domingo, 18 de octubre de 2009

Periodistas y políticos

Siempre constituye una satisfacción encontrar en letra impresa una idea, un convencimiento que internamente o de palabra compartimos si no al cien por cien, sí en sus principios fundamentales. Por eso he leído con detenimiento el artículo que hoy recoge el diario 'El país' firmado por su Defensora del Lector y que alude a la evolución de las relaciones entre políticos y periodistas. Para los seguidores de esta modesta tribuna personal no les sonará totalmente a nuevo, aunque doña Milagros Pérez Oliva cuente con un 'laboratorio práctico' mucho más amplio y probablemente se exprese mejor.
Los que ejercemos -o ejercíamos- a diario las labores informativas en el terreno de la política sabemos muy bien a qué se refiere la señora Pérez Oliva cuando cita las ruedas de prensa sin preguntas, los comunicados con la consiguiente imposibilidad de ampliación por parte del profesional o hasta la posible manipulación que implica el que en muchas ocasiones los partidos suministren en exclusiva la señal para los medios audiovisuales. Se podrían añadir otros ejemplos de la intransitividad actual entre ambos colectivos, como las páginas 'web' oficiales de las fuerzas políticas asumiendo la condición de fuente informativa, etcétera.
Este sistema se ha ido imponiendo rápidamente en los últimos años ante la estupefacción de algunos periodistas y la indiferencia de otros muchos. Es cierto que, como recalca la Defensora del Lector de 'El país', en este escenario tienen mucho que ver los máximos responsables de los medios informativos, los mejor 'armados' para acabar con la imposición del mismo por una de las partes. Protestar tímidamente de vez en cuando y limitarse a recoger el material que los 'aparatos' partidistas deciden suministrar, las más de las veces, no es el mejor camino, precisamente, para mantener la dignidad profesional. Se supone a editores y directores conocedores de esta tendencia creciente y a ellos corresponde en primera instancia poner freno a la misma. Delegar en sus periodistas esa labor ofrece una imagen idílica de la confianza de equipo, pero adolece una 'cojera' que no se puede pasar por alto. ¿Qué pasa si el redactor abandona esa falsa rueda de prensa o, incluso, permanece al pie del cañón y rechaza en público la imposición del político de turno? ¿Cuál es la actitud del medio cuando la reacción profesional es tal? Especialmente, porque hay que decirlo, cuando la competencia es uno de los elementos clave en la vida diaria profesional y el posicionamiento de los periodistas de base no es unánime. 
En definitiva, que no es tolerable que nos quejemos de la progresiva falta de interés de los lectores cuando se tolera que los partidos políticos manipulen unilateralmente la información sin poner toda la carne en el asador para evitarlo. Ellos necesitan mucho más al periodista que a la inversa; por ello, no están en condiciones de establecer el terreno de juego y las normas del mismo. Los máximos responsables de los medios tienen la palabra para frenar este desatino, pero todos los periodistas, desde el director hasta el último redactor, debemos rechazar en la labor diaria, desde el despacho o en la primera fila de la sala donde se celebra una conferencia de prensa, un sistema que, en el fondo, pretende eliminar nuestra labor de intermediarios para establecer una relación directa con el ciudadano que tiene como último objetivo eliminar la información para transformarla en simple propaganda.   

2 comentarios:

  1. Lamentablemente, ese escenario es una realidad que encontramos a diario los trabajadores de los medios de comunicación. Aunque soy plenamente consciente de pecar de ingenuidad, la publicación de ese artículo de la Defensora del Lector abre una pequeña rendija a la esperanza de que los responsables de tomar cartas en el asunto piensen en lo que están haciendo y, al verlo impreso en un periódico nacional de la tirada de El País, decidan de una vez mover ficha, aunque solo sea para no tener que vivir con el peso sobre sus conciencias de haber sido los responsables de la muerte del periodismo.

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  2. Lo de "ruedas de prensa" reconvertidas en lecturas de comunicados es una práctica que, en efecto, crece de forma exponencial. Dudo que los grandes medios de comunicación (prensa escrita, redio, televisión, internet) se planten ante semejante perversión. Como también dudo que renuncien al "canutazo", es decir, al asalto preparado "a medias" con el equipo de prensa del político de turno para responder a tal o cual cuestión de última hora: otra perversión periodística para cubrir las necesidades radiofónicas o televisivas con la que el político suele eludir entrar a fondo sobre la cuestión.
    Finalmente, tampoco los grandes medios van a impedir la REITERADA SANDEZ de tratar de convertir al político de turno en víctima propiciatoria de las bromas del primer wayoming o follonero que se le ponga por delante.
    Sinceramente: la democracia pierde con esta pérdida de calidad política... y periodística.

    Se le aprecia, don Marcelino.

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