En las últimas semanas los socialistas la villa de Jovellanos han buzoneado un panfleto electoral en el que, bajo el lema "Entre tod@s hacemos Gijón", lo más significativo, al margen de los mensajes de rigor, es una foto de tamaño considerable en la que aparecen juntos y sonrientes el candidato a la Alcaldía de esta fuerza política, Santiago Martínez Argüelles, y la actual regidora, Paz Fernández Felgueroso. Aquello de que una imagen vale más que mil palabras es de inmediata aplicación en este caso porque revela a las mil maravillas cuál debe ser, y parece que así será, la estrategia del PSOE gijonés ante la más difícil de las campañas a las que se han enfrentado.
Martínez Argüellles es cartel nuevo para los socialistas, pero su currículo no es, como ocurre en otros casos, el de un novato. Su antiguo paso por el mismo Ayuntamiento de Gijón como concejal y su etapa como miembro del equipo de dirección y en muchos momentos 'mano derecha' del anterior rector de la Universidad de Oviedo, Juan Vázquez (en ese ámbito también se hace política, y de la buena), más estos últimos cuatro años de nuevo como edil con una responsabilidad y peso específico superiores a aquel número 11 con el que concurrió a las últimas municipales, son bagaje más que suficiente para convertir, de entrada, su figura en un valor fiable para la contienda.
Sin embargo, tras haber sido nominado el primero de los aspirantes a la Alcaldía gijonesa, antes que sus adversarios de otras fuerzas políticas, el tiempo se ha encargado de demostrar que la apuesta del PSOE local no ha conseguido en todo este tiempo calar en la ciudadanía como sus compañeros hubieran deseado. Su imagen es buena (incluso hay quien dice que recuerda al Tini que accedio hace más de cuatro lustros a la primera fila de la política asturiana). Su talante templado, su imagen conciliadora, tienen un componente positivo a valorar, pero en esto de las elecciones, y muy especialmente en las que se avecinan, hace falta un carácter del que Argüelles hasta la fecha parece carecer: algo más de mordiente, un poco de 'mala leche' y cambiar algunas facetas de esa figura de hombre tranquilo para mostrar la capacidad de morder precisa en una batalla como la que afronta actualmente.
Los socialistas, que han gobernado en Gijón desde las primeras elecciones democráticas tras el franquismo, hablan por primera vez en voz baja de la hipótesis verosímil de perder los comicios. Saben que el negativo efecto nacional del Gobierno Zapatero -que se hace extensible a autonomías y ayuntamientos de aquí y de allá- va a restarles apoyos y, por tanto, escaños. Lograr la mayoría absoluta, que ya no tienen ni ahora con Felgueroso, está prácticamente descartada y por ello su objetivo es mantener el máximo posible de concejales que les permita buscar de nuevo el gobierno municipal con los votos de Izquierda Unida. Sin embargo, el mismo temor -aunque algo más atenuado- que tienen sus compañeros para las autonómicas -que la suma de PP y Foro Asturias supere la mitad más uno de los escaños finales- ha anidado en la sede de la calle de La Argandona y un relativo pesimismo se palpa en las conversaciones privadas.
Los socialistas, además de los méritos propios de su candidato, cuentan con que será precisamente en Gijón donde un pacto entre el partido de Cascos y el equipo de Pilar Fernández Pardo se muestra más complicado que el que pudiera darse en la Junta General del Principado. Esta circunstancia figuraría en su haber; en el debe, amén de los citados problemas del desapego ciudadano hacia un socialismo al que responsabilizan de llevarnos al fondo del pozo (cifras como las de hoy del paro, lejos de ayudar aumentan la desafección), no debería dejarse se lado un hecho que quizá pueda parecer a priori 'de menor cuantía', pero que se me antoja relevante, y es el relevo en la cabeza de cartel de IU, con la entrada de Jorge Espina por Jesús Montes Estrada. 'Churruca' lleva muchos años en el consistorio y ya estaba excesivamente 'acomodado' en ese papel subsidiario que permitía a su formación tocar poder a cambio de apoyar a los socialistas. El nuevo candidato es más joven y pertenece a un sector más 'radical' de la coalición de izquierdas. El equipo de Sariego lo sabe y desconfía de poder jugar con la seguridad del pacto -compromiso existe, sin duda- si no es a costa de claudicar en las obvias exigencias que una hipotética posición determinante permitirían a Izquierda Unida.
En fin, que lo que no le van a faltar son dificultades a Martínez Argüelles para mantener la tradición de que su partido siga gobernando cuatro años más en Gijón. Por eso, y volviendo al principio de este comentario, no es de extrañar que la figura de Paz Felgueroso se convierta en un recurso absolutamente necesario para sus compañeros. La veterana política, que ya se vio "obligada" por la dirección local a repetir como candidata a la Alcaldía hace cuatro años, no va a tener más remedio que hacerle un último favor a su partido y volcarse con el compañero que aspira a recibir de sus manos el bastón de mando municipal. Será sólo algo más de un mes, pero su concurso puede ser decisivo, y más que la sombra de Martínez Argüelles, será preciso que ponga la cara y, de alguna manera, esa condición de 'sombra' quede para el candidato.
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