Ocupados como estamos los asturianos con la vuelta de Cascos, sí o no, o con el relevo de Vicente Álvarez Areces por Javier Fernández, sí o no, puede que no nos estemos ocupando de una fuerza política que no por menos relevante que PP y PSOE sea especialmente importante para el futuro institucional de Asturias, dada su condición de llave en comunidad y ayuntamientos a lo largo del periodo democrático en numerosas ocasiones.
Me refiero, naturalmente a Izquierda Unida. La coalición ya sufrió hace tres años una convulsión interna, que no pasó a mayores por verdadero milagro, cuando Jesús Iglesias relevó al frente de la lista autonómica a Francisco Javier García Valledor. Se tapó el conflicto lo mejor que se pudo y los resultados, a la larga, pese a la espantada final del segundo, no tuvo mayor trascendencia externa para esta fuerza política en Asturias.
Ahora se avecina otra y no es aventurado decir que puede pasar de todo. A priori, nada haría pensar que el coordinador general no vuelva a ser el candidato de la coalición a la Presidencia del Principado. Sin embargo, los acontecimientos de estos últimos años a nivel nacional han introducido un nuevo elemento que sería temerario ignorar. Me refiero a la situación del ex coordinador general a nivel federal, Gaspar Llamazares, el asturiano que un día inició el camino de ida para liderar desde Madrid a la izquierda de los socialistas y ahora está a punto de emprender el de vuelta, una vez culminado con mas borrones que aciertos su largo periodo de líder nacional con su relevo por Cayo Lara.
Llamazares ha dicho que volverá a Asturias a ocupar su puesto de funcionario del Estado, pero es algo que cuesta trabajo creer. Cierto que tiene por delante un año de mandato parlamentario, pero esa plaza de número uno por Madrid está muy lejos de su alcance para 2012. Para intentar retornar a la Cámar Baja por Asturias necesita una base sólida institucional y esa sólo se la podría dar el ser el cabeza de lista autonómico de la coalición el año próximo, aparte de ser mucho más segura para seguir en la brecha que un escaño en el Congreso que Asturias le niega a la coalición últimamente.
A fin de cuentas, dicen quienes ya están preparando el terreno para esta operación, el caso de Llamazares no es tan distinto del de Cascos, salvando las distancias númericas de votos entre una fuerza política y otra. Un candidato con pedigrí siempre es mejor gancho que otro con un currículo sin especiales méritos tanto en el ámbito interno como en el institucional.
En fin, que aunque acabe de empezar, podemos estar ante otro culebrón que, en este caso, no va a tener tantos enemigos en Madrid como en el del polémico ex vicepresidente del Gobierno con Aznar; más bien al contrario.
Y lo de Llamazares es sólo la punta del iceberg, porque IU está en periodo de cambios y los va a a haber e importantes en algunos ayuntamientos, como en el de Gijón, por ejemplo, pero de eso ya les hablaré otro día.
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