Al fin el presidente nacional del PP ha sacado ese genio que tan bien mantiene guardado y ayer se ha puesto 'duro' ante un comité nacional previamente preparado para cerrar filas ante una crisis que llevaba camino de convertirse en irreversible. Rajoy expuso ayer su decálogo -aunque es posible que no hayan sido diez las cuestiones expuestas- de lo que es inadmisible para un partido político y lo ha hecho al más puro estilo de los férreos partidos de la izquierda de otros tiempos: cierre de filas y todo el mundo a callar.
Es verdad que los que provocaron el cónclave de ayer no salieron ninguno bien parados. Esperanza Aguirre, con su ausencia, justificada en que así dejaba más libertad a todos para hablar de ella y de sus conflictos con su rival madrileño y la dirección nacional, ha sido un grave error y parece más el resultado del miedo a llevarse un revolcón, como probablemente hubiera ocurrido de comparecer. Ruiz-Gallardón sí acudió a la cita, pero sus palabras y el empecinamiento en defender a su 'número dos', Manuel Cobo, definitivamente desautorizado por la mayoría de dirigentes, fueron respondidos con un significativo silencio, algo raro para un "líder" acostumbrado a despertar más entusiasmo entre sus correligionarios.
Con estos mimbres Rajoy se hizo un buen cesto y, respaldado por la mayoría del comité nacional, decretó la ley del silencio en el PP y advirtió a todos los 'rebeldes' de que los recientes conflictos en la Comunidad Valenciana o en Madrid, dos de los principales feudos del partido, no se van a repetir, insinuando que su flema se ha terminado y para aviso a los navegantes hizo una definitoria alusión a que las listas electorales las hace Génova, algo que estaría fuera de lugar dada la lejanía de la convocatoria de comicios, si no se interpreta como la reconvención que fue a quienes osan ponerle el partido a los pies de los caballos de un electorado atónito por los hechos de estos últimos meses.
Podría parecer que al fin Rajoy ha decidido ratificar su liderazgo a nivel interno y algunas voces autorizadas le animaron a que "no pases ni una más". Sin embargo, pensar que la reconocida crisis interna se ha cerrado no se lo creen ni los más optimistas, máxime cuando tanto Esperanza Aguirre y los suyos como Alberto Ruiz-Gallardón y los de él, no han dejado en ningún momento de plantear sus respectivos órdagos. la primera dijo pocas horas antes de la reunión "que me exoedienten si se atreven" y el portavoz del segundo y detonante del último enfrentamiento del "derby" madrileño popular, Manuel Cobo, rechaza una y otra vez retractarse de lo que dijo, aunque admita que no lo hizo en el lugar adecuado.
Pensar que un 'puñetazo en la mesa' ante un auditorio entregado -amplio, pero con asientos que defender- puede acabar convenciendo a dos gallos de pelea para que compartan corral y lo hagan en armonía es como tratar de convertir a un adulto a la existencia de los Reyes Magos.
No habrá próxima vez, rubricó tras la reunión de ayer la secretaria general, María Dolores de Cospedal. "Espera y verás", le diría un veterano.
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