Mientras todo el mundo tiene ya puesta la mirada futbolística en el ya próximo inicio del Mundial de Sudáfrica, en la Segunda División se sigue luchando por una plaza en la Liga de las estrellas y en categorías inferiores se libran cada fin de semana auténticas batallas por unos ascensos que, salvo para las respectivas aficiones y poco más pasan casi desapercibidos.
No voy a detenerme demasiado en el fin del sueño del club de la capital, definitivamente apartado de sus ilusiones de militar la próxima temporada en la categoría de plata. Baste decir que quizá un poco más de humildad y menos de grandonismo en el final de la reciente Liga y para abordar la fase de ascenso ahora abortada hubiera hecho menos amarga la sensación de vacío. Directivos y líderes en el campo han cometido el pecado de la soberbia y han frustrado a una fición en un remedo del 'florentinismo' merengue que, tras grandes promesas de glorias y lugares en el olimpo, se han quedado sin un mal título que llevarse a la boca.
Lo que sí me interesa resaltar es la excelente noticia del ascenso a la segunda División B del Caudal, uno de los verdaderos "históricos" del fútbol asturiano que retorna merecidamente a una categoría y que a partir del otoño jugará en categoría nacional, ya sea con equipos canarios y madrileños como ocurrió este año o con gallegos, como otros (el calendario de esta categoría es difícil de confeccionar y no se puede conocer hasta que se despejen muchas incógnitas), y lo hará con el propio Oviedo y con el filial del Sporting. ¡Ojalá la alegría la completen el Marino de Luanco y el Llanes, todavía vivos en las liguillas de ascenso!
Enhorabuena mierenses.
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