Exposiciones artísticas hay muchas, pero en contadas ocasiones en una ciudad como la nuestra, Gijón, se tiene la oportunidad de acceder a una de la categoría de la que ayer inauguró Cajastur en su centro Cultural Palacio Revillagigedo bajo el epígrafe "El espejo que huye".
La muestra es fruto de la política de apertura al exterior de la gallega Fundación María José Jove, que, en colaboración con la entidad financiera asturiana, ha seleccionado un amplio catálogo de entre sus fondos para que puedan conocerlos aquellos que no tienen el acceso a su sede permanente en A Coruña.
Confieso que no tenía siquiera conocimiento de la existencia de esta joven fundación, pero un paseo por las salas del Revillagigedo, al margen del propio placer de contemplar obra de algunos de los artistas españoles mas señeros del pasado siglo, ofrece una ligera idea de la extraordinaria labor que sus responsables están realizando en lo que a la formación de una completa e interesante historia del arte del pasado siglo.
Al margen de la disponibilidad de fondos propios, hay que resaltar la gran labor de selección realizada por el comisario de la muestra, David Barro.
No es frecuente encontrar en las mismas paredes obras de Picasso, Dalí, Miró, Leger o Kandinsky, pero también de Tapies, Barceló, Antonio Saura, canogar, el Equipo Crónica o Anglada Camarasa, sin olvidar artistas tan destacados como Darío de Regoyos o Santiago Rusiñol, más 'clasicos' o 'académicos' que todos los anteriores. Maruja Mallo, fernández Granell, Lucio Muñoz, Luis Gordillo,... En fin, una lista completísima que, aunque con un cuadro por autor -excepto Picasso, que tiene dos- convierten estos día al Revillagigedo en un remedo a pequeña escala de las grandes pinacotecas nacionales e internacionales.
Quizá para algunas personas una obra de algunos de los citados no les diga más que una mezcla informe de colores y formas o los trazos temblorosos y las figuras esquematizadas de un dibujo infantil. En cualquier caso, el arte de hoy en día -gustos al margen- se eleva a los altares en función de la firma del autor y, con este criterio, "El espejo que huye" es un excelente templo ocupado por una amplia nómina de los dioses de la creación pictórica. Felicidades.
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