, curiosamente, veranean altos cargos socialistas. ¿Pero cuando el 'número dos' de Fomento vino en agosto a Asturias a explicarnos las 'ideas' -que no otra cosa- para el trazado desde Pola de Lena hasta... (¿Llanera? ¿Oviedo? ¿Gijón?) no esgrimió el argumento de que en distancias costas no se pueden hacer varias paradas porque no le da tiempo al AVE a tomar su velocidad máxima antes de tener que empezar ya a reducirla?
La alta velocidad la quieren todos -bueno, casi todos- y las obras hay que hacerlas paso a paso. Lo que es necesario es que el Gobierno de Zapatero establezca de una vez un criterio único y racional para afrontar el diseño nacional definitivo, que nos llevará al año 2020 ó 2025. ¿Quién sabe?
Lo de González y Guerra en el 82 priorizando sobre cualquier otro el AVE de Sevilla tenía el argumento de la Expo, aunque no todo el mundo lo entendió así. Ya va siendo hora de que todos seamos en verdad iguales en infraestructuras; por ahora no es así.
Los Oscar de Tini
Asistí esta tarde al acto de entrega de los premios Sociedad de la Información. Asturias 2009, que tuvieron como escenario el teatro de la Laboral. Era la primera vez en sus cinco años de existencia y desconozco si el estilo del de ayer es continuista o si el diseño se ha remozado en esta ocasión. Hablaré por ello sólo de lo que conozco.
La cita de ayer en el coliseo de Cabueñes me ha dejado un profundo malestar interior que ha hecho revolverse las tripas del joven que, por edad, hace años he dejado de ser. No se explica que cuando estamos esgrimiendo la crisis económica, la bajada de los ingresos de la comunidad autónoma como consecuencia de una notable menor recaudación de impuestos, cuando se están negociando unos presupuestos a la baja, metiendo tijera en servicios básicos, cuando se apela a la austeridad, se monte un 'chou' como el de hoy a base de cantantes famosos, como David Civera -gran atracción para llenar las butacas del teatro- o David de María, ballets espectaculares en su vestuario y profusión de integrantes, hasta uno de ellos con toda la imaginería y la música del 'Thriller' del desaparecido Michael Jackson, dos o tres cómicos y un escenario más propio de una gran gala nacional que de una entrega de galardones centrados en el aprovechamiento de las nuevas tecnologías tanto para empresarios, estudiantes, educadores, colectivos ciudadanos, organizaciones con fines sociales. ¿Qué tenía que ver todo ese espectáculo -Areces se refirió textualemente a el como "gran fiesta"- con el reconocimiento al esfuerzo de personas y colectivos para aprovechar una herramienta que cada vez ofrece más posibilidades para mejorar el servicio, la comunicación y el conocimiento?
Por si fuera poco, lo que a la concesión de los premios se refiere se resolvió al más puro estilo de los Oscar de Hollywood o de algunos de sus hermanos menores de otras nacionalidades. Causa estupor ver al concejal gijonés José María Pérez, al viceconsejero Luis Iturrioz o a la consejera Ana Rosa Migoya -todos ellos a cual más soso, si de espectáculo se trataba- haciendo de émulos de Steve Martin o George Clooney y, tras anunciar los presentadores el galardón que se iba a hacer público, repetir uno tras otros aquellos de "y los nominados son...".
En fin, que como 'show' la cosa funcionó medianamente bien. Otra cosa es si era eso lo que correspondía a este momento.
No sé lo que costó el evento -eso sí, no hubo pinchos-, ni me importa. Es la imagen la que preocupa. ¿Cómo se vende un montaje de este tipo a los miles de parados que han incrementado las oficinas del desempleo en los últimos meses, o a las miles de personas que llevan meses, o años, esperando recibir la ayuda de la ley de dependencia, por poner solamente un par de ejemplos? El desembolso no iba a cubrir ni en una ínfima parte ninguno de los múltiples huecos que se le amontonan al Ejecutivo asturiano, pero el respeto a los destinatarios de sus políticas exigen otras formas.
No vi por allí a nadie de Izquierda Unida, empeñada -dicen sus dirigentes- en aprovechar todo el dinero disponible para auténticas políticas sociales. Posiblemente alguno de esos mandatarios se encontrasen aullando a la luna esas proclemas, mientras preservan sus sillones en la Administración regional y en algunos ayuntamientos.
Cosas así son las que contribuyen a desacreditar a la clase política, que luego lamenta el concepto que de ella tiene la ciudadanía para, a continuación, hacer actos de contricción y proponerse tomar medidas para corregir esa percepción.
Todo lo anterior no empece en absoluto los meritos de los galardonados, que demostraron con su tenacidad e ímpetu que, con herramientos adecuadas, la imaginación y el esfuerzo pueden mejorarse a sí mismo, a su entorno y al conjunto de la sociedad en la que están inmersos. Pero hoy no fueron ellos -aunque les correspondía- los protagonistas.
La cita de ayer en el coliseo de Cabueñes me ha dejado un profundo malestar interior que ha hecho revolverse las tripas del joven que, por edad, hace años he dejado de ser. No se explica que cuando estamos esgrimiendo la crisis económica, la bajada de los ingresos de la comunidad autónoma como consecuencia de una notable menor recaudación de impuestos, cuando se están negociando unos presupuestos a la baja, metiendo tijera en servicios básicos, cuando se apela a la austeridad, se monte un 'chou' como el de hoy a base de cantantes famosos, como David Civera -gran atracción para llenar las butacas del teatro- o David de María, ballets espectaculares en su vestuario y profusión de integrantes, hasta uno de ellos con toda la imaginería y la música del 'Thriller' del desaparecido Michael Jackson, dos o tres cómicos y un escenario más propio de una gran gala nacional que de una entrega de galardones centrados en el aprovechamiento de las nuevas tecnologías tanto para empresarios, estudiantes, educadores, colectivos ciudadanos, organizaciones con fines sociales. ¿Qué tenía que ver todo ese espectáculo -Areces se refirió textualemente a el como "gran fiesta"- con el reconocimiento al esfuerzo de personas y colectivos para aprovechar una herramienta que cada vez ofrece más posibilidades para mejorar el servicio, la comunicación y el conocimiento?
Por si fuera poco, lo que a la concesión de los premios se refiere se resolvió al más puro estilo de los Oscar de Hollywood o de algunos de sus hermanos menores de otras nacionalidades. Causa estupor ver al concejal gijonés José María Pérez, al viceconsejero Luis Iturrioz o a la consejera Ana Rosa Migoya -todos ellos a cual más soso, si de espectáculo se trataba- haciendo de émulos de Steve Martin o George Clooney y, tras anunciar los presentadores el galardón que se iba a hacer público, repetir uno tras otros aquellos de "y los nominados son...".
En fin, que como 'show' la cosa funcionó medianamente bien. Otra cosa es si era eso lo que correspondía a este momento.
No sé lo que costó el evento -eso sí, no hubo pinchos-, ni me importa. Es la imagen la que preocupa. ¿Cómo se vende un montaje de este tipo a los miles de parados que han incrementado las oficinas del desempleo en los últimos meses, o a las miles de personas que llevan meses, o años, esperando recibir la ayuda de la ley de dependencia, por poner solamente un par de ejemplos? El desembolso no iba a cubrir ni en una ínfima parte ninguno de los múltiples huecos que se le amontonan al Ejecutivo asturiano, pero el respeto a los destinatarios de sus políticas exigen otras formas.
No vi por allí a nadie de Izquierda Unida, empeñada -dicen sus dirigentes- en aprovechar todo el dinero disponible para auténticas políticas sociales. Posiblemente alguno de esos mandatarios se encontrasen aullando a la luna esas proclemas, mientras preservan sus sillones en la Administración regional y en algunos ayuntamientos.
Cosas así son las que contribuyen a desacreditar a la clase política, que luego lamenta el concepto que de ella tiene la ciudadanía para, a continuación, hacer actos de contricción y proponerse tomar medidas para corregir esa percepción.
Todo lo anterior no empece en absoluto los meritos de los galardonados, que demostraron con su tenacidad e ímpetu que, con herramientos adecuadas, la imaginación y el esfuerzo pueden mejorarse a sí mismo, a su entorno y al conjunto de la sociedad en la que están inmersos. Pero hoy no fueron ellos -aunque les correspondía- los protagonistas.
viernes, 6 de noviembre de 2009
El que no se mueve no sale en la foto
Uno de los ingeniosos políticos protagonistas de la transición política acuñó una de esas frases que hacen historia: "El que se mueve no sale en la foto". Ahora los políticos asturianos que nos gobiernan han encontrado una variante sobre la misma: "El que no se mueve no sale en la foto".
Viene a cuento esta introducción por la foto publicada ayer en la que aparecen todos los mandatarios autonómicos desde el Norte al Levante para presentar en Zaragoza, junto al ministro de Fomento, el proyecto de AVE del Mediterraneo, que rompe la radialidad de las líneas en marcha hasta el momento para vertebrar la unión de la Cornisa Cantábrica con el eje mediterráneo, foco económico más dinámico de España desde hace años.
Lo que como asturiano no me sorprende, pero me duele muy adentro es ver que en esa gran foto de familia no aparece ni el presidente del Principado ni cualquiera de sus escuderos en el Gobierno autonómico. La fotografía es toda una panorámica de la verdadera relevancia que cada cuál tiene en la España de las Autonomías. Y lo peor de todo es que nuestro 'gobiernín', por boca de su consejero de Infraestructuras, tiene la desvergüenza de afirmar que a Asturias ese proyecto no le interesa y que nuestra conexión con el Levante es por Madrid.
Podría aceptarse este argumento si la alta velocidad de Asturias con Madrid estuviera resuelta, pero, de momento, al margen del tramo común con Galicia y el País Vasco que llega desde la capital de España hasta Valladolid, no hay más que obras y, en algunos casos, proyectos sin adjudicar o, lo que es peor, otros sin resolver.
En la programación radial de la alta velocidad Asturias va a llegar en último lugar, por mucho que se empeñe ese extraordinariopublicista, aunque sin credibilidad alguna, que es el delegado del Gobierno en el Principado, Antonio Trevín (si alguien tiene el humor que repase sus periódicas correcciones de calendarios con afirmaciones que, vistas con la perspectiva del tiempo, sólo provocarían la sonrisa, cuando no el cabreo por considerar idiotas a sus destinatarios).
Hace muchos años, cuando el PSOE rechazaba sistemáticamente la variante de Pajares, un político considerado, como era Pedro de Silva, argumentaba esa reticencia con otra prioridad, unir Asturias con el auténtico eje económico del Mediterráneo a traves del valle del Ebro. Entonces ambas obras eran más bien utópicas, pero cada cual, desde su responsabilidad, expresaba sus prioridades, y la del PSOE, partiendo de que el ex presidente del Principado era su cabeza visible, era la susodicha alternativa.
Ahora Areces, Buendía y otros camaradas gobernantes aseguran que esa opción no interesa, como antes también se han quedado al margen de la apuesta generalizada de todas las comunidades del Norte por el AVE del Cantábrico. Lo malo de todo esto es que, como queda reseñado, es casi seguro que quedaremos a la cola del proyecto radial de alta velocidad, que avanza a más velocidad en cualquier dirección que en la asturiana. Lo más probable es que, tarde o temprano la racionalidad se imponga y el Principado se apunte al eje de alta velocidad Santander-Mediterraneo ahora planteado con el apoyo físico y moral de todos los presidentes del camino y adyacentes, y también -ya se ha dicho en numerosas ocasiones- al hipotético AVE del Cantábrico si finalmente los proyectos en curso siguen adelante -eliminar sólo en territorio asturiano un proyecto que apoyan Galicia, Cantabria y País Vasco suena a chiste-. Claro que para cuando el Principado cambie de opinión su posición de fuerza será la de un simple becario y volverá a asumir ese papel que parece tan querido a sus mandatarios de furgón de cola de todo progreso.
Lo he comentado en más de una ocasión y ahora hay que volver a manifestarlo por desgracia: ¿Qué habremos hecho los asturianos para merecernos la clase política que tenemos? Seguro que algo terrible, a tenor de los resultados. Y esta no es la opinión personal y subjetiva de un simple periodista. Salgan a la calle y pregunten, veran que esa opinión la comparten una mayoría de sus conciudadanos. A lo peor es que Areces y su equipo interpretaron mal la frase de Guerra y piensan que hay que callarse y no salir en la foto para mantenerse en el erial de la política asturiana. Que no se equivoquen, la imagen de Aragón vale más que mil palabras y es una auténtica ofensa para los asturianos, una más.
Viene a cuento esta introducción por la foto publicada ayer en la que aparecen todos los mandatarios autonómicos desde el Norte al Levante para presentar en Zaragoza, junto al ministro de Fomento, el proyecto de AVE del Mediterraneo, que rompe la radialidad de las líneas en marcha hasta el momento para vertebrar la unión de la Cornisa Cantábrica con el eje mediterráneo, foco económico más dinámico de España desde hace años.
Lo que como asturiano no me sorprende, pero me duele muy adentro es ver que en esa gran foto de familia no aparece ni el presidente del Principado ni cualquiera de sus escuderos en el Gobierno autonómico. La fotografía es toda una panorámica de la verdadera relevancia que cada cuál tiene en la España de las Autonomías. Y lo peor de todo es que nuestro 'gobiernín', por boca de su consejero de Infraestructuras, tiene la desvergüenza de afirmar que a Asturias ese proyecto no le interesa y que nuestra conexión con el Levante es por Madrid.
Podría aceptarse este argumento si la alta velocidad de Asturias con Madrid estuviera resuelta, pero, de momento, al margen del tramo común con Galicia y el País Vasco que llega desde la capital de España hasta Valladolid, no hay más que obras y, en algunos casos, proyectos sin adjudicar o, lo que es peor, otros sin resolver.
En la programación radial de la alta velocidad Asturias va a llegar en último lugar, por mucho que se empeñe ese extraordinariopublicista, aunque sin credibilidad alguna, que es el delegado del Gobierno en el Principado, Antonio Trevín (si alguien tiene el humor que repase sus periódicas correcciones de calendarios con afirmaciones que, vistas con la perspectiva del tiempo, sólo provocarían la sonrisa, cuando no el cabreo por considerar idiotas a sus destinatarios).
Hace muchos años, cuando el PSOE rechazaba sistemáticamente la variante de Pajares, un político considerado, como era Pedro de Silva, argumentaba esa reticencia con otra prioridad, unir Asturias con el auténtico eje económico del Mediterráneo a traves del valle del Ebro. Entonces ambas obras eran más bien utópicas, pero cada cual, desde su responsabilidad, expresaba sus prioridades, y la del PSOE, partiendo de que el ex presidente del Principado era su cabeza visible, era la susodicha alternativa.
Ahora Areces, Buendía y otros camaradas gobernantes aseguran que esa opción no interesa, como antes también se han quedado al margen de la apuesta generalizada de todas las comunidades del Norte por el AVE del Cantábrico. Lo malo de todo esto es que, como queda reseñado, es casi seguro que quedaremos a la cola del proyecto radial de alta velocidad, que avanza a más velocidad en cualquier dirección que en la asturiana. Lo más probable es que, tarde o temprano la racionalidad se imponga y el Principado se apunte al eje de alta velocidad Santander-Mediterraneo ahora planteado con el apoyo físico y moral de todos los presidentes del camino y adyacentes, y también -ya se ha dicho en numerosas ocasiones- al hipotético AVE del Cantábrico si finalmente los proyectos en curso siguen adelante -eliminar sólo en territorio asturiano un proyecto que apoyan Galicia, Cantabria y País Vasco suena a chiste-. Claro que para cuando el Principado cambie de opinión su posición de fuerza será la de un simple becario y volverá a asumir ese papel que parece tan querido a sus mandatarios de furgón de cola de todo progreso.
Lo he comentado en más de una ocasión y ahora hay que volver a manifestarlo por desgracia: ¿Qué habremos hecho los asturianos para merecernos la clase política que tenemos? Seguro que algo terrible, a tenor de los resultados. Y esta no es la opinión personal y subjetiva de un simple periodista. Salgan a la calle y pregunten, veran que esa opinión la comparten una mayoría de sus conciudadanos. A lo peor es que Areces y su equipo interpretaron mal la frase de Guerra y piensan que hay que callarse y no salir en la foto para mantenerse en el erial de la política asturiana. Que no se equivoquen, la imagen de Aragón vale más que mil palabras y es una auténtica ofensa para los asturianos, una más.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Conservar o crecer
Funciona desde hace muchos años en mi ciudad de residencia un pequeño restaurante que ha logrado mantener en todo este tiempo una niveles de estilo familiar y de calidad gastronómica que han permitido que sus mesas no sepan prácticamente lo que es estar vacías tanto a la hora del almuerzo como a la de la cena. Su éxito, fruto de una magnífica gestión, nos ha llevado a muchos de sus clientes a preguntarles a sus responsables por qué no se han planteado en algún momento una ampliación a ojos vista de previsibles resultados optimistas. La respuesta siempre ha sido "así estamos bien" y "éste es nuestro tamaño adecuado".
Otro negocio de hostelería más reciente empezó con un establecimiento cuyos óptimos resultados llevaron a sus dueños a buscar nuevas fronteras y crear una auténtica cadena que abarca un amplio abanico de las posibilidades que ofrece el sector. El resultado es de abundantes éxitos y algún que otro fracaso, lo que arroja un balance final favorable.
Ambas opciones tienen sus razones incontestables aunque según quien las analice apelará a la seguridad o el conservadurismo, en un caso, y a la necesidad de expansión y crecimiento o al riesgo asumido, en el otro.
Uno que con los años se va haciendo más desconfiado prefiere la primera fórmula, sin quitar todo el mérito que se merecen los que optan por la segunda. Y lo que me vale para la hostelería también me sirve para algunos ámbitos de mayor envergadura de la vida económica y social. Creo que a buen entendedor sobran más palabras.
Otro negocio de hostelería más reciente empezó con un establecimiento cuyos óptimos resultados llevaron a sus dueños a buscar nuevas fronteras y crear una auténtica cadena que abarca un amplio abanico de las posibilidades que ofrece el sector. El resultado es de abundantes éxitos y algún que otro fracaso, lo que arroja un balance final favorable.
Ambas opciones tienen sus razones incontestables aunque según quien las analice apelará a la seguridad o el conservadurismo, en un caso, y a la necesidad de expansión y crecimiento o al riesgo asumido, en el otro.
Uno que con los años se va haciendo más desconfiado prefiere la primera fórmula, sin quitar todo el mérito que se merecen los que optan por la segunda. Y lo que me vale para la hostelería también me sirve para algunos ámbitos de mayor envergadura de la vida económica y social. Creo que a buen entendedor sobran más palabras.
¿No habrá próxima vez?
Al fin el presidente nacional del PP ha sacado ese genio que tan bien mantiene guardado y ayer se ha puesto 'duro' ante un comité nacional previamente preparado para cerrar filas ante una crisis que llevaba camino de convertirse en irreversible. Rajoy expuso ayer su decálogo -aunque es posible que no hayan sido diez las cuestiones expuestas- de lo que es inadmisible para un partido político y lo ha hecho al más puro estilo de los férreos partidos de la izquierda de otros tiempos: cierre de filas y todo el mundo a callar.
Es verdad que los que provocaron el cónclave de ayer no salieron ninguno bien parados. Esperanza Aguirre, con su ausencia, justificada en que así dejaba más libertad a todos para hablar de ella y de sus conflictos con su rival madrileño y la dirección nacional, ha sido un grave error y parece más el resultado del miedo a llevarse un revolcón, como probablemente hubiera ocurrido de comparecer. Ruiz-Gallardón sí acudió a la cita, pero sus palabras y el empecinamiento en defender a su 'número dos', Manuel Cobo, definitivamente desautorizado por la mayoría de dirigentes, fueron respondidos con un significativo silencio, algo raro para un "líder" acostumbrado a despertar más entusiasmo entre sus correligionarios.
Con estos mimbres Rajoy se hizo un buen cesto y, respaldado por la mayoría del comité nacional, decretó la ley del silencio en el PP y advirtió a todos los 'rebeldes' de que los recientes conflictos en la Comunidad Valenciana o en Madrid, dos de los principales feudos del partido, no se van a repetir, insinuando que su flema se ha terminado y para aviso a los navegantes hizo una definitoria alusión a que las listas electorales las hace Génova, algo que estaría fuera de lugar dada la lejanía de la convocatoria de comicios, si no se interpreta como la reconvención que fue a quienes osan ponerle el partido a los pies de los caballos de un electorado atónito por los hechos de estos últimos meses.
Podría parecer que al fin Rajoy ha decidido ratificar su liderazgo a nivel interno y algunas voces autorizadas le animaron a que "no pases ni una más". Sin embargo, pensar que la reconocida crisis interna se ha cerrado no se lo creen ni los más optimistas, máxime cuando tanto Esperanza Aguirre y los suyos como Alberto Ruiz-Gallardón y los de él, no han dejado en ningún momento de plantear sus respectivos órdagos. la primera dijo pocas horas antes de la reunión "que me exoedienten si se atreven" y el portavoz del segundo y detonante del último enfrentamiento del "derby" madrileño popular, Manuel Cobo, rechaza una y otra vez retractarse de lo que dijo, aunque admita que no lo hizo en el lugar adecuado.
Pensar que un 'puñetazo en la mesa' ante un auditorio entregado -amplio, pero con asientos que defender- puede acabar convenciendo a dos gallos de pelea para que compartan corral y lo hagan en armonía es como tratar de convertir a un adulto a la existencia de los Reyes Magos.
No habrá próxima vez, rubricó tras la reunión de ayer la secretaria general, María Dolores de Cospedal. "Espera y verás", le diría un veterano.
Es verdad que los que provocaron el cónclave de ayer no salieron ninguno bien parados. Esperanza Aguirre, con su ausencia, justificada en que así dejaba más libertad a todos para hablar de ella y de sus conflictos con su rival madrileño y la dirección nacional, ha sido un grave error y parece más el resultado del miedo a llevarse un revolcón, como probablemente hubiera ocurrido de comparecer. Ruiz-Gallardón sí acudió a la cita, pero sus palabras y el empecinamiento en defender a su 'número dos', Manuel Cobo, definitivamente desautorizado por la mayoría de dirigentes, fueron respondidos con un significativo silencio, algo raro para un "líder" acostumbrado a despertar más entusiasmo entre sus correligionarios.
Con estos mimbres Rajoy se hizo un buen cesto y, respaldado por la mayoría del comité nacional, decretó la ley del silencio en el PP y advirtió a todos los 'rebeldes' de que los recientes conflictos en la Comunidad Valenciana o en Madrid, dos de los principales feudos del partido, no se van a repetir, insinuando que su flema se ha terminado y para aviso a los navegantes hizo una definitoria alusión a que las listas electorales las hace Génova, algo que estaría fuera de lugar dada la lejanía de la convocatoria de comicios, si no se interpreta como la reconvención que fue a quienes osan ponerle el partido a los pies de los caballos de un electorado atónito por los hechos de estos últimos meses.
Podría parecer que al fin Rajoy ha decidido ratificar su liderazgo a nivel interno y algunas voces autorizadas le animaron a que "no pases ni una más". Sin embargo, pensar que la reconocida crisis interna se ha cerrado no se lo creen ni los más optimistas, máxime cuando tanto Esperanza Aguirre y los suyos como Alberto Ruiz-Gallardón y los de él, no han dejado en ningún momento de plantear sus respectivos órdagos. la primera dijo pocas horas antes de la reunión "que me exoedienten si se atreven" y el portavoz del segundo y detonante del último enfrentamiento del "derby" madrileño popular, Manuel Cobo, rechaza una y otra vez retractarse de lo que dijo, aunque admita que no lo hizo en el lugar adecuado.
Pensar que un 'puñetazo en la mesa' ante un auditorio entregado -amplio, pero con asientos que defender- puede acabar convenciendo a dos gallos de pelea para que compartan corral y lo hagan en armonía es como tratar de convertir a un adulto a la existencia de los Reyes Magos.
No habrá próxima vez, rubricó tras la reunión de ayer la secretaria general, María Dolores de Cospedal. "Espera y verás", le diría un veterano.
martes, 3 de noviembre de 2009
El nuevo Sporting
A pesar de la insistencia de una persona muy allegada, me he resistido durante semanas a exponer mi visión del nuevo Sporting de Gijón que han montado para esta temporada Manolo Preciado y su equipo de colaboradores. Y no es que el proyecto no se lo merezca, no. Mi principal problema ha sido lo inevitable que rsulta aportar algo a un asunto del que entiende todo el mundo -aunque no todos lo mismo- y del que prácticamente no queda nada por decir.
Ver el encuentro del pasado domingo en Riazor me ha animado a dejar a un lado reticencias y aportar un pequeño granito de arena a la euforia que despierta el equipo rojiblanco entre su afición. Es obvio que el partido de Coruña no fue para poner como ejemplo del fútbol vistoso y desbordante al qu ahora se quieren apuntar todos los equipos desde que la pasada temporada el Barça ganara con brillantez inusual el 'triplete'. Es probable que, dejando de lado el corazón rojiblanco, hubiera que convenir en que el equipo de Miguel Ángel Lotina hizo más meritos para llevarse los tres puntos. Aunque me he negado -el corazón no perdona- a ver bastantes de los choques del Sporting esta temporada, de los presenciados y de los amplios resúmenes que la feroz competencia televisiva nos permite contemplar hay que convenir, en primer lugar, que se trata de un nuevo Sporting. Voy a pasar de largo los no por ciertas ya manidas lusiones a los cambios en la zaga, que han dado al equipo una seguridad de la que la temporada anterior carecía, convirtiéndose muchas veces en su talón de Aquiles; de lo que han aportado al equipo jugadores como Rivera -no brilla como las estrellas, pero realiza una labor encomiable partido tras partido- o Miguel de las Cuevas, cada jornada más incisivo y uno de los principales peligros para los contrarios en estos últimos encuentros. Al margen de las individuales, lo más destacado -a mi entender- del proyecto actual es su seriedad, y ello sin perder la personalidad que llevó a los rojiblancos en su primera etapa de retorno a Primera a contar con las simpatías generalizadas -hay que dejar siempre a un lado al equipo de transmisiones de Canal +, dirigido por un Michael Robinson al que algo le debe haber hecho el Sporting en el pasado (quizá cuando jugaba en Osasuna) para que la misma jugada tenga en el contrario un valor que se diluye y menosprecia cuando tiene color rojiblanco)-.; una simpatías basadas en su juego alegre y fresco, la misma alegría y frescura que les hacía muchas veces irse a vestuarios con un montón de goles.
El estilo no ha cambiado, en líneas generales; la tenacidad y la entrega, siguen siendo señas de identidad de un equipo que, sin embargo, ya sabe nadar -muchas veces con estilo- y guardar la ropa. La cosa acaba de empezar, pero las vibraciones son buenas, y no sólo en la 'mareona' incondicional, sino en aquellos más pesimistas que tienen los pies sobre el suelo y prefieren renovar sus alegrías cada semana.
Ahora el Sporting figura en la sétima plaza de la tabla y lleva perdidos solamente dos partidos de nueve disputados, un mérito que tiene el aval de haberse enfrentado a Barcelona, Real Madrid, Valencia o Deportivo. Algunos, como ocurrió esporádicamente la temporada pasada, ya se empecinan en hablar de puestos europeos sin pensar en que, a pesar del desastroso comienzo liguero, a estas alturas el equipo tenía la pasada temporada uno o dos puntos menos. Las cosas pasito a paso, que luego vienen las vacas flacas -casi siempre después del parón navideño- y empezamos a mirar a cuantos puntos estamos del descenso.
Es verdad que el Sporting del año pasado ganaba o perdía, pero nunca empataba. Este año si consigue tablas y suma puntos, aunque sea de uno en uno. Pero lo más importante es la constancia y la fe en las posibilidades que el conjunto tiene incluso cuando no juega ni medio bien. Valencia y Deportivo son dos ejemplos que si correspondieran a un equipo con más prensa nacional podrían recibir calificativos tan ridículos como ese de la 'heróica'. Son sencillamente dos encuentros que muestran que este equipo funciona como tal y que el contrario nunca debería darle por muerto, aunque pueda parecérselo sobre el cesped.
Pueden pasar todavía muchas cosas, y repito los riesgos de la euforia. Lo que sí me parece evidente es que, de seguir como hasta ahora, se perderan partidos importantes, pero hay una base para avanzar en la Liga sin los sobresaltos y ahogos de hace un año y llegar al final del camino con la tranquilidad de un equipo como lo es, modesto, pero 'respondón'.
Esto que para los sportinguistas son cualidades, tiene sus detractores, aunque sean tan parciales como los citados comentaristas de Canal +, capaces de bautizar a un juego que tan buenos resultados está dando como "Pesado". Por si algún rojiblanco no vio el partido por la cadena de pago del Grupo Prisa el domingo, éste fue el epíteto que repiteron para justificar el puntoque el Sporting se llevó de Riazor.
Señor Robinson, quítese usted las telarañas de la boca para que todos le entendamos. Es usted libre de calificar como quiera el espectáculo que comenta. Eso sí, si el del Sporting es un juego 'pesado', bienvenido sea para su afición y otros muchos seguidores que tiene por toda España. ¡Ya quisiera que otros equipos por los que muestra más simpatía fueran tan "pesados"!
Ver el encuentro del pasado domingo en Riazor me ha animado a dejar a un lado reticencias y aportar un pequeño granito de arena a la euforia que despierta el equipo rojiblanco entre su afición. Es obvio que el partido de Coruña no fue para poner como ejemplo del fútbol vistoso y desbordante al qu ahora se quieren apuntar todos los equipos desde que la pasada temporada el Barça ganara con brillantez inusual el 'triplete'. Es probable que, dejando de lado el corazón rojiblanco, hubiera que convenir en que el equipo de Miguel Ángel Lotina hizo más meritos para llevarse los tres puntos. Aunque me he negado -el corazón no perdona- a ver bastantes de los choques del Sporting esta temporada, de los presenciados y de los amplios resúmenes que la feroz competencia televisiva nos permite contemplar hay que convenir, en primer lugar, que se trata de un nuevo Sporting. Voy a pasar de largo los no por ciertas ya manidas lusiones a los cambios en la zaga, que han dado al equipo una seguridad de la que la temporada anterior carecía, convirtiéndose muchas veces en su talón de Aquiles; de lo que han aportado al equipo jugadores como Rivera -no brilla como las estrellas, pero realiza una labor encomiable partido tras partido- o Miguel de las Cuevas, cada jornada más incisivo y uno de los principales peligros para los contrarios en estos últimos encuentros. Al margen de las individuales, lo más destacado -a mi entender- del proyecto actual es su seriedad, y ello sin perder la personalidad que llevó a los rojiblancos en su primera etapa de retorno a Primera a contar con las simpatías generalizadas -hay que dejar siempre a un lado al equipo de transmisiones de Canal +, dirigido por un Michael Robinson al que algo le debe haber hecho el Sporting en el pasado (quizá cuando jugaba en Osasuna) para que la misma jugada tenga en el contrario un valor que se diluye y menosprecia cuando tiene color rojiblanco)-.; una simpatías basadas en su juego alegre y fresco, la misma alegría y frescura que les hacía muchas veces irse a vestuarios con un montón de goles.
El estilo no ha cambiado, en líneas generales; la tenacidad y la entrega, siguen siendo señas de identidad de un equipo que, sin embargo, ya sabe nadar -muchas veces con estilo- y guardar la ropa. La cosa acaba de empezar, pero las vibraciones son buenas, y no sólo en la 'mareona' incondicional, sino en aquellos más pesimistas que tienen los pies sobre el suelo y prefieren renovar sus alegrías cada semana.
Ahora el Sporting figura en la sétima plaza de la tabla y lleva perdidos solamente dos partidos de nueve disputados, un mérito que tiene el aval de haberse enfrentado a Barcelona, Real Madrid, Valencia o Deportivo. Algunos, como ocurrió esporádicamente la temporada pasada, ya se empecinan en hablar de puestos europeos sin pensar en que, a pesar del desastroso comienzo liguero, a estas alturas el equipo tenía la pasada temporada uno o dos puntos menos. Las cosas pasito a paso, que luego vienen las vacas flacas -casi siempre después del parón navideño- y empezamos a mirar a cuantos puntos estamos del descenso.
Es verdad que el Sporting del año pasado ganaba o perdía, pero nunca empataba. Este año si consigue tablas y suma puntos, aunque sea de uno en uno. Pero lo más importante es la constancia y la fe en las posibilidades que el conjunto tiene incluso cuando no juega ni medio bien. Valencia y Deportivo son dos ejemplos que si correspondieran a un equipo con más prensa nacional podrían recibir calificativos tan ridículos como ese de la 'heróica'. Son sencillamente dos encuentros que muestran que este equipo funciona como tal y que el contrario nunca debería darle por muerto, aunque pueda parecérselo sobre el cesped.
Pueden pasar todavía muchas cosas, y repito los riesgos de la euforia. Lo que sí me parece evidente es que, de seguir como hasta ahora, se perderan partidos importantes, pero hay una base para avanzar en la Liga sin los sobresaltos y ahogos de hace un año y llegar al final del camino con la tranquilidad de un equipo como lo es, modesto, pero 'respondón'.
Esto que para los sportinguistas son cualidades, tiene sus detractores, aunque sean tan parciales como los citados comentaristas de Canal +, capaces de bautizar a un juego que tan buenos resultados está dando como "Pesado". Por si algún rojiblanco no vio el partido por la cadena de pago del Grupo Prisa el domingo, éste fue el epíteto que repiteron para justificar el puntoque el Sporting se llevó de Riazor.
Señor Robinson, quítese usted las telarañas de la boca para que todos le entendamos. Es usted libre de calificar como quiera el espectáculo que comenta. Eso sí, si el del Sporting es un juego 'pesado', bienvenido sea para su afición y otros muchos seguidores que tiene por toda España. ¡Ya quisiera que otros equipos por los que muestra más simpatía fueran tan "pesados"!
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