viernes, 14 de mayo de 2010

No hay vergüenza

En un día en el que hay noticias más que de sobra para analizar detenidamente -la suspensión del juez Garzón, los líos internos de la Cadena Ser, el emplazamiento de CiU a Zapatero para adelantar elecciones o presentar una cuestión de confianza en el Parlamento, las amenazas de IU de Asturias de irse del Gobierno del Principado, las multas a los dirigentes de esa misma coalición por coacciones a 'compañeros' del PCA,...- de la lectura de la actualidad me quedo con una información menos destacada que todas la anteriores pero que produce a cualquier ciudadano racional un profundo sonrojo: el Senado se gastará el próximo día 24 nada menos que 6.500 euros para hacer efectivo su 'compromiso' con las lenguas cooficiales y, en esa jornada concreta, servir la traducción a esas mismas lenguas - y al español- de la intervención del presidente de la Generalitat, el señor Montilla. No se trata de una situación excepcional y la Cámara Alta ya estudia -y parece decidida a llevar adelante- ampliar la incorporación de las citadas lenguas cooficiales a todos sus trabajos, con un coste aproximado de un millón de euros.
Con la que tenemos encima nos vienen con estas zarandajas. No es un problema cuantitativo, obviamente, porque con esa 'calderilla' no se va a arreglar nada, pero se trata de algo tan sencillo de entender para el vulgo como la necesidad de tener un poco de vergüenza torera, la misma que, de existir, obligaría a sus señorías a esconderse debajo de sus escaños ante ocurrencias como ésta.
Respeto a los catalanes y a su lengua, como a los vascos, los gallegos o los valencianos, pero no creo que sea ni medianamente presentable echar mano del dinero público para que Montilla, o quien sea, hablen en su lengua en una de las dos cámaras del Estado español. Viendo cosas como ésta no me extraña que los 'nacionalistas' asturianos reclamen que, llegado el caso, la exigencia de iguales derechos para el bable... aunque algunos de los senadores del Principado seguramente no se enterasen de nada.
Con casos como éste, aunque para alguno pueda parecer anecdótico, es como se acaba de perder cualquier confianza en la clase política e, incluso, en las instituciones, máxime si se trata de una, el Senado, cuya existencia despierta con frecuencia suspicacias en la ciudadanía, que se pregunta, tras analizar el entramado constitucional del Estado y las funciones que atribuye a cada institución, para qué sirve realmente si no tiene una capacidad legislativa real -cualquier acuerdo del Congreso que pueda remover vuelve a la Cámara Baja para que lo devuelva a su ser- ni ha logrado ser la cámara de representación territorial que se viene predicando desde que España recuperó la democracia, y de eso ya han pasado muchos años.

1 comentario:

  1. Completamente de acuerdo, don Marcelino. La Cámara Alta es proverbial incumplidora de su propio reglamento cuando no celebra el denominado "Debate sobre el estado de las Autonomías". Pero cuando se celebró ocasionalmente, se ponía de manifiesto el babélico galimatías que ahora recuperan y actualizan con la traducción simultánea para la comparecencia del presidente catalán.
    A mí me resulta importante y necesario el esfuerzo por mantener, además del español o castellano, nuestras lenguas autóctonas allá donde las hubiera (nosotros tenemos el bable y me parece necesario conservarlo y cultivarlo), pero en una Cámara representativa de todos los españoles se debe hablar el español. Punto pelota.
    Perseverar en distingos idiomáticos o lingüísticos en el Senado solamente conduce al descrédito de los votantes hacia nuestras instituciones. Y eso es malo para la salud democrática.
    ((Por favor, corrija esa pequeña errata en el titular de su post))

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