Los reyes Magos de Oriente cumplen cada año y nos traen sus regalos, los niños vienen de París,... Son algunos de los lugares comunes de aquella infancia que a ciertas generaciones nos tocó pasar y que, más que engaños malintencionados, acababan por ser 'mentirijillas' bienintencionadas para no acelerar etapas más o menos lógicas de nuestros primeros pasos.
Desde hace bastante más de tres años -exactamente desde otoño de 2007- los españoles estamos experimentado un demoníaco 'deja vu' que se asemeja bastante en la forma a aquellos 'cuentos' para niños, aunque el fondo es tan real como espeluznante. Llevamos todo ese tiempo escuchando al presidente Zapatero y a sus sucesivos colaboradores en el Ejecutivo asegurarnos con una sonrisa beatífica en su cara de bondadosos padres que la crisis desatada por aquel entonces en los Estados Unidos no tendría repercusión alguna en España; luego, que el efecto sería menor porque nos pillaba mejor preparados y que no había que hablar de crisis, sino de cierta recesión (muchos todavía no acertamos a distinguir ambas palabras); con posterioridad, relativizando las cifras de acuerdo a los parámetros menos perniciosos para sus intereses; en paralelo nos ofrecieron aquellos 'brotes verdes' que solamente ellos, con su ojo privilegiado, acertaban a ver, y, por fin, admitida ya la dichosa palabra -y por ende la situación- fijándole el punto de inflexión, cuando no el punto final, y el inicio de la remontada.
El tiempo sigue pasando y ese objetivo que marca el cambio del túnel por un punto de luz nuestros gobernantes lo alejan cada día hasta esa otra revuelta en el camino cuya visión en la lejanía ayuda a continuar una ruta excesivamente dificultosa y llena de repechos.
Aunque de aplicación a buena parte de los grandes parámetros que marcan la evolución económica, el ejemplo más significativo lo tenemos con las cifras del desempleo. Trimestre a trimestre, año a año, los miembros del Ejecutivo ponen el límite de ese deterioro que nos ha llevado oficialmente muy cerca de los cinco millones de parados -cuando empezó todo esto el dato estaba exactamente en la mitad- en un punto siempre cercano que, sistemáticamente, como en el símil senderístico, cuando lo alcanzas siempre vuelve a tener un nuevo referente para la ansiada meta. Por decirlo de alguna manera, es como si la salida de la crisis estuviera en la línea del horizonte -concepto físico inexistente, como bien sabemos desde párvulos-; como el infinito -por usar un término más didáctico- del que por mucho que nos acerquemos siempre estaremos más lejos.
Por la experiencia vivida y por el estilo de nuestros gobernantes, el cuento de la remontada ya empieza a antojársenos una misión inalcanzable. Por eso nos produce un enorme cabreo que, facilitados ayer los últimos datos del CIS sobre el paro, salga todo un vicepresidente y otros ministros 'de menor cuantía' y se queden tan panchos diciendo que ese es el último dato malo y que desde ya España va a empezar a rebajar las cifras de los inscritos en las oficinas de empleo.
Este Ejecutivo -y algunos de sus predecesores- ya han mostrado durante demasiado tiempo su falta de capacidad para la empresa de sacarnos del pozo y de crear un mínimo de confianza en un país muy mayoritariamente preocupado por el problema de la falta de trabajo. Con un presidente que se considera a sí mismo autoamortizado -me remito a sus propias palabras en la entrevista on-line de esta misma semana en Youtube y a la citada última encuesta del CIS que ya le sitúa por vez primera en valoración personal por debajo de su adversario Mariano Rajoy-, un equipo incapaz de darle la alternativa en la confianza de los españoles, con ministros que sobreviven llorando por los rincones el difícil trago que les ha tocado pasar, no se explica en forma alguna que desde el propio Zapatero hasta sus más directos colaboradores no tengan el valor de poner fin a la sangría y se vayan a casa, aunque para ello tengan que apurar el cáliz de amargura de una elecciones anticipadas.
Puede que los resultados de las municipales y autonómicas del 22 de mayo acaben por darles ese empujón, aunque no parece probable, por malos que sean. Mientras tanto, a los ciudadanos nos queda seguir tirando por el carro cuesta arriba, aunque las fuerzas estén cada vez más mermadas. Lo malo es que no nos dejan otra alternativa. Lo que sí hay que pedirles por favor es que no nos sigan mintiendo con fábulas para niños, que no nos engañen con metas que nunca están en el lugar que nos señalan, ¡que no nos traten como a párvulos!
sábado, 30 de abril de 2011
viernes, 29 de abril de 2011
Santiago necesita a Paz
En las últimas semanas los socialistas la villa de Jovellanos han buzoneado un panfleto electoral en el que, bajo el lema "Entre tod@s hacemos Gijón", lo más significativo, al margen de los mensajes de rigor, es una foto de tamaño considerable en la que aparecen juntos y sonrientes el candidato a la Alcaldía de esta fuerza política, Santiago Martínez Argüelles, y la actual regidora, Paz Fernández Felgueroso. Aquello de que una imagen vale más que mil palabras es de inmediata aplicación en este caso porque revela a las mil maravillas cuál debe ser, y parece que así será, la estrategia del PSOE gijonés ante la más difícil de las campañas a las que se han enfrentado.
Martínez Argüellles es cartel nuevo para los socialistas, pero su currículo no es, como ocurre en otros casos, el de un novato. Su antiguo paso por el mismo Ayuntamiento de Gijón como concejal y su etapa como miembro del equipo de dirección y en muchos momentos 'mano derecha' del anterior rector de la Universidad de Oviedo, Juan Vázquez (en ese ámbito también se hace política, y de la buena), más estos últimos cuatro años de nuevo como edil con una responsabilidad y peso específico superiores a aquel número 11 con el que concurrió a las últimas municipales, son bagaje más que suficiente para convertir, de entrada, su figura en un valor fiable para la contienda.
Sin embargo, tras haber sido nominado el primero de los aspirantes a la Alcaldía gijonesa, antes que sus adversarios de otras fuerzas políticas, el tiempo se ha encargado de demostrar que la apuesta del PSOE local no ha conseguido en todo este tiempo calar en la ciudadanía como sus compañeros hubieran deseado. Su imagen es buena (incluso hay quien dice que recuerda al Tini que accedio hace más de cuatro lustros a la primera fila de la política asturiana). Su talante templado, su imagen conciliadora, tienen un componente positivo a valorar, pero en esto de las elecciones, y muy especialmente en las que se avecinan, hace falta un carácter del que Argüelles hasta la fecha parece carecer: algo más de mordiente, un poco de 'mala leche' y cambiar algunas facetas de esa figura de hombre tranquilo para mostrar la capacidad de morder precisa en una batalla como la que afronta actualmente.
Los socialistas, que han gobernado en Gijón desde las primeras elecciones democráticas tras el franquismo, hablan por primera vez en voz baja de la hipótesis verosímil de perder los comicios. Saben que el negativo efecto nacional del Gobierno Zapatero -que se hace extensible a autonomías y ayuntamientos de aquí y de allá- va a restarles apoyos y, por tanto, escaños. Lograr la mayoría absoluta, que ya no tienen ni ahora con Felgueroso, está prácticamente descartada y por ello su objetivo es mantener el máximo posible de concejales que les permita buscar de nuevo el gobierno municipal con los votos de Izquierda Unida. Sin embargo, el mismo temor -aunque algo más atenuado- que tienen sus compañeros para las autonómicas -que la suma de PP y Foro Asturias supere la mitad más uno de los escaños finales- ha anidado en la sede de la calle de La Argandona y un relativo pesimismo se palpa en las conversaciones privadas.
Los socialistas, además de los méritos propios de su candidato, cuentan con que será precisamente en Gijón donde un pacto entre el partido de Cascos y el equipo de Pilar Fernández Pardo se muestra más complicado que el que pudiera darse en la Junta General del Principado. Esta circunstancia figuraría en su haber; en el debe, amén de los citados problemas del desapego ciudadano hacia un socialismo al que responsabilizan de llevarnos al fondo del pozo (cifras como las de hoy del paro, lejos de ayudar aumentan la desafección), no debería dejarse se lado un hecho que quizá pueda parecer a priori 'de menor cuantía', pero que se me antoja relevante, y es el relevo en la cabeza de cartel de IU, con la entrada de Jorge Espina por Jesús Montes Estrada. 'Churruca' lleva muchos años en el consistorio y ya estaba excesivamente 'acomodado' en ese papel subsidiario que permitía a su formación tocar poder a cambio de apoyar a los socialistas. El nuevo candidato es más joven y pertenece a un sector más 'radical' de la coalición de izquierdas. El equipo de Sariego lo sabe y desconfía de poder jugar con la seguridad del pacto -compromiso existe, sin duda- si no es a costa de claudicar en las obvias exigencias que una hipotética posición determinante permitirían a Izquierda Unida.
En fin, que lo que no le van a faltar son dificultades a Martínez Argüelles para mantener la tradición de que su partido siga gobernando cuatro años más en Gijón. Por eso, y volviendo al principio de este comentario, no es de extrañar que la figura de Paz Felgueroso se convierta en un recurso absolutamente necesario para sus compañeros. La veterana política, que ya se vio "obligada" por la dirección local a repetir como candidata a la Alcaldía hace cuatro años, no va a tener más remedio que hacerle un último favor a su partido y volcarse con el compañero que aspira a recibir de sus manos el bastón de mando municipal. Será sólo algo más de un mes, pero su concurso puede ser decisivo, y más que la sombra de Martínez Argüelles, será preciso que ponga la cara y, de alguna manera, esa condición de 'sombra' quede para el candidato.
Martínez Argüellles es cartel nuevo para los socialistas, pero su currículo no es, como ocurre en otros casos, el de un novato. Su antiguo paso por el mismo Ayuntamiento de Gijón como concejal y su etapa como miembro del equipo de dirección y en muchos momentos 'mano derecha' del anterior rector de la Universidad de Oviedo, Juan Vázquez (en ese ámbito también se hace política, y de la buena), más estos últimos cuatro años de nuevo como edil con una responsabilidad y peso específico superiores a aquel número 11 con el que concurrió a las últimas municipales, son bagaje más que suficiente para convertir, de entrada, su figura en un valor fiable para la contienda.
Sin embargo, tras haber sido nominado el primero de los aspirantes a la Alcaldía gijonesa, antes que sus adversarios de otras fuerzas políticas, el tiempo se ha encargado de demostrar que la apuesta del PSOE local no ha conseguido en todo este tiempo calar en la ciudadanía como sus compañeros hubieran deseado. Su imagen es buena (incluso hay quien dice que recuerda al Tini que accedio hace más de cuatro lustros a la primera fila de la política asturiana). Su talante templado, su imagen conciliadora, tienen un componente positivo a valorar, pero en esto de las elecciones, y muy especialmente en las que se avecinan, hace falta un carácter del que Argüelles hasta la fecha parece carecer: algo más de mordiente, un poco de 'mala leche' y cambiar algunas facetas de esa figura de hombre tranquilo para mostrar la capacidad de morder precisa en una batalla como la que afronta actualmente.
Los socialistas, que han gobernado en Gijón desde las primeras elecciones democráticas tras el franquismo, hablan por primera vez en voz baja de la hipótesis verosímil de perder los comicios. Saben que el negativo efecto nacional del Gobierno Zapatero -que se hace extensible a autonomías y ayuntamientos de aquí y de allá- va a restarles apoyos y, por tanto, escaños. Lograr la mayoría absoluta, que ya no tienen ni ahora con Felgueroso, está prácticamente descartada y por ello su objetivo es mantener el máximo posible de concejales que les permita buscar de nuevo el gobierno municipal con los votos de Izquierda Unida. Sin embargo, el mismo temor -aunque algo más atenuado- que tienen sus compañeros para las autonómicas -que la suma de PP y Foro Asturias supere la mitad más uno de los escaños finales- ha anidado en la sede de la calle de La Argandona y un relativo pesimismo se palpa en las conversaciones privadas.
Los socialistas, además de los méritos propios de su candidato, cuentan con que será precisamente en Gijón donde un pacto entre el partido de Cascos y el equipo de Pilar Fernández Pardo se muestra más complicado que el que pudiera darse en la Junta General del Principado. Esta circunstancia figuraría en su haber; en el debe, amén de los citados problemas del desapego ciudadano hacia un socialismo al que responsabilizan de llevarnos al fondo del pozo (cifras como las de hoy del paro, lejos de ayudar aumentan la desafección), no debería dejarse se lado un hecho que quizá pueda parecer a priori 'de menor cuantía', pero que se me antoja relevante, y es el relevo en la cabeza de cartel de IU, con la entrada de Jorge Espina por Jesús Montes Estrada. 'Churruca' lleva muchos años en el consistorio y ya estaba excesivamente 'acomodado' en ese papel subsidiario que permitía a su formación tocar poder a cambio de apoyar a los socialistas. El nuevo candidato es más joven y pertenece a un sector más 'radical' de la coalición de izquierdas. El equipo de Sariego lo sabe y desconfía de poder jugar con la seguridad del pacto -compromiso existe, sin duda- si no es a costa de claudicar en las obvias exigencias que una hipotética posición determinante permitirían a Izquierda Unida.
En fin, que lo que no le van a faltar son dificultades a Martínez Argüelles para mantener la tradición de que su partido siga gobernando cuatro años más en Gijón. Por eso, y volviendo al principio de este comentario, no es de extrañar que la figura de Paz Felgueroso se convierta en un recurso absolutamente necesario para sus compañeros. La veterana política, que ya se vio "obligada" por la dirección local a repetir como candidata a la Alcaldía hace cuatro años, no va a tener más remedio que hacerle un último favor a su partido y volcarse con el compañero que aspira a recibir de sus manos el bastón de mando municipal. Será sólo algo más de un mes, pero su concurso puede ser decisivo, y más que la sombra de Martínez Argüelles, será preciso que ponga la cara y, de alguna manera, esa condición de 'sombra' quede para el candidato.
jueves, 28 de abril de 2011
Zapatero y lo mejor para el PSOE
Había cierta expectación por conocer el desarrollo de la primera entrevista on-line en Youtube a la que el presidente del Gobierno español se sometía ayer, como antes lo hicieron otros colegas suyos de distintos países. Ahora que tan de moda está entre la clase política controlar el esquema de las declaraciones -su adversario Rajoy está últimamente desaparecido en combate y el 'aparato' de Génova controla y, en su caso rechaza, toda cuestión que pueda parecer molesta- enfrentarse a cara descubierta a los internautas supone una prueba de valor, aunque facilitada relativamente por tratarse de una persona que ya ha puesto fecha de caducidad a su ciclo institucional.
Y precisamente, y a propósito de sus respuestas, quería referirme en este momento precisamente a algunas de sus frases, aquellas que se refieren a su anunciada renuncia a repetir como candidato del PSOE en 2012. José Luis Rodríguez Zapatero dijo ayer textualmente que su retirada "renovará ideas y proyectos" en su partido y, sobre todo, que "va a hacer más fuerte al PSOE".
La cuestión es que, si realmente piensa de esa manera, puede no entenderse muy bien la razón de que esa renuncia la dilate en el tiempo un año y no emprenda la retirada inmediatamente. Si cree que su salida es lo mejor para el partido y que su desaparición del foco principal es una forma de reforzar las mejores opciones para la fuerza política que ha liderado estos últimos años, quizá debería dar a sus compañeros la opción de iniciar desde ya la presunta remontada y no mantener durante otro año ese 'supuesto' lastre que para "la fortaleza, las ideas y los proyectos" del PSOE parece apuntar en la figura de su propia persona en los momentos actuales.
Y precisamente, y a propósito de sus respuestas, quería referirme en este momento precisamente a algunas de sus frases, aquellas que se refieren a su anunciada renuncia a repetir como candidato del PSOE en 2012. José Luis Rodríguez Zapatero dijo ayer textualmente que su retirada "renovará ideas y proyectos" en su partido y, sobre todo, que "va a hacer más fuerte al PSOE".
La cuestión es que, si realmente piensa de esa manera, puede no entenderse muy bien la razón de que esa renuncia la dilate en el tiempo un año y no emprenda la retirada inmediatamente. Si cree que su salida es lo mejor para el partido y que su desaparición del foco principal es una forma de reforzar las mejores opciones para la fuerza política que ha liderado estos últimos años, quizá debería dar a sus compañeros la opción de iniciar desde ya la presunta remontada y no mantener durante otro año ese 'supuesto' lastre que para "la fortaleza, las ideas y los proyectos" del PSOE parece apuntar en la figura de su propia persona en los momentos actuales.
miércoles, 27 de abril de 2011
¿Votarán las vacas?
Dentro del creciente ritmo de la actual campaña electoral, los candidatos empiezan a dedicarle más tiempo a la movilidad geográfica y, enmarcada en ella, no deja de llamarme la atención el tiempo que los aspirantes a futuros mandatarios de esta comunidad vienen dedicando al sector primario, muy po encima cuantitativamente de empleado en cualquier otra cita electoral anterior, si la memoria no me traiciona.
Si hacemos un repaso a la actividad diaria durante las dos o tres últimas semanas de los carteles electorales para el 22 de mayo nos encontraremos con que la zona rural, el agro, son cita obligada un día sí y otro también de muchos de ellos. La sorpresa es mayor si se tiene en cuenta que, sin despreciarlos como nicho de votos, la mayoría de los políticos en ejercicio institucional no suelen, tras el paso por las urnas, hacer demasiado caso a agricultores y ganaderos mas que para algún que otro compromiso obligado por el momento puntual, compromiso que guardan, cuando disponen del bastón de mando, en uno de los cajones de las aristocráticas mesas de sus lujosos despachos.
Mi querido compañero de tantas tardes de fatiga en la redacción de 'El Comercio' Chema Allongo, pozo de sabiduría memorística donde los haya, me recordaba al comentarle mi observación que, si tal vez no en estos tiempos que corren, hubo un momento en que ese sector primario, tantan veces mentado y tan pocos recordado a la hora de afrontar sus problemas, fue determinante en el logro de un escaño. Claro que eran otros tiempos y las normas diferentes, pero rememoraba mi inagotable colega que, allá por el mes de octubre del año 1967, en unas elecciones a procuradores en Cortes por el tercio familiar (estábamos, como es obvio todavía en el franquismo) un conocido médico pediatra gijonés, Eladio de la Concha, claro favorito a priori a una plaza en Madrid desde su posición urbanita, se quedó a las puertas de su objetivo cuando José Busto Sánchez, que no parecía contar demasiado en aquella batalla, le dejó sin escaño y con dos palmos de narices tras arrasar en los pueblos alejados del gran área central industrial (El tercero en discordia, para los amantes de la historia, fue Fernando Beltrán Rojo, que también resultó electo).
Aunque no lo creo y ahora Asturias disponga de tres circunscripciones que hacen que el voto de las alas no sume a los del centro, puede que nuestros ilustres candidatos del momento se acuerden de historias como ésta y, por si acaso, se trabajen más que en anteriores ocasiones el campo. Tiene que ser eso porque, aunque en esto de la política cada día las cosas son más sorprendentes, no nos consta que las últimas reformas de la ley electoral hayan concedido a las vacas el derecho al sufragio. Claro que, con los recortes obligados y periódicos desde la incorporación de España a la Unión Europea, ni aún dándole al ganado vacuno el privilegio del voto les serviría a sus destinatarios para mucho. A fin de cuentas, ¡quedan ya tan pocas!
Si hacemos un repaso a la actividad diaria durante las dos o tres últimas semanas de los carteles electorales para el 22 de mayo nos encontraremos con que la zona rural, el agro, son cita obligada un día sí y otro también de muchos de ellos. La sorpresa es mayor si se tiene en cuenta que, sin despreciarlos como nicho de votos, la mayoría de los políticos en ejercicio institucional no suelen, tras el paso por las urnas, hacer demasiado caso a agricultores y ganaderos mas que para algún que otro compromiso obligado por el momento puntual, compromiso que guardan, cuando disponen del bastón de mando, en uno de los cajones de las aristocráticas mesas de sus lujosos despachos.
Mi querido compañero de tantas tardes de fatiga en la redacción de 'El Comercio' Chema Allongo, pozo de sabiduría memorística donde los haya, me recordaba al comentarle mi observación que, si tal vez no en estos tiempos que corren, hubo un momento en que ese sector primario, tantan veces mentado y tan pocos recordado a la hora de afrontar sus problemas, fue determinante en el logro de un escaño. Claro que eran otros tiempos y las normas diferentes, pero rememoraba mi inagotable colega que, allá por el mes de octubre del año 1967, en unas elecciones a procuradores en Cortes por el tercio familiar (estábamos, como es obvio todavía en el franquismo) un conocido médico pediatra gijonés, Eladio de la Concha, claro favorito a priori a una plaza en Madrid desde su posición urbanita, se quedó a las puertas de su objetivo cuando José Busto Sánchez, que no parecía contar demasiado en aquella batalla, le dejó sin escaño y con dos palmos de narices tras arrasar en los pueblos alejados del gran área central industrial (El tercero en discordia, para los amantes de la historia, fue Fernando Beltrán Rojo, que también resultó electo).
Aunque no lo creo y ahora Asturias disponga de tres circunscripciones que hacen que el voto de las alas no sume a los del centro, puede que nuestros ilustres candidatos del momento se acuerden de historias como ésta y, por si acaso, se trabajen más que en anteriores ocasiones el campo. Tiene que ser eso porque, aunque en esto de la política cada día las cosas son más sorprendentes, no nos consta que las últimas reformas de la ley electoral hayan concedido a las vacas el derecho al sufragio. Claro que, con los recortes obligados y periódicos desde la incorporación de España a la Unión Europea, ni aún dándole al ganado vacuno el privilegio del voto les serviría a sus destinatarios para mucho. A fin de cuentas, ¡quedan ya tan pocas!
martes, 26 de abril de 2011
¡A obedecer y callar!
En la vorágine de manifestaciones que origina una campaña electoral, muchas veces sorprende que algunas de ellas tengan una repercusión mediática desproporcionada y, en cambio, otras con un calado político relevante pasen prácticamente desapercibidas, más allá de un titular puntual del día.
Afirmo esto pensando en la entrevista que el diario 'La Nueva España' publicaba ayer con el portavoz de los socialistas asturianos en la Junta General del Principado y cabeza de lista de la misma fuerza política por la circunscripción occidental para el 22 de mayo. Fernando Lastra tiene la virtud de responder a un perfil político muy poco usual en los tiempos que corren; su estilo recuerda mucho más al de quienes protagonizaron la transición y los primeros años de un Estado del Autonomías que se iba consolidando paso a paso.
Hablamos mucho en la actualidad, y con fundamento, de la profesionalización de los políticos y fruto de ello es su permanencia en el tiempo ocupando cargos de relevancia. Lastra es uno de ellos, aunque su currículo justifique más que el de muchos compañeros esa continuidad. Desde que empezaron a salirle los dientes políticos en su Cangas del Narcea natal hasta la posición de hoy se ha mostrado como uno de esos camaleones mimetizable con cualquier paisaje cambiante, siempre en la segunda línea de la 'pole' sin apartentes intenciones de jugársela al líder del equipo como ahora está bastante de moda en la Formula 1 de automovilismo. Y todo ello, compaginado perfectamente con su pertenencia a esa escasa camada de 'razas peligrosas' siempre dispuestas a morder en el hueso de su adversario con saña y no soltarlo ni a latigazos. En fin, una especie muy poco habitual y sumamente necesaria en cualquier fuerza política.
De su carácter dio las primeras muestras en su municipio, enfrentándose abiertamente al entonces todopoderoso José Manuel Cuervo, dueño y señor en el socialismo suroccidental. El partido se encargó de sacarlo de ese embrollo, pero no para castigarle, sino para situarle en el camino de la política autonómica. Desde que llegó a la Junta General dio muestras, a los que éramos testigos privilegiados, de su potencial y el tiempo se encargó de confirmarlo. Duro en muchos momentos, contemporizador en otros, empezó en el "villismo" para trasladarse en cada momento al escenario cambiante del socialismo asturiano, llegando finalmente a ser más "javierista" que el propio Javier Fernández; incluso en algún momento se le pudo encasillar como "arecista", aunque menos. Su condición de 'necesario' le permitió esos traslados sin situaciones traumáticas, todo ello ayudado por una aparente falta de ambición de ser en algún momento un 'número uno', como otros en su lugar o en otros partidos tuvieron la tentación de ensayar.
Todo este larguísimo repaso viene a cuento para justificar mi perplejidad por algunas de las frases que el todavía portavoz de la FSA en el Parlamento asturiano ha dejado caer en la mencionada entrevista, concretamente las referidas al actual presidente del Principado. De entrada, mi sorpresa responde a que, si la memoria no me falla, es el primer representante del partido hasta la fecha mayoritario que admite que el relevo de Vicente Álvarez Areces por Javier Fernández ha tenido "momentos de confrontación". Todos sabíamos que el mandatario autonómico durante las tres últimas legislaturas no estaba por la labor de no intentar la cuarta, pero sus compañeros siempre mantuvieron ese conflicto de puertas para adentro y bajo el lema de la unidad se obvió esa guerra subterránea que, como creo que ya he dicho en otra ocasión, ha tenido la virtud para sus protagonistas de no trasladarse a los titulares de los periódicos.
Ahora sí sabemos que hubo "confrontación" y "momentos difíciles", y por ello Lastra asegura que "estamos enormemente agradecidos de la respuesta de Areces, de como ha llevado la situación,...", para cerrar la frase con una palabra que pone los pelos de punta y que aclara más sobre lo que pasó realmente que cualquier información pasada: "...de su obediencia".
Supongo que en un político de su larga experiencia tal vocablo se le haya escapado en el 'fragor' de la entrevista. Referirse al primer mandatario asturiano, y en representación de su propio partido, como un chico obediente que agacha la cabeza y se pliega al aparato partidario puede ser una realidad, pero en ningún caso ofrece una buena imagen pública de quienes presumen de haber realizado un proceso de transición modélico. A lo peor el alumno se muestra "obediente" porque no le queda otra salida -no iba a irse del PSOE y formar otro partido como Cascos-, pero cualquier dirigente con inteligencia desconfiaría, como he escrito en numerosas ocasiones, de los riesgos de dejar cadáveres en el camino, sobre todo si estos son "exquisitos".
Afirmo esto pensando en la entrevista que el diario 'La Nueva España' publicaba ayer con el portavoz de los socialistas asturianos en la Junta General del Principado y cabeza de lista de la misma fuerza política por la circunscripción occidental para el 22 de mayo. Fernando Lastra tiene la virtud de responder a un perfil político muy poco usual en los tiempos que corren; su estilo recuerda mucho más al de quienes protagonizaron la transición y los primeros años de un Estado del Autonomías que se iba consolidando paso a paso.
Hablamos mucho en la actualidad, y con fundamento, de la profesionalización de los políticos y fruto de ello es su permanencia en el tiempo ocupando cargos de relevancia. Lastra es uno de ellos, aunque su currículo justifique más que el de muchos compañeros esa continuidad. Desde que empezaron a salirle los dientes políticos en su Cangas del Narcea natal hasta la posición de hoy se ha mostrado como uno de esos camaleones mimetizable con cualquier paisaje cambiante, siempre en la segunda línea de la 'pole' sin apartentes intenciones de jugársela al líder del equipo como ahora está bastante de moda en la Formula 1 de automovilismo. Y todo ello, compaginado perfectamente con su pertenencia a esa escasa camada de 'razas peligrosas' siempre dispuestas a morder en el hueso de su adversario con saña y no soltarlo ni a latigazos. En fin, una especie muy poco habitual y sumamente necesaria en cualquier fuerza política.
De su carácter dio las primeras muestras en su municipio, enfrentándose abiertamente al entonces todopoderoso José Manuel Cuervo, dueño y señor en el socialismo suroccidental. El partido se encargó de sacarlo de ese embrollo, pero no para castigarle, sino para situarle en el camino de la política autonómica. Desde que llegó a la Junta General dio muestras, a los que éramos testigos privilegiados, de su potencial y el tiempo se encargó de confirmarlo. Duro en muchos momentos, contemporizador en otros, empezó en el "villismo" para trasladarse en cada momento al escenario cambiante del socialismo asturiano, llegando finalmente a ser más "javierista" que el propio Javier Fernández; incluso en algún momento se le pudo encasillar como "arecista", aunque menos. Su condición de 'necesario' le permitió esos traslados sin situaciones traumáticas, todo ello ayudado por una aparente falta de ambición de ser en algún momento un 'número uno', como otros en su lugar o en otros partidos tuvieron la tentación de ensayar.
Todo este larguísimo repaso viene a cuento para justificar mi perplejidad por algunas de las frases que el todavía portavoz de la FSA en el Parlamento asturiano ha dejado caer en la mencionada entrevista, concretamente las referidas al actual presidente del Principado. De entrada, mi sorpresa responde a que, si la memoria no me falla, es el primer representante del partido hasta la fecha mayoritario que admite que el relevo de Vicente Álvarez Areces por Javier Fernández ha tenido "momentos de confrontación". Todos sabíamos que el mandatario autonómico durante las tres últimas legislaturas no estaba por la labor de no intentar la cuarta, pero sus compañeros siempre mantuvieron ese conflicto de puertas para adentro y bajo el lema de la unidad se obvió esa guerra subterránea que, como creo que ya he dicho en otra ocasión, ha tenido la virtud para sus protagonistas de no trasladarse a los titulares de los periódicos.
Ahora sí sabemos que hubo "confrontación" y "momentos difíciles", y por ello Lastra asegura que "estamos enormemente agradecidos de la respuesta de Areces, de como ha llevado la situación,...", para cerrar la frase con una palabra que pone los pelos de punta y que aclara más sobre lo que pasó realmente que cualquier información pasada: "...de su obediencia".
Supongo que en un político de su larga experiencia tal vocablo se le haya escapado en el 'fragor' de la entrevista. Referirse al primer mandatario asturiano, y en representación de su propio partido, como un chico obediente que agacha la cabeza y se pliega al aparato partidario puede ser una realidad, pero en ningún caso ofrece una buena imagen pública de quienes presumen de haber realizado un proceso de transición modélico. A lo peor el alumno se muestra "obediente" porque no le queda otra salida -no iba a irse del PSOE y formar otro partido como Cascos-, pero cualquier dirigente con inteligencia desconfiaría, como he escrito en numerosas ocasiones, de los riesgos de dejar cadáveres en el camino, sobre todo si estos son "exquisitos".
jueves, 21 de abril de 2011
¿De qué hablamos cuando hablamos de pactos?
Aunque algunos por respetar las formas se empeñen en mantener la terminología de pre-campaña, a nadie le cabe duda de que el pistoletazo de salida para la batalla del 22 de mayo hace ya algunas semanas que se dio y a lo que estamos asistiendo, aparte de los algunos protocolos mínimos que recoge la normativa electoral vigente para los quince días previos a la cita con las urnas, responde fielmente a las características de una verdadera campaña electoral.
No es que sea exactamente nuevo, pero hacía mucho tiempo que la maquinaria de los partidos no se mostraba tan engrasada como en esta ocasión, fruto, sin lugar a dudas, del cambio de escenario en el que el Principado se enfrenta a los comicios municipales y autonómicos del mes próximo. Las fuerzas políticas que se suponen que van a determinar el futuro institucional de esta comunidad son las principales protagonistas de este acelerón sin precedentes, una actitud que ha obligado incluso a los minoritarios a sacar ya la cabeza y empezar a participar en los grandes debates (¿...?) con anticipación.
En este marco especial es muy posible que el Partido Popular aparezca como el primero de la clase, y de ello es muestra el desbordante despliegue de dirigentes que en los últimos meses han pasado por Asturias en la obligada tarea de apoyar a su candidata a la Presidencia del Principado, Isabel Pérez Espinosa. En esta misma tribuna lo había comentado en alguna ocasión, pero aquel inicial aluvión no se ha interrumpido, hasta el extremo de que es casi seguro que no haya en toda la historia de este territorio autonómico -Cascos ya lo llama país- un corto periodo con tan intensa actividad presencial de la cúpula del equipo que preside Mariano Rajoy, o incluso en tiempos de su predecesor, José María Aznar. También es verdad que los socialistas se han dado cuenta de que necesitan tanto o más cualquier tipo de ayuda externa y tratan de no ir a la zaga de sus rivales en las últimas semanas.
El lo que a lo populares se refiere, esa 'mareona de figuras' ha dado lugar a muchas y variadas declaraciones en las que suele resultar inevitable la referencia a ese factor diferencial con respecto a otras comunidades cual es la presencia de Francisco Álvarez-Cascos y su partido, Foro Asturias. Y en este contexto ha habido de todo, desde ataques claros y directos hasta alguna llamada al tronco común del que las dos fuerzas políticas inicialmente parten, pasando por la más absoluta de las indiferencias, postura que en esto de la política puede ser tan válida como cualquiera.
Las últimas declaraciones -al menos de las que yo conozco- de los máximos responsables del PP a propósito de Cascos y de su nuevo partido corresponden a la secretaria de Organización del partido, Ana Mato -por cierto, una de las principales valedoras de su candidatura a cartel electoral asturiano cuando aún militaba entre los populares-, quien mostró su convencimiento absoluto de que su ex compañero votará para que Espinosa gobierne "si el PP gana las elecciones". Hay que entender, obviamente, que la veterana dirigente de la derecha se refiere a una victoria de su partido sin mayoría absoluta.
Mato es directa y su razonamiento, en teoría, impecable. Lo que ocurre es que la persona que le hizo la entrevista en la que exponía las anteriores manifestaciones no anduvo muy fina a la hora de repreguntar una cuestión que aparece obvia hasta para un alumno de Primaria. La inquisitoria subsiguiente -creo yo- sería pedirle opinión sobre si su teoría es reversible, es decir, ¿apoyaría Espinosa y el PP asturiano a FAC para gobernar en el Principado si fuera el ganador de las elecciones -otra vez estamos hablando, naturalmente, de mayorías relativas-?
Es una lástima que a estas alturas y con el más arriba mencionado ritmo de pre-campaña los asturianos carezcamos de encuestas con un mínimo de fiabilidad. Las pocas que hay hasta ahora son contradictorias y no responden a los mínimos exigibles para establecer una tendencia, pues de eso se trata cuando hablamos de sondeos. Todos sabemos que muchas veces se equivocan, pero no tanto cuando son varios los que tienen un mínimo de credibilidad y coinciden en su orientación. Ya hay más de los que conocemos en estos momentos, pero los que los han pagado parece que prefieren por el momento guardárselos para ellos. Por algo será.
Aún con este hándicap demoscópico, las primeras impresiones -e insisto en que son sólo eso, impresiones, por carecer de una base matemática sostenible- apuntan a que la derecha podría tener, sumando sus votos, la mayoría absoluta en la Junta General. De eso son conscientes hasta sus principales rivales, los socialistas, que no pieden la ocasión de demonizar a PP y FAC, "porque van a acabar pactando", como si de un acto contranatura se tratase. ¿En que se diferenciaría ese acuerdo del que les ha permitido a ellos formar mayorías estables con Izquierda Unida durante los últimos ocho años?
Lo que, a mi modo de ver, parece evidente es que lo más probable es que IU mantenga su actual peso -más fruto de los deméritos del PSOE que de los aciertos propios- y que las tres patas que sostienen la mesa política -PSOE, PP y FAC- se vayan a repartir el pastel con diferencias no tan significativas como algunos vaticinan. De esta prospección personal se deduce que los dos partidos de la derecha pudieran tener la mayoría absoluta que antes mencionaba.
Si la reciente historia de la derecha asturiana no tuviera los componentes personales de todos conocidos, con antagonismos y enfrentamientos a muerte, la solución de la ecuación sería bastante fácil. Pero esos complicados elementos obstruccionistas existen y van a mantenerse sean cuales sean los resultados.
Por eso resulta relevante que alguien con las responsabilidades de Ana Mato haya lanzado ya al ruedo electoral uno de los elementos más significativos de cara a los días siguientes al 22 de mayo. Si los números obligan al pacto, está en la mano de los dirigentes de Génova la labor de convencer a Cascos de que deje gobernar al PP -si es el más votado de los dos-, pero también tendrían la obligación de hacer lo propio si FAC saca más votos que su partido en Asturias.
En definitiva, que será importante que se vaya aclarando de qué hablamos cuando hablamos de pactos. La exigencia a Cascos de que les deje gobernar pasaría casi seguro por la retirada del ex ministro, al que nadie ve ni en la bancada de la oposición ni de 'número dos' de Espinosa. Por otra parte, una hipotética victoria de FAC impondría a la dirección nacional del PP facilitar a Cascos la Presidencia de la comunidad, e igualmente en este caso la historia pasaría por una retirada, la de Gabino de Lorenzo, quien también "sexagenario" podría 'jubilarse' y pasar a dedicarle su tiempo a las posesiones de que dispone en Benia. El alcalde de Oviedo pone nombre y apellidos al problema desde el bando del PP. Estoy seguro de que la candidata de este partido no sería un obstáculo insalvable, y los Ovidio, Goñi, Aréstegui,... tampoco se muestran como la mano que pueda romper la baraja. Hay, sí, en este lado del cuadrilatero un problema más peliagudo: ¿Qué hacer con Pilar Fernández Pardo?, pues no creo que nadie se imagine a los dos enemigos verdaderamente irreconciliables compartiendo 'merendero'. ¿Podría quedar Pilipardo confinada a su territorio de Gijón, incluso como alcaldesa? Parece difícil, pero en política no hay nada imposible. ¿Podría salir con discreción por la puerta de atrás y seguir con su cómoda acta de diputada nacional? Esto resultaría más factible, pero tampoco parece que entre dentro del programa ni ella daría ninguna clase de facilidades para ello.
En fin, señora Mato, que para hablar de pactos hay que saber de qué pactos se habla y tener en cuenta que aquello que en otro lugar sería natural y evidente, en Asturias tiene unas dificultades, y grandes, añadidas. Cualquier tipo de acuerdo para que la derecha gobierne en el Principado va a exigir dejar cadáveres en el camino, y eso deber tenerlo muy en cuenta a la hora de preparar el terreno. Entre tanto, unos y otros, derecha e izquierda, seguirán haciendo sus cuentas o cambalaches, siempre insatisfactorios para todos ellos, mientras de cara a la ciudadanía proclamarán la seguridad en su victoria sin llegar a la necesidad de contar con otra cosa que con sus propios votos.
No es que sea exactamente nuevo, pero hacía mucho tiempo que la maquinaria de los partidos no se mostraba tan engrasada como en esta ocasión, fruto, sin lugar a dudas, del cambio de escenario en el que el Principado se enfrenta a los comicios municipales y autonómicos del mes próximo. Las fuerzas políticas que se suponen que van a determinar el futuro institucional de esta comunidad son las principales protagonistas de este acelerón sin precedentes, una actitud que ha obligado incluso a los minoritarios a sacar ya la cabeza y empezar a participar en los grandes debates (¿...?) con anticipación.
En este marco especial es muy posible que el Partido Popular aparezca como el primero de la clase, y de ello es muestra el desbordante despliegue de dirigentes que en los últimos meses han pasado por Asturias en la obligada tarea de apoyar a su candidata a la Presidencia del Principado, Isabel Pérez Espinosa. En esta misma tribuna lo había comentado en alguna ocasión, pero aquel inicial aluvión no se ha interrumpido, hasta el extremo de que es casi seguro que no haya en toda la historia de este territorio autonómico -Cascos ya lo llama país- un corto periodo con tan intensa actividad presencial de la cúpula del equipo que preside Mariano Rajoy, o incluso en tiempos de su predecesor, José María Aznar. También es verdad que los socialistas se han dado cuenta de que necesitan tanto o más cualquier tipo de ayuda externa y tratan de no ir a la zaga de sus rivales en las últimas semanas.
El lo que a lo populares se refiere, esa 'mareona de figuras' ha dado lugar a muchas y variadas declaraciones en las que suele resultar inevitable la referencia a ese factor diferencial con respecto a otras comunidades cual es la presencia de Francisco Álvarez-Cascos y su partido, Foro Asturias. Y en este contexto ha habido de todo, desde ataques claros y directos hasta alguna llamada al tronco común del que las dos fuerzas políticas inicialmente parten, pasando por la más absoluta de las indiferencias, postura que en esto de la política puede ser tan válida como cualquiera.
Las últimas declaraciones -al menos de las que yo conozco- de los máximos responsables del PP a propósito de Cascos y de su nuevo partido corresponden a la secretaria de Organización del partido, Ana Mato -por cierto, una de las principales valedoras de su candidatura a cartel electoral asturiano cuando aún militaba entre los populares-, quien mostró su convencimiento absoluto de que su ex compañero votará para que Espinosa gobierne "si el PP gana las elecciones". Hay que entender, obviamente, que la veterana dirigente de la derecha se refiere a una victoria de su partido sin mayoría absoluta.
Mato es directa y su razonamiento, en teoría, impecable. Lo que ocurre es que la persona que le hizo la entrevista en la que exponía las anteriores manifestaciones no anduvo muy fina a la hora de repreguntar una cuestión que aparece obvia hasta para un alumno de Primaria. La inquisitoria subsiguiente -creo yo- sería pedirle opinión sobre si su teoría es reversible, es decir, ¿apoyaría Espinosa y el PP asturiano a FAC para gobernar en el Principado si fuera el ganador de las elecciones -otra vez estamos hablando, naturalmente, de mayorías relativas-?
Es una lástima que a estas alturas y con el más arriba mencionado ritmo de pre-campaña los asturianos carezcamos de encuestas con un mínimo de fiabilidad. Las pocas que hay hasta ahora son contradictorias y no responden a los mínimos exigibles para establecer una tendencia, pues de eso se trata cuando hablamos de sondeos. Todos sabemos que muchas veces se equivocan, pero no tanto cuando son varios los que tienen un mínimo de credibilidad y coinciden en su orientación. Ya hay más de los que conocemos en estos momentos, pero los que los han pagado parece que prefieren por el momento guardárselos para ellos. Por algo será.
Aún con este hándicap demoscópico, las primeras impresiones -e insisto en que son sólo eso, impresiones, por carecer de una base matemática sostenible- apuntan a que la derecha podría tener, sumando sus votos, la mayoría absoluta en la Junta General. De eso son conscientes hasta sus principales rivales, los socialistas, que no pieden la ocasión de demonizar a PP y FAC, "porque van a acabar pactando", como si de un acto contranatura se tratase. ¿En que se diferenciaría ese acuerdo del que les ha permitido a ellos formar mayorías estables con Izquierda Unida durante los últimos ocho años?
Lo que, a mi modo de ver, parece evidente es que lo más probable es que IU mantenga su actual peso -más fruto de los deméritos del PSOE que de los aciertos propios- y que las tres patas que sostienen la mesa política -PSOE, PP y FAC- se vayan a repartir el pastel con diferencias no tan significativas como algunos vaticinan. De esta prospección personal se deduce que los dos partidos de la derecha pudieran tener la mayoría absoluta que antes mencionaba.
Si la reciente historia de la derecha asturiana no tuviera los componentes personales de todos conocidos, con antagonismos y enfrentamientos a muerte, la solución de la ecuación sería bastante fácil. Pero esos complicados elementos obstruccionistas existen y van a mantenerse sean cuales sean los resultados.
Por eso resulta relevante que alguien con las responsabilidades de Ana Mato haya lanzado ya al ruedo electoral uno de los elementos más significativos de cara a los días siguientes al 22 de mayo. Si los números obligan al pacto, está en la mano de los dirigentes de Génova la labor de convencer a Cascos de que deje gobernar al PP -si es el más votado de los dos-, pero también tendrían la obligación de hacer lo propio si FAC saca más votos que su partido en Asturias.
En definitiva, que será importante que se vaya aclarando de qué hablamos cuando hablamos de pactos. La exigencia a Cascos de que les deje gobernar pasaría casi seguro por la retirada del ex ministro, al que nadie ve ni en la bancada de la oposición ni de 'número dos' de Espinosa. Por otra parte, una hipotética victoria de FAC impondría a la dirección nacional del PP facilitar a Cascos la Presidencia de la comunidad, e igualmente en este caso la historia pasaría por una retirada, la de Gabino de Lorenzo, quien también "sexagenario" podría 'jubilarse' y pasar a dedicarle su tiempo a las posesiones de que dispone en Benia. El alcalde de Oviedo pone nombre y apellidos al problema desde el bando del PP. Estoy seguro de que la candidata de este partido no sería un obstáculo insalvable, y los Ovidio, Goñi, Aréstegui,... tampoco se muestran como la mano que pueda romper la baraja. Hay, sí, en este lado del cuadrilatero un problema más peliagudo: ¿Qué hacer con Pilar Fernández Pardo?, pues no creo que nadie se imagine a los dos enemigos verdaderamente irreconciliables compartiendo 'merendero'. ¿Podría quedar Pilipardo confinada a su territorio de Gijón, incluso como alcaldesa? Parece difícil, pero en política no hay nada imposible. ¿Podría salir con discreción por la puerta de atrás y seguir con su cómoda acta de diputada nacional? Esto resultaría más factible, pero tampoco parece que entre dentro del programa ni ella daría ninguna clase de facilidades para ello.
En fin, señora Mato, que para hablar de pactos hay que saber de qué pactos se habla y tener en cuenta que aquello que en otro lugar sería natural y evidente, en Asturias tiene unas dificultades, y grandes, añadidas. Cualquier tipo de acuerdo para que la derecha gobierne en el Principado va a exigir dejar cadáveres en el camino, y eso deber tenerlo muy en cuenta a la hora de preparar el terreno. Entre tanto, unos y otros, derecha e izquierda, seguirán haciendo sus cuentas o cambalaches, siempre insatisfactorios para todos ellos, mientras de cara a la ciudadanía proclamarán la seguridad en su victoria sin llegar a la necesidad de contar con otra cosa que con sus propios votos.
jueves, 14 de abril de 2011
¿Se desinfla el globo de Foro?
Tras el congreso constituyente de Foro Asturias comenté en este tribuna que era entonces cuando podían empezar los problemas para la nueva formación política hasta ese momento en una fulgurante y extraordinaria carrera. El tiempo ha ido transcurriendo, los carteles electorales municipales han ido apareciendo y, en parelelo, surgiendo los primeros problemas serios. La idea de FAC era, en su teoría, ejemplar y suponía un giro de ciento ochenta grados en la práctica política asturiana, en particular, y española, en general. Pero, por desgracia, las ideas y las intenciones son una cosa y la cruda realidad otra bien diferente. La utopía no existe y no se puede entrar a una partida de jugadores profesional con el espíritu puro de la victoria del neófito.
A medida que avanza el tiempo, la designación de candidatos para los comicios del 22 de mayo han ido provocando en el seno del partido de Cascos más grietas que en el central de Fukushima, fruto -como muchos habíamos aventurado- de la avalancha de militantes con cierta experiencia que acudieron a la llamada del 'nuevo orden' con la secreta esperanza de alcanzar, por primera vez o de nuevo, una importante baza para ser cargo institucional. La frustración de estas ambiciones está en la base de los múltiples conflictos internos que vienen surgiendo en las distintas organizaciones comarcales del nuevo partido, y son precisamente aquéllos que se han quedado sin la opción al 'puestín' los que más están 'revolviendo', ya sea entre secretas conspiraciones o con abiertas discrepancias.
El caso es que, desde enero, el globo de Foro Asturias ha ido creciendo extraordinariamente hasta alcanzar hace algunas semanas un punto de inflexión a partir del cual ha empezado, a mi modesto entender, a desinflarse. Ya no se trata tanto de que a las primeras de cambio se hayan marchado un centenar de descontentos, hecho en sí mismo poco relevante para las auténticas aspiraciones de FAC, sino de que el virus de las prácticas de los partidos tradicionales ha empezado a diagnosticarse en su cuerpo social. Fruto de esta nueva situación es que también la euforia inicial de esa nueva clase política sin historial se ha enfriado y ya no es raro escuchar por las esquinas frases de desanimo, pesimismos confesos en voz baja, de quienes hasta hace poco levantaban la bandera de la moral de triunfo.
La teoría es una cosa y los hechos otra bien distinta. Y esto es lo que tal parece que le está ocurriendo al partido de Cascos, que ha iniciado su andadura desde un proyecto idílico y se va encontrando poco a poco con los oscuros designios que parecen guiar toda práctica política, por muy innovadora que se presente. Las ideas van por un lado, pero las personas son humanas y, como tales, imperfectas, cuando no perversas.
Ahora falta por ver cómo el líder indiscutible lidia este difícil astado y se multiplica -si es que está dispuesto a hacerlo- para ir tapando todos los huecos y apagando todos los fuegos que se van produciendo en su 'casa'.
Aunque todavía FAC puede estar a tiempo de resolver algunos de sus problemas, está por ver si sus responsables son capaces para afrontar con éxito tal empresa. Negar la realidad como salida a la nueva situación tampoco sería una opción inteligente.
Una prueba de esta cambio en la tendencia de la gráfica de expansión de la nueva fuerza política son los sondeos. Todos sabemos que hace ya tiempo que, al menos los grandes partidos, los que tienen más y mejores medios, disponían de datos demoscópicos, y también sabemos todos por qué nunca se han hecho públicos: porque no les era favorables y por los altos niveles de apoyo al proyecto de Cascos. Aunque vamos a seguir sin conocer oficialmente la evolución de la intención de voto, ahora ya se filtran -y como tales filtraciones hay que poner en cuarentena sus números- algunas previsiones de reparto de escaños en el próximo Parlamento asturiano, y siendo más que razonablemente buenos para un partido que hace cuatro meses ni existía, están muy lejos de las prospecciones que se barajaban hace un par de meses, hasta el extremo de, en algunos casos, llegar a cuestionar el papel, si no vencedor, sí de árbitro de FAC en la política asturiana de los próximos cuatro años.
Debo dejar claro que estamos hablando de militancias y de encuestas manejadas por los principales interesados en la contienda y que, al final, será el voto de cada asturiano el que decidirá quién es quién en ese futuro político regional. Foro Asturias siguen teniendo su patente de marca, la única de la que dispone desde que inició su andadura allá por enero, que es la figura de su líder. Sin embargo, ni siquiera Cascos puede ser ese 'superhéroe' capaz de vencer a 'todas las fuerzas del mal' y da la sensación de que ha sido el propio interesado el que no ha sido capaz de sopesar el verdadero alcance de sus fuerzas.
El tiempo se encargará de decir muy pronto si aquel proyecto capaz de concitar la ilusión por el cambio de muchos millares de asturianos todavía tiene vigencia y puede llegar al puerto que se propuso en sus bases fundacionales o el globo de desinfla y se aleja de unos objetivos que en ningún caso pueden ser simplemente los de tener presencia institucional en Asturias, no en el caso de una empresa que se había fijado como objetivo las más altas metas imaginables.
A medida que avanza el tiempo, la designación de candidatos para los comicios del 22 de mayo han ido provocando en el seno del partido de Cascos más grietas que en el central de Fukushima, fruto -como muchos habíamos aventurado- de la avalancha de militantes con cierta experiencia que acudieron a la llamada del 'nuevo orden' con la secreta esperanza de alcanzar, por primera vez o de nuevo, una importante baza para ser cargo institucional. La frustración de estas ambiciones está en la base de los múltiples conflictos internos que vienen surgiendo en las distintas organizaciones comarcales del nuevo partido, y son precisamente aquéllos que se han quedado sin la opción al 'puestín' los que más están 'revolviendo', ya sea entre secretas conspiraciones o con abiertas discrepancias.
El caso es que, desde enero, el globo de Foro Asturias ha ido creciendo extraordinariamente hasta alcanzar hace algunas semanas un punto de inflexión a partir del cual ha empezado, a mi modesto entender, a desinflarse. Ya no se trata tanto de que a las primeras de cambio se hayan marchado un centenar de descontentos, hecho en sí mismo poco relevante para las auténticas aspiraciones de FAC, sino de que el virus de las prácticas de los partidos tradicionales ha empezado a diagnosticarse en su cuerpo social. Fruto de esta nueva situación es que también la euforia inicial de esa nueva clase política sin historial se ha enfriado y ya no es raro escuchar por las esquinas frases de desanimo, pesimismos confesos en voz baja, de quienes hasta hace poco levantaban la bandera de la moral de triunfo.
La teoría es una cosa y los hechos otra bien distinta. Y esto es lo que tal parece que le está ocurriendo al partido de Cascos, que ha iniciado su andadura desde un proyecto idílico y se va encontrando poco a poco con los oscuros designios que parecen guiar toda práctica política, por muy innovadora que se presente. Las ideas van por un lado, pero las personas son humanas y, como tales, imperfectas, cuando no perversas.
Ahora falta por ver cómo el líder indiscutible lidia este difícil astado y se multiplica -si es que está dispuesto a hacerlo- para ir tapando todos los huecos y apagando todos los fuegos que se van produciendo en su 'casa'.
Aunque todavía FAC puede estar a tiempo de resolver algunos de sus problemas, está por ver si sus responsables son capaces para afrontar con éxito tal empresa. Negar la realidad como salida a la nueva situación tampoco sería una opción inteligente.
Una prueba de esta cambio en la tendencia de la gráfica de expansión de la nueva fuerza política son los sondeos. Todos sabemos que hace ya tiempo que, al menos los grandes partidos, los que tienen más y mejores medios, disponían de datos demoscópicos, y también sabemos todos por qué nunca se han hecho públicos: porque no les era favorables y por los altos niveles de apoyo al proyecto de Cascos. Aunque vamos a seguir sin conocer oficialmente la evolución de la intención de voto, ahora ya se filtran -y como tales filtraciones hay que poner en cuarentena sus números- algunas previsiones de reparto de escaños en el próximo Parlamento asturiano, y siendo más que razonablemente buenos para un partido que hace cuatro meses ni existía, están muy lejos de las prospecciones que se barajaban hace un par de meses, hasta el extremo de, en algunos casos, llegar a cuestionar el papel, si no vencedor, sí de árbitro de FAC en la política asturiana de los próximos cuatro años.
Debo dejar claro que estamos hablando de militancias y de encuestas manejadas por los principales interesados en la contienda y que, al final, será el voto de cada asturiano el que decidirá quién es quién en ese futuro político regional. Foro Asturias siguen teniendo su patente de marca, la única de la que dispone desde que inició su andadura allá por enero, que es la figura de su líder. Sin embargo, ni siquiera Cascos puede ser ese 'superhéroe' capaz de vencer a 'todas las fuerzas del mal' y da la sensación de que ha sido el propio interesado el que no ha sido capaz de sopesar el verdadero alcance de sus fuerzas.
El tiempo se encargará de decir muy pronto si aquel proyecto capaz de concitar la ilusión por el cambio de muchos millares de asturianos todavía tiene vigencia y puede llegar al puerto que se propuso en sus bases fundacionales o el globo de desinfla y se aleja de unos objetivos que en ningún caso pueden ser simplemente los de tener presencia institucional en Asturias, no en el caso de una empresa que se había fijado como objetivo las más altas metas imaginables.
martes, 12 de abril de 2011
¿Qué importa de dónde son los ministros?
Leo sin demasiada sorpresa que el ministro de Fomento ha manifestado que es su intención firme cumplir su compromiso para que el proyecto de AVE para Galicia respete los plazos previstos -la línea completa y funcionando en 2015- y, por si acaso, el empeño de su palabra la cimenta mediante el proyecto de dejar cerrados todos los contratos de obra antes de las elecciones de 2012, cita para la que su partido no mejora con cada sondeo -más bien al contrario- sus previsiones de tener que abandonar, no sólamente Zapatero, el Gobierno de España.
José Blanco es gallego y, aunque en su comunidad gobierna el Partido Popular, la tierra tira mucho, como anteriormente hemos tenido ocasión de comprobar otras autonomías. Aunque probablemente injusta, esa tendencia entra dentro de la condición humana y, pese a que siempre quede el derecho al pataleo, hay que admitir que tiene difícil remedio.
Lo que ya no es de recibo es que los compañeros asturianos del titular de Fomento hayan defendido durante dos legislaturas que el hecho de que en tan largo periodo el hasta ahora líder socialista no haya incluido ni un solo ministro de aquí no ha tenido importancia alguna desde el punto de vista de la atención que en forma de inversiones se dedica a cada territorio del Estado español. A la vista está que ese principio se sostiene menos que un elefante sobre una pelota de tenis. Galicia va a tener su ferrocarril de alta velocidad garantizado y blindado por un ministro gallego. Mientras tanto, en Asturias, aparte de las periódicas proclamas sin ningún tipo de credibilidad de Antonio Trevín, nos tenemos que conformar con las ya repetidas frases de "pronto" o "cuanto antes se pueda", o sea sin un compromiso cuantificado en millones de euros y, sobre todo, sin fechas.
¿De verdad alguien puede creer a estas alturas en la celestial asepsia de los miembros del Ejecutivo y que carece de toda relevancia de dónde son originarios los ministros?
José Blanco es gallego y, aunque en su comunidad gobierna el Partido Popular, la tierra tira mucho, como anteriormente hemos tenido ocasión de comprobar otras autonomías. Aunque probablemente injusta, esa tendencia entra dentro de la condición humana y, pese a que siempre quede el derecho al pataleo, hay que admitir que tiene difícil remedio.
Lo que ya no es de recibo es que los compañeros asturianos del titular de Fomento hayan defendido durante dos legislaturas que el hecho de que en tan largo periodo el hasta ahora líder socialista no haya incluido ni un solo ministro de aquí no ha tenido importancia alguna desde el punto de vista de la atención que en forma de inversiones se dedica a cada territorio del Estado español. A la vista está que ese principio se sostiene menos que un elefante sobre una pelota de tenis. Galicia va a tener su ferrocarril de alta velocidad garantizado y blindado por un ministro gallego. Mientras tanto, en Asturias, aparte de las periódicas proclamas sin ningún tipo de credibilidad de Antonio Trevín, nos tenemos que conformar con las ya repetidas frases de "pronto" o "cuanto antes se pueda", o sea sin un compromiso cuantificado en millones de euros y, sobre todo, sin fechas.
¿De verdad alguien puede creer a estas alturas en la celestial asepsia de los miembros del Ejecutivo y que carece de toda relevancia de dónde son originarios los ministros?
sábado, 9 de abril de 2011
'Pilipardo' sí que se la juega
La aparición de FAC en el panorama político asturiano para las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo constituye un manifiesto dolor de cabeza para el Partido Popular de Asturias y, en particular, por ser su cartel electoral, para Isabel Pérez-Espinosa. Las manifestaciones públicas de sus representantes tratar de diluir este temor, aunque sus argumentos, o la falta de ellos, resultan difíciles de asimilar por todos aquellos que siguen mínimamente el panorama político asturiano.
Es obvio que en la fecha señalada todos arriesgan bastante, mucho más que otras veces, pero el ex partido de Cascos se lleva en esto la palma. Y si en el panorama autonómico Espinosa se la va a jugar, no será menos el vértigo que en el ambito municipal de Gijón se le plantea a Pilar Fernández Pardo. Aunque no formalmente, cualquiera con dos dedos de frente sabe que la 'lideresa' local de los populares no se va a jugar el voto de la derecha en el municipio contra Carmen Moriyón, cartel electoral de Foro Asturias, sino contra el propio Cascos, número uno en la sombra en su villa de adopción y desde la que fraguó su larga y fructífera carrera política. Al margen del objetivo de lograr la Presidencia del Principado, no es descabellado pensar que el ex vicepresidente del Gobierno va a poner toda la carne en el asador para derrotar a su ex partido y, sobre todo, a su candidata y enemiga personal en un feudo que le es favorable, por considerarlo propio él mismo y quienes le apoyan en la calle, amén de sacarse la espina de aquel famoso titular de 2003 que rezaba "Fernández Pardo gana a Cascos el congreso del PP de Gijón". El ex ministro no se presentaba como tal, pero quienes se suponían que eran sus representantes interpuestos fueron derrotados por la por aquel entonces todavía novata en las grandes 'justas' partidistas. Ahora, su enemigo acérrimo va a tratar de sacarse la espina y sus partidarios están convencidos de tener la llave para lograr esa meta. Todavía no conocemos con qué cartas va a jugar el veterano político en Gijón. aparte de la citada Moriyón, pero se me antoja evidente que va echar el resto en este batalla específica dentro de la guerra regional.
En este escenario es lógico analizar también qué es lo que va a hacer su oponente, que, como es lógico, también tiene sus propias cartas para jugar. Pues bien, este relevante dato quedó desvelado ayer con la oficialización de la candidatura municipal de Pardo al Ayuntamiento gijonés. El repaso a los nombres que aparecen en la lista, como el de los que ya no están, me llevan a la conclusión de que Fernández Pardo, como el coronel de García Márquez, no tiene quien le escriba o, dicho en román paladino, no ha sabido repartir los naipes por incapacidad propia o por un asesoramiento equivocado, que todo puede ser.
Que Eduardo Junquera, su habitual escudero, sea el número dos entra dentro de la más pura lógica. En el mismo capítulo situarán muchos la presencia en el tres de Manuel Pecharromán, otro de los miembros de su equipo fijo en los últimos años. Sin embargo, aquí ya podrían empezar las dudas. Algunos dirán que su presencia en tan importante puesto es otra clara muestra de la 'fuerza' de la presidenta gijonesa. Otros, pensamos que su ubicación corresponde más bien a la formalización de la figura del comisario político de la dirección regional en la villa de Jovellanos, fruto de ese relevante binomio que, de un tiempo a esta parte, han configurado el secretario general del partido en el Principado, Fernando Goñi, y Agustín Iglesias Caunedo, el 'hombre para todo' del alcalde ovetense.
A partir de esa tercera plaza es donde empiezan a forjarse las dudas y, como consecuencia, los riesgos de la 'lideresa' local. No es tanto que mantenga a otros ediles de la actual corporación, como Pablo Fernández o María Teresa Menéndez, como la desaparición de otros de los seguros en su equipo en los últimos cuatro años. Nadie se sorprende de que 'Pilipardo' se haya desecho de Dorinda García, toda vez que, quien fuera su inseparable compañera institucional en las Cortes Españolas durante un tiempo, tomó partido, antes de la ruptura final, por la candidatura de Cascos como cartel del PP a la Presidencia del Principado. Lo que sí nos sorprende a la mayoría es que en su lista no aparezcan el secretario general del partido en Gijón, Luis Crego, y otro de los veteranos del partido en el municipio, Pedro Muñiz. No es que a priori haya que suponerles a ambos una reacción pública a la contra, pero Fernández Pardo tiene que tener claro -y si no peor para ella- que ha dejado en el camino dos heridos graves que -lo más peligroso en su caso- conocen hasta el último detalle de una organización que en los últimos ocho años ha pasado por periodos internos muy convulsos, cuando no escándalos que han llegado a los despachos de Génova. Apartar de las prebendas de la política institucional a quienes conocen tus puntos débiles no es una muestra precisamente de inteligencia en esto de la 'cosa pública'.
Lo de Crego y Muñiz es quizá lo más relevante en la apuesta de riesgo con la que Fernández Pardo ha decidido jugársela. Sin embargo, no se puede menospreciar dentro de esa estrategia que tres de los actuales miembros de su equipo fijo, Inmaculada Gallart, Francisco Rodríguez Cubiella o Gabriel Díaz aparezcan en las plazas siete, ocho y nueve. Dirán los dirigentes del PP local que esos son puestos seguros de salida, pero, como todo el mundo sabe, el escenario de esta convocatoria electoral nada tiene que ver con las dos anteriores y, hasta el momento, especulaciones partidistas aparte, nadie se ha atrevido a cuantificar los efectos institucional de la 'mareona' provocada por FAC. En otros términos, que el pastel a repartir está sobre la mesa de tres comensales, en lugar de dos, y, por si fuera poco, ese dulce va a ser más pequeño en lo que se refiere a prebendas y puestos ajenos a los propios escaños, otra forma de compensar a los descontentos.
Así las cosas, hay que convenir en que, si otros compañeros en el ámbito regional o en otros municipios se la juegan el 22 de mayo, Pilar Fernández Pardo tiene una partida ligeramente más difícil. Prescindir de algunos 'triunfos' -no tanto por la valía específica de los afectados, como por las consecuencias que su desarraigo pudiera ocasionar- no parece una 'mano' de buen jugador en estos momentos específicos y, si el envite sale mal, una derrota abultada no va a contrubuir precisamente a rehabilitar la 'estrella' de la líder popular gijonesa.
En definitiva, que a los comicios del mes próximo todos acuden con apuestas de resultado incierto, pero, en el caso que nos ocupa, 'Pilipardo' sí que se la juega.
Es obvio que en la fecha señalada todos arriesgan bastante, mucho más que otras veces, pero el ex partido de Cascos se lleva en esto la palma. Y si en el panorama autonómico Espinosa se la va a jugar, no será menos el vértigo que en el ambito municipal de Gijón se le plantea a Pilar Fernández Pardo. Aunque no formalmente, cualquiera con dos dedos de frente sabe que la 'lideresa' local de los populares no se va a jugar el voto de la derecha en el municipio contra Carmen Moriyón, cartel electoral de Foro Asturias, sino contra el propio Cascos, número uno en la sombra en su villa de adopción y desde la que fraguó su larga y fructífera carrera política. Al margen del objetivo de lograr la Presidencia del Principado, no es descabellado pensar que el ex vicepresidente del Gobierno va a poner toda la carne en el asador para derrotar a su ex partido y, sobre todo, a su candidata y enemiga personal en un feudo que le es favorable, por considerarlo propio él mismo y quienes le apoyan en la calle, amén de sacarse la espina de aquel famoso titular de 2003 que rezaba "Fernández Pardo gana a Cascos el congreso del PP de Gijón". El ex ministro no se presentaba como tal, pero quienes se suponían que eran sus representantes interpuestos fueron derrotados por la por aquel entonces todavía novata en las grandes 'justas' partidistas. Ahora, su enemigo acérrimo va a tratar de sacarse la espina y sus partidarios están convencidos de tener la llave para lograr esa meta. Todavía no conocemos con qué cartas va a jugar el veterano político en Gijón. aparte de la citada Moriyón, pero se me antoja evidente que va echar el resto en este batalla específica dentro de la guerra regional.
En este escenario es lógico analizar también qué es lo que va a hacer su oponente, que, como es lógico, también tiene sus propias cartas para jugar. Pues bien, este relevante dato quedó desvelado ayer con la oficialización de la candidatura municipal de Pardo al Ayuntamiento gijonés. El repaso a los nombres que aparecen en la lista, como el de los que ya no están, me llevan a la conclusión de que Fernández Pardo, como el coronel de García Márquez, no tiene quien le escriba o, dicho en román paladino, no ha sabido repartir los naipes por incapacidad propia o por un asesoramiento equivocado, que todo puede ser.
Que Eduardo Junquera, su habitual escudero, sea el número dos entra dentro de la más pura lógica. En el mismo capítulo situarán muchos la presencia en el tres de Manuel Pecharromán, otro de los miembros de su equipo fijo en los últimos años. Sin embargo, aquí ya podrían empezar las dudas. Algunos dirán que su presencia en tan importante puesto es otra clara muestra de la 'fuerza' de la presidenta gijonesa. Otros, pensamos que su ubicación corresponde más bien a la formalización de la figura del comisario político de la dirección regional en la villa de Jovellanos, fruto de ese relevante binomio que, de un tiempo a esta parte, han configurado el secretario general del partido en el Principado, Fernando Goñi, y Agustín Iglesias Caunedo, el 'hombre para todo' del alcalde ovetense.
A partir de esa tercera plaza es donde empiezan a forjarse las dudas y, como consecuencia, los riesgos de la 'lideresa' local. No es tanto que mantenga a otros ediles de la actual corporación, como Pablo Fernández o María Teresa Menéndez, como la desaparición de otros de los seguros en su equipo en los últimos cuatro años. Nadie se sorprende de que 'Pilipardo' se haya desecho de Dorinda García, toda vez que, quien fuera su inseparable compañera institucional en las Cortes Españolas durante un tiempo, tomó partido, antes de la ruptura final, por la candidatura de Cascos como cartel del PP a la Presidencia del Principado. Lo que sí nos sorprende a la mayoría es que en su lista no aparezcan el secretario general del partido en Gijón, Luis Crego, y otro de los veteranos del partido en el municipio, Pedro Muñiz. No es que a priori haya que suponerles a ambos una reacción pública a la contra, pero Fernández Pardo tiene que tener claro -y si no peor para ella- que ha dejado en el camino dos heridos graves que -lo más peligroso en su caso- conocen hasta el último detalle de una organización que en los últimos ocho años ha pasado por periodos internos muy convulsos, cuando no escándalos que han llegado a los despachos de Génova. Apartar de las prebendas de la política institucional a quienes conocen tus puntos débiles no es una muestra precisamente de inteligencia en esto de la 'cosa pública'.
Lo de Crego y Muñiz es quizá lo más relevante en la apuesta de riesgo con la que Fernández Pardo ha decidido jugársela. Sin embargo, no se puede menospreciar dentro de esa estrategia que tres de los actuales miembros de su equipo fijo, Inmaculada Gallart, Francisco Rodríguez Cubiella o Gabriel Díaz aparezcan en las plazas siete, ocho y nueve. Dirán los dirigentes del PP local que esos son puestos seguros de salida, pero, como todo el mundo sabe, el escenario de esta convocatoria electoral nada tiene que ver con las dos anteriores y, hasta el momento, especulaciones partidistas aparte, nadie se ha atrevido a cuantificar los efectos institucional de la 'mareona' provocada por FAC. En otros términos, que el pastel a repartir está sobre la mesa de tres comensales, en lugar de dos, y, por si fuera poco, ese dulce va a ser más pequeño en lo que se refiere a prebendas y puestos ajenos a los propios escaños, otra forma de compensar a los descontentos.
Así las cosas, hay que convenir en que, si otros compañeros en el ámbito regional o en otros municipios se la juegan el 22 de mayo, Pilar Fernández Pardo tiene una partida ligeramente más difícil. Prescindir de algunos 'triunfos' -no tanto por la valía específica de los afectados, como por las consecuencias que su desarraigo pudiera ocasionar- no parece una 'mano' de buen jugador en estos momentos específicos y, si el envite sale mal, una derrota abultada no va a contrubuir precisamente a rehabilitar la 'estrella' de la líder popular gijonesa.
En definitiva, que a los comicios del mes próximo todos acuden con apuestas de resultado incierto, pero, en el caso que nos ocupa, 'Pilipardo' sí que se la juega.
viernes, 8 de abril de 2011
Una nueva aristocracia indeseable
Se quejan los políticos de aquí y de allá de la mala prensa que tienen y de la escasa o nula consideración que su actuación merece a quienes les dan con su voto la potestad de estar en las instituciones. Sin embargo, con el paso del tiempo la realidad ha venido demostrando que esa fama negativa se la ganan día a día a pulso.
Viene esto a cuento del escándalo montado por el rechazo de los europarlamentarios a renunciar a su actual estatus de volar en clase preferente y conformarse con la clase turista para sus viajes. Los intentos de explicación posterior atribuyendo a un error el voto contrario a rebajarse esa prebenda fruto de la "confusión" de que el hecho se produjo en el marco de un debate más amplio de carácter presupuestario, cuando no otras excusas tan increibles como que a pesar de todo su clase vip es más barata, no han conseguido ni de lejos compensar la universal indignación del común de los mortales.
El principal problema es que abusos como el mencionado no habrían seguramente tenido la repercusión lograda finalmente de no haber sido gracias al poder real que en el mundo de la comunicación han obtenido las redes sociales, en este caso Twitter a través del lanzamiento de una iniciaciativa bajo el epígrafe "eurodiputadoscaraduras".
En el caso del Europarlamento, además, el escándalo viene a reforzar prácticas tan rechazables como la asistencia de los viernes a primera hora de la mañana al edificio que acoge el salón de plenos para firmar y, a renglón seguido, largarse para casa adelantando unas cuantas horas el fin de semana, una costumbre de algunas de sus señorías que destapó hace escasas semanas una compañera de ellos mismos, creo que británica. En fin que lo de Estrasburgo, una cámara con casi nulas capacidades decisorias, se ha convertido en paradigma de lo que que nunca deberían ser nuestros representantes públicos, personajes que el caso que nos ocupa se embolsan mensualmente unos 8.000 euros, aparte de las dietas, viajes gratis, etcétera.
Al margen de la indignación puntual, el escándalo de los parlamentarios europeos viene a poner sobre el tapete los extremos a los que ha llegado la práctica política. Además de los "gurteles", de los "eres andaluces" y otras lindezas, a uno se le ocurre pensar la cantidad de actiitudes indignas que a diario se deben de estar produciendo en la gestión de la 'res publica', muy concretamente en este país, y que no trascienden demasiado o nada, desde la prevaricación directa en la clandestinidad de un despacho hasta la utilización de un coche oficial para llevar a la señora del alto cargo correspondiente a comprarse modelitos. Esto no es ficción, señores; desgraciadamente, es la triste realidad.
Toda esta basura se produce en el marco de la aparición de una nueva clase social fruto de la profesionalización, en el peor sentido de la palabra, de la política. Se trata de una nueva aristocracia que desprecia viajar mezclada con el mismo 'populacho' que les ha puesto en donde están o que gasta los dineros públicos sin control a la vez que anuncia a los ciudadanos un largo periodo de sangre, sudor y lagrimas en el terreno económico y en el mercado laboral. Esta nueva aristocracia se jacta de su situación y muchas veces se resiste a disimular al menos una situación que cualquier analista serio no dudaría en calificar con el término "explotación". Ya no se trata de mantener aquello de que la mujer del César no solamente debe ser honrada, sino también parecerlo; ahora la cruda realidad es que la tal señora se resiste a disimular y no oculta sus devaneos e infidelidades, cuando no presume de ellos.
Y, como citaba al principio, luego se lamentan de la mala imagen que en su conjunto han creado en la sociedad. ¡Qué cinismo! Cuando este país, y otros varios europeos, se encuentran sumidos en una situación de deterioro económico y de previsiones negativas -no perdamos de vista con el rabillo del ojo a Portugal, desoyendo los mensajes optimistas de nuestros gobernantes- lo que realmente quisiera ver la ciudadanía es que sus representantes se pusieran el mono -el de trabajo, no el derivado del consumo interrumpido de estupefacientes- y bajaran a la calle. Ahora que estamos en pre-campaña electoral, vemos a muchos de ellos visitar mercados, rastros, hospitales o colegios y estrechar manos y prometer el universo. Pero, ¿qué les dicen sus interlocutores? Probablemente la mayoría no se atrevan a expresar lo que verdaderamente piensan o, en todo caso, condicionados por la 'importancia' de esos personajes, se limiten a expresar algún que otro deseo que contribuya a mejorar sus vidas. Yo sugeriría a los miembros de lo que ya se ha convertido en una nueva clase social que, como en aquel famoso cuento, se disfracen y salgan a la calle de incógnito, acudan a bares y cafeterías, a parques y tertulias, y se limiten a escuchar discretamente lo que la gente dice cuando no se siente condicionada. Es posible que si por un momento pudieran olvidar su orgullo y recapacitar sobre la situación real, la que viven millones de personas que no son ellos, esa nueva aristocracia indeseable desapareciera de la vida pública. Pero seguro que esto no sería más que un sueño.
Viene esto a cuento del escándalo montado por el rechazo de los europarlamentarios a renunciar a su actual estatus de volar en clase preferente y conformarse con la clase turista para sus viajes. Los intentos de explicación posterior atribuyendo a un error el voto contrario a rebajarse esa prebenda fruto de la "confusión" de que el hecho se produjo en el marco de un debate más amplio de carácter presupuestario, cuando no otras excusas tan increibles como que a pesar de todo su clase vip es más barata, no han conseguido ni de lejos compensar la universal indignación del común de los mortales.
El principal problema es que abusos como el mencionado no habrían seguramente tenido la repercusión lograda finalmente de no haber sido gracias al poder real que en el mundo de la comunicación han obtenido las redes sociales, en este caso Twitter a través del lanzamiento de una iniciaciativa bajo el epígrafe "eurodiputadoscaraduras".
En el caso del Europarlamento, además, el escándalo viene a reforzar prácticas tan rechazables como la asistencia de los viernes a primera hora de la mañana al edificio que acoge el salón de plenos para firmar y, a renglón seguido, largarse para casa adelantando unas cuantas horas el fin de semana, una costumbre de algunas de sus señorías que destapó hace escasas semanas una compañera de ellos mismos, creo que británica. En fin que lo de Estrasburgo, una cámara con casi nulas capacidades decisorias, se ha convertido en paradigma de lo que que nunca deberían ser nuestros representantes públicos, personajes que el caso que nos ocupa se embolsan mensualmente unos 8.000 euros, aparte de las dietas, viajes gratis, etcétera.
Al margen de la indignación puntual, el escándalo de los parlamentarios europeos viene a poner sobre el tapete los extremos a los que ha llegado la práctica política. Además de los "gurteles", de los "eres andaluces" y otras lindezas, a uno se le ocurre pensar la cantidad de actiitudes indignas que a diario se deben de estar produciendo en la gestión de la 'res publica', muy concretamente en este país, y que no trascienden demasiado o nada, desde la prevaricación directa en la clandestinidad de un despacho hasta la utilización de un coche oficial para llevar a la señora del alto cargo correspondiente a comprarse modelitos. Esto no es ficción, señores; desgraciadamente, es la triste realidad.
Toda esta basura se produce en el marco de la aparición de una nueva clase social fruto de la profesionalización, en el peor sentido de la palabra, de la política. Se trata de una nueva aristocracia que desprecia viajar mezclada con el mismo 'populacho' que les ha puesto en donde están o que gasta los dineros públicos sin control a la vez que anuncia a los ciudadanos un largo periodo de sangre, sudor y lagrimas en el terreno económico y en el mercado laboral. Esta nueva aristocracia se jacta de su situación y muchas veces se resiste a disimular al menos una situación que cualquier analista serio no dudaría en calificar con el término "explotación". Ya no se trata de mantener aquello de que la mujer del César no solamente debe ser honrada, sino también parecerlo; ahora la cruda realidad es que la tal señora se resiste a disimular y no oculta sus devaneos e infidelidades, cuando no presume de ellos.
Y, como citaba al principio, luego se lamentan de la mala imagen que en su conjunto han creado en la sociedad. ¡Qué cinismo! Cuando este país, y otros varios europeos, se encuentran sumidos en una situación de deterioro económico y de previsiones negativas -no perdamos de vista con el rabillo del ojo a Portugal, desoyendo los mensajes optimistas de nuestros gobernantes- lo que realmente quisiera ver la ciudadanía es que sus representantes se pusieran el mono -el de trabajo, no el derivado del consumo interrumpido de estupefacientes- y bajaran a la calle. Ahora que estamos en pre-campaña electoral, vemos a muchos de ellos visitar mercados, rastros, hospitales o colegios y estrechar manos y prometer el universo. Pero, ¿qué les dicen sus interlocutores? Probablemente la mayoría no se atrevan a expresar lo que verdaderamente piensan o, en todo caso, condicionados por la 'importancia' de esos personajes, se limiten a expresar algún que otro deseo que contribuya a mejorar sus vidas. Yo sugeriría a los miembros de lo que ya se ha convertido en una nueva clase social que, como en aquel famoso cuento, se disfracen y salgan a la calle de incógnito, acudan a bares y cafeterías, a parques y tertulias, y se limiten a escuchar discretamente lo que la gente dice cuando no se siente condicionada. Es posible que si por un momento pudieran olvidar su orgullo y recapacitar sobre la situación real, la que viven millones de personas que no son ellos, esa nueva aristocracia indeseable desapareciera de la vida pública. Pero seguro que esto no sería más que un sueño.
miércoles, 6 de abril de 2011
El club de la comedia de Trevín
El delegado del Gobierno en Asturias se ha permitido ayer manifestar públicamente que en el año 2013 el trayecto ferroviario entre Madrid y Oviedo -atentos al dato, no a Gijón- se podrá realizar en tres horas. Con ello, lo único que ha hecho es añadir un titular más a la interminable lista de plazos que viene anunciando, sin éxito alguno, a las principales infraestructuras de Asturias desde que ocupa el cargo.
Si nos atenemos a las declaraciones de Antonio Trevín de las dos últimas legislaturas se podría escribir todo un libro con categóricos anuncios sobre el fin del aislamiento por tierra, mar y aire del Principado de Asturias. Y esta afirmación no responde a un problema de consideraciones personales, sino a hechos físicamente constatables. Para los que siguen esta tribuna son conocidos infinidad de titulares de prensa a cinco columnas donde este optimista irreductible sale a la palestra para poner fecha a la culminación de la variante de Pajares, de la autovía del Cantábrico, de la eliminación del peaje del Huerna, de la autovía La Espina-Ponferrada, .... y en esos comentarios solamente he ido recogiendo puntualmente una mínima parte de ellos con palabras textuales y día concreto de su formulación.
Si nos atuvieramos a este amplio 'dossier' que se podría elaborar con sus intervenciones públicas resultaría que el actual delegado del Gobierno en la comunidad se llevaría el título de la 'champions' de los 'mentirosos', si realmente se creía todo lo que decía, o el de los 'timadores', si al publicitar sus previsiones lo que trataba era de ganar tiempo -por aquello que algunos defienden, con cierto criterio, de que las palabras se las lleva el viento, aunque no las hemerotecas- y engañar a los asturianos.
Sea uno u otro el papel, el caso es que a Trevín ya no le creen ni en su propia casa y, por lo tanto, lo de las tres horas de viaje en tren entre Madrid y Oviedo para 2013 no se le puede tomar a estas alturas en serio. Más bien, este político camaleónico que ha ocupado como todo el mundo sabe la mayor parte de los principales cargos políticos en Asturias, ha convertido su papel de escudo de los permanentes incumplimientos de los gobiernos de Zapatero en un especie de particular club de la comedia, aunque la repetición de los 'chistes' ya no hace maldita gracia a nadie. La suerte que tiene es que ya no hay quien se tome sus palabras en serio y la más absoluta indiferencia es la respuesta ciudadana a sus propagandísticos mensajes.
Claro que, a lo mejor, algún día acierta y nos deja a todos con la boca abierta. Por el momento, sus quinielas, lejos de lograr el pleno al quince no han acertado ni un solo resultado.
Si nos atenemos a las declaraciones de Antonio Trevín de las dos últimas legislaturas se podría escribir todo un libro con categóricos anuncios sobre el fin del aislamiento por tierra, mar y aire del Principado de Asturias. Y esta afirmación no responde a un problema de consideraciones personales, sino a hechos físicamente constatables. Para los que siguen esta tribuna son conocidos infinidad de titulares de prensa a cinco columnas donde este optimista irreductible sale a la palestra para poner fecha a la culminación de la variante de Pajares, de la autovía del Cantábrico, de la eliminación del peaje del Huerna, de la autovía La Espina-Ponferrada, .... y en esos comentarios solamente he ido recogiendo puntualmente una mínima parte de ellos con palabras textuales y día concreto de su formulación.
Si nos atuvieramos a este amplio 'dossier' que se podría elaborar con sus intervenciones públicas resultaría que el actual delegado del Gobierno en la comunidad se llevaría el título de la 'champions' de los 'mentirosos', si realmente se creía todo lo que decía, o el de los 'timadores', si al publicitar sus previsiones lo que trataba era de ganar tiempo -por aquello que algunos defienden, con cierto criterio, de que las palabras se las lleva el viento, aunque no las hemerotecas- y engañar a los asturianos.
Sea uno u otro el papel, el caso es que a Trevín ya no le creen ni en su propia casa y, por lo tanto, lo de las tres horas de viaje en tren entre Madrid y Oviedo para 2013 no se le puede tomar a estas alturas en serio. Más bien, este político camaleónico que ha ocupado como todo el mundo sabe la mayor parte de los principales cargos políticos en Asturias, ha convertido su papel de escudo de los permanentes incumplimientos de los gobiernos de Zapatero en un especie de particular club de la comedia, aunque la repetición de los 'chistes' ya no hace maldita gracia a nadie. La suerte que tiene es que ya no hay quien se tome sus palabras en serio y la más absoluta indiferencia es la respuesta ciudadana a sus propagandísticos mensajes.
Claro que, a lo mejor, algún día acierta y nos deja a todos con la boca abierta. Por el momento, sus quinielas, lejos de lograr el pleno al quince no han acertado ni un solo resultado.
martes, 5 de abril de 2011
Menuda sirvengonzonería
La primera página de 'El País' en la edición impresa de la jornada que acaba de terminar me 'descubre' -ya debería saberlo, pero esa parte de la normativa se me escapó cuando fue aprobada en el Parlamento- que la última reforma de la ley electoral impone a las televisiones privadas criterios de proporcionalidad similares a los que hasta ahora tenían las públicas. ¿En qué se traduce eso? Pues nada más y nada menos en que, cuando se de el pistoletazo de salida a la campaña para los comicios del 22 de mayo, todas esas empresas no sujetas a la condición de servicio público deberán olvidarse de cualquier criterio informativo a la hora de organizar debates o de dedicar los tiempos de sus telediarios a tal o cual formación política para atenerse simplemente a la ley del reloj.
Este cambio indignante, que cuando menos roza lo inconstitucional y que atenta contra los cimientos básicos de la libertad de expresión, está naturalmente apoyado por los partidos mayoritarios, fundamentalmente el PSOE y el PP, que son incapaces de ponerse de acuerdo sobre si en un momento determinado es de día o de noche, por no mencionar ya en los principios en los que el interés general debería imponerse a los meramente partidistas, pero que cuando se trata de repartirse la propaganda -con mayúsculas-, que no la información, pueden unir sus fuerzas para comerse entre ambos el pastel y dejar a otros algunas migajas cuando no negarles el pan y la sal: " A esos ni agua", deben pensar al unísono.
Cuando esos criterios se aplicaban solamente a los medios de titularidad pública siempre me pareció que lo del interés general era un argumento cuestionable. "Tiene que haber alguno", se dijo siempre y "el elegido es el más racional", dejando en entredicho, a mi modo de ver la profesionalidad de los periodistas que trabajan en esos medios; como si hubiera dos categorías y a los de las públicas se les considerase una casta inferior. Sin embargo, la generalización actual a todos los medios audivisuales no solamente elimina esa injusticia sino que recurre al viejo lema de los mediocres de igualarnos a todos por abajo, o sea, amordazar aún más a los medios de comunicación, ampliando la nómina de estos, cuando se trata de 'vender' el producto falsificado que esas poderosas fuerzas políticas acostumbran a sacar al mercado cuando las urnas están cerca.
Además de coartar absolutamente la libertad informativa, existe en la ley electoral, ahora ampliada por la reforma electoral aludida, un elemento que generaliza un criterio de reparto de espacios electorales basado en los resultados de la anterior convocatoria, es decir en lo que decidieron los españoles cuatro años antes. Todos sabemos que ese periodo de tiempo puede ser, también en política, una eternidad, y que no hace falta haber estudiado en Salamanca para colegir que, en muchas ocasiones -es el caso actual- los criterios del electorado pueden haber cambiado algo, bastante o mucho. eso puede traducirse en que un partido en caída libre pueda llevarse el gato al agua en lo que a comunicación con los electores se refiere y a otro emergente y con proyección no se le permita ni asomar la cabeza.
Todo ello es una de las nefastas consecuencias de que en este país hace ya algunos años que se ha impuesto el bipartidismo -imperfecto por la influencia cualitativa, que no cuantitativa, que pueden llegar a imponer fuerzas minoritarias o, en el caso de España, el desproporcionado peso que la Ley Electoral General ha concedido a los nacionalismos- y, aunque pueda producirse cada cuatro años la alternancia, PSOE y PP aceptan que las escasas plumas que en una ocasión puedas dejar en este reparto netamente injusto, las perderá tu adversario a la próxima.
Y, mientras tanto, como bien recogía el periódico al principio citado en un excelente reportaje, los peridistas se quedan reducidos a "sumadores de tiempos" y las empresas privadas con las manos atadas para aplicar su propia política informativa, sin entrar en si ésta es aséptica o marcadamente partidsta.
Al paso que vamos, con tanta normativa uniformadora, con tanto ley guiada antes por el criterio numérico que por el de la racionalidad, no me extrañaría que en algún momento a los grandes padres de la patria que ahora sufrimos se les ilumine la bombilla y aplican una reforma puentual del mercado laboral en función de los resultados de las elecciones sindicales. Dicho más claro, que le digan a un empresario a la hora de contratar que, de los seis puestos de trabajo que acaba de crear, cuatro tengan que ser para militantes de UGT y dos para Comisiones Obreras, o a a la inversa, siempre en función de los resultados obtenidos por ambas centrales en sus últimos comicios.
No sé si es una buena idea siquiera mencionar algo así. Como suele decirse: "no les des ideas", especialmente a unas personas con tan alta capacidad de decisión y tan poca vergüenza.
Este cambio indignante, que cuando menos roza lo inconstitucional y que atenta contra los cimientos básicos de la libertad de expresión, está naturalmente apoyado por los partidos mayoritarios, fundamentalmente el PSOE y el PP, que son incapaces de ponerse de acuerdo sobre si en un momento determinado es de día o de noche, por no mencionar ya en los principios en los que el interés general debería imponerse a los meramente partidistas, pero que cuando se trata de repartirse la propaganda -con mayúsculas-, que no la información, pueden unir sus fuerzas para comerse entre ambos el pastel y dejar a otros algunas migajas cuando no negarles el pan y la sal: " A esos ni agua", deben pensar al unísono.
Cuando esos criterios se aplicaban solamente a los medios de titularidad pública siempre me pareció que lo del interés general era un argumento cuestionable. "Tiene que haber alguno", se dijo siempre y "el elegido es el más racional", dejando en entredicho, a mi modo de ver la profesionalidad de los periodistas que trabajan en esos medios; como si hubiera dos categorías y a los de las públicas se les considerase una casta inferior. Sin embargo, la generalización actual a todos los medios audivisuales no solamente elimina esa injusticia sino que recurre al viejo lema de los mediocres de igualarnos a todos por abajo, o sea, amordazar aún más a los medios de comunicación, ampliando la nómina de estos, cuando se trata de 'vender' el producto falsificado que esas poderosas fuerzas políticas acostumbran a sacar al mercado cuando las urnas están cerca.
Además de coartar absolutamente la libertad informativa, existe en la ley electoral, ahora ampliada por la reforma electoral aludida, un elemento que generaliza un criterio de reparto de espacios electorales basado en los resultados de la anterior convocatoria, es decir en lo que decidieron los españoles cuatro años antes. Todos sabemos que ese periodo de tiempo puede ser, también en política, una eternidad, y que no hace falta haber estudiado en Salamanca para colegir que, en muchas ocasiones -es el caso actual- los criterios del electorado pueden haber cambiado algo, bastante o mucho. eso puede traducirse en que un partido en caída libre pueda llevarse el gato al agua en lo que a comunicación con los electores se refiere y a otro emergente y con proyección no se le permita ni asomar la cabeza.
Todo ello es una de las nefastas consecuencias de que en este país hace ya algunos años que se ha impuesto el bipartidismo -imperfecto por la influencia cualitativa, que no cuantitativa, que pueden llegar a imponer fuerzas minoritarias o, en el caso de España, el desproporcionado peso que la Ley Electoral General ha concedido a los nacionalismos- y, aunque pueda producirse cada cuatro años la alternancia, PSOE y PP aceptan que las escasas plumas que en una ocasión puedas dejar en este reparto netamente injusto, las perderá tu adversario a la próxima.
Y, mientras tanto, como bien recogía el periódico al principio citado en un excelente reportaje, los peridistas se quedan reducidos a "sumadores de tiempos" y las empresas privadas con las manos atadas para aplicar su propia política informativa, sin entrar en si ésta es aséptica o marcadamente partidsta.
Al paso que vamos, con tanta normativa uniformadora, con tanto ley guiada antes por el criterio numérico que por el de la racionalidad, no me extrañaría que en algún momento a los grandes padres de la patria que ahora sufrimos se les ilumine la bombilla y aplican una reforma puentual del mercado laboral en función de los resultados de las elecciones sindicales. Dicho más claro, que le digan a un empresario a la hora de contratar que, de los seis puestos de trabajo que acaba de crear, cuatro tengan que ser para militantes de UGT y dos para Comisiones Obreras, o a a la inversa, siempre en función de los resultados obtenidos por ambas centrales en sus últimos comicios.
No sé si es una buena idea siquiera mencionar algo así. Como suele decirse: "no les des ideas", especialmente a unas personas con tan alta capacidad de decisión y tan poca vergüenza.
domingo, 3 de abril de 2011
El viejo y sucio carbón
El terrible desastre de consecuencias todavía incuantificables de Fukushima ha puesto sobre el tapete del debate energético el replanteamiento en toda regla del futuro de las nuclares. Desde mi modesto punto de vista, la puesta en cuestión de una buena parte de los países occidentales de su política al respecto, al margen de opiniones más o menos apriorísticas de una fuente con muy mala prensa, ha tenido algo de precipitado, fruto, también es verdad, de algunas opiniones expertas que no han dudado en utilizar términos como apocalipsis para referirse a la situación muncial a partir del grave accidente ocurrido en Japón.
Por otra parte, la marea de inseguridad política y social originada en Egipto y extendida con posterioridad a una buen número de países de Oriente Próximo, con Libia como último ejemplo y problema sin un final claro por el momento, ha dado a los dirigentes de los países más desarrollados un plus añadido de inseguridad a partir de las posibles repercusiones que pueda tener el el mercado del crudo y sus conscuencias económicas en los combustibles derivados del petroleo.
Con estos dos frentes abiertos, son ya varios los expertos que han vuelto la vista al carbón, esa "vieja, sucia y contaminente" fuente de energía, con unos precios de mercado que se vienen disparando desde hace algunos meses y que, ahora, convierten al negro mineral de nuevo en alternativa a tener en cuenta, especialmente en aquellos países que cuentan que reservas suficientes y que, por tanto, le devuelven un valor estratégico cuya defensa ya sólo mantenían los más directamente implicados en el sector.
Estamos en un momento de incertidumbre porque nuclares y crudo han abierto una brecha en el organizado futuro de las fuentes de energía, una brecha que, hay que reconocerlo, puede ser transitoria y estar sirviendo a los especuladores para hacernos concebir esperanzas en una vuelta atrás con respecto al futuro del carbón.
En cualquier caso, con esas 'heridas' abiertas en estos momentos y el escaso peso real que todavía tienen las energías alternativas, a pesar de la confianza que generan en las nuevas generaciones y sus perspectivas reales de crecimiento año a año, sería realmente indignante que los vaivenes geopolíticos y los cambios de etapas nos introdujeran de nuevo en una política energética en la que el carbón tuviera de nuevo un papel protagonista, a pesar de las inevitables características negativas que desde hace décadas le rodean. Y lo sería porque los países y las regiones que han tenido de siempre en este mineral una de sus principales aportaciones a la economía y al crecimiento, se encuentran ahora sin apenas explotaciones fruto de una política de cierrres continuos y abandonos obligados derivados de las famosas políticas de los mercados, aunque entonces no se llamaban así y todavía no habíamos tenido acceso a conocer el verdadero sentido que se esconde tras esos términos, el mismo que ahora ya deben de conocer hasta en Primeria fruto de la crisis mundial de estos últimos años, la misma que ha dejado claro que al final todo se mueve por los hilos que manejan unos pocos personajes sin escrúpulos que han dejado Occidente hecho unos zorros para, luego, salir ellos mucho más ricos y con más poder que antes de iniciarse la recesión.
Por otra parte, la marea de inseguridad política y social originada en Egipto y extendida con posterioridad a una buen número de países de Oriente Próximo, con Libia como último ejemplo y problema sin un final claro por el momento, ha dado a los dirigentes de los países más desarrollados un plus añadido de inseguridad a partir de las posibles repercusiones que pueda tener el el mercado del crudo y sus conscuencias económicas en los combustibles derivados del petroleo.
Con estos dos frentes abiertos, son ya varios los expertos que han vuelto la vista al carbón, esa "vieja, sucia y contaminente" fuente de energía, con unos precios de mercado que se vienen disparando desde hace algunos meses y que, ahora, convierten al negro mineral de nuevo en alternativa a tener en cuenta, especialmente en aquellos países que cuentan que reservas suficientes y que, por tanto, le devuelven un valor estratégico cuya defensa ya sólo mantenían los más directamente implicados en el sector.
Estamos en un momento de incertidumbre porque nuclares y crudo han abierto una brecha en el organizado futuro de las fuentes de energía, una brecha que, hay que reconocerlo, puede ser transitoria y estar sirviendo a los especuladores para hacernos concebir esperanzas en una vuelta atrás con respecto al futuro del carbón.
En cualquier caso, con esas 'heridas' abiertas en estos momentos y el escaso peso real que todavía tienen las energías alternativas, a pesar de la confianza que generan en las nuevas generaciones y sus perspectivas reales de crecimiento año a año, sería realmente indignante que los vaivenes geopolíticos y los cambios de etapas nos introdujeran de nuevo en una política energética en la que el carbón tuviera de nuevo un papel protagonista, a pesar de las inevitables características negativas que desde hace décadas le rodean. Y lo sería porque los países y las regiones que han tenido de siempre en este mineral una de sus principales aportaciones a la economía y al crecimiento, se encuentran ahora sin apenas explotaciones fruto de una política de cierrres continuos y abandonos obligados derivados de las famosas políticas de los mercados, aunque entonces no se llamaban así y todavía no habíamos tenido acceso a conocer el verdadero sentido que se esconde tras esos términos, el mismo que ahora ya deben de conocer hasta en Primeria fruto de la crisis mundial de estos últimos años, la misma que ha dejado claro que al final todo se mueve por los hilos que manejan unos pocos personajes sin escrúpulos que han dejado Occidente hecho unos zorros para, luego, salir ellos mucho más ricos y con más poder que antes de iniciarse la recesión.
sábado, 2 de abril de 2011
Obras en casa
Cuando hace algunas semanas la Federación Socialista Asturiana dio a conocer sus listas para las elecciones autonómicas del próximo mes la palabra más repetida en los comentarios sobre su composición fue la de "continuidad"; ello a pesar de que, tras doce años, el cartel electoral es nuevo, Javier Fernández sustituye a Vicente Álvarez Areces. Como ese análisis ya está hecho, vamos a darlo por conocido y no repetirnos.
Este fin de semana ha sido el Partido Popular el que ha hecho oficiales sus candidaturas autonómicas y, si bien el pulso que durante las últimas fechas mantuvieron el 'aparato' del partido que encabeza Ovidio Sánchez y el verdadero poder fáctico instalado en el Ayuntamiento de Oviedo, en la figura de su alcalde, Gabino de Lorenzo, dio origen a algunas fricciones, parece que ninguna de las dos partes ha quedado descontenta.
Decía hoy la candidata popular a la Presidencia del Principado, Isabel Pérez-Espinosa, que sus listas guardan el necesario equilibrio entre "experiencia" y "renovación", y hay que reconocer que en buena parte es cierto, aunque habría que considerar un par de factores importantes en esta afirmación. Por una parte, pese al evidente liderazgo en la organización asturiana del regidor ovetense, es obvio que, tras esa imagen de hombre 'manejable' que no mata una mosca que acompaña inexorablemente al presidente regional, Ovidio Sánchez ha hecho valer el peso que se le supone a su cargo y ha colocado a la mayor parte de su equipo de confianza en puestos de relevancia, algo especialmente importante en unos comicios en los que el peso de Foro Asturias es un factor numérico todavía por despejar, aunque nadie duda que tendrá repercusiones negativas en sus oponentes.
El otro elemento a tener en cuenta y que ha sido relevante a la hora de componer el encaje de piezas en las listas del PP es la desaparición de los diputados díscolos que se han ido con FAC, lo que ha dejado notables huecos en los que acomodar a los nuevos. Los responsables del comité electoral han aprovechado que había que hacer obras en casa para pintar de nuevo y arreglar desconchones que, en otras circunstancias, habrían supuesto un problema añadido en los necesarios equilibrios de fuerzas.
Dando un vistazo por encima al resultado final, hay que convenir en que los diputados con legislaturas a sus espaldas del equipo de Sánchez y que permanecieron fieles a las directrices del partido sin dejarse llevar por la presión del 'tsunami' originado por Cascos, se mantienen en puestos 'seguros'. Fernando Goñi, Joaquín Aréstegui, Carlos Galcerán o Ramón García-Cañal están en esa situación. De Lorenzo, aparte de haber tenido en su mano la exclusividad de designar a la cabeza de cartel, mantiene a José Agustín Cuervas-Mons y a Alfonso Román López, éste al frente de la lista por la circunscripción occidental. Solamente Inmaculada González, a la que parece que se le reserva un puesto de relevancia en la candidatura municipal para el Ayuntamiento de Oviedo, desaparece de los aspirantes a escaño.
Y, luego, viene la renovación, y con ella las sorpresas. No lo es la presencia de María Teresa Mallada, uno de los valores emergentes más cotizados en la 'bolsa' política de las filas populares. En cambio, sí responden a esa condición Francisco Santos, la "apuesta" de Pilar Fernández Pardo, que ha dejado constancia de su relevancia en el mermado PP asturiano logrando para el mencionado la quinta plaza por la circunscripción central, y, sobre todo, la aparición de Susana López Ares en el número cuatro, auténtica 'estrella' a priori de esa renovación, ya que, aunque era conocida su ambición de hacer carrera política, no figuraba en ninguna quiniela para tan altas responsabilidades. Algunos se preguntarán por qué me refiero a esta señora con esa expresión de estrella cuando a muchos ni les sonará siquiera su nombre. Para los que figuren en ese grupo, López Ares era hasta hoy la vicerectora de Estudiantes en el equipo con el que Vicente Gotor gobierna la Universidad de Oviedo, Lo que quizá sea mucho menos conocido para una amplia mayoría es que la nueva candidata ha dado tan importante paso sin 'dar parte' al equipo que hasta ahora integraba; dicho con otras palabras, que ha dejado "tirado" al rector, y lo ha hecho el mes anterior a unas fechas tan relevantes en el calendario universitario como son las correspondientes a las pruebas de selectividad, de las que el Vicerectorado que abandona es directamente responsable.
Y ya que hablamos de mujeres, me interesa, y mucho, destacaren lo que se refiere a ellas, qué es lo que más sorpresa me ha producido en las listas del PP. Aquí sí que la "renovación" se ha tomado mas al pie de la letra. Si tenemos en cuenta que tres de las cuatro incuidas entre los diez primeros puestos (el mínimo que obliga la ley de igualdad) son nuevas para la Junta General, a la ya mencionada salida de Inmaculada Gutiérrez se añade la importante caída de Ana Barrientos, número dos tras Ovidio Sánchez en las dos anteriores convocatorias autonómicas. Quizá la 'tibieza' de la ya veterana política popular en las guerras internas del pasado próximo y la falta de química con la líder gijonesa -agrupación en la que milita-, Fernández Pardo, estén en el origen de su 'destitución'. Cierto que el puesto número siete es de los "seguros", pero desaparece de ese grupo de notables al que hasta ahora pertenecía.
Y si lo de Barrientos es más o menos chocante, mucho más lo es el 'castigo' aplicado a Alejandra Cuétara, bastión de la oposición económica del grupo parlamentario en los últimos cuatro años, otro valor emergente llamado a mayores metas en el equipo que ahora se despide y fija en el equipo básico de Sánchez hasta hace bien poco. Pasarla al número doce con FAC dispuesto a rebajar la nómina de diputados populares a la mínima expresión hacen temer que la otrora joven promesa no lo va a tener fácil para renovar.
En fin, que en toda partes "cuecen fabes" y que, si los enunciados de combinación y experiencia defendidos por Pérez-Espinosa son teóricamente correctos, tampoco se puede negar que en cuanto se 'escarba' un poco aparecen matices, y no precisamente irrelevantes.
Resumiendo, que, al menos en unos planteamientos teóricos muy generales, los socialistas han apostado por la continuidad y los populares por una mezcla de "renovación y experiencia". Ahora falta por saber lo que va a hacer la tercera pata de la mesa con opciones a ser determinante en el futuro gobierno de Asturias. Según los indicios a los que me refería días atrás, la consigna es huir de la 'contaminación' de los políticos con 'experiencia' y apostar ciegamente por la renovación, con todos los riesgos que ya he reseñado en esta tribuna. Si se confirma, serán tres opciones con tres criterios diferenciados. Un triángulo suficientemente interesante como para seguir su evolución de cerca.
Este fin de semana ha sido el Partido Popular el que ha hecho oficiales sus candidaturas autonómicas y, si bien el pulso que durante las últimas fechas mantuvieron el 'aparato' del partido que encabeza Ovidio Sánchez y el verdadero poder fáctico instalado en el Ayuntamiento de Oviedo, en la figura de su alcalde, Gabino de Lorenzo, dio origen a algunas fricciones, parece que ninguna de las dos partes ha quedado descontenta.
Decía hoy la candidata popular a la Presidencia del Principado, Isabel Pérez-Espinosa, que sus listas guardan el necesario equilibrio entre "experiencia" y "renovación", y hay que reconocer que en buena parte es cierto, aunque habría que considerar un par de factores importantes en esta afirmación. Por una parte, pese al evidente liderazgo en la organización asturiana del regidor ovetense, es obvio que, tras esa imagen de hombre 'manejable' que no mata una mosca que acompaña inexorablemente al presidente regional, Ovidio Sánchez ha hecho valer el peso que se le supone a su cargo y ha colocado a la mayor parte de su equipo de confianza en puestos de relevancia, algo especialmente importante en unos comicios en los que el peso de Foro Asturias es un factor numérico todavía por despejar, aunque nadie duda que tendrá repercusiones negativas en sus oponentes.
El otro elemento a tener en cuenta y que ha sido relevante a la hora de componer el encaje de piezas en las listas del PP es la desaparición de los diputados díscolos que se han ido con FAC, lo que ha dejado notables huecos en los que acomodar a los nuevos. Los responsables del comité electoral han aprovechado que había que hacer obras en casa para pintar de nuevo y arreglar desconchones que, en otras circunstancias, habrían supuesto un problema añadido en los necesarios equilibrios de fuerzas.
Dando un vistazo por encima al resultado final, hay que convenir en que los diputados con legislaturas a sus espaldas del equipo de Sánchez y que permanecieron fieles a las directrices del partido sin dejarse llevar por la presión del 'tsunami' originado por Cascos, se mantienen en puestos 'seguros'. Fernando Goñi, Joaquín Aréstegui, Carlos Galcerán o Ramón García-Cañal están en esa situación. De Lorenzo, aparte de haber tenido en su mano la exclusividad de designar a la cabeza de cartel, mantiene a José Agustín Cuervas-Mons y a Alfonso Román López, éste al frente de la lista por la circunscripción occidental. Solamente Inmaculada González, a la que parece que se le reserva un puesto de relevancia en la candidatura municipal para el Ayuntamiento de Oviedo, desaparece de los aspirantes a escaño.
Y, luego, viene la renovación, y con ella las sorpresas. No lo es la presencia de María Teresa Mallada, uno de los valores emergentes más cotizados en la 'bolsa' política de las filas populares. En cambio, sí responden a esa condición Francisco Santos, la "apuesta" de Pilar Fernández Pardo, que ha dejado constancia de su relevancia en el mermado PP asturiano logrando para el mencionado la quinta plaza por la circunscripción central, y, sobre todo, la aparición de Susana López Ares en el número cuatro, auténtica 'estrella' a priori de esa renovación, ya que, aunque era conocida su ambición de hacer carrera política, no figuraba en ninguna quiniela para tan altas responsabilidades. Algunos se preguntarán por qué me refiero a esta señora con esa expresión de estrella cuando a muchos ni les sonará siquiera su nombre. Para los que figuren en ese grupo, López Ares era hasta hoy la vicerectora de Estudiantes en el equipo con el que Vicente Gotor gobierna la Universidad de Oviedo, Lo que quizá sea mucho menos conocido para una amplia mayoría es que la nueva candidata ha dado tan importante paso sin 'dar parte' al equipo que hasta ahora integraba; dicho con otras palabras, que ha dejado "tirado" al rector, y lo ha hecho el mes anterior a unas fechas tan relevantes en el calendario universitario como son las correspondientes a las pruebas de selectividad, de las que el Vicerectorado que abandona es directamente responsable.
Y ya que hablamos de mujeres, me interesa, y mucho, destacaren lo que se refiere a ellas, qué es lo que más sorpresa me ha producido en las listas del PP. Aquí sí que la "renovación" se ha tomado mas al pie de la letra. Si tenemos en cuenta que tres de las cuatro incuidas entre los diez primeros puestos (el mínimo que obliga la ley de igualdad) son nuevas para la Junta General, a la ya mencionada salida de Inmaculada Gutiérrez se añade la importante caída de Ana Barrientos, número dos tras Ovidio Sánchez en las dos anteriores convocatorias autonómicas. Quizá la 'tibieza' de la ya veterana política popular en las guerras internas del pasado próximo y la falta de química con la líder gijonesa -agrupación en la que milita-, Fernández Pardo, estén en el origen de su 'destitución'. Cierto que el puesto número siete es de los "seguros", pero desaparece de ese grupo de notables al que hasta ahora pertenecía.
Y si lo de Barrientos es más o menos chocante, mucho más lo es el 'castigo' aplicado a Alejandra Cuétara, bastión de la oposición económica del grupo parlamentario en los últimos cuatro años, otro valor emergente llamado a mayores metas en el equipo que ahora se despide y fija en el equipo básico de Sánchez hasta hace bien poco. Pasarla al número doce con FAC dispuesto a rebajar la nómina de diputados populares a la mínima expresión hacen temer que la otrora joven promesa no lo va a tener fácil para renovar.
En fin, que en toda partes "cuecen fabes" y que, si los enunciados de combinación y experiencia defendidos por Pérez-Espinosa son teóricamente correctos, tampoco se puede negar que en cuanto se 'escarba' un poco aparecen matices, y no precisamente irrelevantes.
Resumiendo, que, al menos en unos planteamientos teóricos muy generales, los socialistas han apostado por la continuidad y los populares por una mezcla de "renovación y experiencia". Ahora falta por saber lo que va a hacer la tercera pata de la mesa con opciones a ser determinante en el futuro gobierno de Asturias. Según los indicios a los que me refería días atrás, la consigna es huir de la 'contaminación' de los políticos con 'experiencia' y apostar ciegamente por la renovación, con todos los riesgos que ya he reseñado en esta tribuna. Si se confirma, serán tres opciones con tres criterios diferenciados. Un triángulo suficientemente interesante como para seguir su evolución de cerca.
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