jueves, 8 de octubre de 2009

Indiferencia

Indiferencia. Terrible consigna que el líder del Partido Popular ha transmitido a sus correligionarios a medida que se van conociendo los pormenores del 'caso Gürtel' hasta ahora ocultos tras el secreto de sumario. Indiferencia y olvido. Malas alforjas para el duro viaje que parece esperar ahora el principal partido de la oposición que, hasta ahora, jugaba con ese mismo secreto de sumario para rebatir las acusaciones de sus adversarios. El problema es que el juez ha decidido que una parte de la investigación de la trama de corrupción se haga pública, y peor aún es que ese nuevo escenarios ya no se limita a si el presidente valenciano, Francisco Camps pagó o no pagó unos trajes. El problema es que los dardos ya no apuntan a Valencia o a Madrid, sino que silban en todas las direcciones, hacia Galicia, hacia Castilla y león, hacia ex ministros y 'yernísimos'; en fin, que "la mierda" ya salpica en demasiadas direcciones. Y frente a este tremendo fangal, el líder de la oposición, la alternativa de Gobierno, habla de tranquilidad e impone "indiferencia" y "olvido".
El levantamiento del secreto sumarial ha dado origen a un sinfín de informaciones que inundan las páginas de los medios informativos, fundamentalmente los nacionales. Ahota ya no se trata de la tradicional campaña mediática de uno o dos grupos progubernamentales; las pruebas que sostienen la acusación están, con más o menos intensidad, en todos los periódicos de un signo o del contrario. Hasta ahora, la presunción de inocencia, amparada en el secreto judicial, era un argumento incontestable para la defensa de los populares contra sus enemigos. Ese argumento ha dejado de ser válido. Ha llegado la hora de tomar decisiones firmes y contundentes. Pero ante este tremendo embrollo lo único que se le ocurre a Mariano Rajoy es ordenar "indiferencia" y "olvido". Así no se va a ninguna parte. Su argumento son las encuestas, las mismas que se desprecian en otras ocasiones. Es verdad que la crisis pasa factura cada día al partido gobernante, incapaz de dar una sensación de que tiene soluciones para los negros nubarrones que todavía amenazan a la economía de este país, pero los sondeos son caprichosos y los mismos que hace un año mantenían por delante al Partido Socialista y ahora vaticinan que el PP les adelanta tienen muchos meses -años- por delante para volver a dar un vuelco. Las pruebas del 'caso Gürtel' son un miura difícil de lidiar y, desde luego, no se aborda desde la contemplación y la indiferencia.
Rajoy se ha negado siempre a poner en duda la honorabilidad de los dirigentes de su partido y la crisis 'parcial' la saldó con media docena de dimisiones en segundos y terceros niveles. Es cierto que lo que se va conociendo de los tentáculos de la trama afecta más a personas que a instituciones o equipos dirigentes y que anatemizar a todo un partido es un disparate propio de los adversarios recalcitrantes o sus voceros mediáticos. Pero también lo es que esconder la cabeza o mirar para otro lado es un error de similar calibre. Al PP le ha llegado la hora de afrontar sus trapos sucios y debe hacerlo con rapidez y absoluta transparencia. Y si en el camino tienen que caer personas significativas, así tendrá que ser. Cualquier otro camino no hará sino facilitar a un debilitado Gobierno y al partido que lo sustenta 'tapar sus vergüenzas' con las ajenas, hasta ahora presumibles y desde hace pocos días evidentes. Rajoy y su equipo podrán seguir apelando a campañas, a confabulaciones, al veterano maquiavelismo de Rubalcaba y sus 'fontaneros' repartidos por todas las instancias, desde las policiales hasta las mediáticas, pasando por las judiciales. Sin embargo, sólo tomando al toro por los cuernos y no evitando las soluciones traumáticas podrán salvar lo que era un progresivo crecimiento en la intención de voto, más por demérito del contrario que por méritos propios, todo hay que decirlo.
Si el PP decide instalarse en la indiferencia y olvidarse de los vientos tormentosos que soplan por su casa lo más probable es que muchos españoles que estaban dispuestos a darle su confianza respondan con la indignación y el subsiguiente cabreo y reconsideren su postura. Las encuestas fluctúan y los políticos deberían de saberlo. Rajoy también.

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