La crisis todavía inconclusa del Partido Popular en Gijón ha llevado a las dos fuerzas de la izquierda en el Ayuntamiento local a desplegar una inusitada actividad de la que mostraban síntomas claros de ausencia hasta la fecha. Parece evidente que el debate jurídico-legal sobre la sustitución de los tres concejales populares que han anunciado su renuncia y la sustitución de los mismos, ha configurado un escenario propicio para la 'resurrección' de PSOE e IU, que ven en ese río revuelto una opción favorable para bombardear por todas partes al equipo de gobierno de Foro Asturias, desprovisto provisionalmente del apoyo que les han prestado desde la constitución de la actual Corporación sus compañeros populares.
El recurso a los aspectos formales ya se mostró hace unos días como una fórmula para desarmar la entente de los dos partidos de la derecha aprovechando el factor numérico. Si los nuevos ediles del PP no pueden acceder al escaño, la superioridad cuantitativa de la izquierda podría poner en aprietos a Carmen Moriyón y su equipo. Y en eso están socialistas y eco-comunistas. Se podría apelar al símil del patio del colegio, donde un grupo de infantes se revuelve contra otro aprovechando que no tiene la protección del hermano mayor o el primo de zumosol. Se podría hacer si no estuviéramos ante un tema demasiado serio como para hacer chistes.
La izquierda, despechada, tras los resultados de las última elecciones municipales, en las que resultó apartada de la gobernanza del municipio, sabe que esta situación es provisional y que más pronto que tarde el grupo popular volverá a tener cinco miembros. Por ello, el tiempo apremia y no es aventurado pronosticar que en las próximas semanas van a desplegar un frenética actividad orientada hacia el único objetivo de torpedear hasta donde se pueda al gobierno local.
En esa línea, tiene su correlato el que el portavoz municipal de IU haya anunciado hoy que, si la alcaldesa no convoca un pleno extraordinario solicitado por los dos grupos de la izquierda, la sesión se celebrará aunque sea en la calle. Otra salida de pata de banco muy propia del grupo proponente, aunque hasta la fecha Jorge Espina había mostrado un talante mucho más racional y no tan asambleario como otros compañeros de filas.
Si quien tiene la potestad de convocarlo no lo hace, nos vamos a debatir a la calle, ha dicho el representante de la coalición. Muy bien. ¿Y qué? Siguiendo esa dinámica, cuando esté pendiente de abordar un asunto que afecte a nuestro barrio puede que los vecinos nos unamos y decidamos celebrar otro 'pleno' alternativo para buscarle una solución.
Y no digo yo que Carmen Moriyón esté haciendo lo institucionalmente más correcto, pero también es evidente que IU y sus compañeros del PSOE buscan pescar en río revuelto atendiendo más a intereses partidistas que a los generales de la ciudad. Aquí cada cual busca arrimar el ascua a su sardina y en este proceso parece que se vale todo. O casi todo. Sin embargo, la rabieta infantil de recurrir a arrogarse una responsabilidad o representación que no les corresponde no hace sino mantener a la oposición municipal en el puesto en que los gijoneses les han colocado.
jueves, 28 de febrero de 2013
lunes, 25 de febrero de 2013
Mejor no prometa, señor Rajoy
En el fragor del pugilato a dos en que se han convertido los debates sobre el estado de la nación, puede que haya pasado un tanto desapercibido el turno de los minoritarios, fase de la sesión en la que el presidente del Gobierno -éste y los anteriores- se dedica a repartir promesas evanescentes e inconcretas sobre estos o aquellos proyectos relevantes pendientes en tal o cual autonomía.
Desde que Asturias tiene un diputado que no pertenece a una fuerza nacional, Foro Asturias, el primer mandatario se 'molesta' en dedicarle unas breves palabras a través de las que reparte las migajas de esos compromisos imprecisos.
La pasada semana, Mariano Rajoy respondió a la intervención de Enrique Álvarez Sostres con el compromiso de finalizar la variante de Pajares, impulsar el fin de las obras de la A-8 y ejecutar los accesos a El Musel, dentro de una breve lista de 'obligaciones' con Asturias. No han pasado nada más que unas horas y el Ministerio de Fomento, a través de una respuesta escrita a una iniciativa del diputado de Izquierda Unida Gaspar Llamazares, ha anunciado su intención de "postergar a unos meses" las obras de montaje de vías y la electrificación en la gran infraestructura ferroviaria de Asturias.
Como se puede comprobar, ni un sólo dato, ni una fecha, nada. Como siempre. O como casi siempre. Porque llueve sobre mojado y aquí los sucesivos presidentes del Ejecutivo de la nación, los titulares de la cartera de Fomento y altos responsables políticos de los partidos gobernantes han hecho habitualmnte lo mismo, cuando no comprometer plazos que con el paso del tiempo se han transformado en tomaduras de pelo en toda regla.
Desde que la obra se puso en marcha en las postrimerías del último Gobierno de José María Aznar, con Francisco Álvarez Cascos en el Ministerio del ramo y Mariano Rajoy en la Vicepresidencia (incluso con presencia física de éste en el acto en el que las autoridades se ponen las medallas con antelación), desde entonces han sido varios los 'bardos' que han cantado sus compromisos respecto a la variante de Pajares, coreados por los correspondientes pregoneros con forma de delegados del Gobierno. Y al final, nada de nada. Se logró el túnel y ello porque la obra estaba empezada, pero de terminarla nadie ha dicho la última palabra con alguna credibilidad diez años después.
En ese tiempo hemos visto pasar por nuestro territorio a presidentes, ministros, subsecretarios, secretarios de estado, directores generales, responsables de oficinas económicas,... El resultado es el que todos los asturianos conocen: 'está el agujeru', pero de ponerlo en funcionamiento y evitar así el despilfarro de una infraestructura que precisa mantenimiento y conservación, hasta la fecha sólo sabemos que se va a hacer "cuando se pueda".
Por todo ello resulta tan ofensivo que el actual presidente del Gobierno se haya permitido la displicencia de reiterar los mismos compromisos que tanto él como sus antecesores han incumplido sistemáticamente. Un grandísimo periodista decía hace años que lo importante no eran tanto los tiempos como que se hicieran las grandes obras que esta región precisa. No sé si mantendría ahora ese criterio si todavía estuviera entre nosotros, viendo como el paso de los años mantiene la aseveración de que se va a realizar, aunque sin resultado práctico alguno.
Como el pueblo llano ya está hasta el gorro de estos incumplimientos, cuando escucha las palabras del presidente del Gobierno actual no puede sino solicitarle que se guarde su verborrea y, mejor, no formule compromisos y promesas que no está dispuesto a cumplir.
Desde que Asturias tiene un diputado que no pertenece a una fuerza nacional, Foro Asturias, el primer mandatario se 'molesta' en dedicarle unas breves palabras a través de las que reparte las migajas de esos compromisos imprecisos.
La pasada semana, Mariano Rajoy respondió a la intervención de Enrique Álvarez Sostres con el compromiso de finalizar la variante de Pajares, impulsar el fin de las obras de la A-8 y ejecutar los accesos a El Musel, dentro de una breve lista de 'obligaciones' con Asturias. No han pasado nada más que unas horas y el Ministerio de Fomento, a través de una respuesta escrita a una iniciativa del diputado de Izquierda Unida Gaspar Llamazares, ha anunciado su intención de "postergar a unos meses" las obras de montaje de vías y la electrificación en la gran infraestructura ferroviaria de Asturias.
Como se puede comprobar, ni un sólo dato, ni una fecha, nada. Como siempre. O como casi siempre. Porque llueve sobre mojado y aquí los sucesivos presidentes del Ejecutivo de la nación, los titulares de la cartera de Fomento y altos responsables políticos de los partidos gobernantes han hecho habitualmnte lo mismo, cuando no comprometer plazos que con el paso del tiempo se han transformado en tomaduras de pelo en toda regla.
Desde que la obra se puso en marcha en las postrimerías del último Gobierno de José María Aznar, con Francisco Álvarez Cascos en el Ministerio del ramo y Mariano Rajoy en la Vicepresidencia (incluso con presencia física de éste en el acto en el que las autoridades se ponen las medallas con antelación), desde entonces han sido varios los 'bardos' que han cantado sus compromisos respecto a la variante de Pajares, coreados por los correspondientes pregoneros con forma de delegados del Gobierno. Y al final, nada de nada. Se logró el túnel y ello porque la obra estaba empezada, pero de terminarla nadie ha dicho la última palabra con alguna credibilidad diez años después.
En ese tiempo hemos visto pasar por nuestro territorio a presidentes, ministros, subsecretarios, secretarios de estado, directores generales, responsables de oficinas económicas,... El resultado es el que todos los asturianos conocen: 'está el agujeru', pero de ponerlo en funcionamiento y evitar así el despilfarro de una infraestructura que precisa mantenimiento y conservación, hasta la fecha sólo sabemos que se va a hacer "cuando se pueda".
Por todo ello resulta tan ofensivo que el actual presidente del Gobierno se haya permitido la displicencia de reiterar los mismos compromisos que tanto él como sus antecesores han incumplido sistemáticamente. Un grandísimo periodista decía hace años que lo importante no eran tanto los tiempos como que se hicieran las grandes obras que esta región precisa. No sé si mantendría ahora ese criterio si todavía estuviera entre nosotros, viendo como el paso de los años mantiene la aseveración de que se va a realizar, aunque sin resultado práctico alguno.
Como el pueblo llano ya está hasta el gorro de estos incumplimientos, cuando escucha las palabras del presidente del Gobierno actual no puede sino solicitarle que se guarde su verborrea y, mejor, no formule compromisos y promesas que no está dispuesto a cumplir.
viernes, 22 de febrero de 2013
Salida por la puerta grande
Hace escasos minutos se ha desvelado la incógnita que en los últimos días traía a mal traer a todo el mundo político asturiano. Pilar Fernández Pardo se va, y se va del todo, deja la política institucional. Como ha comentado mi compañera Chelo Tuya nunca antes la atención de Oviedo estuvo tan pendiente de un pleno del Ayuntamiento de Gijón. Y la ocasión lo merecía.
El caso es que la que fuera dirigente del Partido Popular en Gijón desde hace más de diez años ha decidido tirar la toalla, pero lo ha hecho con gallardía. Creo que un repaso a las numerosas equivocaciones que en ese periodo ha tenido la dirigente local no sería en este momento procedente. Su retirada es, desde el punto de vista formal, impecable. Se va del Ayuntamiento sin dar 'coces', aunque sí deje constancia de su disconformidad con la dirección regional de su partido; no se apropia del acta y se le devuelve al PP; no implica a ninguna de sus compañeros, aunque uno ya le tomó la delantera hace unas semanas y otro, Pablo González, adoptó en el pleno de hoy idéntico camino que su presidenta. En fin, que el escenario no podía ser más favorable para su imagen pública ante los gijoneses.
Esta actitud, por otra parte, deja aún más en evidencia, si cabe, el autoritarismo de la presidenta regional, Mercedes Fernández, y su equipo, que han tratado sin éxito de pervertir las instituciones, en este caso el Consistorio gijonés, desde los 'oscuros' despachos de la ovetense calle de Manuel Pedregal. Ahora, la 'lideresa' asturiana tiene prácticamente las manos libres para, a través de su gestora títere, tomar las riendas del partido en la villa de Jovellanos. Está por ver la factura que sus decisiones de estas últimas semanas le puedan pasar. A buen seguro que la cuenta será de las de restaurante de lujo. La gestión diaria, primero, y sobre todo las urnas serán las encargadas de dictar sentencia.
De momento, su rival ha salido por la puerta grande y ella se queda en chiqueros.
El caso es que la que fuera dirigente del Partido Popular en Gijón desde hace más de diez años ha decidido tirar la toalla, pero lo ha hecho con gallardía. Creo que un repaso a las numerosas equivocaciones que en ese periodo ha tenido la dirigente local no sería en este momento procedente. Su retirada es, desde el punto de vista formal, impecable. Se va del Ayuntamiento sin dar 'coces', aunque sí deje constancia de su disconformidad con la dirección regional de su partido; no se apropia del acta y se le devuelve al PP; no implica a ninguna de sus compañeros, aunque uno ya le tomó la delantera hace unas semanas y otro, Pablo González, adoptó en el pleno de hoy idéntico camino que su presidenta. En fin, que el escenario no podía ser más favorable para su imagen pública ante los gijoneses.
Esta actitud, por otra parte, deja aún más en evidencia, si cabe, el autoritarismo de la presidenta regional, Mercedes Fernández, y su equipo, que han tratado sin éxito de pervertir las instituciones, en este caso el Consistorio gijonés, desde los 'oscuros' despachos de la ovetense calle de Manuel Pedregal. Ahora, la 'lideresa' asturiana tiene prácticamente las manos libres para, a través de su gestora títere, tomar las riendas del partido en la villa de Jovellanos. Está por ver la factura que sus decisiones de estas últimas semanas le puedan pasar. A buen seguro que la cuenta será de las de restaurante de lujo. La gestión diaria, primero, y sobre todo las urnas serán las encargadas de dictar sentencia.
De momento, su rival ha salido por la puerta grande y ella se queda en chiqueros.
miércoles, 20 de febrero de 2013
Explicaciones "minuciosas"
A medida que avanza en su trabajo, la comisión especial de la Junta General del Principado constituida ex profeso para investigar el conocido como 'caso Renedo' da muestras inequívocas de su absoluta inutilidad, por mucho que algunos grupos parlamentarios se empecinen en adornarla con adjetivos que no le corresponden. Desde que la creación de dicha comisión se convirtió en una de las condiciones para facilitar el acceso de Javier Fernández a la Presidencia del Principado fuimos bastantes los que supimos que las oportunidades de que pudieran esclarecerse por este conducto los pormenores de la presunta concesión irregular de contratos desde la administración regional eran nulas.
El progresivo desfile de imputados y otros ex altos cargos de los distintos gobiernos de Vicente Álvarez Areces (éste incluido) ante los parlamentarios designados por las fuerzas políticas con representación en la Cámara se ha transformado en un diálogo de sordos donde unos leen los papeles que les han preparado, otros ponen cara de poquer y las van viendo pasar y los más guardan un sospechoso silencio.
De esta forma se van sucediendo las presencias de ex consejeros y otros ex altos cargos que hacen la estatua ante las preguntas de los diputados y se van por la misma puerta por la que entraron sin querer aportar un gramo de sinceridad que ayude en las labores de una comisión que se denomina de investigación. Así, poco va a investigar.
Eso sí, los que deciden utilizar la palabra lo han hecho para manifestar su ignorancia, su absoluta falta de culpa y señalar a aquellos compañeros que ya parecen ser quienes van a cargar con el muerto por su evidente implicación, anque incluso estos reclaman su inocencia. En definitiva, que, aunque era lo inicialmente previsto, el valor de lo que pueda salir en claro de este foro despierta más bien muy pocas esperanzas.
Resignados a este resultado no por esperado menos ofensivo, choca un tanto en el guión que alguno de los protagonistas de esta farsa se permita considerar estupidos a los asturianos con declaraciones insultantes. Tal es el caso del portavoz socialista, Fernando Lastra, experimentado perro de presa de su partido, que hoy se ha permitido destacar la "minuciosidad" de las explicaciones que se están facilitando por parte de sus compañeros de partido en otro tiempo al frente de la Administración del Principado. ¿Tomadura de pelo? Es posible. De otra forma no se puede entender que se utilice tal terminología para calificar los turnos de comparecencias de personas que recurren al silencio o a negar la respuesta a las preguntas de los comisionados limitánose a leer un texto precocinado.
Hasta ese curioso protagonista de excepción en la actual política institucional asturiana en que el capricho de las urnas ha convertido al único parlamentario de Unión, Progreso y Democracia se ha permitido la observación de considerar "descorazonador" que quien fuera durante años la portavoz del Ejecutivo autonómico, Ana Rosa Migoya, haya rechazado someterse a las cuestiones que pudieran plantearse los miembros de la comisión de investigación. Alguien dirá que es una anécdota solamente, pero refleja a las claras la nula intención de colaborar que muestran la mayoría de los comparecientes.
Y así, en esa feria de las vanidades, se va consumiendo en la vaguedad y la inacción la que se empecina en continuar titulándose comisión de investigación. Aquellos que siempre pensaron que su creación no era sino un necesario trámite para recuperar el poder deben estar desternillándose de risa para sus adentros y rumiando en voz baja: ¡Qué trabaje el juez!
El progresivo desfile de imputados y otros ex altos cargos de los distintos gobiernos de Vicente Álvarez Areces (éste incluido) ante los parlamentarios designados por las fuerzas políticas con representación en la Cámara se ha transformado en un diálogo de sordos donde unos leen los papeles que les han preparado, otros ponen cara de poquer y las van viendo pasar y los más guardan un sospechoso silencio.
De esta forma se van sucediendo las presencias de ex consejeros y otros ex altos cargos que hacen la estatua ante las preguntas de los diputados y se van por la misma puerta por la que entraron sin querer aportar un gramo de sinceridad que ayude en las labores de una comisión que se denomina de investigación. Así, poco va a investigar.
Eso sí, los que deciden utilizar la palabra lo han hecho para manifestar su ignorancia, su absoluta falta de culpa y señalar a aquellos compañeros que ya parecen ser quienes van a cargar con el muerto por su evidente implicación, anque incluso estos reclaman su inocencia. En definitiva, que, aunque era lo inicialmente previsto, el valor de lo que pueda salir en claro de este foro despierta más bien muy pocas esperanzas.
Resignados a este resultado no por esperado menos ofensivo, choca un tanto en el guión que alguno de los protagonistas de esta farsa se permita considerar estupidos a los asturianos con declaraciones insultantes. Tal es el caso del portavoz socialista, Fernando Lastra, experimentado perro de presa de su partido, que hoy se ha permitido destacar la "minuciosidad" de las explicaciones que se están facilitando por parte de sus compañeros de partido en otro tiempo al frente de la Administración del Principado. ¿Tomadura de pelo? Es posible. De otra forma no se puede entender que se utilice tal terminología para calificar los turnos de comparecencias de personas que recurren al silencio o a negar la respuesta a las preguntas de los comisionados limitánose a leer un texto precocinado.
Hasta ese curioso protagonista de excepción en la actual política institucional asturiana en que el capricho de las urnas ha convertido al único parlamentario de Unión, Progreso y Democracia se ha permitido la observación de considerar "descorazonador" que quien fuera durante años la portavoz del Ejecutivo autonómico, Ana Rosa Migoya, haya rechazado someterse a las cuestiones que pudieran plantearse los miembros de la comisión de investigación. Alguien dirá que es una anécdota solamente, pero refleja a las claras la nula intención de colaborar que muestran la mayoría de los comparecientes.
Y así, en esa feria de las vanidades, se va consumiendo en la vaguedad y la inacción la que se empecina en continuar titulándose comisión de investigación. Aquellos que siempre pensaron que su creación no era sino un necesario trámite para recuperar el poder deben estar desternillándose de risa para sus adentros y rumiando en voz baja: ¡Qué trabaje el juez!
martes, 19 de febrero de 2013
Dirección, el grupo mixto
No por apuntada en varias ocasiones la decisión de la dirección autonómica del Partido Popular de 'derrocar' a su junta directiva en Gijón y sustituirla por una comisión gestora ha dejado de sorprenderme. Y más que por el hecho en sí, por el momento y el escenario elegidos. Creo haber comentado anteriormente que la organización de los populares en la villa de Jovellanos tendría un congreso ordinario, la opción estatutaria regular y ortodoxa, solamente si a Mercedes Fernández le salían las cuentas de que podría ganarlo. La batalla era contra Pilar Fernández Pardo y su previsible opción a renovar, pero la aparición de otra candidatura en apariencia poco controlable, llevó a la 'lideresa' asturiana a formalizar su golpe de mano rápidamente y no dar lugar siquiera a eso que a ella le gusta llamar 'guirigay' y que otros prefieren identificar con la democracia interna.
Pero mucho más sorprendente que esa manifestación de autoridad fue la reacción inicial de los 'represaliados, con 'Pilipardo' al frente. Los primeros días tras la intervención de 'Cherines' y su equipo parecieron dibujar un panorama de calma y resignación ante una medida considerada por muchos excepcional e indeseable. El aterrizaje de Ángeles Fernández-Ahuja, encargada por la presidencia regional de configurar y presidir la gestora local, parecía discurrir por los territorios de una rendición incondicional poco acorde con el funcionamiento interno de los partidos políticos.
Pero no todo era tan fácil. Al final, cuando parecía que la dirección gijonesa del PP había entregado armas y bagajes, Fernández Pardo hizo honor a los usos y costumbres y reapareció echando un pulso en toda regla a sus todavía compañeros de Oviedo. Supongo que el paréntesis asumido evita la tentación de pensar en un calentón y más bien apunta a un análisis de reglamentos, normativas y demás para calcular posibilidades de dar la batalla frontal fuera del cuadrilatero de un congreso que se le ha negado.
"Usurpación de poder" o el rechazo a la "legitimidad" de la comisión gestora son algunos de los argumentos de la dirección local para plantar cara a Mercedes Fernández y los suyos. Unos argumentos que indican a las claras que 'Pilipardo' se ha pertrechado para adentrarse en el campo de batalla plenamente consciente de lo que se juega. Algo parecido, se supone, a lo que debe haber pensado su oponente interna al adoptar la decisión de ponerla 'de patitas en la calle' y recomponerle el grupo municipal.
Así las cosas, el combate entra en uno de los asaltos decisivos, que se agranda por el ultimátum de Fernández Pardo exigiendo la disolución de la gestora y la convocatoria inmediata del reglamentario cónclave de los populares gijoneses. Se trata de dos púgiles que, por actitud y manifestaciones, parecen estar muy convencidas de su legitimidad, de su razón y de sus apoyos. Pero en estos combates siempre tiene que haber un vencedor y un vencido, y ni siquiera se contempla un triunfo 'a los puntos'.
Si partimos de que nadie se imagina que 'Cherines' pueda rectificar en cuestión de días una medida de la trascendencia de la adoptada la pasada semana, habrá que asumir que 'Pilipardo' ya ha decidido cuál es el camino a seguir. Su ratificación de apoyo a los presupuestos municipal del gobierno municipal de Foro Asturias señalan de manera diáfana que su grupo municipal va a echar el resto el viernes próximo, con apoyo o sin él. En este marco, todos los indicadores señalan en una única dirección: el grupo mixto. Y, para el futuro, ¿quién sabe? Alguno puntábamos hace meses que, como la ciencia ficción de un tiempo se convierte en machacona realidad con el paso de los años, la utopía de una alianza entre Fernández Pardo y Francisco Álvarez-Cascos puede llegar a concretarse en la conjunción de militancia en un único partido, pero no en aquel en que ambos se hicieron 'mayores'.
Pero mucho más sorprendente que esa manifestación de autoridad fue la reacción inicial de los 'represaliados, con 'Pilipardo' al frente. Los primeros días tras la intervención de 'Cherines' y su equipo parecieron dibujar un panorama de calma y resignación ante una medida considerada por muchos excepcional e indeseable. El aterrizaje de Ángeles Fernández-Ahuja, encargada por la presidencia regional de configurar y presidir la gestora local, parecía discurrir por los territorios de una rendición incondicional poco acorde con el funcionamiento interno de los partidos políticos.
Pero no todo era tan fácil. Al final, cuando parecía que la dirección gijonesa del PP había entregado armas y bagajes, Fernández Pardo hizo honor a los usos y costumbres y reapareció echando un pulso en toda regla a sus todavía compañeros de Oviedo. Supongo que el paréntesis asumido evita la tentación de pensar en un calentón y más bien apunta a un análisis de reglamentos, normativas y demás para calcular posibilidades de dar la batalla frontal fuera del cuadrilatero de un congreso que se le ha negado.
"Usurpación de poder" o el rechazo a la "legitimidad" de la comisión gestora son algunos de los argumentos de la dirección local para plantar cara a Mercedes Fernández y los suyos. Unos argumentos que indican a las claras que 'Pilipardo' se ha pertrechado para adentrarse en el campo de batalla plenamente consciente de lo que se juega. Algo parecido, se supone, a lo que debe haber pensado su oponente interna al adoptar la decisión de ponerla 'de patitas en la calle' y recomponerle el grupo municipal.
Así las cosas, el combate entra en uno de los asaltos decisivos, que se agranda por el ultimátum de Fernández Pardo exigiendo la disolución de la gestora y la convocatoria inmediata del reglamentario cónclave de los populares gijoneses. Se trata de dos púgiles que, por actitud y manifestaciones, parecen estar muy convencidas de su legitimidad, de su razón y de sus apoyos. Pero en estos combates siempre tiene que haber un vencedor y un vencido, y ni siquiera se contempla un triunfo 'a los puntos'.
Si partimos de que nadie se imagina que 'Cherines' pueda rectificar en cuestión de días una medida de la trascendencia de la adoptada la pasada semana, habrá que asumir que 'Pilipardo' ya ha decidido cuál es el camino a seguir. Su ratificación de apoyo a los presupuestos municipal del gobierno municipal de Foro Asturias señalan de manera diáfana que su grupo municipal va a echar el resto el viernes próximo, con apoyo o sin él. En este marco, todos los indicadores señalan en una única dirección: el grupo mixto. Y, para el futuro, ¿quién sabe? Alguno puntábamos hace meses que, como la ciencia ficción de un tiempo se convierte en machacona realidad con el paso de los años, la utopía de una alianza entre Fernández Pardo y Francisco Álvarez-Cascos puede llegar a concretarse en la conjunción de militancia en un único partido, pero no en aquel en que ambos se hicieron 'mayores'.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Una comisión 'ad eternum'
La comisión parlamentaria especial constituida para abordar una posible reforma de la ley electoral autonómica empezará a recibir en su seno la comparecencia de los expertos, 'sabios' y demás especialistas a partir de los primeros días del mes de abril, según han confirmado hoy mismo algunos de sus miembros. Quiere decirse que para cuando esto suceda habrá transcurrido prácticamente un año desde que el actual presidente del Principado consiguió el voto que precisaba para garantizar su investidura, el del único diputado de Unión, Progreso y Democracia. Éste y su partido pusieron entonces como una de sus condiciones para dicho apoyo precisamente la mencionada reforma de la normativa que actualmente regula el proceso electoral en el Principado de Asturias.
En un año, se ha constituido la comisión 'ad hoc' y se ha llegado al acuerdo para establecer un calendario de comparecencias para las que se ha abierto el plazo de solicitud por parte de los grupos paramentarios. Todo un éxito político sin lugar a dudas.
Habrá que tener en cuenta a partir de ese momento que una más que previsible interminable lista de comparecientes podría alargar el trabajo de la comisión perfectamente hasta el verano, cuando los señores diputados deberán tomarse unos meses para descansar.
Después de todo esto, ya para el otoño, podría empezar el debate puramente político, debate que no se presume precisamente fácil, toda vez que las posiciones de los diferentes grupos parlamentarios difiere sustancialmente en algunos de los asuntos más conflictivos que han llevado a plantear la reforma electoral: la reducción de diputados y la eliminación de las actuales tres circunscripciones para dejarla en una única correspondiente al conjunto del territorio de Asturias. Que nadie trate de engañarnos ahora. Ese el el verdadero y casi único 'padre de la rapaza'. Otros posibles cambios a abordar serían aspectos que probablemente se diluirían ante la trascendencia de los dos mencionados. Claro que pueden posibilitar que los árboles no nos dejen ver el bosque y a ello respondería la postura interesada de algunos.
Y llegamos al meollo de la cuestión. A la hora de afrontar los cambios en el número de diputados y de las circunscripciones podríamos asegurar que empezarán los problemas reales. Respecto al primero, hay coincidencia en la reducción entre Foro Asturias y Partido Popular, pero la experiencia previa con iniciativas separadas invita a pensar que, incluso estando de acuerdo en el fondo, probablemente va a costar trabajo lleguen a una sintonía en la forma. El afán de capitalizar el protagonismo de la derecha puede más que el interés de los asturianos. Queda por saber también el criterio de UPyD, que parece encontrarse en un 'ni sí ni no, sino todo lo contrario'. Por contra, PSOE e IU defienden mantener los actuales 45 escaños en la Junta General del Principado que garantizarían "la pluralidad de la representación" de los asturianos.
Por lo que se refiere a las actuales tres circunscripciones, aquí sí que coinciden los minoritarios de la coalición de izquierda y la formación magenta. Faltaría más, puesto que ambas piensan que los restos que pierden en las alas solamente pueden beneficiarles con un recuento único. Máxime cuando se trata de dos partidos políicos en crecimiento en lo que a apoyo ciudadano se refiere. Por contra, los mayoritarios defienden la actual división electoral que les permite aprovechar precisamente unos miles de votos que a IU o UPyD iran por la borda con el actual sistema.
Ya en un segundo plano, el partido que lidera Rosa Díez también plantea el posible establecimiento de listas abiertas, una utopía que entrará en colisión llegado el momento con los planteamientos de los grandes partidos, reacios hasta donde nos alcanza la memoria a permitir que el voto popular eche por tierra su particular método de colocación.
En definitiva, que tras una desinteresada intención de mejorar la normativa que regula los comicios en el Principado de Asturias todo el mundo tiene intención de arrimar el ascua a su sardina y las posibilidades de un acuerdo amplio se diluyen como azucarillo en el agua.
Con este panorama, no es temerario aventurar que los trabajos de la famosa comisión se dilatarán en el tiempo y para cuando pudieran finalizar, en caso de hacerlo, la actual legislatura (de solamente tres años, no lo olvidemos) habría cubierto al menos dos terceras partes de su tiempo. Podrá decirse entonces que Javier Fernández y su partido habrán conseguido lo que se manifestó meridiano para muchos cuando se alcanzó el pacto de legislatura: gobernar y marear en la medida de lo posible las reclamaciones de sus apoyos parlamentarios.
Eso suponiendo que la tan traída y llevada comisión no acabe en vía muerta. ¿Habrá que recordar lo que ocurrió con la fallida reforma del Estatuto de Autonomía, fracaso del que unos responsabilizaron a otros, y esos otros responsabilizaron a aquellos unos?
En un año, se ha constituido la comisión 'ad hoc' y se ha llegado al acuerdo para establecer un calendario de comparecencias para las que se ha abierto el plazo de solicitud por parte de los grupos paramentarios. Todo un éxito político sin lugar a dudas.
Habrá que tener en cuenta a partir de ese momento que una más que previsible interminable lista de comparecientes podría alargar el trabajo de la comisión perfectamente hasta el verano, cuando los señores diputados deberán tomarse unos meses para descansar.
Después de todo esto, ya para el otoño, podría empezar el debate puramente político, debate que no se presume precisamente fácil, toda vez que las posiciones de los diferentes grupos parlamentarios difiere sustancialmente en algunos de los asuntos más conflictivos que han llevado a plantear la reforma electoral: la reducción de diputados y la eliminación de las actuales tres circunscripciones para dejarla en una única correspondiente al conjunto del territorio de Asturias. Que nadie trate de engañarnos ahora. Ese el el verdadero y casi único 'padre de la rapaza'. Otros posibles cambios a abordar serían aspectos que probablemente se diluirían ante la trascendencia de los dos mencionados. Claro que pueden posibilitar que los árboles no nos dejen ver el bosque y a ello respondería la postura interesada de algunos.
Y llegamos al meollo de la cuestión. A la hora de afrontar los cambios en el número de diputados y de las circunscripciones podríamos asegurar que empezarán los problemas reales. Respecto al primero, hay coincidencia en la reducción entre Foro Asturias y Partido Popular, pero la experiencia previa con iniciativas separadas invita a pensar que, incluso estando de acuerdo en el fondo, probablemente va a costar trabajo lleguen a una sintonía en la forma. El afán de capitalizar el protagonismo de la derecha puede más que el interés de los asturianos. Queda por saber también el criterio de UPyD, que parece encontrarse en un 'ni sí ni no, sino todo lo contrario'. Por contra, PSOE e IU defienden mantener los actuales 45 escaños en la Junta General del Principado que garantizarían "la pluralidad de la representación" de los asturianos.
Por lo que se refiere a las actuales tres circunscripciones, aquí sí que coinciden los minoritarios de la coalición de izquierda y la formación magenta. Faltaría más, puesto que ambas piensan que los restos que pierden en las alas solamente pueden beneficiarles con un recuento único. Máxime cuando se trata de dos partidos políicos en crecimiento en lo que a apoyo ciudadano se refiere. Por contra, los mayoritarios defienden la actual división electoral que les permite aprovechar precisamente unos miles de votos que a IU o UPyD iran por la borda con el actual sistema.
Ya en un segundo plano, el partido que lidera Rosa Díez también plantea el posible establecimiento de listas abiertas, una utopía que entrará en colisión llegado el momento con los planteamientos de los grandes partidos, reacios hasta donde nos alcanza la memoria a permitir que el voto popular eche por tierra su particular método de colocación.
En definitiva, que tras una desinteresada intención de mejorar la normativa que regula los comicios en el Principado de Asturias todo el mundo tiene intención de arrimar el ascua a su sardina y las posibilidades de un acuerdo amplio se diluyen como azucarillo en el agua.
Con este panorama, no es temerario aventurar que los trabajos de la famosa comisión se dilatarán en el tiempo y para cuando pudieran finalizar, en caso de hacerlo, la actual legislatura (de solamente tres años, no lo olvidemos) habría cubierto al menos dos terceras partes de su tiempo. Podrá decirse entonces que Javier Fernández y su partido habrán conseguido lo que se manifestó meridiano para muchos cuando se alcanzó el pacto de legislatura: gobernar y marear en la medida de lo posible las reclamaciones de sus apoyos parlamentarios.
Eso suponiendo que la tan traída y llevada comisión no acabe en vía muerta. ¿Habrá que recordar lo que ocurrió con la fallida reforma del Estatuto de Autonomía, fracaso del que unos responsabilizaron a otros, y esos otros responsabilizaron a aquellos unos?
martes, 12 de febrero de 2013
Vais bien; seguir así
La visita a Madrid del presidente del Banco Central Europeo ha servido para ratificar lo que muchos ya sabíamos: que España ya no puede considerarse sino un protectorado de las instituciones europeas de las que -dicen- forma parte. Desde que la crisis entró en su fase más aguda, todos los ojos se volvieron hacia la canciller alemana, Angela Merkel, poniendo su cara a las exigencias de reformas del mundo laboral o del sector financiero que nuestros débiles gobiernos se veían obligados a adoptar. Luego, conseguimos aclarar que nuestros 'amos' eran uno y trino, como Dios, o quizá sería mejor decir como una horrible hidra de tres cabezas. Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional han trabajado como un solo cerebro para llevar a nuestro país al buen camino que había abandonado siendo 'un mal chico'. Hoy, Mario Draghi se lo ha recordado a los diputados españoles, a los que ha dado también una simbólica palmadita por el 'trabajo realizado' y les ha animado a seguir por ese camino. "Se ha hecho mucho en el tema bancario y laboral", ha dicho el conocido como 'patrón del euro', para puntualizar a renglón seguido que "queda mucho por hacer" y animar con buenas palabras a lo que en román paladino sólo puede denominarse "seguir aumentando los impuestos".
Desde que el anterior Gobierno socialista, y sobre todo el actual del Partido Popular, aceptaron su incapacidad para hacer una política económica propia y se encomendaron a la tutela de los grandes poderes internacionales, la tónica general de los representantes de estos ha sido siempre la de la zanahoria y el palo: sigue así, vas por el buen camino, pero no es suficiente y tienes que esforzarte más. La consecuencia es que ese discurso ha sido adoptado por el Ejecutivo español y el partido que lo sustenta intentando vender a la ciudadanía que hay muestras de que la economía se está recuperando y pidiendo paciencia para continuar los sacrificios porque el final del túnel tiene fecha, aunque imprecisa y falta de contenido.
La consecuencia es que lo que en las altas esferas del poder se llaman reformas económicas orientadas a la recuperación se van convirtiendo cada día que pasa en reales políticas de miseria. ¿De que nos vale a un país que cuenta por decenas de miles los puestos de trabajo que cada mes se destruyen el que unas palabras de aliento del presidente del BCE hagan que la Bolsa suba? ¿De qué sirve que la prima de riesgo se relaje por los mismos motivos si los consiguientes beneficios para el Estado español se escurren por las cloacas de una clase política sinvergüenza y corrupta? Cada día que pasa les resulta a los españoles, por muy ignorantes que alguno quiera considerarles, más difícil de tragar ese bebedizo emponzoñado que es el discurso económico de los poderes reales y de quienes les bailan el agua para seguir manteniéndose.
Que una alocución en sede parlamentaria de Draghi no tiene capacidad para aliviar -más bien al contrario- el malestar de los ciudadanos lo corrobora la mordaza impuesta a la misma desde las filas del mayoritario PP por boca del presidente del Congreso, Jesús Posada. No cabe en ningún pensamiento mínimamente democrático que las recetas de quien impone las normas a este país se cocinen a puerta cerrada, salvo que se esté en la convicción de que esos platos únicamente pueden ser recibidos por los obligados comensales como una auténtica purga. No hay otra forma de denominar ese mensaje del 'vais bien, pero teneis que ser buenos y seguir apretando los dientes'.
Desde que el anterior Gobierno socialista, y sobre todo el actual del Partido Popular, aceptaron su incapacidad para hacer una política económica propia y se encomendaron a la tutela de los grandes poderes internacionales, la tónica general de los representantes de estos ha sido siempre la de la zanahoria y el palo: sigue así, vas por el buen camino, pero no es suficiente y tienes que esforzarte más. La consecuencia es que ese discurso ha sido adoptado por el Ejecutivo español y el partido que lo sustenta intentando vender a la ciudadanía que hay muestras de que la economía se está recuperando y pidiendo paciencia para continuar los sacrificios porque el final del túnel tiene fecha, aunque imprecisa y falta de contenido.
La consecuencia es que lo que en las altas esferas del poder se llaman reformas económicas orientadas a la recuperación se van convirtiendo cada día que pasa en reales políticas de miseria. ¿De que nos vale a un país que cuenta por decenas de miles los puestos de trabajo que cada mes se destruyen el que unas palabras de aliento del presidente del BCE hagan que la Bolsa suba? ¿De qué sirve que la prima de riesgo se relaje por los mismos motivos si los consiguientes beneficios para el Estado español se escurren por las cloacas de una clase política sinvergüenza y corrupta? Cada día que pasa les resulta a los españoles, por muy ignorantes que alguno quiera considerarles, más difícil de tragar ese bebedizo emponzoñado que es el discurso económico de los poderes reales y de quienes les bailan el agua para seguir manteniéndose.
Que una alocución en sede parlamentaria de Draghi no tiene capacidad para aliviar -más bien al contrario- el malestar de los ciudadanos lo corrobora la mordaza impuesta a la misma desde las filas del mayoritario PP por boca del presidente del Congreso, Jesús Posada. No cabe en ningún pensamiento mínimamente democrático que las recetas de quien impone las normas a este país se cocinen a puerta cerrada, salvo que se esté en la convicción de que esos platos únicamente pueden ser recibidos por los obligados comensales como una auténtica purga. No hay otra forma de denominar ese mensaje del 'vais bien, pero teneis que ser buenos y seguir apretando los dientes'.
domingo, 10 de febrero de 2013
El "guirigay"
Ha vuelto Mercedes Fernández a sacar del cajón las que parecen ser la letra y la música de su canción favorita. A propósito de la situación que se ha planteado en el seno de su partido en Gijón con vistas a un reglamentario congreso a celebrar antes de mayo, ha mostrado su rechazo a los "guirigays" y a los "espectáculos en la plaza pública" como método para resolver los problemas del Partido Popular. Son exactamente los mismos argumentos textuales con los que afrontó el congreso regional de hace pocos meses ante la confirmación de que su candidatura tendría una alternativa, la que encabezaba el concejal gijonés Manuel Pecharromán. Luego, éste no logró el número de avales necesarios y la oposición interna apenas se dejó ver en el cónclave autonómico.
Lo que puso de manifiesto su postura de entonces y se repite ahora, ante la previsible presencia de una o dos candidaturas para la dirección local de Gijón, amén de la prácticamente segura de la presidenta actual, Pilar Fernández Pardo, lo que pone este argumentario de manifiesto -digo- es que a la 'lideresa' asturiana de los populares no le gusta la oposición interna ni la existencia de grupos o personas que se separen un ápice de la vía marcada por la postura oficial, o sea la de ella. A fin de cuentas, ha tenido grandes maestros en eso del partido único: Manuel Fraga Iribarne, Francisco Álvarez-Cascos,... han sido sus gurus particulares.
El caso es que, aunque no le guste que se le descontrole ni un peón, la opción de 'Pilipardo' está ahí y por la vía ordinaria va a tener que tragar que dispute su renovación con aquella persona que ella designe. También parece que va en serio la plataforma que ha decidido encabezar Marisa Morán, incluida por la propia Mercedes Fernández en su candidatura para las elecciones legislativas del pasado año, plataforma que 'a priori' parecía estar alentada precisamente desde la dirección regional, aunque su máxima mandataria se haya desmarcado de la iniciativa.
Lo que si es meridianamente seguro es que 'Cherines' va a configurar su propia candidatura y, en caso de no convencer a Morán de que ella y quienes la apoyan no se presenten, probablemente acabe por integrarles en la lista 'oficialista'. A fin de cuentas, les une el objetivo común de acabar políticamente con Fernández Pardo, y éste es un factor que amalgama mucho.
La duda que ahora se plantea es si 'Cherines' está dispuesta a batallar en el terreno de un congreso local con su adversaria o prefiere utilizar sus atribuciones para no afrontar el riesgo de perderlo y opta por lograr sus objetivos por la vía traumática. En más de una ocasión se ha referido a la creación de una gestora del PP en Gijón para apartar a 'Pilipardo' de sus responsabilidades.
El problema es que Mercedes Fernández vacila cada vez que se le plantea la opción de ejercer su todopoderoso cargo de presidenta regional investida con el apoyo incondicional de Génova. Ya lo demostró a raíz de la escaramuza derivada del apoyo de su partido al gobierno municipal de Foro Asturias para sacar adelante los presupuestos de la villa. A pesar de sus poderes, parece que cuando llega la hora de tomar una decisión conflictiva las dudas pueden más que otra cosa. ¿Prudencia? Es posible. ¿Falta de confianza? Quizá. En este aspecto, podría decirse que la 'lideresa' del PP asturiano responde al patrón 'gallego' de su jefe de filas y líder nacional. No en vano, el retrato de Mariano Rajoy figura también en el particular altar que venera en su domicilio, junto a los citados mentores Fraga y Cascos.
Lo que puso de manifiesto su postura de entonces y se repite ahora, ante la previsible presencia de una o dos candidaturas para la dirección local de Gijón, amén de la prácticamente segura de la presidenta actual, Pilar Fernández Pardo, lo que pone este argumentario de manifiesto -digo- es que a la 'lideresa' asturiana de los populares no le gusta la oposición interna ni la existencia de grupos o personas que se separen un ápice de la vía marcada por la postura oficial, o sea la de ella. A fin de cuentas, ha tenido grandes maestros en eso del partido único: Manuel Fraga Iribarne, Francisco Álvarez-Cascos,... han sido sus gurus particulares.
El caso es que, aunque no le guste que se le descontrole ni un peón, la opción de 'Pilipardo' está ahí y por la vía ordinaria va a tener que tragar que dispute su renovación con aquella persona que ella designe. También parece que va en serio la plataforma que ha decidido encabezar Marisa Morán, incluida por la propia Mercedes Fernández en su candidatura para las elecciones legislativas del pasado año, plataforma que 'a priori' parecía estar alentada precisamente desde la dirección regional, aunque su máxima mandataria se haya desmarcado de la iniciativa.
Lo que si es meridianamente seguro es que 'Cherines' va a configurar su propia candidatura y, en caso de no convencer a Morán de que ella y quienes la apoyan no se presenten, probablemente acabe por integrarles en la lista 'oficialista'. A fin de cuentas, les une el objetivo común de acabar políticamente con Fernández Pardo, y éste es un factor que amalgama mucho.
La duda que ahora se plantea es si 'Cherines' está dispuesta a batallar en el terreno de un congreso local con su adversaria o prefiere utilizar sus atribuciones para no afrontar el riesgo de perderlo y opta por lograr sus objetivos por la vía traumática. En más de una ocasión se ha referido a la creación de una gestora del PP en Gijón para apartar a 'Pilipardo' de sus responsabilidades.
El problema es que Mercedes Fernández vacila cada vez que se le plantea la opción de ejercer su todopoderoso cargo de presidenta regional investida con el apoyo incondicional de Génova. Ya lo demostró a raíz de la escaramuza derivada del apoyo de su partido al gobierno municipal de Foro Asturias para sacar adelante los presupuestos de la villa. A pesar de sus poderes, parece que cuando llega la hora de tomar una decisión conflictiva las dudas pueden más que otra cosa. ¿Prudencia? Es posible. ¿Falta de confianza? Quizá. En este aspecto, podría decirse que la 'lideresa' del PP asturiano responde al patrón 'gallego' de su jefe de filas y líder nacional. No en vano, el retrato de Mariano Rajoy figura también en el particular altar que venera en su domicilio, junto a los citados mentores Fraga y Cascos.
viernes, 8 de febrero de 2013
Salvadores y justicieros
El barrizal en que se está convirtiendo la vida pública de este país, con frecuentes acusaciones del "y tú más", ha acabado por preparar el terreno para la resurrección de algunos de las grandes peligros que creíamos haber desterrado de nuestra sociedad civil.
El primero, ya detectado en numerosas publicaciones y, sobre todo, en foros y debates, es la progresiva cocción del caldo de cultivo necesario para la aparición de los salvadores. Como ya ocurriera en algunos escenarios lamentables de nuestra historia reciente, la ciudadanía se pregunta si vale la pena el coste de la democracia para esos resultados en los que unos pocos se lucran sin recato a espaldas de la mayoría mientras que ésta afronta cada día que pasa un marco de supervivencia que se estrecha progresivamente. Esta idea, alentada incluso desde algunas instancias políticas, pone en el mejor de los casos en entredicho el propio sistema democrático, ayudado por quienes deberían dar ejemplo de austeridad y gestión. En el peor, permite que cale en algunas capas de la sociedad la creencia de que una 'dictablanda' sería la solución que pondría fin al actual desmadre. No debemos olvidar que, a pesar de los velos que todavía cubren el episodio más negro de nuestra reciente historia, el golpe militar del 23 de febrero de 1981 pudo haber tenido en su concepción una fórmula de 'transición' forzada para derribar al Gobierno de Adolfo Suárez en la que, bajo la tutela de los uniformes, aparecían nombres significados de algunos de los principales políticos democráticos.
Se me dirá que aquello forma parte del pasado y que España ha cambiado mucho como para imaginar soluciones traumáticas institucionales. Es posible, pero no conviene perder la memoria.
El otro gran problema que empieza a esbozarse en el panorama nacional es la aparición de los justicieros, que podrían aun sin quererlo trabajar en el mismo sentido. Quizá sería mejor hablar de los resentidos. Y en este sentido cuesta convertir en héroe a Jorge Trías, el ex diputado del PP que ha conseguido en los últimos días una popularidad insospechada por sus declaraciones ratificando la veracidad de las cuentas de Bárcenas y el pago de sobresueldos a dirigentes de su partido durante varios años. La admiración por este renacido político se empaña, sin embargo, cuando se plantea el porqué de la tardanza en hacer pública esa contabilidad B de su partido cuando admite conocerla desde hace años. ¿Empeño en que se sepa la verdad o ansias de venganza?
Otro que parecía no haber sido invitado a la fiesta pero que se ha presentado de sopetón y con ganas de participar en el baile es Baltasar Garzón, instructor inicialmente del 'caso Gürtel' apartado por la propia Justicia tras haber ordenado irregularmente escuchas en la cárcel a alguno de los imputados. En este caso sí que estamos hablando de un personaje que tiene para amplios sectores sociales un halo de justiciero descabalgado que no le ha abandonado pese al tiempo transcurrido desde su inhabilitación. Garzón ha reaparecido tratando de recuperar el pulso de su cruzada y lo ha hecho asegurando que jamás dejará de ser juez aunque no pueda ejercer. Sin embargo, este magistrado también ha demostrado con hechos que no renuncia a ser político y que tiene alguna que otra cuenta pendiente que aspira a cobrar. El clima en que nos movemos le facilita la tarea.
En todo caso, salvadores o justicieros jamás encontrarían terrenos fértiles para su empresa si previamente no se lo hubieran abonados los políticos en activo con las más altas responsabilidades. Estos, en definitiva, son los verdaderos culpables y tampoco conviene apartar el foco de quién realmente se lo merece.
El primero, ya detectado en numerosas publicaciones y, sobre todo, en foros y debates, es la progresiva cocción del caldo de cultivo necesario para la aparición de los salvadores. Como ya ocurriera en algunos escenarios lamentables de nuestra historia reciente, la ciudadanía se pregunta si vale la pena el coste de la democracia para esos resultados en los que unos pocos se lucran sin recato a espaldas de la mayoría mientras que ésta afronta cada día que pasa un marco de supervivencia que se estrecha progresivamente. Esta idea, alentada incluso desde algunas instancias políticas, pone en el mejor de los casos en entredicho el propio sistema democrático, ayudado por quienes deberían dar ejemplo de austeridad y gestión. En el peor, permite que cale en algunas capas de la sociedad la creencia de que una 'dictablanda' sería la solución que pondría fin al actual desmadre. No debemos olvidar que, a pesar de los velos que todavía cubren el episodio más negro de nuestra reciente historia, el golpe militar del 23 de febrero de 1981 pudo haber tenido en su concepción una fórmula de 'transición' forzada para derribar al Gobierno de Adolfo Suárez en la que, bajo la tutela de los uniformes, aparecían nombres significados de algunos de los principales políticos democráticos.
Se me dirá que aquello forma parte del pasado y que España ha cambiado mucho como para imaginar soluciones traumáticas institucionales. Es posible, pero no conviene perder la memoria.
El otro gran problema que empieza a esbozarse en el panorama nacional es la aparición de los justicieros, que podrían aun sin quererlo trabajar en el mismo sentido. Quizá sería mejor hablar de los resentidos. Y en este sentido cuesta convertir en héroe a Jorge Trías, el ex diputado del PP que ha conseguido en los últimos días una popularidad insospechada por sus declaraciones ratificando la veracidad de las cuentas de Bárcenas y el pago de sobresueldos a dirigentes de su partido durante varios años. La admiración por este renacido político se empaña, sin embargo, cuando se plantea el porqué de la tardanza en hacer pública esa contabilidad B de su partido cuando admite conocerla desde hace años. ¿Empeño en que se sepa la verdad o ansias de venganza?
Otro que parecía no haber sido invitado a la fiesta pero que se ha presentado de sopetón y con ganas de participar en el baile es Baltasar Garzón, instructor inicialmente del 'caso Gürtel' apartado por la propia Justicia tras haber ordenado irregularmente escuchas en la cárcel a alguno de los imputados. En este caso sí que estamos hablando de un personaje que tiene para amplios sectores sociales un halo de justiciero descabalgado que no le ha abandonado pese al tiempo transcurrido desde su inhabilitación. Garzón ha reaparecido tratando de recuperar el pulso de su cruzada y lo ha hecho asegurando que jamás dejará de ser juez aunque no pueda ejercer. Sin embargo, este magistrado también ha demostrado con hechos que no renuncia a ser político y que tiene alguna que otra cuenta pendiente que aspira a cobrar. El clima en que nos movemos le facilita la tarea.
En todo caso, salvadores o justicieros jamás encontrarían terrenos fértiles para su empresa si previamente no se lo hubieran abonados los políticos en activo con las más altas responsabilidades. Estos, en definitiva, son los verdaderos culpables y tampoco conviene apartar el foco de quién realmente se lo merece.
jueves, 7 de febrero de 2013
Las mil y una izquierdas unidas
La petición, hoy, del coordinador general de Izquierda Unida de Asturias a la dirección de la Federación Socialista Asturiana para que aparte cautelarmente de militancia a la ex consejera de Cultura Ana Rosa Migoya y al ex director general de Promoción Cultural, Carlos Madera, ambos imputados por el juez Sorando en el conocido como 'caso Renedo' o 'caso Marea', esa petición -digo- ha venido a poner una vez más sobre el tapete la desunión existente en las alturas de la coalición; una desunión manifestada durante el último congreso autonómico y que se saldó con lo que, para algunos, fue un cierre en falso de los enfrentamientos internos a propósito de la disparidad de criterios existente en su seno sobre aspectos prioritarios de la política regional. Un ejemplo claro, la incorporación o no al Gobierno de Javier Fernández planteada con ocasión de la mencionada cita congresual.
De aquella, aunque por poco, triunfó la opción de Manuel González Orviz, que defendía la independencia parlamentaria de IU como fuerza de oposición constructiva, frente a la más 'institucional' de Noemí Martín, que abogaba por la presencia de la coalición en el Ejecutivo como forma de contribuir a la gestión directa del Principado desde dentro. Una tercera vía, con Ángel González al frente, acabó por integrarse en el proyecto finalmente ganador y el susodicho se ganó la condición de portavoz parlamentario, a pesar de que en sus declaraciones precedentes también se había mostrado partidario de la presencia de IU en el Gobierno asturiano.
Ahora, la petición del coordinador general para que se aparte de la militancia a los dos ex altos cargos mencionados sucede a unas declaraciones previas del citado portavoz parlamentario inhibiéndose de entrar en consideraciones sobre posibles responsabilidades de los ex altos cargos socialistas y relegando las mismas a la consideración del juez.
Un antiguo protagonista, ahora ejerciendo de secundario, Francisco Javier García Valledor, ha utilizado su portal de 'Facebook' para arremeter abiertamente contra lo que él considera una doble vara de medir de su ex compañero del grupo parlamentario; una, para exigir depuraciones contundentes en otras fuerzas políticas por sus escándalos, y otra, para los 'amigos' (lease los socialistas), echando balones fuera y mirando para otra parte. El que otrora ocupara la responsabilidad actual de Ángel González y también ex consejero dos veces en los gobiernos de Vicente Álvarez Areces pone incluso en entredicho la imparcialidad de su compañero como integrante de la comisión de investigación del 'caso Renedo' en la Junta General y le niega la representatividad de la coalición al adoptar posiciones de 'compadreo' con los socialistas.
Podría apelarse al despecho de quien fue representante cualificado de IU y actualmente permanece en el olvido tanto a nivel de partido como institucional. Sin embargo, con más o menos énfasis, son muchos los militantes y simpatizantes que exigen a la dirección de la coalición posturas claras ante un problema como es el de la corrupción que en este momento está a flor de piel en la sociedad y que no admite medias tintas.
De los órganos competentes depende que Izquierda Unida en Asturias pueda ofrecer una imagen de cohesión el formular unos planteamientos nítidos sobre los problemas que preocupan a la ciudadanía. En unos momentos en los que la crisis de los dos grandes partidos no hace sino reforzar sus apoyos, jugarse el ser o no ser no es compatible con la tibieza o las soluciones a medias. Mantener esa sensación de que cada cual va por su lado no hace otra cosa que poner en duda si existe una IU o son las mil y una que conforman sus grupos, grupúsculos o militantes.
De aquella, aunque por poco, triunfó la opción de Manuel González Orviz, que defendía la independencia parlamentaria de IU como fuerza de oposición constructiva, frente a la más 'institucional' de Noemí Martín, que abogaba por la presencia de la coalición en el Ejecutivo como forma de contribuir a la gestión directa del Principado desde dentro. Una tercera vía, con Ángel González al frente, acabó por integrarse en el proyecto finalmente ganador y el susodicho se ganó la condición de portavoz parlamentario, a pesar de que en sus declaraciones precedentes también se había mostrado partidario de la presencia de IU en el Gobierno asturiano.
Ahora, la petición del coordinador general para que se aparte de la militancia a los dos ex altos cargos mencionados sucede a unas declaraciones previas del citado portavoz parlamentario inhibiéndose de entrar en consideraciones sobre posibles responsabilidades de los ex altos cargos socialistas y relegando las mismas a la consideración del juez.
Un antiguo protagonista, ahora ejerciendo de secundario, Francisco Javier García Valledor, ha utilizado su portal de 'Facebook' para arremeter abiertamente contra lo que él considera una doble vara de medir de su ex compañero del grupo parlamentario; una, para exigir depuraciones contundentes en otras fuerzas políticas por sus escándalos, y otra, para los 'amigos' (lease los socialistas), echando balones fuera y mirando para otra parte. El que otrora ocupara la responsabilidad actual de Ángel González y también ex consejero dos veces en los gobiernos de Vicente Álvarez Areces pone incluso en entredicho la imparcialidad de su compañero como integrante de la comisión de investigación del 'caso Renedo' en la Junta General y le niega la representatividad de la coalición al adoptar posiciones de 'compadreo' con los socialistas.
Podría apelarse al despecho de quien fue representante cualificado de IU y actualmente permanece en el olvido tanto a nivel de partido como institucional. Sin embargo, con más o menos énfasis, son muchos los militantes y simpatizantes que exigen a la dirección de la coalición posturas claras ante un problema como es el de la corrupción que en este momento está a flor de piel en la sociedad y que no admite medias tintas.
De los órganos competentes depende que Izquierda Unida en Asturias pueda ofrecer una imagen de cohesión el formular unos planteamientos nítidos sobre los problemas que preocupan a la ciudadanía. En unos momentos en los que la crisis de los dos grandes partidos no hace sino reforzar sus apoyos, jugarse el ser o no ser no es compatible con la tibieza o las soluciones a medias. Mantener esa sensación de que cada cual va por su lado no hace otra cosa que poner en duda si existe una IU o son las mil y una que conforman sus grupos, grupúsculos o militantes.
miércoles, 6 de febrero de 2013
A echar cuentas
Poco a poco, con milimétrica precisión, se van cubriendo etapas en la anunciada pugna por el control del PP en Gijón. Tras la escaramuza derivada de la aprobación de los presupuestos municipales, el siguiente paso en la operación de acoso y derribo diseñado desde Oviedo por Mercedes Fernández y su equipo figuraba la que promete ser la madre de todas las batallas de este conflicto interno: un congreso local que, hasta el momento, no tiene fecha, pero que debería celebrarse en los próximos meses.
Y, para ello, una de las primeras condiciones era la confirmación de algo que todos sabíamos ya, aunque precisaba de su oficialización para poder seguir escribiendo esta historia. Esa corroboración, de alguna manera, ya se ha materializado al anunciar un grupo de "unos doscientos militantes" la presentación de un candidatura alternativa a la de Pilar Fernández Pardo. Al frente de la misma aparece un nombre, el de Marisa Morán, conocida desde hace años por su alistamiento en el grupo contrario a la actual presidenta local. Por aquello de que 'excusatio non petita, acusattio manifesta', lo primero que los 'descontentos' se han apresurado a afirmar es que no responden a un proyecto local de 'Cherines' y que su plataforma sólo pretende cambiar el estilo desarrollado en estos últimos años por la dirección local. El caso es que la cabeza visible de esta lista alternativa, la citada Marisa Morán, figuró en la candidatura de la líder regional para las últimas legislativas; una lista que, como quedó bien claro tras la asunción de poderes omnímodos por parte de Mercedes Fernández en Asturias, pudo elaborar a su imagen y semejanza y con absolutas manos libres.
En el otro lado de la trinchera, 'Pilipardo' ha manifestado hoy mismo que ella "no es de las que abandona el barco". Es cierto que la declaración la realizó a preguntas relacionadas con la tormentosa salida del grupo municipal y del partido del que fuera su mano derecha en el Ayuntamiento durante los últimos años, Eduardo Junquera. No parece, sin embargo, que sus palabras no puedan tener una posible lectura paralela orientada a dar un aviso para navegantes a la dirección regional. Aunque la presidenta del PP local declinó confirmar su intención de presentarse a la reelección, nadie duda de que ésa es su intención y que está dispuesta a dar la batalla hasta el final, y hacerlo sobre la base del convencimiento de que mantiene el control del partido en el ámbito municipal por mucho que el equipo de 'Cherines' trate de desmontarle sus apoyos desde una posición de jerarquía interna.
En definitiva, podría decirse que las últimas horas han servido para colocar a cada cual en su sitio y olvidar las ambigüedades. Que 'Pilipardo' no va a abandonar la última opción que le queda de mantenerse en la primera línea de la política es tan cierto como que Mercedes Fernández tiene como objetivo principal en su 'hoja de ruta' borrarla del mapa político asturiano y gijonés.
Con estos mimbres, al menos ahora ya podemos empezar a echar cuentas.
Y, para ello, una de las primeras condiciones era la confirmación de algo que todos sabíamos ya, aunque precisaba de su oficialización para poder seguir escribiendo esta historia. Esa corroboración, de alguna manera, ya se ha materializado al anunciar un grupo de "unos doscientos militantes" la presentación de un candidatura alternativa a la de Pilar Fernández Pardo. Al frente de la misma aparece un nombre, el de Marisa Morán, conocida desde hace años por su alistamiento en el grupo contrario a la actual presidenta local. Por aquello de que 'excusatio non petita, acusattio manifesta', lo primero que los 'descontentos' se han apresurado a afirmar es que no responden a un proyecto local de 'Cherines' y que su plataforma sólo pretende cambiar el estilo desarrollado en estos últimos años por la dirección local. El caso es que la cabeza visible de esta lista alternativa, la citada Marisa Morán, figuró en la candidatura de la líder regional para las últimas legislativas; una lista que, como quedó bien claro tras la asunción de poderes omnímodos por parte de Mercedes Fernández en Asturias, pudo elaborar a su imagen y semejanza y con absolutas manos libres.
En el otro lado de la trinchera, 'Pilipardo' ha manifestado hoy mismo que ella "no es de las que abandona el barco". Es cierto que la declaración la realizó a preguntas relacionadas con la tormentosa salida del grupo municipal y del partido del que fuera su mano derecha en el Ayuntamiento durante los últimos años, Eduardo Junquera. No parece, sin embargo, que sus palabras no puedan tener una posible lectura paralela orientada a dar un aviso para navegantes a la dirección regional. Aunque la presidenta del PP local declinó confirmar su intención de presentarse a la reelección, nadie duda de que ésa es su intención y que está dispuesta a dar la batalla hasta el final, y hacerlo sobre la base del convencimiento de que mantiene el control del partido en el ámbito municipal por mucho que el equipo de 'Cherines' trate de desmontarle sus apoyos desde una posición de jerarquía interna.
En definitiva, podría decirse que las últimas horas han servido para colocar a cada cual en su sitio y olvidar las ambigüedades. Que 'Pilipardo' no va a abandonar la última opción que le queda de mantenerse en la primera línea de la política es tan cierto como que Mercedes Fernández tiene como objetivo principal en su 'hoja de ruta' borrarla del mapa político asturiano y gijonés.
Con estos mimbres, al menos ahora ya podemos empezar a echar cuentas.
martes, 5 de febrero de 2013
Un tanto para 'Pilipardo'
Está a punto de concluir el hasta el momento último episodio en la crisis del Partido Popular en Gijón. La renuncia hace unos días de Eduardo Junquera a seguir en un partido que le "enfermaba" por las sospechas de corrupción y a su condición de edil en el Consistorio local desequilibró aún más si cabe la precaria consistencia del grupo municipal popular, atacado desde dentro y desde afuera por propios y extraños. La difícil situación a la que los enfrentamientos con la dirección regional que lidera Mercedes Fernández ha llevado a la presidenta local requería de, al menos, un equipo compacto y sin fisuras capaz de resistir las acometidas permanentes y cada día más agresivas de 'Cherines' y sus incondicionales. Hasta ahora, Pilar Fernández Pardo lo había conseguido más o menos y Junquera era un pilar básico en su estrategia.
Pero el que hasta hace unos días era su mano derecha decidió tirar la toalla. Podría decirse que no se encontraba cómodo en su papel institucional prácticamente desde que accedió al cargo, ya en el pasado mandato. Sin embargo, el buque insignia nacional del PP ha empezado últimamente a hacer aguas y son muchos los militantes y simpatizantes que se muestran disconformes con la actitud tibia, casi contemporizadora, de Rajoy y su directiva con los sospechosos de haber practicado toda clase de tropelías económicas desde los despachos de la calle de Génova. Al margen de las interpretaciones despechadas de algunos de los propios compañeros, se supone que el dimisionario es uno de ellos.
El problema que se le había planteado a 'Pilipardo' ya no era tanto la pérdida de su principal colaborador como su obligatoria sustitución en el Ayuntamiento de Gijón. La candidatura de su partido fue elaborada ante de la declaración formal de guerra entre la líder gijonesa y su homóloga regional (la subterránea viene de lejos) y el relevo se empezó a mirar con lupa. El primero en la lista era el abogado Jorge Ruiz, persona que, a decir de los militantes, no congenia precisamente con su presidenta. Su renuncia por "motivos personales y profesionales" dio paso a otra opción, la de Inmaculada Gallart, que ya compartió escaño con Fernández Pardo en un mandato anterior. Pero la historia se repitió y, con los mismos argumentos que su antecesor en la candidatura municipal, también declinó la responsabilidad. El siguiente, el que ya ha dado su conformidad, es Francisco Rodrígiuez Cubiella, hasta las pasadas elecciones miembro del 'núcleo duro' de la dirección local y relegado en su momento al número ocho, lo que le dejó fuera de la Corporación tras contabilizarse los pésimos resultados de su partido en la ciudad.
Todo parece indicar que Cubiella sí responde a las necesidades actuales de Pilar Fernández Pardo, que necesita incondicionales capaces de resistir el asedio que le espera desde la ovetense calle de Manuel Pedregal. Desde que éste comenzó, las suspicacias en el grupo municipal han sido frecuentes, desconfiados algunos de la fidelidad absoluta de sus compañeros por la 'soledad' del equipo local y por las presiones constantes recibidas del equipo de Mercedes Fenández.
'Pilipardo' precisa enrocarse y hacerlo con garantías; tanto en la dirección local como en el grupo municipal. No puede permitirse la presencia en sus filas de 'traidores' y con el relevo de Junquera parece que lo ha conseguido. Ahora únicamente le queda prepararse para la madre de todas las batallas: el próximo y cercano congreso local. Las huestes de la 'lideresa' asturiana llevan tiempo preparándola y parece que ya tienen hasta una candidata. La batalla está sobre el tablero.
Pero el que hasta hace unos días era su mano derecha decidió tirar la toalla. Podría decirse que no se encontraba cómodo en su papel institucional prácticamente desde que accedió al cargo, ya en el pasado mandato. Sin embargo, el buque insignia nacional del PP ha empezado últimamente a hacer aguas y son muchos los militantes y simpatizantes que se muestran disconformes con la actitud tibia, casi contemporizadora, de Rajoy y su directiva con los sospechosos de haber practicado toda clase de tropelías económicas desde los despachos de la calle de Génova. Al margen de las interpretaciones despechadas de algunos de los propios compañeros, se supone que el dimisionario es uno de ellos.
El problema que se le había planteado a 'Pilipardo' ya no era tanto la pérdida de su principal colaborador como su obligatoria sustitución en el Ayuntamiento de Gijón. La candidatura de su partido fue elaborada ante de la declaración formal de guerra entre la líder gijonesa y su homóloga regional (la subterránea viene de lejos) y el relevo se empezó a mirar con lupa. El primero en la lista era el abogado Jorge Ruiz, persona que, a decir de los militantes, no congenia precisamente con su presidenta. Su renuncia por "motivos personales y profesionales" dio paso a otra opción, la de Inmaculada Gallart, que ya compartió escaño con Fernández Pardo en un mandato anterior. Pero la historia se repitió y, con los mismos argumentos que su antecesor en la candidatura municipal, también declinó la responsabilidad. El siguiente, el que ya ha dado su conformidad, es Francisco Rodrígiuez Cubiella, hasta las pasadas elecciones miembro del 'núcleo duro' de la dirección local y relegado en su momento al número ocho, lo que le dejó fuera de la Corporación tras contabilizarse los pésimos resultados de su partido en la ciudad.
Todo parece indicar que Cubiella sí responde a las necesidades actuales de Pilar Fernández Pardo, que necesita incondicionales capaces de resistir el asedio que le espera desde la ovetense calle de Manuel Pedregal. Desde que éste comenzó, las suspicacias en el grupo municipal han sido frecuentes, desconfiados algunos de la fidelidad absoluta de sus compañeros por la 'soledad' del equipo local y por las presiones constantes recibidas del equipo de Mercedes Fenández.
'Pilipardo' precisa enrocarse y hacerlo con garantías; tanto en la dirección local como en el grupo municipal. No puede permitirse la presencia en sus filas de 'traidores' y con el relevo de Junquera parece que lo ha conseguido. Ahora únicamente le queda prepararse para la madre de todas las batallas: el próximo y cercano congreso local. Las huestes de la 'lideresa' asturiana llevan tiempo preparándola y parece que ya tienen hasta una candidata. La batalla está sobre el tablero.
lunes, 4 de febrero de 2013
Otra forma de corrupción
Mientras la calle bulle con la indignación que provoca la corrupción política, hoy se han hecho públicos los datos del paro, con otro vergonzante incremento de los desempleados tanto en Asturias, en particular, como en España, en general.
Nos estamos acostumbrando a que esta es la tendencia y solamente añaden su sangre a la hemorragia aquellos que se ven directamente afectados por su inclusión en la lista. Importan más los millones que Bárcenas trasladó a Suiza, o los sobresueldos de los dirigentes del PP, que las miles de historias con nombre y apellidos que cada mes se añaden a esa nómina de los que tienen que lidiar sin recursos, o con los mínimos, una situación económica desesperada. Y no es que vaya a quitar yo importancia a los presuntos desfalcos y malversaciones delictivas que están saliendo últimamente a la luz. No. Pero esta gente, amén de indignarnos, tienen paracaidas fiscal y judicial y, mientras todos nos calentamos los cascos con sus tropelías, el aumento de las tragedias familiares derivadas de la falta de un empleo con el que lograr los medios mínimos exigidos para subsistir, acaba por convertirse en una acumulación de cifras: 4.980.778 parados en España (107.608 en Asturias; un 3,68% más que en diciembre del pasado año); 263.243 cotizantes menos a la Seguridad Social...). Aunque todo el mundo habla del paro como principal problema, corremos el riesgo de perder la perspectiva del verdadero alcance y convertirlo en un lugar común más nominal que real.
Los mismos protagonistas de la presunta corrupción son quienes gestionan las políticas que nos están llevando hacía ese saco sin fondo de la destrucción de empleo. Su conducta en este terreno es tan merecedora de la indignación generalizada como la otra. Yo me atrevería a decir que es, incluso, más sangrante, porque tiene unas víctimas directas, con cara e identidad propias.
Va siendo hora de que en las reivindicaciones mayoritarias se imponga la exigencia de acabar con esta lacra social. A quienes gobiernan y a quienes no son capaces de ofrecer una alternativa capaz de generar confianza en que la tendencia se bebe invertir; y debe hacerse ya. No se puede tolerar bajo ningún concepto que la bola de nieve de la destrucción de puestos de trabajo se deslice libremente por una pendiente en la que no vemos un final.
Nos estamos acostumbrando a que esta es la tendencia y solamente añaden su sangre a la hemorragia aquellos que se ven directamente afectados por su inclusión en la lista. Importan más los millones que Bárcenas trasladó a Suiza, o los sobresueldos de los dirigentes del PP, que las miles de historias con nombre y apellidos que cada mes se añaden a esa nómina de los que tienen que lidiar sin recursos, o con los mínimos, una situación económica desesperada. Y no es que vaya a quitar yo importancia a los presuntos desfalcos y malversaciones delictivas que están saliendo últimamente a la luz. No. Pero esta gente, amén de indignarnos, tienen paracaidas fiscal y judicial y, mientras todos nos calentamos los cascos con sus tropelías, el aumento de las tragedias familiares derivadas de la falta de un empleo con el que lograr los medios mínimos exigidos para subsistir, acaba por convertirse en una acumulación de cifras: 4.980.778 parados en España (107.608 en Asturias; un 3,68% más que en diciembre del pasado año); 263.243 cotizantes menos a la Seguridad Social...). Aunque todo el mundo habla del paro como principal problema, corremos el riesgo de perder la perspectiva del verdadero alcance y convertirlo en un lugar común más nominal que real.
Los mismos protagonistas de la presunta corrupción son quienes gestionan las políticas que nos están llevando hacía ese saco sin fondo de la destrucción de empleo. Su conducta en este terreno es tan merecedora de la indignación generalizada como la otra. Yo me atrevería a decir que es, incluso, más sangrante, porque tiene unas víctimas directas, con cara e identidad propias.
Va siendo hora de que en las reivindicaciones mayoritarias se imponga la exigencia de acabar con esta lacra social. A quienes gobiernan y a quienes no son capaces de ofrecer una alternativa capaz de generar confianza en que la tendencia se bebe invertir; y debe hacerse ya. No se puede tolerar bajo ningún concepto que la bola de nieve de la destrucción de puestos de trabajo se deslice libremente por una pendiente en la que no vemos un final.
domingo, 3 de febrero de 2013
¿Por quién, don Alfredo?
Tardaba en salir el actual líder del PSOE a plantear una propuesta concreta para afrontar, desde el primer grupo de la oposición, la grave crisis de credibilidad y confianza en la que el gobernante Partido Popular ha sumido a este país. Y lo ha hecho de la forma más común y lógica de las posibles: solicitando la dimisión del presidente Mariano Rajoy. Hasta aquí, todo resulta relativamente normal.
Las cosas se complican cuando quien debería ponerse al frente de una hipotética regeneración traslada a sus rivales la obligación de resolver el conflicto con la designación de un nuevo aspirante, elegido entre las filas conservadoras, a sustituir al actual mandatario. De sobra sabe el señor Pérez Rubalcaba que, aun en el supuesto de que sus rivales aceptasen tan descabellada propuesta, un repaso rápido a la lista de presidenciables reflejaría una relación paralela de 'figurantes' en las notas comprometedoras de quien fuera tesorero del partido y ha desatado el mayor escándalo de corruptelas de la reciente historia democrática. O sea, que en ese hipotético caso, estaríamos volviendo a empezar puesto que el sustituto tendría su propia historia, millones arriba o abajo.
No se plantea el señor Pérez Rubalcaba -dice- ni solicitar un adelanto electoral ni la presentación de una moción de censura, alternativas mucho más razonables que la elegida para tratar de dar un vuelco a esa espiral de descrédito que amenaza con tapar a todos. Es posible que, en su fuero interno, haya valorado para descartar ese escenario algunos de los sondeos que periódicamente vienen apareciendo en medios nacionales y que, además de constatar la caída libre del PP, en general, y de su líder, en particular, reflejan idéntico signo en la trayectoria del PSOE y de él mismo. Todavía hoy mismo, el diario 'El País' recoge una nueva encuesta en la que, además de reflejar ese desplome parejo, arroja peores números para los socialistas como oposición que los desastrosos que cosecha el Gobierno; o que él propio secretario general del primer partido de la oposición merece menor credibilidad en dichas responsabilidades que Mariano Rajoy como gobernante.
La desconfianza en sus propias opciones son probablemente las que han llevado al líder socialista a plantear con severos adornos dialécticos y la parafernalia de situaciones excepcionales que sean sus adversarios quienes resuelvan en casa el actual problema que tenemos planteado el conjunto de la sociedad, algo que se nos antoja utópico, como si el planteamiento se produjera a la inversa.
PP y PSOE se encuentran en estos momentos sumidos en una profunda depresión, la misma a la que uno y otro nos han llevado alternativamente en estos últimos años. Trasladar a uno solo de ellos el logro de la receta mágica contra una letal enfermedad es eludir las propias responsabilidades. Solamente una inimaginable entente sincera y desinteresada para abordar en común la excepcionalidad de la situación podría crear un hálito de esperanza entre los españoles. Lo demás es marear la perdiz y aullarle a la luna.
Las cosas se complican cuando quien debería ponerse al frente de una hipotética regeneración traslada a sus rivales la obligación de resolver el conflicto con la designación de un nuevo aspirante, elegido entre las filas conservadoras, a sustituir al actual mandatario. De sobra sabe el señor Pérez Rubalcaba que, aun en el supuesto de que sus rivales aceptasen tan descabellada propuesta, un repaso rápido a la lista de presidenciables reflejaría una relación paralela de 'figurantes' en las notas comprometedoras de quien fuera tesorero del partido y ha desatado el mayor escándalo de corruptelas de la reciente historia democrática. O sea, que en ese hipotético caso, estaríamos volviendo a empezar puesto que el sustituto tendría su propia historia, millones arriba o abajo.
No se plantea el señor Pérez Rubalcaba -dice- ni solicitar un adelanto electoral ni la presentación de una moción de censura, alternativas mucho más razonables que la elegida para tratar de dar un vuelco a esa espiral de descrédito que amenaza con tapar a todos. Es posible que, en su fuero interno, haya valorado para descartar ese escenario algunos de los sondeos que periódicamente vienen apareciendo en medios nacionales y que, además de constatar la caída libre del PP, en general, y de su líder, en particular, reflejan idéntico signo en la trayectoria del PSOE y de él mismo. Todavía hoy mismo, el diario 'El País' recoge una nueva encuesta en la que, además de reflejar ese desplome parejo, arroja peores números para los socialistas como oposición que los desastrosos que cosecha el Gobierno; o que él propio secretario general del primer partido de la oposición merece menor credibilidad en dichas responsabilidades que Mariano Rajoy como gobernante.
La desconfianza en sus propias opciones son probablemente las que han llevado al líder socialista a plantear con severos adornos dialécticos y la parafernalia de situaciones excepcionales que sean sus adversarios quienes resuelvan en casa el actual problema que tenemos planteado el conjunto de la sociedad, algo que se nos antoja utópico, como si el planteamiento se produjera a la inversa.
PP y PSOE se encuentran en estos momentos sumidos en una profunda depresión, la misma a la que uno y otro nos han llevado alternativamente en estos últimos años. Trasladar a uno solo de ellos el logro de la receta mágica contra una letal enfermedad es eludir las propias responsabilidades. Solamente una inimaginable entente sincera y desinteresada para abordar en común la excepcionalidad de la situación podría crear un hálito de esperanza entre los españoles. Lo demás es marear la perdiz y aullarle a la luna.
sábado, 2 de febrero de 2013
No saben gestionar las crisis
Si algo están demostrando los últimos acontecimientos del llamado 'caso Bárcenas' es que el talón de Aquiles del Partido Popular es la gestión de las grandes crisis. Se puso de manifiesto en 2004, tras el trágico atentado del 11 de marzo, y vuelve a repetirse esta semana ante el acoso mediático y popular derivado del escándalo de corrupción asociado al ex tesorero del partido. Rechazar cualquier opción que no sea la que le beneficia, concentrar la atención en otro punto,.. esa fue la base casi única del argumentario de entonces. Y vuelve a repetirse ahora: "Todo es falso", repitió hace pocas horas el presidente del Gobierno, poniendo rúbrica a las negaciones categóricas del resto de los miembros de su equipo directivo en días anteriores.
El problema es que la imagen defensiva que ha transmitido en su comparecencia pública, mediante discurso breve y leído, la cerrazón en posiciones sin posibilidad de matices, la prohibición expresa de preguntas de los periodistas, no facilita precisamente la confianza en sus palabras. Cierto que, en primera instancia, hay que respetar la presunción de inocencia, pero ésta no solamente deberán ratificarla los presumibles procesos judiciales, sino que deberían cimentarla actuaciones y hechos claros y contundentes; no solamente un conjunto de palabras más o menos bien articuladas.
Las pruebas aportadas hasta la fecha sobre el pago de sobresueldos a buena parte de los dirigentes populares, Mariano Rajoy incluido, empiezan a ofrecer pocas dudas y el compromiso de hacer públicas las declaraciones de la renta y patrimonio anunciadas por el presidente resultan, si no innecesarias, sí insuficientes para una bola de nieve destructora como la que ya se ha consolidado. En numerosas ocasiones, autoridades y cargos institucionales han echado mano a este tipo de recursos y los resultados sólo han contribuido a hacer más increíbles sus defensas.
"Todo es falso" ha sido el 'leit motiv' del máximo mandatario español en su exposición de hoy. Y, tras negarlo todo sin atisbo de duda, viene a pedir a los españoles más o menos que se fíen de su palabra; la misma palabra que prometió congelar o bajar impuestos, respetar los sueldos de los funcionarios o combatir el paro, por citar sólo una muestra del olvidado programa con el que concurrió a las últimas elecciones. A estas alturas enrocarse en cuestiones de fe ya se muestra inaceptable para la gran mayoría de los ciudadanos.
El problema es que la imagen defensiva que ha transmitido en su comparecencia pública, mediante discurso breve y leído, la cerrazón en posiciones sin posibilidad de matices, la prohibición expresa de preguntas de los periodistas, no facilita precisamente la confianza en sus palabras. Cierto que, en primera instancia, hay que respetar la presunción de inocencia, pero ésta no solamente deberán ratificarla los presumibles procesos judiciales, sino que deberían cimentarla actuaciones y hechos claros y contundentes; no solamente un conjunto de palabras más o menos bien articuladas.
Las pruebas aportadas hasta la fecha sobre el pago de sobresueldos a buena parte de los dirigentes populares, Mariano Rajoy incluido, empiezan a ofrecer pocas dudas y el compromiso de hacer públicas las declaraciones de la renta y patrimonio anunciadas por el presidente resultan, si no innecesarias, sí insuficientes para una bola de nieve destructora como la que ya se ha consolidado. En numerosas ocasiones, autoridades y cargos institucionales han echado mano a este tipo de recursos y los resultados sólo han contribuido a hacer más increíbles sus defensas.
"Todo es falso" ha sido el 'leit motiv' del máximo mandatario español en su exposición de hoy. Y, tras negarlo todo sin atisbo de duda, viene a pedir a los españoles más o menos que se fíen de su palabra; la misma palabra que prometió congelar o bajar impuestos, respetar los sueldos de los funcionarios o combatir el paro, por citar sólo una muestra del olvidado programa con el que concurrió a las últimas elecciones. A estas alturas enrocarse en cuestiones de fe ya se muestra inaceptable para la gran mayoría de los ciudadanos.
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