sábado, 31 de octubre de 2009

Padre Padrone

Me viene estos días a la memoria el recuerdo de 'Padre Padrone'. la excelente película en la que los hermanos Paolo y Vittorio Taviani pusieron en imágenes el relato autobiográfico de Gavino Ledda que expone en toda su crueldad las consecuencias de una sociedad patriarcal donde la figura del progenitor déspota traspasa los límites de la burbuja familiar para convertirse en imagen de una sociedad donde el poder ejercido de forma unipersonal nos trasnsporta a las grandes expresiones que la historia nos ha dado del fascismo.
Y con el filme en la memoria me acuerdo de aquellas generaciones no tan lejanas en nuestro propio país, las de nuestros padres, que recordaban a sus progenitores como señores todopoderosos capaces de instaurar un sistema de comportamientos, muchas veces basado en el castigo, pero que en otras, creado el "monstruo", bastaba un simple gesto, una mirada directa y profunda, para saber sin palabras de por medio que "eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca".
Y, siguiendo con las traslaciones, se me antoja que, aunque muy relativo, existe un paralelismo incipiente en algunos de los comportamientos de nuestros actuales gobernantes. Aunque alguien dirá , y con sus razones, que determinado tipo de normas que se han ido incorporando en las últimas semanas tienen un sano objetivo, lo cierto es que implican una restricción evidente a las libertades del individuo. Un ejemplo: la recientísima reforma de la Ley de Tráfico, con nuevas medidas -el radar por tramos, por ejemplo- que exasperan a una gran mayoría de conductores que ven como los automóviles son cada día más potentes -en esto no se actúa en consonancia con la reducción de las velocidades- y las autovías más y más seguras. Pregúntenle a un viajero habitual el tormento que puede ser ir en estos momentos de Asturias a Madrid, por poner un ejemplo, a lo largo de una vía plagada de controles para evitar una velocidad con la que no sólo el conductor, sino también el coche sufre. Y menos mal que aquel globo sonda lanzado hace algunas semanas de establecer el inicio de la sanción en autovía a partir del 121 kilómetros por hora. Eso se ha quedado fuera de la nueva ley y se mantiene ese diez por ciento de margen de error atribuible a los radares.
Otro ejemplo: la anunciada intención de hacer entrar en vigor en las próximas semanas la prohibición total de fumar en locales públicos. Ya no hay zonas para los consumidores del tabaco, ya nadie se acuerda de que muchos hosteleros se empufaron para adaptar sus locales a una norma coja desde su promulgación y que, en algunas de sus líneas generales, se ha tomado por el 'pito del sereno'.
Podría hacer alguna otra referencia. Ya se anuncia la penalización del consumo de agua excesivo para las comunidades de vecinos, con lo que de indiscriminada puede tener esta medida. ¿De que vale que yo controle que no se llene la bañera, que no esté un grifo abierto mientras friegas, etcétera, si el vecino del tercero se pasa la medida por el forro. Eso sin contar que, si todos estamos de acuerdo en que el agua puede llegar a ser el oro de los tiempos venideros, ni este Gobierno ni los anteriores ha sabido nunca plantear una política coherente y con auténtica visión de futuro, sujeta a trasvases o infraestructuras hidráulicas en muchos casos dirigidas por las componendas con odeterminadas comunidades autónomas o con algunos partidos políticos. Aunque de pasada, no puedo evitar recordar aquellos tiempos en que Alfonso Guerra, entonces vicepresidente del Gobierno, planteó que, si las cuencas del Norte son las que mantienen unas mayores reservas, la operación era trasvasar esas mismas a otros puntos de España. El agua es un bien común, pero, aunque iguales, en esto algunos siempre han sido más iguales que otros. Son más los bienes naturales que este país tiene y no por ello se propone idéntico reparto al que el 'número dos' de Felipe González quería llevar adelante.
Conste que todas estas reflexiones las hace alguien que no fuma y no tiene permiso de conducir -y no precisamente porque se lo hayan quitado por correr más de la cuenta, sino porque jamás quiso sacarlo-.
No sé si queda claro que los casos expuestos tienen a priori una base argumental razonable y socialmente aceptable. El problema es que a mí se me antoja que todos juntos, y otros que puedan venir, acaban por convertir al Estado -en este caso sería mejor decir al Gobierno- en ese progenitor que, llevado de sus deseos de protegernos, acabe por asimilarse a ese 'Padre Padrone' director estricto de cada uno de nuestros movimientos, controlador de nuestras vidas en algunos pequeños o no tan pequeños detalles hasta aproximarse a un relativo modelo de absolutismo paternalista. Y ello agravado cuando se supone que el actual Ejecutivo está sostenido por un partido y un programa que presumen de ser adalides de las libertades.

jueves, 29 de octubre de 2009

Favores de excelencia

Cuando hace algunas fechas la de Oviedo se alzó con una de la plazas que reconoció a quince universidades españoles con el título de 'campus de excelencia' todos los asturianos lo celebramos como muestra del acierto a la hora de potenciar la investigación, la innovación y la transferencia de conocimientos, objetivos que la institución académica fija en los proyectos con los que concurrió al citado reconocimiento. Al margen de la distinción, lo importante son las ayudas que ello conlleva y. al margen de la ratificación definitiva de las correspondientes a uno de los dos proyectos formulados, el de Biomedicina y Salud, el otro, el correspondiente a Energía. Medio Ambiente y Cambio Climático permite al campus de Gijón mirar al horizonte con optimismo en lo que sus fines investigadores concierne.
A pesar del número de universidades reconocidas con ese 'campus de excelencia', es cierto que unas cuantas se quedaron fuera y, por lo tanto, sin la financiación correspondiente para llevar adelante sus proyectos de investigación. Partiendo de la imparcialidad de la decisión y de la racionalidad de los criterios para tomar la misma, "el pan" no daba para todos y se repartió correctamente. Es imposible casi siempre contentar a todos.
Los problemas empiezan cuando unos de los descontentos son los nacionalistas de Euskadi, como han dejado constancia los responsables de la Universidad del País Vasco tras la selección inicial. Molestar al PNV es en este momento un riesgo inasumible para el Gobierno de la nación que, aunque les tenga enfrente en Euskadi después de que el PSE les arrebatara el Gobierno autonómico, son uno de los comodines de los que Zapatero ha echado mano para sacar adelante unos Presupuestos, los del próximo ejercicio, que se le habían puesto muy cuesta arriba. Todos sabemos que el apoyo peneuvista a las Cuentas del Estado se mide en euros destinados a sus "territorios", y así se hizo.
Viene esto a cuento porque ayer supimos que la parte del león de las enmiendas a los citados Presupuestos han asignado al Ministerio de Ciencia e Innovación, concretamente a la partida de I+D, van dirigidas a industrias y fundaciones vascas. Este es uno de los pagos por los votos que el Gobierno necesitaba para desmontar las enmiendas de totalidad. ¿Qué tiene esto que ver con el meollo de este comentario, referido a la designación de varias universidades, entre ellas la de Oviedo, como campus de excelencia? Aparentemente nada. Sin embargo, una de esas nuevas partidas incorporadas vía enmiendas a las Cuentas estatales para 2010 va destinada a "infraestructuras de acceso" a la Universidad del País Vasco -¿dónde está la investigación e innovación?- y su importe es de cinco millones de euros. La financiación que van a recibir las quince universidades españolas reconocidas con el campues de excelencia va desde un millós a cuatro millones de euros; concretamente la de Oviedo es de tres millones
En definitiva, que lo que no me das por un lado te lo saco por el otro, y además con "intereses". Al final, los nacionalistas siempre acaban mandando más que nadie en este sufrido país.

Hacha de guerra

Suenan tambores de guerra en el Partido Popular. Las conocidas desavenencias entre el actual líder, Mariano Rajoy, y otros dirigentes del partido, a los que pone cara la presidenta madrileña, EsperanzaAguirre, con sordina durante bastante tiempo, empiezan a hacerse patentes cada día con más insistencia. La forma de hacer del político gallego se presta, todo hay que decirlo, a que algunos de sus compañeros se vayan animando a expresar sus dudas sobre una estrategia que tiene en los silencios, la paciencia de Job y el conocido estilo de la avestruz de esconder la cabeza bajo tierra para no ver la realidad sus señas de identidad.
El 'caso Gúrtel' y su gestión por el equipo de Rajoy sirvió de detonante para que las opiniones 'soto voce', las críticas de corrillo, empezaran a convertirse en algunas abiertas declaraciones de desconcierto. La pasividad del líder popular cargó las escopetas de sus adversarios internos y la negativa a coger el toro por los cuernos cuando los socialistas se desmoronan por una situación económica que se muestran incapaces de administrar animó a sus detractores a empezar una operación que sólo era cuestión de tiempo que se abriera paso: preparar el relevo.
Sin embargo, la debilidad interna de Rajoy quizá no haya tenido una plasmación pública tan evidente hasta estos días, cuando las reyertas internas de los populares madrileños hayan aflorado a raíz de una importante decisión: nombrar al nuevo presidente de Caja Madrid. Con la ley en la mano, la 'lideresa' capitalina apuesta directamente por su mano derecha, Ignacio González, para el cargo, una persona sin currículo conocido para tomar las riendas de la cuarta entidad financiera más importante del país. González, como Aguirre, es enemigo de Rajoy, que por aquello de que es el líder nacional, que no el titular de la competencia para tomar una decisión, juega fuerte y pone sobre la mesa el nombre de Rodrigo Rato. ¿A ver quién me lo echa abajo?, parece haberse dicho. A todo esto, para 'enmerdar el asunto, entra en escena el otro gran personaje de la trama, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, quien también por boca de su 'número dos', Manuel Cobo, lanza sus dardos sobre la "enemiga" y dice que "lo que está haciendo la gente de Aguirre con Rato es de vómito". Era el elemento que faltaba para declarar la guerra. Una vez más desde la propia casa se da al enemigo la munición necesaria para acabar con el proveedor.
Ahora, el nuevos escenario permite los órdagos y Aguirre, cuál moderna Salome, consciente de la tibieza de la dirección nacional, coquetea -sólo eso- con la opción Rato a cambio de recibir en una bandeja de plata la cabeza de Cobo. Cospedal intenta la componenda, pero la presidenta madrileña ya ha decidido jugar fuerte y no parece que nadie vaya a hacerla echarse para atrás, puesto que las cartas que tiene en la mano no son precisamente 'de farol'.
Acabe como acabe el asunto de Caja Madrid, lo que ha quedado claro es que habrá un antes y un después de la guerra por apartar a Rajoy del camino del PP a la Presidencia del Gobierno. Si algo parece haber quedado claro es que el actual líder es excesivamente tibio para los tiempos que corren y que lo que otrora fueron escaramuzas de tanteo ahora aparecen ya como evidentes hostilidades. El hacha de guerra en el PP ha sido desenterrada. Parar la contienda en campo abierto se muestra ahora más difícil que nunca.

miércoles, 28 de octubre de 2009

La importancia de llamarse Ernesto

Ernesto es un nombre al azar, es el de uno de los componentes dela plantilla del modesto Alcorcón, que anoche humilló al Real Madrid con cuatro golitos en el partido de Copa del Rey. No sé si Ernesto es la figura del equipo o un simple figurante del mismo; el caso es que formó parte del conjunto que sí que distingue a sus componentes por el nombre y por el montante de la ficha que cobra cada uno de ellos. Si en el partido de vuelta el equipo de los galácticos bis le meten una goleada al vecino equipo de Segunda B pasarán la eliminatoria y, aunque no v a ser fácil -recuérdese el pasado año la experiencia del Real Unión de Irún- puede que para muchos la cosa no tenga mayor importancia y acabe por olvidarse con el paso del tiempo.
Sin embargo, el problema ya no es de un resultado. El pasado sábado muchos medios de claro color madridista argumentaron el tropiezo de su equipo en Gijón por las muchas bajas que los 'merengues' tenían en su línea atacante; algunos se lamentaron de que el equipo de la capital no lograra en El Molinón los tres puntos por culpa de un arbitro que pitó una mano a Kaka que -dicen- nunca se produjo y que esa jugada abortada terminó en gol legal.
Eso es ahora agua pasada. El problema real es otro y ayer se expresó en su más cruda realidad. Este equipo, el proyecto destinado a minimizar el 'triplite' del pasado año de su eterno rival, el Fútbol Club Barcelona, no carbura. Con el Sporting podría valer el argumento de que no estaban disponibles Ronaldo, Higuaín o Benzemá, incluso se puso sobre el tapete la baja de Van Nistelroy, un gran delantero, pero que figura en la plantilla blanca más por sus méritos pasados que por lo que pueda ofrecer de solución en estos momentos de vacas flacas.
Ayer, tras el partido de Alcorcón, se iniciaba una noche de 'cuchillos largos' cuyo destinatario es ya el entrenador Pelegrini. Llegado el caso esa será la solución fácil, aunque nadie se acuerde ya de que quien devolvió hace escasos meses la ilusión al madridismo fue el presidente del club, Florentino Pérez, a golpe de desaforada utilización de talonario, olvidándose de que, 'sensu estricto', la acumulación de individualidades, por muy alto que sea su valor intrínsico, no da lugar al guarismo resultante de la suma de todos esos elementos.
Ayer el presidente merengue sonreía a medida que se iba confirmando la tragedia. Esa expresión de esfinge puede ocultar muchas cosas, pero nunca el mal camino que lleva su proyecto -es cierto, acaba de empezar- y la provisional falta de cumplimiento de un compromiso firme: poner al Real Madrid por encima de todos los demás, algo que, al menos de momento, resulta difícil de creer.
En este preciso momento la importancia de llamarse Ernesto, o de cualquier otra manera, tiene más valor que tener en el carné de identidad el de Raúl, Cristiano o Iker. Al Alcorcón ya nadie le va a quitar su noche de gloria, pero en el otro lado de la balanza hay un equipo que empieza a mostrar tantas fisuras como para hacer desconfiar al más optimista de sus seguidores. Y si no que se lo pregunten a ellos.

lunes, 26 de octubre de 2009

A vueltas con el regreso de Cascos

La polémica intervención de Francisco Álvarez-Cascos en el acto de entrega de la Sardina de Oro de la asociación avilesina 'Sabugo, tente firme', a principios del pasado verano, abrió insospechadamente las puertas ana serie de informaciones que relacionaban las virulentas palabras del ex vicepresidente del Gobierno con una hipotética vuelta a la primera línea de la política. Entonces expresé -a través de esta misma tribuna- mis más que serias dudas de que ambos hechos tuvieran una relación directa y, sobre todo, mi convencimiento de que, en ese momento, la vuelta de Cascos tenía escasas posibilidades de convertirse en una realidad, tanto por su propia voluntad como por la de quienes en estos momentos llevan la manija del Partido Popular, tanto a nivel nacional como regional.
Tras el descanso estival, el tema ha vuelto a colocarse sobre el tapete y, en este caso, fruto de una concatenación de hechos que, quienes piensan que el ex ministro está preparando su desembarco en la política asturiana, suman para llegar al resultado final de que la operación está en marcha. Tienen motivos abundantes para hacer esos cálculos, pero uno piensa que, como bien nos enseñaban en la escuela cuando aprendimos los rudimentos de las matemáticas no se pueden sumar peras y manzanas.
Personalmente pienso que, a pesar de todas esas 'apariciones públicas' del incombustible político asturiano, las circunstancias no han cambiado desde aquel ya lejano mes de julio y las circunstancias adversas pesan bastante más que las favorables, permanentemente reforzadas por el importante grupo de personas que trabajaron junto a él y que intentan a toda costa vencer su manifestada resistencia con un voluntarismo digno de los mejores resultados. Razones no les faltan y objetivamente son muchos los elementos que avalan desde el punto de vista del PP, y desde el de Asturias -aseguran no sólo militantes sino muchos ciudadanos-.
El último elemento de la concatenación de elementos que sirven a sus afines para pensar que "la cosa marcha" ha sido la denuncia que el propio Cascos ha interpuesto contra la organización de su partido en Gijón por el presunto intento de destrucción de documentación que el ex vicepresidente, durante muchos años militante del partido en esta ciudad, mantenía en la sede de la plaza del Instituto. El conocimiento de los hechos se remonta a la pasada primavera y ya entonces Cascos había amenazado con tomar cartas en el asunto. Que haya tardado tanto él sabrá a qué se debe. El hecho es que su reclamación a nivel interno ha tenido eco en el partido, que ha actuado con celeridad para abrir una investigación y, como la parsimonia de la dirección regional que encabeza Ovidio Sánchez es de sobra conocida en la calle de Génova, para acelerar aún más las cosas el nombramiento de un instructor lo ha asumido directamente la dirección regional.
Estos hechos son los que han alimentado, principalmente, el fuego de los convencidos de que Cascos debe -y puede- volver. En primer lugar, arrojar al contenedor unos documentos con el nombre del ex ministro demuestra una torpeza manifiesta por parte de la dirección local del partido. Si ha sido fruto del desconocimiento y se debe al celo de un tercera fila de la sede gijonesa, lamentable; si hubiera sido una acción intencionada , porque el susodicho ya no milita en Gijón, peor aún. El caso es que si Cascos tiene enemigos, la primera en el top ten es sin duda la presidenta gijonesa, Pilar Fernández Pardo. Al deshacerse de los papeles citados, ha dado munición innecesariamente a alguien que nadie quisiera tener enfrente.
¿Significa todo esto que es la líder local del partido en Gijón la que ha encendido la mecha con consecuencias inmediatas que abrirían la puerta a que el huracán Cascos desencadenara sobre el PP asturiano un devastador paso que le 'limpiaría' el terreno para su regreso? Yo creo que no. Como comentaba antes, sigo creyendo que no se pueden sumar salmones con denuncias, ni infraestructuras con prebendas.
Hace pocos días, una de las escasísimas personas que en el PP se pueden permitir decir lo que les venga en gana, Manuel Fraga, afirmaba que la vida privada del político asturiano dificultaba de forma constatable su vuelta a la primera línea. Tampoco éste argumento es en este caso restable de los otros elementos del ya complicado 'puzzle' sobre el futuro de Cascos.
Al final, a Cascos no le quieren los que mandan en Gijón; tampoco los que ostentan el poder regional del partido. Ese es un factor determinante, pero bien es cierto que este tipo de cuestiones se solventan en Madrid. ¿Quiere Rajoy a Cascos en la Presidencia del Principado, en el caso de que ganara las elecciones, naturalmente? Pienso que no. Es obvio que entre ambos no hay sintonía y el líder nacional tiene ya bastantes frentes abiertos en comunidades autónomas mucho más complicadas.
Y ahora me dirán, ¿y por qué esa prisa en tramitar la denuncia del ex vicepresidente contra sus ex compañeros de Gijón? Lo primero que hay que tener en cuenta es que el que fuera 'general secretario' del partido a nivel regional todavía cuenta en Génova con un buen plantel de fontaneros que él instaló en la casa y que mantienen una fidelidad a prueba de tiempo con su mentor. Si se leen los nombres que aparecen como impulsores de la investigación a muchos les sonará la música de la letra que acabo de mencionar. Por otra parte, tampoco se trata de que esa iniciativa se haga a espaldas de la dirección nacional; naturalmente que no. Sin embargo, esa misma dirección está "hasta los..." de algunos de los protagonistas del incidente y la polvora que la organización local de Gijón ha entregado incondicionalmente en forma de "papeles a la basura" facilita que se actúe por el libro para, sin favorecer exactamente a Cascos, pisar algunos callos en Asturias y advertir de que la paciencia tiene un límite.
En definitiva, con todos esos nuevos elementos al margen, mantengo mi posición de julio pasado y creo que el terreno no está ni mucho menos abonado para la vuelta de Cascos. Más bien pienso que ese retorno va a tener mucho más que ver con lo que ocurra en su partido a nivel nacional en los próximos meses. Nadie piensa en cataclismos, pero el fuego late por debajo de la aparente tranquilidad de la actual dirección. A medida que se acerquen los periodos electorales, se verá si todo sigue igual o hay un tipo nuevo de apuesta, al margen de lo que se deteriore Zapatero él solito. De los pasos que puedan seguir dando una serie de personalidades podría depender mucho más que de los detalles de una manifestaciones asturianas el que Cascos dé el paso al frente; obvia decir que a quien hay que seguirle los movimientos para este asunto más que a ningún otro es a la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre. Ella puede tener la clave de lo que haga finalmente Cascos en el ámbito institucional.

viernes, 23 de octubre de 2009

Woody y Quentin

Mi reciente 'ateísmo' sobre las novedades cinematográficas del verano y su prolongación ha tenido en las últimas semanas un paréntesis. Hace unos días me refería a la excelente impresión que me causó el estreno de "El secreto de sus ojos", del argentino Juan José Campanella. Con posterioridad he vuelto a visitar las salas de exhibición en otras dos ocasiones atraído por la firma de los respectivos realizadores de las películas correspondientes. Falta de tiempo me ha impedido referirme en ese momento a "Si la cosa funciona", de Woody Allen, y "Malditos bastardos", de Quentin Tarantino. Pasada la ocasión, no me apetece diseccionar ahora una por una esas dos obras, pero su permanencia en cartel merecen una rápida reflexión conjunta. Y no es porque puedan establecerse puntos en común ni es su narración en imágenes ni en las historias que cuentan; de ninguna manera. Lo que sí las une es que ambas responden fielmente a los estilos de sus autores.
"Si la cosa funciona" tiene el sello de Allen, el auténtico, el que le ha llevado a ser icono de una forma de hacer cine personal, con un universo propio fácilmente reconocible por sus seguidores. Lo mejor de todo es que se trata de un sello recuperado tras unas desiguales experiencias como la magnífica "Match Point" o la detestable "Vicky Cristina Barcelona", además de otras producciones europeas, pero en todos los casos productos que necesitan la etiqueta para reconocer la marca de la casa. "Si la cosa funciona" no tiene esa necesidad. A los pocos minutos de su metraje cualquier espectador que no conociera a su principal responsable sabría perfectamente que se trata de un filme del cineasta Premio Príncipe de Asturias, y ello a pesar de que en este caso no aparece delante de la cámara. como acostumbra a hacer. No es sólo el escenario, Nueva York, ni ese peculiar personaje principal, transunto del propio Allen; es el conjunto el que hace que cualquiera de sus admiradores se reencuentre con su ídolo.
Algo parecido se podría decir que "Malditos bastardos". Tras el excelente comienzo que significó "Reservoir dogs" o "Pulp fiction", incluso "Jackie Brown", Tarantino se había ido enfangando, en paralelo con su inseparable Robert Rodríguez hasta llegar a esos bodrios, supuestamente homenajes al viejo cine de serie 'B' -o 'C' o 'D', ya no se sabe- que fueron "Death proof" o "Planet terror". Lo último del controvertido cineasta es Tarantino en estado puro, aquel primero, el que le encumbró como un inventor de nuevos caminos en la desgastada narrativa cinematográfica.
Ambas obras tienen ese valor de devolvernos a dos cineastas a sus más característicos signos de identidad. Personalmente no tengo a ninguno de ellos en mi personal olimpo de gentes del cine, pero no cabe duda de que para sus incondicionales los respectivos estrenos son una bendición. A uno, personalmente, le queda la sensación de un buen sabor de boca tras enfrentarse a dos interesantes películas, con todas las salvedades que se le quieran poner a sus respectivas neurosis. Tal y como están las cosas es más de lo que uno podría esperar en los tiempos que corren para el mal llamado Séptimo Arte.

jueves, 22 de octubre de 2009

Trucos telefónicos

Es generalmente conocida la mala fama tanto de las compañías de telefonía como de las empresas que operan en el sector. No hay más que revisar periódicamente los balances de Consumidores para saber que es precisamente este sector el que tiene el mayor grado de denuncias de los usuarios. Aunque las experiencias propias negativas son escasas, que no nulas, hace pocas horas he sido testigo presencial de uno de esos muchos casos que sacan al protagonista de sus casillas por lo que de trampa tienen. El caso es el siguiente:
Una importante compañía remite al terminal de una persona un mensaje en el que le anuncia que su número ha salido elegido para recibir de forma gratuita uno de los más modernos aparatos que aquella ha lanzado al mercado. Para disponer de él solamente le pide que envíe un sms a un número de cuatro cifras con una única palabra, el nombre de la compañía. Total, ¿qué tengo que perder?, se dice el afortunado. Y lo hace. Al instante recibe un nuevo mensaje en el que le pide respuesta inmediata con el número de la línea del usuario. Bueno, otro euro y medio, pero todo sea por un regalo interesante. La misma operación que antes le lleva a un tercer mensaje en el que se le solicita el nombre de la persona titular de la susodicha línea. Ya metidos en gastos, sumamos otro euro y medio y parece que el flamante terminal ya casi es nuestro. Pero hay un cuarto mensaje que, ahora solicita la dirección del domicilio del usuario en cuestión. El mosqueo ya es grande, especialmente cuando en este tercer mensaje desaparece la condición de gratuidad del aparato y se le indica que el regalo es entrar en un sorteo para el terminal indicado en el primer mensaje de la compañía. La irritación aumenta. Pese a todo, la persona manda ese cuarto sms. A renglón seguido recibe contestación de la otra parte solicitando un nuevo correo que "confirme" la población de residencia del ya no tan afortunado. A partir de aquí éste decide sustituir el intercambio de mensajes para mandar en voz alta a la telefónica literalmente "a tomar por el saco". Claro que para entonces ya se ha gastado seis euros.
El caso podría tener su gracia si no fuera por esta circunstancia económica y lo que de tomadura de pelo tienen estas operaciones con un claro contenido fraudulento. Además, en paralelo es de suponer que a otros muchos españoles les estaba ocurriendo lo mismo, con ligeras variantes de número de mensajes y de decibelios para los improperios. Estos problemas y otros parecidos ocurren a diario y nadie parece estar en condiciones de ponerle coto. Consumidores acumula denuncias que honradamente tramita, pero casi nadie se mete en pleitos por "tan poca cosa". Estaría bien que el Gobierno, que ha sido elegido para hacer valer la ley y mantener la dignidad de sus ciudadanos, se decidiera algún día a tomar en serio este tipo de trampas y legislara convenientemente para no permitir que haya tan amplio campo para las mismas como del que disponen ahora los "engañadores". Claro que mientras el ministro de Industria esté más preocupado por haber superado con su regalo de bombillas de bajo consumo el número de condones que ha repartido su compañera de Sanidad -que también asume en la misma cartera el departamento de Consumo-, probablemente no tenga tiempo para este otro tipo de minucias.

domingo, 18 de octubre de 2009

Periodistas y políticos

Siempre constituye una satisfacción encontrar en letra impresa una idea, un convencimiento que internamente o de palabra compartimos si no al cien por cien, sí en sus principios fundamentales. Por eso he leído con detenimiento el artículo que hoy recoge el diario 'El país' firmado por su Defensora del Lector y que alude a la evolución de las relaciones entre políticos y periodistas. Para los seguidores de esta modesta tribuna personal no les sonará totalmente a nuevo, aunque doña Milagros Pérez Oliva cuente con un 'laboratorio práctico' mucho más amplio y probablemente se exprese mejor.
Los que ejercemos -o ejercíamos- a diario las labores informativas en el terreno de la política sabemos muy bien a qué se refiere la señora Pérez Oliva cuando cita las ruedas de prensa sin preguntas, los comunicados con la consiguiente imposibilidad de ampliación por parte del profesional o hasta la posible manipulación que implica el que en muchas ocasiones los partidos suministren en exclusiva la señal para los medios audiovisuales. Se podrían añadir otros ejemplos de la intransitividad actual entre ambos colectivos, como las páginas 'web' oficiales de las fuerzas políticas asumiendo la condición de fuente informativa, etcétera.
Este sistema se ha ido imponiendo rápidamente en los últimos años ante la estupefacción de algunos periodistas y la indiferencia de otros muchos. Es cierto que, como recalca la Defensora del Lector de 'El país', en este escenario tienen mucho que ver los máximos responsables de los medios informativos, los mejor 'armados' para acabar con la imposición del mismo por una de las partes. Protestar tímidamente de vez en cuando y limitarse a recoger el material que los 'aparatos' partidistas deciden suministrar, las más de las veces, no es el mejor camino, precisamente, para mantener la dignidad profesional. Se supone a editores y directores conocedores de esta tendencia creciente y a ellos corresponde en primera instancia poner freno a la misma. Delegar en sus periodistas esa labor ofrece una imagen idílica de la confianza de equipo, pero adolece una 'cojera' que no se puede pasar por alto. ¿Qué pasa si el redactor abandona esa falsa rueda de prensa o, incluso, permanece al pie del cañón y rechaza en público la imposición del político de turno? ¿Cuál es la actitud del medio cuando la reacción profesional es tal? Especialmente, porque hay que decirlo, cuando la competencia es uno de los elementos clave en la vida diaria profesional y el posicionamiento de los periodistas de base no es unánime. 
En definitiva, que no es tolerable que nos quejemos de la progresiva falta de interés de los lectores cuando se tolera que los partidos políticos manipulen unilateralmente la información sin poner toda la carne en el asador para evitarlo. Ellos necesitan mucho más al periodista que a la inversa; por ello, no están en condiciones de establecer el terreno de juego y las normas del mismo. Los máximos responsables de los medios tienen la palabra para frenar este desatino, pero todos los periodistas, desde el director hasta el último redactor, debemos rechazar en la labor diaria, desde el despacho o en la primera fila de la sala donde se celebra una conferencia de prensa, un sistema que, en el fondo, pretende eliminar nuestra labor de intermediarios para establecer una relación directa con el ciudadano que tiene como último objetivo eliminar la información para transformarla en simple propaganda.   

viernes, 16 de octubre de 2009

Los depredadores del pincho

Lugar: una joven y exitosa sidrería gijonesa; hora: diez y media de la noche. Es jueves y hay público, pero ya no existe el agobio de unas horas antes o del fin de semana. De todos es sabido que a la mayoría nos gusta acompañar la consumición de un buen pincho y si, además, la generosidad de la casa lo multiplica sacando cada equis tiempo una nueva bandeja, miel sobre hojuelas. Hasta aquí la cosa discurre según el guión ordinario. La película de verdad empieza cuando un grupo de cuatro personas -dos parejas- cogen cada uno de los aperitivos que les ofrecen y, cuando el camarero deja el plato con los restantes sobre el mostrador, se inicia un verdadero safari en el que por turnos van dando cuenta de esos 'regalos'. Una vez vale. Cuando la operación se repite, la trama se complica y los depredadores del pincho eluden el viaje y con una sola ación trasladan el que ya es el tercer plato a su zona de influencia hasta dar buena cuenta de su contenido. Luego, cuidadosamente, lo alejan de su entorno para que la desaparición se diluya entre todos los presentes, ya que los camareros están ocupados en su trabajo y no van poniendo rayas en la barra como se hace en otros lugares de España para las tapas de pago. Y todo esto con una consumición de dos botellas de sidra. Claro que, luego, una persona del grupo se animó a pedir un café. Claro, ¡como ya había cenado!
No tienen que sorprendernos luego reacciones como la que hace años protagonizó un conocido y veterano hostelero gijonés que recriminó el consumo masivo de pinchos gratuitos de su barra y planteó que los depredadores los pagasen. Claro que su natural cabreo tuvo una trascendencia pública excepcional y algunos sectores de su propio gremio transformaron a la víctima en verdugo. 
Todos sabemos que estamos en crisis, pero, señores, un poco de civismo y moderación.   

jueves, 15 de octubre de 2009

Mitos con pies de barro

Es frecuente que las generaciones que ya pasamos de los cincuenta pongamos en cuestión la validez de los mitos de quienes vienen detrás, ya sean musicales, deportivos o de cualquier otro tipo, comparándolos con los que marcaron nuestra adolescencia y juventud. hay algo de senilidad en algunos casos y de puñetera envidia en otros.
El problema es la influencia que esos mitos tienen en la formación y el comportamiento de sus seguidores cuando la cruda realidad se encarga de demostrar que alguno de ellos no se hacen merecedores de tal reconocimiento.
Viene esto a cuento de el lamentable comportamiento de uno de esos ídolos que, para más inri, ha mantenido ese estatus para más de una generación. Me refiero a Diego Armando Maradona y su impresentable salida de tono tras el pitido final del partido que anteanoche enfrentó en Montevideo a las selecciones de fútbol de Uruguay y Argentina. Supongo que no es necesario reflejar la obsesión del mítico delantero por recibir las felaciones de todos los periodistas de su país que han mantenido una actitud crítica hacia la trayectoria de la albiceleste que él dirige en su trayecto hacia la clasificación para el Mundial de Sudáfrica. "Que me la mamen, que me la mamen", era el grito de guerra con el que 'la mano de Dios' celebró con reiteración la triste clasificación de su equipo.
Nadie va a cuestionar que Maradona se encuentra ya en el olimpo de el más selecto grupo de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Por contra, fuera de los terrenos de juego, el astro argentino no se puede decir que sea precisamente un modelo a plantear a las generaciones que le sucedieron y que idolatraban al deportista. Sus devaneos vivenciales y políticos, sus salidas de tono, sus caídas y recaídas en una innecesaria degradación personal no son ejemplo para nada. Por eso no acabo de entender a los autores que, a través de canciones o de películas, han contribuido a reforzar unos pilares cuasi religiosos que la realidad viene mostrando desde hace años que están fabricados con barro y que no se sostienen por muchos argumentos de amiguetes que prefieren mantener la deidad.
Y que nadie piense que este comentario está forzado por un mal entendido corporativismo profesional con los colegas argentinos. Sería lo mismo se se hubiera referido a los políticos o a los camareros de Buenos Aires. por favor, ya basta de consentir todo a quien unos méritos incuestionables de otros tiempos parecen dar patente de corso para hacer y decir ahora lo que le viene en gana.
He sido uno de los millares de espectadores europeos que trasnochó para ver un encuentro cargado de interés sobre todo por las alternativas que su resultado ofrecía a toda una clasificación para el Mundial a una selección de las que no pueden faltar a estas convocatorias. La realidad es que resultó finalmente uno de los encuentros más aburridos y sosos de muchos años y que, excusas aparte por lo que estaba pasando en otros campos, mostró a una selección triste, carente de fútbol y desconocida para sus seguidores, el mismo conjunto que ya había llegado a ese partido final de la fase de clasificación con un juego aburrido y sin ideas y con más de un golpe de suerte. 
Al final, Argentina se clasificó y el mito explotó, y lo hizo de una forma indecorosa e impropia del modelo que ha sido para muchos chavales. No estaría de más que los organismos internacionales competentes barajasen una posible sanción, por no decir que los argentinos deberían replantearse su continuidad. A fin de cuentas, ha logrado que la escuadra albiceleste haya mostrado bajo su dirección una de las peores imágenes futbolísticas de su gloriosa historia.
Que él pide que se la "mamen". Pues que lo haga quien quiera, pero conmigo que no cuenten.  

miércoles, 14 de octubre de 2009

Desliderados

Siempre he defendido que la clase política española ha experimentado año tras año una progresiva degeneración a la que no es ajeno un sistema de partidos endogámicos que responden a una pauta dirigida por la disciplina a un 'mandamás' al que acompaña un equipo de personas ante todo fieles y dispuestos a comulgar con ruedas de molino y ponerse cada mañana el chip que sale de la fontanería del líder para repetirlo a cualquier periodista o comunicador que se ponga a tiro. Así vienen funcionando las cosas desde hace años y, si me apuran, el proceso se encona a medida que pasa el tiempo. Es, en plata, el viejo eslogan guerrista de que "quien se mueva no sale en la foto" y los aspirantes a profesionales de la política nacen al estatus con esa lección bien aprendida.
Una muestra de que la cosa va por ahí es constatable a diario en la práctica política partidista y se puede constatar con facilidad leyendo las páginas de los periódicos en estas fechas. Los dos grades partidos tienen aparentemente dos líderes incuestinables: Zapatero, en el PSOE, y Rajoy, en el PP. Sin embargo, dicha lectura nos indica que en el seno de sus huestes ambos son cuestionados. Ya nadie puede atribuir a manipulaciones mediáticas que existen muchos dirigentes socialistas que no ocultan su desconcierto por es el estilo y la práctica que el líder del partido y presidente del Gobierno desarrolla a diario ante una situación, la de este país, que preocupa a todos y cada uno de los españoles.
En parecidas circunstancias se encuestra en estos momentos Mariano Rajoy, manifiestamente incapaz de dar solución a una sinfín de salpicaduras que tienen en el 'caso Gürtel' su estandarte. Gestos aparte, son muchos los dirigentes del PP que no acaban de entender por qué ha permitido que las cosas llegasen tan lejos con el silencio como estrategia y algún que otro gesto para la galería.
Y si los dirigentes, con la boca pequeña y escondidos por las esquinas, naturalmente, manifiestan sus temores y preocupaciones, ¿para qué vamos a hablar de la militancia o ese otro gran colectivo que comulga con unas u otras ideas sin llevar en el bolsillo el carné del partido?
¿La conclusión? Que este país tiene una gran crisis de liderazgos, en la derecha y en la izquierda, que un consolidado sistema de aparatos partidistas cerrados sobre sí mi mismos oculta relativamente. Aunque funcione, la realidad es que son demasiadas las personas preocupadas por la 'cosa pública' que se sienten inevitablemente huérfanas y deslideradas.

lunes, 12 de octubre de 2009

Sentido y sensibilidad

Se puede hacer un buen cine en el que el ritmo de una historia bien contada sea la base sobre la que se sustenta el resultado. También se puede lograr una buena película con imágenes que, fundamentalmente, transmitan sentimientos, emociones, vivencias personales. En ambos casos estamos hablando de opciones válidas en el objetivo final de alcanzar un producto de ocio y cultural, a un mismo tiempo. Lo que resulta más difícil es lograr en un único producto la conjunción de las virtudes de amabas alternativas. Eso lo ha logrado Juan José Campanella con "El secreto de sus ojos", una película que recomiendo a todos los aficionados al buen cine, por encima de gustos puntuales.
Lo último del autor de "El hijo de la novia" plantea un argumento en dos niveles diferentes, aunque complementarios. Por un lado, está la historia de un crimen salvaje y la investigación del mismo que dirigen los integrantes de un juzgado de Buenos Aires. Aquí, Campanella juega con dos niveles temporales para dirigirnos por los vericuetos de una trama compleja, que avanza y retrocede para retroalimentarse en la construcción de un 'puzzle' que no desvela nunca la imagen completa del suceso, pero que nos va dando pinceladas complementarias que mantienen vivo nuestro interés. Los giros que experimenta la trama van acumulando datos a los que no son ajenas las personalidades de los protagonistas. Porque -supongo que estará claro para cualquiera- que estos esforzados funcionarios judiciales argentinos no son los superhéroes norteamericanos, no entran en acción -normalmente- con armas y peleas. Tampoco el resto de los personajes son delincuentes de alto postín, ni vengadores urbanos. Todos, unos y otros, son personas de carne y hueso, no muy diferentes de aquellas con las que nos encontramos cada día. Campanella alcanza, sin embargo, un clima narrativo permanente, que, de vez en cuando, espabila con alguna sorpresa. Porque "El secreto de sus ojos" las tiene, y bastantes.
Con ser la trama argumental una baza importante de la película, son los personajes, sus diálogos, sus silencios, sus acciones y sus omisiones los que refuerzan su carácter de gran cine. Todos sabemos de la versatilidad y capacidad de convicción que Ricardo Darín es capaz de dar a la mayoría de sus creaciones, y sobre él cae el peso principal de la narración en imágenes. Pero es que sus acompañantes no se quedan atrás, especialmente Soledad Villamil (Irene) y, sobre todo, Guillermo Francella (Sandoval), con un personaje que parece dibujado expresamente para Eduardo Blanco. Campanella, que también es responsable del guión mima los diálogos, pero, sobre todo, las miradas, porque no es casual que el título aluda a los ojos.
Mientras la historia discurre, el cineasta argentino nos ofrece pasión, la de Pedro Sandoval (el incondicional colaborador de Benjamín Expósito, al que da vida Darín), incluso la del mafioso jefe de éste. En contraste, asistimos a otra forma del mismo sentimiento, una pasión subterránea, amordazada por la pareja protagonista, incapaces ambos, incluso muchos años después, de hablar de sus sentimientos recíprocos, esbozados, aunque silenciados a renglón seguido; apuntados por un leve roce o una somera insinuación, que los miedos respectivos apagan con la celeridad del fuego de una cerilla que amenaza con quemarles los dedos. Es en este terreno en el que Campanella logra redondear su filme. Aquí roza la perfección de un estilo al que ya nos tenía acostumbrados con sus anteriores películas, pero "El secreto de sus ojos" mejora a todas sus pedecesoras hasta apuntar al carácter de obra redonda. Quizá un final menos optimista, chocante con los otros 120 minutos de metraje hubiera aportado ese plus. En cualquier caso, se trata de una cinta notable y que, al margen de las caprichosas decisiones de los jurados festivaleros -empeñados en rodearse de una aureola cultural premiendo sólo a películas chinas o iraníes- huela a premio importante. Quizá el Oscar a la mejor película extranjera, galardon al que concurre por Argentina.

domingo, 11 de octubre de 2009

Los calculos del Gobierno

Me enfrento temprano a la primera página de 'El Comercio' de hoy y leo a cinco columnas, con cierta incredulidad, las palabras de Elena Salgado, responsable económica del Gobierno, con las que asegura que "La salida de la crisis económica la notaremos en la primavera de 2010". ¿Es que a estos señores del equipo de Zapatero no se les agota la facilidad para poner fechas y números a todo cuando el tiempo se encarga poco después de desmentirlo? Parece obvio que la obligación del Ejecutivo y, especialmente, la de su ministra de finanzas es frenar el pesimismo generalizado y lanzar un mensaje optimista para que todos y cada uno de los españoles mantengan la esperanza de que hay luz al final del túnel y que éste sea el de Cosera y no el del Negrón. Aceptada esta premisa, ocurre que los hechos son machacones y acaban por desmentir esos mensajes. Sería conveniente recordar que este mismo Gobierno -bueno, con algunos cambios- fue el mismo que negó 'tres veces' -fueron muchas más- la existencia de la crisis económica cuando ya estaba declarada con carácter pandémico en todo el mundo occidental, que prefirió el eufemismo de la recesión hasta que los números con su machacona realidad nos situaron ante un panorama muy preocupante, cuando no aterrador. También ese equipo se empeñó en negar el crecimiento del paro a medida que pasábamos de los dos millones de desempleado a los tres millones, o más tarde a los cuatro millones. Por decir que no quede, pero la situación real no coincide con las cuentas que hace el Gobierno Zapatero, o al menos con las que manifiesta.
Hay que recordar que esas mismas personas van admitiendo con cuentagotas los datos negativos de cada mes, pero rechazan categóricamente las previsiones que todos los organismos internacionales anuncian para nuestro país (algo parecido hace el presidente asturiano al que los números no le gustan demasiado y repite hasta la saciedad una serie de mensajes-eslogan que sitúan a nuestra comunidad en mejor situación que cualquier otra, a pesar de tener las peores cifras negativas). Parece como si Zapatero y su equipo quisiera recuperar aquel aburrido eslogan de la etapa de Aznar, el de "España va bien" o, haciendo una concesión, "no va tan mal como otros", aunque algunos de esos otros ya se encuentren dibujando el nuevo escenario de una recuperación que ya han empezado a notar.
Lo que debería hacer el Gobierno es diseñar de uan vez por todas una política económica orientada unilateralmente a salir de la crisis, y luego ya vendrá lo demás. Hasta ahora no es esa la sensación que están dando con las medidas para subir los impuestos, la supresión de ayudas que, aunque generalizadas, tenían como beneficiarias a las clases media y bajas fundamentalmente o la incapacidad para lograr una reforma laboral que ataque de frente al que actualmente es el factor más acuciante de esa crisis, el paro y su crecimiento. Si no se logra este objetivo, poner fechas a la salida del túnel no deja de ser una simple labor voluntarista que probablemente el tiempo se encargue de poner en evidencia. Claro que, como decía un veterano compañero, "las palabras se las lleva el viento" (en lo que a medios audiovisuales se refiere) y "la letra impresa duerme el sueño de los justos en las hemerotecas que solamente consultan los investigadores o algún 'rarillo' que otro" (para la prensa escrita).

viernes, 9 de octubre de 2009

Un premio demasiado pesado

Escepticismo es la palabra que mejor define la reacción popular que ha tenido la concesión del Premio Nobel de la Paz a Barack Obama, el primer presidente negro de los Estados Unidos de Norteamérica. Y la reacción es esa porque tampoco se trata de poner en cuestión el carácter pacificador del mandatario americano, que ha manifestado reiteradamente en sus intervenciones públicas. El problema es que la academia noruega parece haberse precipitado sin dar tiempo a la "gran esperanza negra" a llevar adelante sus planes para transformar su país después del negro periodo protagoniazado por su antecesor.
Vamos a ver; es que Obama no ha puesto fin a ninguna de las guerras con las que se encontró: EE UU sigue en Irak, se complica la vida en Afganistán,... Por lo que se refiere a los daños colaterales, vease Guantánamo, hay un proyecto de acabar con esa lacra humana pero -corríjanme si me equivoco- apenas si sehan dado los primeros pasos reales (claro que en aquel país hay todavía muchas fuerzas poderosas que impiden seguir los ritmos que 'los buenos' puedan proponerse).
En fin, que si nos atenemos a la realidad, el bagaje de Obama hasta la fecha es el de un manifiesto voluntarismo de poner coto al matonismo que los gobiernos anteriores han extendido por todo el mundo. Lo malo es que de buenas intenciones está el infierno empedrado -dicen- y que a todos, especialmente a quienes tienen la responsabilidad de dirigir los destinos de millones de personas, se nos juzga por nuestros hechos.
La culpa no la tiene, desde luego, el galardonado. Es que nueve meses no es nada para afrontar un giro de ciento ochenta grados en un país poco acostumbrado a que le cambien el paso. El fallo es de la Academia Nobel que, al igual que otras instituciones encargadas de reconocer con los más importantes premios mundiales a los líderes mundiales, ya sean políticos o intelectuales, parecen inclinarse cada día más por el populismo que por el verdadero sentido del galardón que conceden. Mejor hubiera sido darle tiempo al flamante presidente norteamericano y esperar cuatro años -o cuatro más, qué importa- para reconocer una política de hechos y agrupar en torno a ese reconocimiento a los millones de escépticos de ahora.
"Muy pocas veces una persona atrae la atención del mundo como lo ha hecho Obama y le entrega a la gente la esperanza de un mundo mejor", reza la argumentación del premio. Es en este concepto, precisamente, en donde residen las dudas de tantos sorprendidos ciudadanos. El Premio Nobel de la Paz no debería reconocer solamente popularidad, generación de ambientes, voluntarismo. Es cierto que un repaso a la nómina de galardonados en la historia del Nobel nos recuerda que algunos de ellos no solamente ofrecieron una esperanza, sino que la frustraron. Mejor no dar nombres que están en la mente de todos.
Siempre he creído que a Barack Obama le ha tocado la china de reunir en una sola persona las esperanzas de media humanidad. Ese peso iba ya en la candidatura y, sobre todo, en el triunfo electoral. Es una dura carga para los hombros de cualquiera y nadie debe olvidar el riesgo de una posible decepción. Convertir su "visión del mundo" en la esperanza de futuro para un mundo en paz es ir demasiado deprisa y demasiado lejos. La Academia Nobel ha puesto sobre los hombros de un solo hombre una losa que se antoja excesiva para cualquiera, aunque fuera Superman. Si ese hombre es el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica el 'embolao' es mayor porque va a tener zancadillas y obstáculos de todo tipo, dentro y fuera de su país.
A Obama le han adelantado un crédito sobre resultados de futuro. Lo que ocurre es que los préstamos siempre hay que pagarlos y rogaremos todos para que cuando llegue ese momento esta esperanza mundial transmutada en hombre tenga capital para devolver el anticipo. Si no es así todos estaremos peor. Pero, mientras tanto, mejor sería que las grandes instituciones y organizaciones mundiales se pensaran un poco las cosas antes de recurrir al golpe de efecto. Hace unos días la UEFA ya hizo algo similar, aunque de responsabilidades infinitamente más limitadas, dar los Juegos Olímpicos de 2016 a Lula da Silva, que no a Brasil. A ver si resulta que este mundo, cansado del famoseo, de las estrellas de la pantalla, de los jueces de relumbrón y otras modas de las últimas décadas, acaba por apuntarse a los gobernantes "estrella" para surtir de 'pan y circo' al populacho.

No hay dinero

Al magen de lo que a todos y cada uno de los ciudadanos nos corresponde de sufrir la crisis económica, las instituciones no son ajenas a la misma. Si nos atenemos a las declaraciones de quienes las representan la situación es bastante diferente de la realidad del día a día. Lo políticamente correcto es decir que "estamos mal", pero... La cruda verdad es que la frase que no se pronuncia oficialmente pero que nos puede decir cualquier funcionario "no vigilado" es que "no hay dinero. Esta es la situación real y afecta a todas y casa una de las proyecciones de la cosa pública. Ya no es sólo que se estén elaborando los Presupuestos del principado para el año próximo con criterios de 'tijera'; es que a octibre de 2009 no hay un duro del que echar mano. Y este triste escenario vale lo mismo para los compomisos sociales de un gobierno de la izquierda que para los gastos diarios.
Todos sabemos, y esta asumindo, que las administraciones públicas pagan con retraso; lo hacen pero ¿cuándo?... Sería interesante, aunque labor ímproba, hacer un balabde las deudas del Principado y de los ayuntamientos con algunas empresas. En una conversación privada con un funcionario éste admitía que lo mejor que podían hacer los responsables de estas empresas era recortar sus suministros a la espera de empezar a recibir pagos de las deudas pendientes.
Y para que vamos a hablar de las políticas sociales. La gran bandera de los gobiernos socialistas en este aspecto es la ley de dependencia. A diario asistimos atónitos -los que sabemos la realidad del día a día- al hecho de que el reconocimiento de derechos es una cosa y el cobro de las prestaciones otra bien distinta. Entre ambos media un plazo temporal excesivamente amplio que lleva a que un buen número de beneficiarios se mueran antes de percibir las ayudas. Las proclamas oficiales van por otros derroteros y a diario nos encontramos con anuncios triunfalistas que. si en en casos individuales -los que se venden a la opinión pública- pueden ser ciertas, no se corresponden con la situación real del amplio colectivo afectado. Y para que hablar de otros anuncios electorales como los 400 euros de descuento en el IRPF -a nivel nacional- o la supresión del cheque bebé - en el regional. Son solamente algunos ejemplos de una política social que la crisis ha modulado y amenaza con ir recortando mientras la salida de la misma no sea más que un voluntarismo de los respectivos gobiernos.
Valga todo lo anterior para poner en entredicho la política oficial de manifestaciones públicas. Una cosa es la intención y otra bien distinta la aplicación real. Lo cierto es que la consigna "off the record", aunque machacona a fuerza de matemáticas, es que a estas alturas del año, con menor recaudación de impuestos y una caja llena de telarañas, a la hora de la verdad "no hay dinero" hasta los próximos Presupuestos.... y entonces ya veremos.

jueves, 8 de octubre de 2009

Indiferencia

Indiferencia. Terrible consigna que el líder del Partido Popular ha transmitido a sus correligionarios a medida que se van conociendo los pormenores del 'caso Gürtel' hasta ahora ocultos tras el secreto de sumario. Indiferencia y olvido. Malas alforjas para el duro viaje que parece esperar ahora el principal partido de la oposición que, hasta ahora, jugaba con ese mismo secreto de sumario para rebatir las acusaciones de sus adversarios. El problema es que el juez ha decidido que una parte de la investigación de la trama de corrupción se haga pública, y peor aún es que ese nuevo escenarios ya no se limita a si el presidente valenciano, Francisco Camps pagó o no pagó unos trajes. El problema es que los dardos ya no apuntan a Valencia o a Madrid, sino que silban en todas las direcciones, hacia Galicia, hacia Castilla y león, hacia ex ministros y 'yernísimos'; en fin, que "la mierda" ya salpica en demasiadas direcciones. Y frente a este tremendo fangal, el líder de la oposición, la alternativa de Gobierno, habla de tranquilidad e impone "indiferencia" y "olvido".
El levantamiento del secreto sumarial ha dado origen a un sinfín de informaciones que inundan las páginas de los medios informativos, fundamentalmente los nacionales. Ahota ya no se trata de la tradicional campaña mediática de uno o dos grupos progubernamentales; las pruebas que sostienen la acusación están, con más o menos intensidad, en todos los periódicos de un signo o del contrario. Hasta ahora, la presunción de inocencia, amparada en el secreto judicial, era un argumento incontestable para la defensa de los populares contra sus enemigos. Ese argumento ha dejado de ser válido. Ha llegado la hora de tomar decisiones firmes y contundentes. Pero ante este tremendo embrollo lo único que se le ocurre a Mariano Rajoy es ordenar "indiferencia" y "olvido". Así no se va a ninguna parte. Su argumento son las encuestas, las mismas que se desprecian en otras ocasiones. Es verdad que la crisis pasa factura cada día al partido gobernante, incapaz de dar una sensación de que tiene soluciones para los negros nubarrones que todavía amenazan a la economía de este país, pero los sondeos son caprichosos y los mismos que hace un año mantenían por delante al Partido Socialista y ahora vaticinan que el PP les adelanta tienen muchos meses -años- por delante para volver a dar un vuelco. Las pruebas del 'caso Gürtel' son un miura difícil de lidiar y, desde luego, no se aborda desde la contemplación y la indiferencia.
Rajoy se ha negado siempre a poner en duda la honorabilidad de los dirigentes de su partido y la crisis 'parcial' la saldó con media docena de dimisiones en segundos y terceros niveles. Es cierto que lo que se va conociendo de los tentáculos de la trama afecta más a personas que a instituciones o equipos dirigentes y que anatemizar a todo un partido es un disparate propio de los adversarios recalcitrantes o sus voceros mediáticos. Pero también lo es que esconder la cabeza o mirar para otro lado es un error de similar calibre. Al PP le ha llegado la hora de afrontar sus trapos sucios y debe hacerlo con rapidez y absoluta transparencia. Y si en el camino tienen que caer personas significativas, así tendrá que ser. Cualquier otro camino no hará sino facilitar a un debilitado Gobierno y al partido que lo sustenta 'tapar sus vergüenzas' con las ajenas, hasta ahora presumibles y desde hace pocos días evidentes. Rajoy y su equipo podrán seguir apelando a campañas, a confabulaciones, al veterano maquiavelismo de Rubalcaba y sus 'fontaneros' repartidos por todas las instancias, desde las policiales hasta las mediáticas, pasando por las judiciales. Sin embargo, sólo tomando al toro por los cuernos y no evitando las soluciones traumáticas podrán salvar lo que era un progresivo crecimiento en la intención de voto, más por demérito del contrario que por méritos propios, todo hay que decirlo.
Si el PP decide instalarse en la indiferencia y olvidarse de los vientos tormentosos que soplan por su casa lo más probable es que muchos españoles que estaban dispuestos a darle su confianza respondan con la indignación y el subsiguiente cabreo y reconsideren su postura. Las encuestas fluctúan y los políticos deberían de saberlo. Rajoy también.