En la vorágine de manifestaciones que origina una campaña electoral, muchas veces sorprende que algunas de ellas tengan una repercusión mediática desproporcionada y, en cambio, otras con un calado político relevante pasen prácticamente desapercibidas, más allá de un titular puntual del día.
Afirmo esto pensando en la entrevista que el diario 'La Nueva España' publicaba ayer con el portavoz de los socialistas asturianos en la Junta General del Principado y cabeza de lista de la misma fuerza política por la circunscripción occidental para el 22 de mayo. Fernando Lastra tiene la virtud de responder a un perfil político muy poco usual en los tiempos que corren; su estilo recuerda mucho más al de quienes protagonizaron la transición y los primeros años de un Estado del Autonomías que se iba consolidando paso a paso.
Hablamos mucho en la actualidad, y con fundamento, de la profesionalización de los políticos y fruto de ello es su permanencia en el tiempo ocupando cargos de relevancia. Lastra es uno de ellos, aunque su currículo justifique más que el de muchos compañeros esa continuidad. Desde que empezaron a salirle los dientes políticos en su Cangas del Narcea natal hasta la posición de hoy se ha mostrado como uno de esos camaleones mimetizable con cualquier paisaje cambiante, siempre en la segunda línea de la 'pole' sin apartentes intenciones de jugársela al líder del equipo como ahora está bastante de moda en la Formula 1 de automovilismo. Y todo ello, compaginado perfectamente con su pertenencia a esa escasa camada de 'razas peligrosas' siempre dispuestas a morder en el hueso de su adversario con saña y no soltarlo ni a latigazos. En fin, una especie muy poco habitual y sumamente necesaria en cualquier fuerza política.
De su carácter dio las primeras muestras en su municipio, enfrentándose abiertamente al entonces todopoderoso José Manuel Cuervo, dueño y señor en el socialismo suroccidental. El partido se encargó de sacarlo de ese embrollo, pero no para castigarle, sino para situarle en el camino de la política autonómica. Desde que llegó a la Junta General dio muestras, a los que éramos testigos privilegiados, de su potencial y el tiempo se encargó de confirmarlo. Duro en muchos momentos, contemporizador en otros, empezó en el "villismo" para trasladarse en cada momento al escenario cambiante del socialismo asturiano, llegando finalmente a ser más "javierista" que el propio Javier Fernández; incluso en algún momento se le pudo encasillar como "arecista", aunque menos. Su condición de 'necesario' le permitió esos traslados sin situaciones traumáticas, todo ello ayudado por una aparente falta de ambición de ser en algún momento un 'número uno', como otros en su lugar o en otros partidos tuvieron la tentación de ensayar.
Todo este larguísimo repaso viene a cuento para justificar mi perplejidad por algunas de las frases que el todavía portavoz de la FSA en el Parlamento asturiano ha dejado caer en la mencionada entrevista, concretamente las referidas al actual presidente del Principado. De entrada, mi sorpresa responde a que, si la memoria no me falla, es el primer representante del partido hasta la fecha mayoritario que admite que el relevo de Vicente Álvarez Areces por Javier Fernández ha tenido "momentos de confrontación". Todos sabíamos que el mandatario autonómico durante las tres últimas legislaturas no estaba por la labor de no intentar la cuarta, pero sus compañeros siempre mantuvieron ese conflicto de puertas para adentro y bajo el lema de la unidad se obvió esa guerra subterránea que, como creo que ya he dicho en otra ocasión, ha tenido la virtud para sus protagonistas de no trasladarse a los titulares de los periódicos.
Ahora sí sabemos que hubo "confrontación" y "momentos difíciles", y por ello Lastra asegura que "estamos enormemente agradecidos de la respuesta de Areces, de como ha llevado la situación,...", para cerrar la frase con una palabra que pone los pelos de punta y que aclara más sobre lo que pasó realmente que cualquier información pasada: "...de su obediencia".
Supongo que en un político de su larga experiencia tal vocablo se le haya escapado en el 'fragor' de la entrevista. Referirse al primer mandatario asturiano, y en representación de su propio partido, como un chico obediente que agacha la cabeza y se pliega al aparato partidario puede ser una realidad, pero en ningún caso ofrece una buena imagen pública de quienes presumen de haber realizado un proceso de transición modélico. A lo peor el alumno se muestra "obediente" porque no le queda otra salida -no iba a irse del PSOE y formar otro partido como Cascos-, pero cualquier dirigente con inteligencia desconfiaría, como he escrito en numerosas ocasiones, de los riesgos de dejar cadáveres en el camino, sobre todo si estos son "exquisitos".
A mí me parece una postura inteligente la de Areces. ¿Qué iba a ganar 'montando un pollo'? De esta forma, se va de la primera línea pero el aparato premiará su fidelidad con un puesto tranquilo y bien remunerado.
ResponderEliminarEs que, quizás, la importancia de las ideas, que se concretan en unas siglas, esté por encima de las ambiciones personales. Supongo que para muchos, carentes de ese compromiso ideológico, les resulte difícil de aceptar.
ResponderEliminar